El año pasado tuve la oportunidad de acompañar a Inma Rubiales en la presentación de su anterior novela, El arte de ser nosotros, de la que os hablé en este post, durante la celebración de la Feria del Libro de Mairena del Aljarafe. Esta autora, de origen extremeño pero afincada en Sevilla, donde estudia Publicidad y Relaciones Públicas, cuenta con una legión de lectores, entre los que sobresalen los del sexo femenino. Yo soy una de esas personas que creen que los jóvenes no leen. Lo reconozco. Esto lo he dicho con frecuencia. Pero cuando acudo a una presentación o a una firma de libros de escritores jóvenes, tengo que desdecirme. Los jóvenes leen. Probablemente el porcentaje debería ser mayor pero está claro que muchos sí leen. Si no, que se lo digan a Inma Rubiales.
Pues bien, la joven escritora vuelve a ser noticia tras la publicación de su último libro, Todos los lugares que mantuvimos en secreto. Con ella estuve conversando la semana pasada. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Inma, cuando el lector coge este nuevo libro, lo primero que llama la atención es la cubierta. Preciosísima. Esta novela tiene mucha conexión con las ilustraciones. De hecho, incluye lo que se llama ovelays. Es la primera vez que encuentro un libro que incluya este tipo de recursos. Quisiera preguntarte en primer lugar, ¿qué son los overlays y por qué se decide incluirlos?
Inma R.- Fue una decisión que no tomé solo yo, sino en conjunto con la editorial. El objetivo era hacer un regalo a esas lectoras y lectores que apuestan por el libro desde el primer momento, y que van a comprarlo a librerías, ya sea en preventa o durante los primeros días de lanzamiento. Creo que ha quedado una edición muy bonita y Elena, la ilustradora, es maravillosa. Ha hecho un trabajo precioso, tanto con la portada como con las ilustraciones. La verdad es que el libro no ha podido quedar más bonito.
M.G.- Sí. Además, son ilustraciones que se pueden desprender del libro. No sé exactamente cómo los lectores podemos utilizarlas. A mí se me ocurre que se podrían enmarcar.
I.R.- Claro, claro. Deja espacio a la imaginación. Incluso hay lectoras que están haciendo tutoriales para pegar las ilustraciones en el libro, como si fueran una página más. Hay otras que prefieren ponerlas en su cuarto, enmarcarlas o dejarlas tal y como vienen. Lo chulo de que vengan sueltas es que puedes hacer con ellas lo que quieras.
M.G.- Inma, en cierto sentido, esta novela tiene un punto de conexión con la anterior, porque hay personajes que ya venían de antes.
I.R.- Sí, me encanta hacer esas cosas. Esta novela se puede leer sin necesidad de haber leído ningún otro libro anterior. No se hace ningún spoiler de las anteriores. Es cierto que hay guiños a ciertos personajes antiguos, que aparecen ahora de nuevo, que guían a la prota y que, al lector que haya leído los libros anteriores, le hará ilusión encontrarse. Pero, por ejemplo, mi madre se leyó este libro sin haber leído los anteriores y ella ni se dio cuenta de que esos personajes eran de otros libros. Es decir, el lector que vaya a ciegas, que no haya leído ningún otro libro mío, no se va a sentir descolocado.
M.G.- Sí, sí, se puede leer perfectamente sin haber leído las anteriores.
Bueno, séptima novela y la tercera que publicas con Planeta. ¿Qué evolución has notado en ti como escritora?
I.R.- He notado evolución como escritora y como persona también. Tengo veintiún años y cada año voy creciendo y madurando en esas dos facetas. Los libros que escribía con catorce años no tienen nada que ver con los que escribo ahora. Y no lo digo por cuestiones técnicas, como la narración o las tramas, sino porque los temas que me interesaban a esa edad y la madurez con la que los trataba no es la misma que la de ahora. Es cierto que ahora, cuando trato un tema muy complicado, me informo muchísimo. Intento tratarlo desde la madurez, la delicadeza y el respeto. Es algo que está muy presente en esta novela.
M.G.- De esos temas hablaremos dentro de un ratito, porque tengo algunas preguntas que hacerte al respecto pero, por hablar de la trama. Maeve es una chica que pierde a su madre siendo muy joven. Está muy desorientada y hace algo. ¿Qué les dirías a los lectores sobre la historia que contiene este libro?
I.R.- Maeve es una chica finlandesa, que a los cinco o seis años se muda con sus padres a Estados Unidos porque su padre quiere iniciar una empresa. Al poco de mudarse, su madre muere. Eso hace que, al crecer, ella no deje de preguntarse qué pasaría si muriera dentro de tres minutos. ¿Realmente ha hecho con su vida todo lo que ha querido hacer? ¿Estaría rodeada de las personas de las que tiene que rodearse? Tiene ese dilema todo el rato en la cabeza. Y, a raíz de esos pensamientos, se va a Finlandia, siguiendo un impulso. Regresa al pueblo de su madre. Allí se reencuentra con la mejor amiga de su madre y con toda su familia. Ahí es donde entra en escena Connor. Él estaba súper enamorado de Maeve cuando eran niños. Cuando la ve regresar tan perdida, le propone hacer una lista de cosas que hacer antes de morir, para cumplirla juntos. Esa es la premisa de la novela. A raíz de ahí surge toda la historia romántica.
Pero además, también hay una historia muy importante de evolución de cada personaje por separado. Es algo que me gusta hacer mucho en mis libros. El romance está ahí pero, además del romance, tenemos un desarrollo individual. Cada uno de ellos tiene sus miedos, sus inseguridades, sus problemas, sus comportamientos que quizás deberían cambiar. Y así se va construyendo toda la novela.
M.G.- ¿Cómo es Maeve y cómo la vamos a ir viendo a lo largo de esta historia?
I.R.- Es difícil definir a Maeve sin hacer spoilers. Al principio del libro ella no sabe quién es. La definiría un poco así, como un personaje que no está definido por sí mismo. Al principio, está completamente perdida, tiene una relación muy mala con su padre y con su novio. Todo el mundo espera que se vayan a casar pero ella no termina de verlo, no sabe qué le gusta hacer, no sabe cuáles son sus pasiones,... No sabe dónde se ve dentro de diez años. Creo que con todo esto que ella siente hay mucha gente joven que se puede sentir identificada. Al menos, yo me siento identificada en ciertas cosas. Los veinte, los veintiún años,... es una edad de mucha incertidumbre. Estás terminando la carrera, a lo mejor consigues tu primer trabajo, y no sabes muy bien qué te va a pasar en el futuro. Y esto le ocurre a Maeve y se agobia mucho. Poco a poco, el lector la irá conociendo.
M.G.- Connor es el otro gran protagonista de esta historia. ¿Cómo se enfrenta al regreso de la que fue su gran amiga cuando eran más jóvenes? ¿Y de qué manera le va a afectar? Hay que decir que Connor es un personaje maduro, que se siente responsable de su hermano.
I.R.- Exactamente. Connor y Luka son mellizos. Los dos han vivido una situación ante la que han reaccionado de manera muy distinta. A Luka le gusta estar siempre con ruido, irse de fiesta,... Sin embargo, Connor es más de encerrarse en sí mismo, de no centrarse tanto en sus problemas, sino en los problemas de los demás. Él tiene ese complejo de salvador con su hermano. Cuando ve a Maeve tan perdida, su primer impulso es intentar salvarla también, algo que a ella le da también como rabia, al principio. Ahí se produce un choque en el que ella es un poco desagradable con él porque está muy enfadada con el mundo y el otro le dice que si ella no estuviera tan enfadada con el mundo, te darías cuenta de que no soy mala compañía. Creo que entre los dos se compaginan muy bien. Para mí, Connor es de los protagonistas más buenos que he escrito. Es un protagonista muy leal. Es un chico buenísimo. Connor me encanta. Tengo favoritismo. Sin duda no debería tenerlo, pero lo tengo.
M.G.- Bueno, habrá más personajes que van a rodear a esta pareja. ¿A quién destacarías tú?
I.R.- Bueno, a mí me encanta Luka. Fíjate, es un personaje que no me gustaba tanto, pero que he notado que al lector le gusta mucho. Y a raíz de eso creo que yo también le he ido cogiendo cariño. Es un personaje al que vamos a ver evolucionar mucho en la novela. Y luego, me encanta toda la familia de Connor. Los padres son maravillosos. Niko es el hermano pequeño de Connor. Su personaje está inspirado en mis primos pequeños que tienen unas ocurrencias maravillosas. Y aparte, otro personaje muy importante para Maeve es su amiga Nora, a la que conoce en Finlandia. Es un personaje intenso que le brinda esa amistad femenina que Maeve necesita al llegar a un lugar nuevo. No sé, creo que es un personaje interesante.
M.G.- Hablando de los temas, la familia es muy importante en la novela. Fíjate que, leyendo los agradecimientos, creo que eres una de los autores que más se acuerda de los suyos en esas líneas. Y eso me hace pensar que debes ser una persona muy familiar, algo que tú vuelcas siempre en tus novelas.
I.R.- Sí. En mis novelas siempre hay mucho drama con la familia. En esta tenía ganas de plasmar esa relación tan bonita que tengo con mi familia. Y lo hice a través del personaje de Connor. Su familia está muy unida y eso contrasta con Maeve, que no tiene una familia como tal. Cuando ella llega a la casa de Connor, y ve cómo es todo, siente como cierta tristeza. Me interesaba tratar eso.
A mí mis padres me acompañan a casi todas las firmas. De hecho, este sábado firmo en Sevilla y ellos van a estar allí, haciendo fotos con las chavalas. Es algo que les encanta. Me han acompañado desde siempre en este sueño. Incluso cuando aún no lo había logrado. Ellos han estado ahí y bueno, sí, soy una persona muy familiar.
M.G.- Se nota.
Se podría pensar que la muerte es otro tema importante pero tú haces una puntualización. Te he escuchado decir que este libro, más que sobre la muerte, habla sobre la vida.
I.R.- Sí. Habla de la muerte pero no en un sentido dramático, sino como algo que ocurre tarde o temprano y por eso tenemos que aprovechar la vida al máximo. Maeve se lo plantea mucho en los primeros párrafos del libro, cuando dice que vivimos un poco en una nube de autoengaño, pensando que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer las cosas y por eso las vamos dejando siempre para otro momento. Pero la realidad es que nunca sabes si va a haber otro momento o no. Este libro invita a disfrutar de la vida al máximo, plenamente. Y, sobre todo, a encontrar esa felicidad en las cosas pequeñitas. Por ejemplo, a mí me da mucha felicidad estar con mi perro. Pesa 50 kilos, se me tumba encima, y me aplasta un poco, pero me encanta. También me gusta estar con mi familia, con mis amigas, y disfrutar de un día de sol. Esas son las pequeñas cosas a las que hay que dar importancia.
M.G.- Tienes toda la razón. Bueno, el amor no lo podemos dejar atrás. Esta es una novela en la que hay mucho amor. Es un amor que se aleja de lo que realmente no es amor.
I.R.- Creo que en casi todas mis novelas el romance está siempre basado en la sinceridad, en el respeto, en la comunicación. Aunque a veces los personajes no se comuniquen, siempre se habla de lo importante que es comunicarse.
En este libro en concreto, el amor se cuece muy a fuego lento, lo que también me ha dado mucho juego a la hora de escribir. Es un libro largo, porque es un amor que va surgiendo poquito a poco. No surge de una página a otra. Así creo que resulta mucho más creíble para el lector.
M.G.- A través de unos de los personajes también tocas el tema del alcohol. Hablas de las pequeñas cosas, del carpe diem, de cumplir sueños. Me pregunto cuál es el sueño más inmediato de Inma Rubiales.
I.R.- Pues mira, hace poco encontré una lista que había escrito con cuando estaba en primero de la ESO o algo así. Es una lista que escribí en inglés porque me la mandaron para clase de inglés. En ella hablaba de mis sueños a largo plazo. Al verla, me di cuenta que había cumplido todos esos sueños, como publicar un libro, ir al a Feria del Libro de Sevilla, a la de Madrid,... Cosas que por entonces me parecían completamente lejanas. Pensaba que nunca me iban a pasar esas cosas. Y ahora, la verdad, no tengo ningún sueño nuevo todavía. Algo que sí me gustaría es que mis libros se tradujeran al inglés pero ya, con lo que estoy viviendo, me conformo. No entraba en mis sueños vivir esto.
M.G.- Inma, antes has dicho algo que me ha resultado llamativo, que tu madre no había leído las dos novelas anteriores.
I.R.- Una sí pero El arte..., todavía no.
M.G.- Sin embargo, me consta que tu madre sí ha jugado un papel muy importante en esta novela, a la hora de documentarte para tratar ciertas cuestiones.
I.R.- Sí, exactamente. Ella no leyó Hasta que nos quedemos sin estrellas. El arte... no le dio tiempo porque ya rápidamente me puse con la escritura de esta novela y yo se la iba pasando a ella, antes de pasárselo a la editorial. Fue como mi primera lectora. Y sí, me ha ayudado porque mi madre es psicóloga, experta en problemas de salud mental grave, en prevención de suicidios. Me ha ayudado a tratar muchos temas de todos mis libros. Como escritora, tengo cierta responsabilidad, sobre todo, teniendo en cuenta que me dirijo a un público principalmente joven. Aunque escrito sobre todo para entretener, también creo que mis libros, aunque sea de manera inconsciente, pueden dejar algo en la gente que me lee, puedo influirlos de alguna manera. Así que, si influyen que sea de manera positiva. Por eso trato todos los temas con mucho cuidado. Me como mucho la cabeza.
M.G.- En el libro vas cambiando la voz narrativa. En capítulos alternos, la acción se irá narrando por Maeve y por Connor. Esto es una seña de identidad tuya porque también los vimos en El arte de ser nosotros.
I.R.- Sí. En esta novela, el plan inicial era que él no narrara. Sin embargo, y como siempre, mis personajes toman el timón. En el capítulo cuarto, Connor decidió que él iba a narrar, así que me hizo cambiar toda la escaleta. Creo que de este modo se puede ver mejor la evolución de los personajes. Si narra sólo ella, se pierde la evolución de él. En cambio, si él narra también, todo resulta distinto. Me gusta esta estructura. Y creo al lector también le puede interesar conocer lo que siente uno u otro, ya que no se dicen lo que están sintiendo.
M.G.- Es una novela muy actual, muy de tu época, de tu generación, con referencias musicales y demás. Los personajes son un reflejo de los jóvenes de hoy en día.
I.R.- Sí, exactamente. Es una novela contemporánea que ocurre en la realidad. De hecho creo que está ambientada en 2023, así que bueno, evidentemente tiene que tener referencias culturales, ¿no? Hay cosas que a mí también me gustan, que salen en la novela, como Taylor Swift.
M.G.- Hablemos del escenario. En esta ocasión, te has ido a tierras muy frías. A Finlandia. De hecho, la acción ocurre en un pueblo que se llama Sarkola. ¿Te ha tocado glooglear mucho o esta vez has viajado al pueblo?
I.R.- Pues mira, lo de escoger este pueblo fue algo que pasó un poco como por un chispazo. Yo tenía claro que quería un sitio con cabañitas, con nieve, con árboles, un ambiente súper acogedor para esta novela. Era como la vibra que me daba desde el primer momento. Estuve buscando un montón de pueblos en internet y, de pronto, una amiga me dijo que había ido a Finlandia. Por curiosidad, me metí en Google Maps, cogí el muñequito, lo solté en un punto aleatorio, y cayó en Sarkola. Este pueblo tiene cabañitas, un lago, nieve, y un bosque. Tenía todo lo que necesitaba y lo ambienté allí. Por diversos motivos no pude viajar durante la escritura, así que lo que hice fue documentarme mucho por Internet. Pero también busqué experiencias y hablé con gente que había vivido allí. Cuando buscas la cultura de un país en Internet siempre se caen los tópicos. Si buscas información sobre la cultura española, te va a salir la tortilla de patatas y la paella. Pero tú no comes paella, ni tortilla todos los días, ¿verdad? Yo, desde luego, no. Yo quería salirme de lo típico, de la Finlandia turística. De hecho, el pueblo en el que he ambientado la novela, como tal, no tiene nada. No es nada turístico. Es un pueblo pequeño, con cuatro casas, un lago y un bosque. El hablar con la gente que ha vivido en Finlandia me ha ayudado mucho.
Luego, sí he podido viajar. Uno de mis miedos al llegar era darme cuenta de que lo que había escrito no era real. Pero fue todo lo contrario. Yo me iba moviendo por el pueblo y me iba encontrando con todos los lugares que aparecen en el libro, con su supermercado, con todo. Ha sido muy chulo ser capaz de teletransportarme, a través de la documentación, a un sitio en que no he estado nunca pero he visitado después.
M.G.- Pero te has tenido que documentar hasta el punto de hablar de costumbres finlandesas. ¿Qué es eso el avanto?
I.R.- Es el sumergirse en agua helada. Es algo muy típico allí. Normalmente, en Finlandia todas las casas tienen sauna. Se meten dentro, sudan un montón y al rato salen en bañador, al aire helado o se meten en un agujero en el hielo, o en un lago o donde sea. Es un chute de adrenalina. Al parecer, es bueno para la salud o algo así. Yo lo hice cuando viajamos. Es guay. Es una experiencia que, sin duda, hay que vivir alguna vez en la vida.
M.G.- En esta novela, el escenario sí cobra mayor protagonismo que en las anteriores, ¿no?
I.R.- Creo que el escenario es un personaje más.
M.G.- Teniendo en cuenta que los personajes te invitan a vivir el momento y a disfrutar el presente. Ellos elaboran una lista con las cosas que quieren hacer. Tú ya me has comentado que encontraste una lista que redactaste de más joven. No sé si ahora has elaborado otra.
I.R.- Estoy en proceso de elaborarla, pero creo que mi lista ahora se centraría más en cosas a nivel personal que en cosas a nivel profesional. A nivel profesional tengo la suerte de que he cumplido muchos de mis sueños. Ahora, me centro en las pequeñas cosas, en disfrutar más.
M.G.- La última vez que hablamos te pregunté cómo hacías para compaginar tus estudios e ir aprobando exámenes, con la escritura y la publicación de las novelas. Estamos hablando de un libro de seiscientas páginas, encima.
I.R.- Bueno, es complicado. No te voy a mentir. Es difícil. Sobre todo, cuando las dos cosas se solapan. En junio, cuando llegan las ferias del libro, es una época de exámenes. Viajo, estoy tres días firmando y regreso. Pues al día siguiente, tengo un examen. Eso me descoloca mucho. Tengo que estudiar en los trenes, en los aviones y en los hoteles. Es como tener la cabeza en todas partes. Pero me gusta la publicidad y estoy a punto de terminar la carrera. Cuando la termine, lo celebraré porque me podré centrar en la escritura únicamente. De momento, ahí vamos y lo llevo bien.
M.G.- ¿Pero tienes pensamiento de trabajar como publicista?
I.R.- No lo sé. No sé hacia dónde me va a llevar la vida. ¿Me gustaría trabajar como publicista? Sí, pero también me gustaría ser escritora. Me gustaría tener una casa en la mitad del campo, me gustaría tener una librería,... Me gustaría hacer muchas cosas. Donde me vaya llevando la vida, allá que voy.
M.G.- El tiempo lo dirá. Bueno, Inma, muchas gracias por atenderme. Me alegra volverte a ver y mucha suerte con esta novela.
I.R.- Gracias a ti.
Sinopsis: Maeve no sabe mucho sobre sí misma. Solo que no deja de pensar en si su madre cumplió todos sus sueños antes de morir, que la relación con su novio va cada vez peor y que está cansada de que todos sus días sean iguales.
Cuando, por un impulso, acaba comprando un billete solo de ida a la otra parte del mundo para volver al pueblo en el que vivió cuando era niña, lo que menos esperaba era reencontrarse allí con el que fue su mejor amigo de la infancia.
Connor siempre supo que tarde o temprano Maeve regresaría. Lo que nunca pensó es que fuera a ser así.
Tan caótica. Tan perdida. Como si aún estuviera por definir.
Si el miedo de ambos es desperdiciar sus vidas sin haber hecho nada que merezca la pena, ¿qué mejor que escribir una lista con todo lo que quieren hacer antes de morir y cumplirla juntos?
La nueva novela de Inma Rubiales: el nuevo fenómeno de romance juvenil. La autora de Hasta que nos quedemos sin estrellas y El arte de ser nosotros, que ha llevado al límite de sus emociones a miles de lectoras.
Primera edición especial que contiene 5 ilustraciones tipo overlays en papel vegetal de escenas clave de la novela.