Autora
Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981) es autora de la exitosa saga de novela negra protagonizada por la inspectora Camino Vargas y compuesta por Progenie (Alfaguara, 2020) —cuyos derechos han sido adquiridos para su producción audiovisual—, Especie (2021) y Planeta (2022). Ha sido galardonada por su trayectoria literaria con el Premio Avuelapluma de las Letras, así como con el Premio Cordoblack por su contribución a la renovación del género negro, el Premio Cubelles Noir a mejor novela publicada en castellano y el Premio Granada Noir. Algunas de sus obras más conocidas son Más que cuerpos (2013), Desde la eternidad (2014), Náufragos (2015), finalista del certamen de novela Felipe Trigo, o Vino y pólvora (2016). Licenciada en Derecho y especializada en Cooperación Internacional, fue directora del Instituto de la Juventud de Extremadura y presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia, así como presidenta de la Asociación de Escritores de Extremadura. En 2022 fue becada por el Ministerio de Cultura por su proyecto para incentivar la conciencia ecológica a través de la expresión creativa en la residencia literaria de Holbox, en México.
La Babilonia, 1580 (Alfaguara, 2023) es su primera novela negra histórica.
Sinopsis
Año del Señor de 1580. Sevilla vive su momento de máximo esplendor como capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo.
La Flota de Indias de Su Majestad está a punto de zarpar cuando la piel arrancada del rostro de una mujer y su cabellera pelirroja aparecen ajustadas como un disfraz macabro al mascarón de proa de la Soberbia, el buque de guerra que abre el convoy. Próxima al barrio portuario del Arenal, en una zona cercada por altos muros, se encuentra La Babilonia, el prostíbulo más cotizado de la Mancebía y donde ejerce Damiana. A pocos metros de allí está el convento de las carmelitas descalzas, donde vive en clausura sor Catalina. Ambas fueron amigas en la infancia y se verán unidas de nuevo a fin de averiguar quién cometió tan brutal asesinato y por qué. Para hacerlo pondrán en peligro sus propias vidas, pero también el secreto mejor guardado de la Corona.
[Información tomada de la web de la editorial]
A estas alturas del año, hay muchos lectores-blogueros que ya están preparando ese ranking de mejores lecturas de 2023. Si yo hiciera un post de este tipo, sin duda, tendría que incluir la novela de la que vengo a hablaros hoy. La Babilonia, 1580 de Susana Martín Gijón supuso para mí un viaje apasionante a la Sevilla del siglo XVI, para conocer la ciudad en su momento de mayor esplendor, cuando era Puerto de Indias, a cuyas orillas del río Betis (Guadalquivir) llegaban los barcos cargados de tesoros, y regresaban llenos de hombres que querían prosperar en el Nuevo Mundo. En ese contexto histórico, la autora sevillana desarrolla una trama en la que el lector se sumergirá en los bajos fondos, para conocer un elenco de personajes dispares pero bien trazados, una novela llena de elementos que llamará la atención de cualquier lector. Os cuento con más detalle.
Susana Martín Gijón, tal y como nos contó en la entrevista (puedes leerla aquí) homenajea en esta novela a la tradición del manuscrito encontrado. En la nota que antecede al cuerpo de la historia, la autora nos explica que La Babilonia, 1580 surge del hallazgo de un manuscrito, un legajo rubricado por una mujer, hallado en el Colegio de Gramáticos de Cuerva, «—edificio abandonado al que mi curiosidad temeraria me había llevado a introducirme en aras de comprobar el estado ruinoso que arrastró a la Lista Roja del Patrimonio el lugar donde ya se impartían clases de gramática hace cuatrocientos años—». En ese edificio, sito en la provincia de Toledo, Susana encuentra supuestamente un manuscrito, fechado en el siglo XVIII, «más el transcriptor aseguraba haber realizado una copia fiel de un manuscrito del siglo XVI». Ni corta ni perezosa, se mete ese puñado de hojas en la mochila y sale zumbando del edificio. ¿Qué historia contiene ese legajo? Pues, ni más ni menos, que la historia que vamos a leer en esta novela. A pesar de que el texto está fechado en tiempos en los que el lenguaje era muy distinto al de hoy, Susana aclara que, lo que vamos a leer, es una versión actualizada de esa historia, con un lenguaje más comprensible, pero sin haber modificado ni el contenido de los hechos ni la esencia del relato.
Situémonos. Imaginemos que estamos en Sevilla, en el año 1580. La ciudad despierta un día de agosto con una terrible noticia. Una mujer ha sido hallada muerta en la Soberbia, una de las naves de la flota de Indias. En realidad, no se trata de un cuerpo en sí, sino del rostro de la víctima que alguien ha superpuesto sobre el mascarón de proa.
«...sobre la faz esculpida del león, alguien ha superpuesto el rostro arrancado de una mujer. La piel desollada y una cabellera roja le otorgan al guardián de la embarcación un aspecto sobrecogedor». [pág. 37]
Se trata de Violante, la curandera del prostíbulo La Babilonia, una prostituta que se encargaba de cuidar a las jóvenes, con sus hierbas y remedios caseros, «una bruja buena que salva a muchas de la peor de las suertes, incluida la de la temida preñez». El hallazgo cubre de una espesa sombra negra la nave y la empresa que tienen entre manos. Cuando llevaban meses preparando la partida hacia las Indias, reclutando a la tripulación, llenando las bodegas del barco con la mercancía con la que se pretende negociar en el Nuevo Mundo, y consiguiendo las autorizaciones pertinentes, este trágico suceso lo cambia todo.El barco está maldito y muchos hombres desisten de embarcarse. La empresa peligra. Sin hombres, la flota no puede echarse a la mar y, por ende, las mercancías que esperan en las tripas del barco pueden echarse a perder.
Los responsables del navío tratan de quitar hierro al asunto. Animan a los hombres a no dejarse llevar por supercherías, pero una nueva muerte tendrá lugar. Esta vez, el cuerpo de otra prostituta aparece en otra nave.¿Alguien está intentando sabotear la partida de la flota?
Al margen de estos sucesos, conoceremos a Damiana. Es una joven exótica de dieciocho años y rasgos singulares. Tiene «ojos almendrados, pómulos prominentes, unos labios muy gruesos y una nariz aguileña que le da aire de ave rapaz». No es muy guapa pero está muy cotizada en la mancebía donde trabaja. Allí, en La Babilonia, la joven ofrece sus servicios. Es el único hogar que conoce. Y sus compañeras, su única familia. A Damiana, la muerte de Violante la dejará muy marcada.
En otro punto de la ciudad, se alza el Convento de las Carmelitas Descalzas, fundado por Santa Teresa de Jesús, y regido por María de San José, la abadesa a la que llaman la monja letrera. Allí reside sor Catalina, una joven sin familia, que consigue tomar los hábitos, gracias a la dote que le dejó en herencia una viuda. La vida de sor Catalina transcurre lejos de lo que se cuece fuera de los muros del convento. Entregada a Dios, tiene techo y comida, y el apoyo de un cura que la visita ocasionalmente, y le hace llegar lecturas que no todo el mundo aprobaría.
Damiana y Catalina (Carlina para la joven manceba) fueron amigas en su día. Para saber cómo se conocieron, la acción se retrotrae a febrero de 1571. Por entonces, eran dos chiquillas que no tenían donde caerse muertas y trataban de ganarse la vida como podían, sisando aquí y allá algún mendrugo de pan. Más que amigas eran como hermanas, pues solo se tenían la una a la otra. Pero algo pasó entre ellas que las distanció. Carlina tomó una decisión y Damiana, por motivos personales, no se lo ha perdonado. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde entonces y Damiana necesita la ayuda de Carlina. Ella sabe que su amiga no la dejará de lado. La otra entiende que debe ayudarla. ¿Qué necesita Damiana? La joven busca un objeto que estaba en posesión de Violante, un talismán que no debe caer en manos equivocadas porque en su interior alberga un secreto. Ahora, con la trágica muerte de la prostituta, no sabe dónde está ese objeto, el único que ha conservado de su infancia, «lo único que aún la ata a su familia y que prometió conservar».
Pero el interés de la joven no solo recae en la búsqueda de esa reliquia. También quiere averiguar quién ha matado a Violante. Le debe mucho a esa mujer y siente que está en deuda con ella.
«Violante me curó y me escondió durante semanas. Cuando estuve repuesta, ella y el resto de las mujeres me prestaron ropas, me dieron afeites, y me llevaron ante el padre que regenta la casa». [pág. 61]
Y, en medio de todo esto, de Damiana y Catalina, del convento y de la mancebía, la figura de un religioso, el cura Pedro de León, un hombre al que, tanto una joven como otra, verán de forma distinta, y al que iremos descubriendo verdaderamente a medida que avancemos en la lectura.
Lo que os he contado hasta ahora conforma lo que sería el presente de la novela. No obstante, La Babilonia, 1580 se sustenta sobre dos hilos argumentales, ubicándose el segundo en el año 1216, en Tierra de Do a orillas del río Sankarani, frontera de Guinea, Costa de Marfil y Mali, del que no os voy a contar nada.
Qué me ha gustado de esta novela
Para empezar, debo confesar que la historia con la que se abre esta novela, la del hallazgo de un manuscrito, me la creí totalmente. Esas primeras páginas del relato dispararon mi imaginación y, a través de mi mente, vi la imagen de Susana Martín Gijón, a modo de una Indiana Jones sevillana, merodeando en las estancias de un edificio abandonado, y encontrando un puñado de hojas amarillentas, en las que alguien, a pluma y con caligrafía puntiaguda, contaba la historia de una vida. Me lo creí. De hecho, quiero creerme que todo ocurrió tal y como os estoy contando. Dejadme que fantasee de este modo.
Entrando en la trama en sí, ¿qué puedo decir? La Babilonia, 1580 me ha parecido muy entretenida y muy edificante, también. No me ha costado nada ver los hechos que transcurren en la novela; pasear por las calles de la mancebía, ver entrar a unos y a otros en el lupanar; reírme con el descaro de las prostitutas; santiguarme al traspasar el umbral del convento, donde Catalina está envuelta en sus lecturas. También me ha gustado mucho moverme por el puerto; acudir a orillas del río para ver las naves imponentes, esperando su partida; observar el trasiego de los hombres, porteando mercancías de un lado a otro; y sentarme un rato en las escaleras que bordean la catedral, para saber de qué se habla en los mentideros.
De esta novela, podría destacar muchas cuestiones que han despertado mi interés. Entre ellas, el retrato que se hace de la mujer. En esos tiempos, todos sabemos qué caminos le esperaba a una niña que se hacía mujer. No le quedaban más que dos opciones. El matrimonio, con un hombre o con Dios, y la prostitución. Si optabas por la primera de las alternativas, tu vida se reducía a parir y criar hijos, siempre atada a un hombre que, en el mejor de los casos, podía ser un buen compañero de vida. O vivir encerrada entre los fríos muros de un edificio dedicado a Dios, con el ora et labora como lema. Ahora bien, si te decidías por la prostitución, ¿qué te esperaba? Pues esas dos formas de vida, la pecaminosa y la piadosa son las que veremos en esta novela, a través de los personajes de Damiana y Carlina.¿Cuál de las dos tenía mejor vida? ¿Cuál era más libre?
«Si las mujeres prostituidas carecían de derechos y no contaban para el resto de la sociedad, menos aún lo hacían las monjas de clausura, aisladas como ellas, pero también anuladas hasta el extremo de tener que cambiar su nombre. Hasta su identidad desaparecía». [pág. 284]
La Babilonia, 1580 está llena de mujeres con carácter. Tienen que sobrevivir de algún modo, y no tendrán más remedio que tomar decisiones y elegir un camino que, a buen seguro, no les gusta en absoluto. Pero son mujeres con redaños, que se cuestionarán el papel que el mundo les ha reservado. Por eso, nos toparemos con mujeres que lanzan reflexiones, que tratan de hacer lo que más les gusta, aun a riesgo de ser descubiertas. Son mujeres que no se resignan, que no quieren ser excluidas del conocimiento, aunque algunas vistan hábitos. De ahí que a Sor María de San José se la llame la monja letrera. Y de ahí también que Catalina sienta interés por diversas lecturas que, en principio, no eran aptas para mujeres. Todo esto lo veremos en la novela.
Por otra parte, tengo que admitir que ese segundo hilo narrativo del que os hablaba antes y que nos sitúa en 1216 me desconcertó bastante. Cuando ya estaba totalmente sumergida en la historia y paseaba por las calles de la Sevilla del siglo XVI, me fui topando con una serie de capítulos, en semi alternancia, que me sacaron un tanto de lo que es el relato principal. Esos capítulos contenían una historia en la que se nos habla de pueblos y culturas lejanas que luchan entres sí, hechos envueltos en una áurea de leyenda, de magia. Viendo que, en mi caso concreto, me interrumpían el fluir de los sucesos en Sevilla, tomé la decisión de leerlos de forma independiente. Es decir, seguí con la lectura del presente de la novela, y al final, volví hacia atrás y leí de una vez esos capítulos que me trasladaban a otro lugar y a otro tiempo. ¿Lo hice bien? Pues no lo sé. Imagino que Susana los va intercalando con la intención de que se lean en la forma en la que ella los dispuso pero yo preferí hacerlo de otro modo. Y creo no haberme perdido nada pues, al final, entendí la intención de la autora y de qué modo esta parte del relato cuadraba con todo lo relativo a Damiana y a Carlina.
Y así llegué a un desenlace que me ha parecido un buen cierre, con unos sucesos previos que nos mantendrán pegado a las páginas de la novela. No sé si andaré equivocada, pero tengo la impresión de que a estos personajes que vamos a ver en las escenas finales, aun les queda mucha vida literaria. Al menos, a mí me gustaría saber qué pasa después.
Personajes principales
Estamos ante una novela muy coral, en la que los personajes tienen tanto protagonismo como los hechos. Los nombres principales serán los de Damiana y Carlina, de las que os he hablado un poco. No obstante, la galería de personajes es amplia. Aparecerán o desaparecerán según el momento de la trama. Por mencionar a algunos, tenemos a:
* Gaspar, hijo de una esclava negra, un joven que sueña con embarcarse camino de las Indias. Ejerce también de recadero de un caballero 24 y sucumbirá al amor.
* Eugenio de Ron es el hombre más admirado de toda Sevilla, piloto mayor, encargado del rumbo de los navíos. Su protagonismo se mantendrán a lo largo del todo el relato.
* Fermín, un joven calafate que acude a la mancebía con frecuencia. Supersticioso, ni querrá acercarse a un barco, tras el hallazgo de las mujeres muertes.
* Don Pedro de León, confesor externo de sor Catalina, al que veremos algo obsesionado con las mujeres de la mancebía.
* Lucinda, una joven prostituta, compañera de penalidades de Violante y Damiana. Su papel no será nimio.
Otros muchos aparecerán entre estas páginas, personajes con mucha profundidad psicológica, bien perfilados, con un lado interior complejo, muy distinto al que muestran porque pare sobrevivir uno debe sacar las garras y enseñar los dientes.
Sevilla y su tiempo
Me ocurre siempre con las novelas de Susana Martín Gijón, que aprendo muchísimo sobre mi ciudad y su historia. A través de sus novelas, he descubierto lugares por los que habré pasado mil veces, sin prestarles ningún tipo de atención. La autora, a través de sus narraciones, me va contando por qué esta calle se llama así o asá, qué son esos restos de piedra que a veces encontramos en un rincón olvidado, o dónde estaban esos lugares que fueron tan significativos en Sevilla. Y lo mismo ha hecho en La Babilonia, 1570, con el agravante de que ha tenido que retroceder mucho en el tiempo y emprender una labor de documentación, cuyos frutos ha volcado convenientemente y de forma certera en esta novela. Así, el lector vuelve la vista atrás, a esa Sevilla que, como dije antes, vive su momento de esplendor. Las riquezas que traían los barcos atraían a muchos raterillos, truhanes y maleantes; la ciudad se llenaba de prohombres que querían hacer negocio en las Indias; y otros pobres diablos soñaban con embarcarse en una de las naves de la flota y probar fortuna en el Nuevo Mundo. Por las plazas y calles de Sevilla veremos transitar a los diversos personajes. Asistiremos a los autos de fe en la plaza de San Francisco; sabremos de la existencia de las diversas mancebías; veremos a los personajes acudir a los mercadillos, como el Malbaratillo, «un mercado heterogéneo de objetos robados, ropa de segunda mano, mercancías procedentes de lugares remotos y cualquier tipo de producto imaginable»; o recorreremos esas gradas de la Catedral, escalinatas en las que corrían todo tipo de rumores.
Era una ciudad en la que cohabitan múltiples identidades. Incluso había mucha población negra, esclavos liberados, tantos que algunos comparan la ciudad de Sevilla con un tablero de ajedrez. Y donde había mucha gente, también había muchas formas de pensar, muchos prejuicios, muchas supersticiones. Estas últimas condicionarán mucho a ciertos personajes de la novela. Y es que, para emprender peligrosas aventuras y cruzar océanos, nada mejor que huir de aquello que traía mal fario, un asunto del que los navegantes sabían mucho. Por eso, encomendaban su alma a la protección del mascarón de proa. Por eso, no les inspiraba nada bueno ni los asesinatos en un barco, ni los cabellos del color del fuego -como el de Violante-, ni tampoco los años bisiestos.
Ladrones, caballeros 24, marineros, y putas. ¿Cómo se ejercía la prostitución en Sevilla? Para regular el ejercicio de la profesión más antigua del mundo estaban las ordenanzas del puterío. Susana Martín pone ante nosotros una serie de normas y requisitos que tenían que cumplir las mujeres para ejercer la prostitución. Me ha resultado curiosísimo todo lo que cuenta como, por ejemplo, no podían ser de Sevilla ni tener familia. Hacía falta que la joven cumpliera una determinada edad para empezar a prostituirse -algo que me dejó muy sorprendida-. También, tenían que vestir de un modo concreto si salían de los límites de la mancebía. Se menciona también a qué hora podían salir del recinto y se relata que había putas ilegales o casas de arrepentidas, «lugares de tránsito donde comenzar una nueva vida». No obstante, había tantas mujeres y tan pocos recursos que difícilmente se les podía ofrecer una comida al día, así que, desesperadas, volvían al oficio. Putas y pecadoras pero con algo que llevarse a la boca.
Lo más paradójico... ¿quiénes eran los propietarios de estos lupanares? Agárrate que vienen curvas. Cuando lo leas te quedarás ojiplático.
Estructura y estilo
Dedicada a todas las mujeres que no hicieron historia, La Babilonia, 1580 se estructura en cuatro partes, a lo largo de las cuales se distribuyen 127 capítulos de corta extensión, algunos acabando en cliffhanger, por lo que, espoleados por la intriga y el misterio que sobrevuela la trama, la lectura de la novela volará entre las manos. Cierra el volumen un epílogo y una nota final, en el que la autora nos aclara que esta novela ha sido, hasta la fecha, su proyecto más ambicioso. En estas páginas finales, Susana se centrará en hablarnos algo más de algunos de los personajes que asoman en la historia. Principalmente pone el foco de atención en Sor María de San José, la monja letrera, desvelándonos cómo transcurrirán sus últimos días. También tendrá palabras para los personajes del hilo narrativo que transcurre en Mali, donde aclara que se inspira en «la tradición oral de los griots, que ha llegado hasta nuestros días».
Incluye también el volumen una serie de grabados antiguos, como un mapa de Sevilla, que nos ayudará a situar los escenarios principales de la historia; o un dibujo sobre el que se detallan las partes más importantes de un galeón, que también resultará de gran ayuda.
La ambientación es sobresaliente. Diría que la narración tiene un toque visual. La partida de la flota de Indias desde Sevilla está muy bien descrita, así como todo lo relativo a la gestión de un barco, lo tedioso de los días de navegación, la vida a bordo, las dificultades y contratiempos que se pueden sufrir en un galeón, la toma de tierra y los días de asueto en las escalas que hace el barco durante su travesía.
A su vez, el lenguaje está muy cuidado. Estamos en el siglo XVI y obviamente la forma de hablar no es la misma que la de hoy día. Martín Gijón ni peca de exceso ni de defecto. El lector del siglo XXI entenderá perfectamente lo que ocurre en la novela y eso que, supuestamente son hechos tomados de un manuscrito antiguo pero, en esa ficción literaria que ella crea, ya aclaró que ha adaptado el texto a nuestros tiempos. Aun así, encontraremos términos que nos resulten ajenos y que yo he querido buscar en el diccionario por simple curiosidad.
Llegados a este punto, no puedo más que reconocer que me ha gustado muchísimo La Babilonia, 1580. Y no es solamente porque la acción transcurra en mi ciudad, sino porque considero que es una novela muy completa, un engranaje que ofrece muchos focos de atención, con una galería de personajes interesantes, que retratan lo mejor y lo peor de la época y del lugar. La Babilonia, 1580 es historia, es suspense, es amor, es sororidad, es intriga, es aventura, es conspiración,.... un entramado que nos guarda más de una sorpresa. Dicho lo cual, me gustaría recomendarte esta novela negra de corte histórica, llena de traiciones, venganzas, y objetos misteriosos, por los que algunos de sus personajes pueden acabar sus días quemados en una hoguera por el Santo Oficio.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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