Año: 2023
Nacionalidad: España.
Director: Mar Targarona
Reparto: Belén Cuesta, Jorge Suquets, Hildegard Schroedter, Rainer Reiners, Chacha Huang,...
Género: Thriller. Intriga.
Sinopsis: Con la intención de desconectar de su estilo de vida y rutina, este año las vacaciones de Marc y Anna, embarazada de ocho meses, serán distintas. Han decidido intercambiar su casa con Hans y Olga, una pareja de jubilados alemanes que han conocido a través de una web. Pese a la aparente calma del principio, poco a poco, el intercambio de casas se convierte en una auténtica pesadilla para Marc y Anna cuando descubren que Hans y Olga tienen otros planes para ellos.
Tengo una lista con todas las películas candidatas y nominadas a los Goya 2024, que espero tener casi vista en su totalidad cuando se celebre la gala en febrero. En esa relación figura la película de la que vengo a hablaros hoy.
El cuco de Mar Targarona (Secuestro, 2016 y El fotógrafo de Mauthausen, 2018; ambas me gustaron) era solo candidata pero, en la criba final, se ha quedado fuera de las nominaciones. No obstante, leí la sinopsis y me pareció interesante. Aprovechando que la emitían en la plataforma de Orange, me dispuse a verla. Os cuento un poco.
Anna (Belén Cuesta) y Marc (Jorge Suquets) son una joven pareja que esperan su primer hijo. Ella es enfermera en un hospital maternal. Él es arquitecto. Anna es una mujer madura que carga sobre su espalda todo lo que implica ser adulto y tener una vida en pareja. Tiene un trabajo, al que no le falta estrés; se encarga de las compras necesarias y de la logística del hogar; también cuida al pequeño Tesla, un perrito que suple la soledad que siente la joven; y, por si eso fuera poco, también lleva una vida en su interior que nacerá en breve. Por su parte, Marc tiene un trabajo en el que está totalmente volcado, sin darse cuenta (o sin querer darse cuenta) que su pareja se encarga de todo lo demás. Además, cuando llega a casa dispone de su tiempo libre para sí mismo, para sus bobadas, para jugar con unas gafas de realidad virtual o trastear con el móvil. Anna está cansada, física, mental y emocionalmente. Siente que Marc no está a la altura de las circunstancias y que no se implica en el proyecto común de la paternidad. Para tomarse un descanso, la pareja decide irse de vacaciones. Anna se ha interesado por el intercambio de casas. Anuncia la suya en una web especializada e inmediatamente surge un «match». Un matrimonio mayor, de origen alemán, pero que habla español, quiere instalarse en la casa de la pareja. A cambio, Anna y Marc podrán pasar unos días en la Selva negra, ocupando la casa del matrimonio, un impresionante chalet, totalmente domotizado, y apartado de núcleos urbanos. Eso sí, tiene un inconveniente y es que no aceptan animales. Por lo tanto, Tesla se tendrá que quedar en España, en casa de Lucas, el vecino de la joven pareja.
El intercambio de llaves se realiza en el aeropuerto alemán. Todo resulta muy cordial. El matrimonio alemán formado por Hans y Olga es encantador, demasiado encantador, diría yo. Aseguran ser expertos en esto del intercambio y les explican a los jóvenes que sólo deben cumplir tres reglas:
* respetar las pertenencias del otro
* dejarse acoger por el nuevo hogar
* dejar la casa tal y como la encontraron
Todo perfecto. ¡Nos vamos de vacaciones a Alemania! Sin embargo, lo que iban a ser unos días de descanso y de tiempo en pareja se transforma en un infierno. De entrada, aparece en escena Lillith, una joven asiática, supuestamente hija del matrimonio alemán. Y es que los alemanes no son trigo limpio. Ya nos dimos cuenta en el aeropuerto. La gente tan amable busca algo. Nuestras sospechas se harán realidad cuando veamos a Hans y a Olga instalados en el piso de los jóvenes. A partir de ahí, comienzan a suceder una serie de extraños sucesos de los que mejor no decir nada.
A esta trama se une otro hilo que está relacionado con Lucas, y es que él verá que los nuevos inquilinos del piso de Anna y Marc son un poco raritos.
Qué me ha gustado de la película y qué no me ha convencido
Vayamos por partes. El cuco parte de buena premisa. Gente que ocupa tu casa y tú ocupas la casa de otros, sin saber, en primer lugar, lo que tus huéspedes harán en tu hogar y, en segundo lugar, sin conocer lo que te vas a encontrar en la nueva vivienda. Anna le dice a Marc que esto de los intercambios de casa se basan en la confianza mutua. Sí, sí,... fíate tú. Vamos, si alguna vez se me había pasado por la cabeza viajar de este modo, se me han quitado las ganas. Y es que la trama mantiene el suspense y el interés, a un nivel muy moderado, pero irá in crescendo, precipitándose en la última media hora. A mí esa última parte me inquietó muchísimo porque todo lo que tiene que ver con leyendas y oscuros rituales ancestrales (elementos de la película) me generan mucha intriga. Pero luego, la película tiene ciertas pegas que le restan valor. No puedes construir una historia en la que las cosas ocurran sin una justificación con cierta lógica.
Cosas que no me han gustado. Por ejemplo, hay diálogos muy ñoños entre Anna y Marc. Tanto en los momentos de complicidad como en los que discuten, las escenas no resultan creíbles. Por otra parte, hay cosas que no te terminas de creer porque, ¿quién se toma pastillas así como así, sin saber de dónde salen, de dónde vienen, sin conocer el nombre, sin ver un mísera caja con su prospecto? A eso se une que, el conserje del edificio de la pareja dispone del móvil de un inquilino bajo una explicación totalmente incongruente. En una situación tan delicada como la que se describe, las pertenencias de dicho inquilino deberían estar, lógicamente, en manos de otras personas.
Así que, El cuco tiene cosas a favor y en contra, con lo que, ni sí ni no, sino todo lo contrario. ¡Ah!, no quiero dejar atrás los guiños que la película hace a otras películas míticas del cine de suspense y terror, fácilmente reconocibles porque son un calco.
Interpretaciones y reparto
No hay mucho que aportar en este apartado. El papel de Anna es el de cualquier mujer joven actual, con el que es fácil empatizar en los primeros compases de la película, cuando la vemos exigiendo una mayor implicación por parte de su pareja.
Belén Cuesta será la encargada de dar aliento al personaje de Anna. Es una actriz que me gusta en el territorio de la comedia. Esa forma que tiene de verbalizar sus diálogos, con sus titubeos, sus miradas de incredulidad en según qué circunstancia, siempre me hicieron gracia. Pero también la he visto en papeles dramáticos en los que resuelve con bastante solvencia. En esta ocasión, me deja algo indiferente.
Con respecto al personaje de Marc y a la interpretación de Jorge Suquets, aún puedo decir menos. Para empezar, el personaje me cae realmente mal. Probablemente se trate de eso, de que el espectador termine por odiarlo, no solo por cómo se comporta con Anna, sino por lo que el guion le tiene preparado. Pero es que, además, y lo siento mucho, el trabajo de Suquets me ha parecido terrible. En honor a la verdad, casi me resultan más interesantes los papeles del matrimonio alemán, que son los que soportan la mayor parte de la intriga y suspense de esta historia, así como sus interpretaciones. Especialmente, en el caso de Olga, encarnada por Hildegard Schroedter.
Estructurada en tres capítulos, siguiendo la tres reglas de oro del intercambio de vivienda, admito que la ambientación sí me parece conseguida. Creo que la directora sí logra crear una atmósfera de asfixia, incluso en un lugar tan luminoso y lujoso como es la vivienda de los alemanes. Y sobre la banda sonora, aporta intensidad en los momentos de mayor tensión, como cabe esperar en un género como este.
Poco más os puedo contar. El cuco, un título que hace alusión a esa práctica tan poco cívica que lleva a cabo este ave y que se explica en la película, me parece un largometraje de consumo rápido y olvidable. Ofrece el interés justo para una sobremesa o tarde-noche en la que no tienes otra cosa mejor que hacer, ver o leer.
La he visto en Orange TV pero también está en Filmin.
Tráiler: