M.N.- Buscaba una ciudad grande, bonita, con buen ambiente. Buscaba una ciudad con un patrimonio histórico y gastronómico, para crear una buena ambientación, y pensé en Sevilla. Sevilla era perfecta para empezar la novela. Voy a decirlo llanamente, es famosa en el mundo entero. Es la tercera ciudad más visitada de España. Es la cuarta en tamaño. Era perfecta.
Y luego busqué un barrio muy muy conocido de la ciudad y Triana es maravilloso. Y se quedó Triana. Y más tarde vino todo el proceso de documentación, de cómo era la Triana de la época, qué clase de personas vivían en Triana en esos años, cómo eran las casas, cómo era la gente de Triana que suelen decir que son trianeros y no sevillanos. Y bueno, así surgió la idea de que fuera Sevilla. Estoy contentísimo de haber elegido Sevilla porque además es que me encanta.
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M.G.- La otra parte de la acción, el presente de la novela, transcurre en Madrid, en 2018. Ese hilo temporal va a estar protagonizado por Álvaro de la Torre. No desvelemos mucho pero ¿qué nos puedes contar? Ese inspector está muy vinculado a la trama del año 82.
M.N.- Mira, la base de la novela tiene que ver con la desaparición de dos niños -dos mellizos, niño y niña-, que desaparecen durante la retransmisión del partido de España contra Irlanda, en el Mundial del 82. El niño aparece con unos cortes detrás de la oreja que describen claramente una M muy particular. No voy a decir lo que le pasa a la niña porque sería hacer spoiler. La cuestión es que, treinta y seis años después, ese niño al que los medios de comunicación llaman "el niño de Triana", se convierte en el inspector Álvaro de la Torre.
Bien, pues para hacer contraste con lo que era Triana en aquella época, se produce una muerte en La Moraleja, una de las urbanizaciones de lujo más ricas de España. Todos se sorprenden porque no es un lugar en el que habitualmente se produzcan crímenes y menos un crimen de un disparo a bocajarro brutal. Todo parece un crimen normal pero, cuando están a punto de abandonar la escena, viene un cliffhanger, justo cuando el inspector jefe de Álvaro, le dice que mire lo que la víctima tiene detrás de la oreja. Todos podemos intuir lo que hay detrás de esa oreja. Y ahí se empieza a tirar del hilo.
Los dos sucesos, el del año 82 y este, no pueden cuadrar por la edad. En el primer asesinato, el criminal tenía cuarenta años. Si es la misma persona la que ha cometido el crimen en La Moraleja, ahora tendría setenta y seis. Ahí hay algo extraño. Pasa algo raro. Álvaro está convencido de que, si resuelve el asesinato de La Moraleja, resolverá el asesinato de su hermana. Bueno, al final, lo he dicho. Es igual, no pasa nada.
M.G.- Dices que te pones a escribir la novela y vas pensando, pensando,... Pero, estos crímenes tienen ciertos elementos muy concretos. Está esa M detrás de la oreja de las víctimas o también, los juguetes, que tendrán cierto protagonismo. ¿Todo eso surge en tu cabeza así, sin más?
M.N.- Pues sí, me surge sin más. Hay cosas que son muy difíciles de explicar. ¿Cómo lo hago? Pues lo hago y punto. Eso es como preguntarles a esas personas que resuelven operaciones matemáticas de forma súper rápida. Son genios. Yo no soy ningún genio y no me comparo con ellos, pero me surgen estas historias. Me despierto y no paro de sacar historias continuamente.
Antes, en una entrevista, se me ha ocurrido una historia maravillosa. Le dije al entrevistador que no apuntara nada. En un segundo me ha salido una historia nueva.
M.G.- Estamos ante un thriller pero siempre se tocan temas. Hablas de la verdadera naturaleza del ser humano, del guardar las apariencias, de los instintos más primarios del hombre,... Vas tocando cositas. Cuéntanos un poco.
M.N.- Aunque parezca difícil, y con un thriller también se puede hacer, con mis novelas intento ayudar a la gente para que sean mejores personas.
Mira, un día estaba viendo Instagram y le comenté a mi mujer que en las fotografías que la gente sube a esa red social, en ninguna aparecen sus caras reales. Si no es un dibujo, es un filtro. O aparecen de lado. ¿Por qué las personas no estamos orgullosas de ser como somos? ¿Por qué no salimos a la calle como somos y nos da igual? Somos como somos y tenemos que estar contentos de ser como somos y orgullosos de ser como somos. Pensé que eso también podría valer para una trama. Y si lo piensas, en El juego del mal, hay mucho de esto que te comento. El asesino mata por una causa muy parecida, por el qué dirán, el miedo al qué dirán. Las personas no bajan a tirar la basura en albornoz por el miedo al qué dirán y el que me diga lo contrario es un mentiroso. Y lo digo así de claro. ¡Qué más da lo que digan! Y resulta que normalmente tenemos mucho más miedo de lo que dirán, de lo que luego nosotros transmitimos al que nos ve en albornoz. A lo mejor te ve y piensa que eres un crack porque has bajado en pijama, en albornoz, y tan feliz.
Una vez me encontré a unos señores dentro de un videoclub, cuando había videoclubs. Los dos iban vestidos con esos pijamas de oso y estaban alquilando una película. Al verlos, en vez de pensar que estaban fumados, pensé ¡qué gente más maravillosa! Les importa un bledo el qué dirán. Cuando veo a alguien con el pelo rojo o unos zapatos con unas plataformas que son andamios, o con una chaqueta de tachuelas, los admiro. Les da igual lo que digan los demás. Yo he querido transmitir eso, que la gente no tenga tanto miedo al qué dirán, que no tengan miedo a los demás porque no muerden. Todos somos personas, tenemos nuestros fallos, unos son más guapos, otros más feos. Al final, todo esto tampoco es verdad porque depende de quién nos mira. Será un cliché pero es verdad, la belleza está en el interior.
M.G.- Debemos ser más auténticos y no vivir tanto de cara a la galería.
Bueno, entre los personajes que hemos mencionado, Álvaro de la Torre, es un inspector de policía atormentado por su pasado. Es un hombre roto. Apenas tiene vida personal y se vuelca mucho en el trabajo. Pero vamos a ir viendo cómo evoluciona. Se irá abriendo poco a poco.
M.N.- La evolución de los personajes es vital en una novela. Lo lees en el primer capítulo y lo lees en el último, y te das cuenta de que ha cambiado un montón.
Álvaro empieza siendo una persona triste. Aunque han pasado treinta y seis años, la tristeza por la pérdida de su hermana la lleva tatuada en la piel. Además, a él también lo secuestraron y se siente culpable porque no se acuerda de nada. No pudo ayudar a la policía a encontrar a su hermana antes de que la mataran. Todo eso le ha causado un trauma, al igual que a su otra hermana.
M.G.- Claro, a Azucena,...
M.N.- Y a su madre también, aunque sea una madre de esas que se lo echa todo al hombro para que sus hijos la vean bien.
Cuando Álvaro se enfrenta al crimen de La Moraleja, ve la oportunidad de sanar un poco a su familia. Porque uno de los mayores dolores que tiene es la incertidumbre. La incertidumbre es fatal. Que una persona desaparezca y luego se encuentre su cadáver, eso produce un dolor máximo. Pero la incertidumbre es peor porque no sabes lo que ha sido de esa persona. Ni siquiera sabes si está viva. Te queda como una esperanza que, creo que a veces ni siquiera querrías tener. Lo que quieres es saber la verdad, sea cual sea. Esto es algo que he escuchado muchas veces. Y todo eso se refleja mucho en la novela.
M.G.- La compañera de equipo de Álvaro es Elsa. Ellos llevan siete años trabajando juntos. Elsa es una mujer de armas tomar. Es directa, retadora, desafiante,... No tiene pelos en la lengua. Es una compañera que contrasta mucho con Álvaro.
M.N.- Es potente, es potente. Además tiene un humor negro, negrísimo. Tizón. Con Elsa no he querido crear un personaje antítesis a Álvaro porque él, aunque es un hombre serio, también tiene sus momentos de broma, de contar un chiste,... Pero Elsa es otra historia. A veces, a Álvaro no le gusta nada Elsa porque es muy impulsiva y dice las cosas sin pensar. Y no sé si decirlo, pero... Sí, lo voy a decir. Como va a haber más partes,...
M.G.- ¡Esa iba a ser mi última pregunta!
M.N.- (Risas) ...veremos cómo en un momento llegan a enfadarse a lo bestia. Pero es que es su personalidad. Por mucho que una persona cambie, como se suele decir, la cabra tira al monte. Lo puedes intentar pero, al final, cuando uno se enfada, sale su verdadero yo. Y quería también usar ese contraste. A Álvaro, diciéndole que pare, y a Elsa, diciéndola él que se anime.
M.G.- En la novela hay mucho de juego de voces narrativas. Hasta tres. Tenemos a un narrador omnisciente, que además nos va a permitir acercarnos al malo de la novela. Está la de Álvaro y la de Elsa. Los dos nos van a hablar en primera persona. ¿Por qué ese baile de voces? ¿Por qué te complicas tanto la vida?
M.N.- A mí me gusta. Me complico la vida, entre comillas, para que haya más variedad en la novela. Una novela es mucho más digerible, entre comillas, cuando hay más variedad de voces y de todos. Imagínate que te lees una novela de la serie Álvaro de la Torre. Lees la novela y sabes que el protagonista es Álvaro. Pero, de repente, llega un momento en el que el narrador es Elsa Bermejo. ¡Anda! Vamos a ver la historia desde su punto de vista. Vamos a saber lo que ella piensa en realidad, y no solo lo que ella le dice a él. Porque, una cosa es lo que decimos, y otra muy distinta, lo que pensamos. Eso es así siempre.
Y luego, el omnisciente me encanta porque te permite verlo todo como desde el aire. Estás flotando en la escena y ves lo que hace una persona, el malo, y como es el mal, te lo narro desde lejos. Quiero crear esa diferencia entre lo acogedor de la primera persona y la distancia con el malo. El malo está ahí. Le veo. Veo lo que hace, como mirando por una mirilla o por el ojo de una cerradura.
M.G.- Marcos, no sé si esto lo has hecho de manera consciente pero me ha llamado la atención que te centras mucho en describir el deterioro de los edificios. Hablas mucho, por ejemplo, de edificios con manchas de humedad, con fisuras en las paredes, con desconchones en la pintura,...
M.N.- Sé que el piso de Álvaro está impoluto, limpio, que es blanco, y tal... Me sirve para hacer contraste.
Algo muy curioso en los centros de las ciudades es que hay edificios antiguos, con las fachadas ennegrecidas pero, por dentro, todo está limpio y súper moderno. A lo mejor vas a la consulta de un dentista. Entras en el edificio y ves las escaleras con baranda de hierro. Te mosquea que todo sea tan antiguo. Pero luego entras en la consulta y es una maravilla. He querido reflejar eso también. Es evidente que no todas las fachadas son así, pero tengo un poco de tendencia hacia la suciedad de las escenas. Quizá por ser escritor de novela negra. No sé, me da por ahí.
M.G.- ¿Y esa precisión y minuciosidad a la hora de ubicar temporalmente todos los sucesos, marcando hora y minuto?
M.N.- Eso es un dolor de tripas como una casa de campo, pero hay que hacerlo. Esa es la cronología que uso. Y eso sí que destroza una mente, porque, de golpe, te das cuenta de que esto tiene que ir aquí, aquello debe ir allá, esto no está bien,... Eso es complicado, pero bueno, con esfuerzo y dedicación sale. Aunque requiere mucha concentración, terminas sacándolo todo.
Me gusta mucho que en la novela esté todo tan perfilado al principio de cada capítulo. Que sepamos qué personaje, qué hora y minuto. Me parece muy profesional.
M.G.- ¿Y quién te ha ayudado en la documentación para construir este thriller? Me refiero, por un lado, a los protocolos policiales. Y, por otro, ¿quién te ha asesorado a la hora de describir cómo se hablaba en Triana en el año 82?
M.N.- Para ese primer capítulo hice una cosa muy curiosa. Busqué vídeos del aquel partido del Mundial. En 1982 no había Internet pero muchas de las personas que vieron el partido por aquel entonces, han entrado a comentar en varias páginas. A lo mejor te cuentan que aquel día estaban con su familia, lo que hicieron, lo que pensaban de los jugadores,... Incluso comentaban cosas sobre los partidos políticos o la misma ETA. Fue un trabajo minucioso de investigación, de ir buscando, ir anotando cositas por aquí, cositas por allá.
En cuanto al tema del habla, me informé sobre las palabras y las expresiones típicas y escribí esas páginas. Luego se las envié a un compañero escritor, a Antonio Orozco Guerrero, historiador de Cádiz. Él me retocó algunas cosas y me ayudó a quedarme tranquilo.
Y, con respecto a la trama policíaca, tengo la suerte de conocer a un policía que sabe mucho del procedimiento policial. Aparte de lo que yo ya sé, a base de estudiar, porque esto es estudiar, al fin y al cabo, cuando tengo un problema muy complicado, algo que no tengo claro, le envío un mensajito o quedo con él para tomar café. Le hago las preguntas que sea y él me lo resuelve todo porque es un fenómeno y sabe un montón.
M.G.- Bueno, me has contestado ya a la última pregunta. Entonces, ¿vamos a seguir viendo a Álvaro y a Elsa?
M.N.- Seguro. La segunda ya está escrita. No he perdido el tiempo.
M.G.- Muy bien, Marcos. Esperemos que sea tan adictiva como esta.
M.N.- Y que os guste tanto porque, la verdad, es que está gustando mucho. Ya han salido muchas reseñas. Incluso los días antes de su publicación porque la editorial la envió a influencers, instagramers, bookstagramers, que se llaman, a blogs y webs,... Hoy han salido un montón de reseñas. Me he visto muy abrumado. Está gustando mucho. Yo soy muy crítico y estaba esperando a que ver qué opinaba la gente. Estoy muy contento.
M.G.- Bueno, Marcos, no tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que hayas venido a Sevilla y un placer conocerte.
M.N.- Gracias.