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MIKEL SANTIAGO: ❝Este thriller es una carrera de obstáculos casi desde el principio❞

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Mikel Santiago acudió a Sevilla el pasado 8 de febrero y nos trajo un poquito de lluvia de su tierra. Se le agradece mucho. Recibir la visita del autor vasco, que irrumpió definitivamente en nuestras vidas con La última noche de Tremore Beach (2014), es siempre un motivo de alegría. Y lo es por partida doble. Primero, porque con sus novelas nos da lo que nos promete, una trama intensa, un suspense garantizado, unos personajes de buena planta, y un desenlace a la altura.Él dice que se curra mucho los entresijos de sus historias, que no le importa hacer, deshacer y rehacer de nuevo para que todo cuadre, y no puedo estar más de acuerdo. Y en segundo lugar, porque hablar con él es garantía de pasar un buen rato. Es divertido, espontáneo, natural, ocurrente,... y consigue que la conversación fluya con buen rollo. Puedes empezar a hablar de sus novelas y acabar hablando de cualquier otra cosa distinta. Así es Mikel Santiago, autor que ha publicado recientemente El hijo olvidado, una novela que quema entre las manos, con un doble hilo narrativo. Por un lado, Aitor Orizaola (Ori) es una policía que no pasa por su mejor momento. Está separado del servicio y de su mujer, y anda pendiente de recuperar la custodia de sus dos hijas. A esto se unirá un problema más, su sobrino Denis ha sido acusado de asesinato, aunque él jura y perjura que no tiene nada que ver. Por otro lado, Ori tendrá conocimiento de que un antiguo compañero al que apreciaba mucho, Jokin, se ha suicidado hace un tiempo sin que a él le hubieran dicho nada. Nada cuadra. Ni que Denis haya cometido un asesinato, ni que Jokin se suicidara. ¿Pero cómo investigar todo esto si él está out of order? Bueno, eso lo veréis al leer la novela.  

Músico y novelista, a Mikel Santiago lo hemos visto también haciendo televisión. Desconocía su participación en el programa Los Siete Pecados Capitales, que emitió ETB2. A lo largo de un total de siete capítulos, Santiago conversa con diferentes profesionales y expertos, además de con familiares y testigos, para analizar diversos crímenes ocurridos en el pasado y sus motivaciones, que terminarán por vincularse a un pecado capital. He visto la serie y me ha parecido muy interesante. Puede empezar a verla aquí.

Y mientras la ves, y mientras te comento todo lo que me ha parecido su última novela, te dejo con la entrevista.

Marisa G.- Mikel, un placer tenerte otra vez en Sevilla. Que no nos vemos desde Entre los muertos, en 2022. Vamos a empezar por algo que me llama la atención. Además de escritor y músico, ahora también te has metido a presentador de televisión. He visto algunos capítulos.

Mikel S.- Pues ya tenemos una persona más en la audiencia.

M.G.- Sí, sí. Pero, cuéntame. ¿Cómo surge este proyecto?

M.S.- Surge porque me suena el teléfono y ya está. Me llamó Ugalde, el director del programa. Fui casi su primera elección porque él estaba muy bien asesorado por una gran lectora mía, que fue la que me introdujo. Ella sabía que el director estaba buscando un escritor de novela negra. Él se puso a ver los vídeos que cuelgo en Internet. Le gustó todo, la figura, la imagen. Me lo propuso y le dije que sí. Estaba justo en ese ínterin, con una novela terminada, y pensando en lo que iba a hacer. Bueno, igual acepté antes de haber terminado Entre los muertos. Pero bueno, tenía la novela lista, eran dos meses de rodaje del programa y me lo planteé a ver qué pasaba.

M.G.- Y comentas que todo lo que has aprendido en esos programas te han servido como de inspiración para construir esta novela, El hijo olvidado. ¿En qué sentido te ha ayudado?

M.S.- Tienes que vivir las cosas como escritor. En la documentación, no sólo los libros de mesa son importantes. También lo son las vivencias que se tienen. Creo que un escritor tiene que contar también ese lado sentimental y emocional de las vivencias. 

En este programa participaban agentes de la Policía Judicial, tanto de la Ertzaintza como de la Policía Nacional o de la Guardia Civil. Es decir, de todos los cuerpos de seguridad. También había médicos forenses y detectives privados. He tenido la posibilidad de hablar con ellos delante de las cámaras pero también detrás, porque un rodaje tiene sus momentos de asueto, el tiempo de la comida, en el que la gente te cuenta sus historias, que casi son más interesantes que las que cuentan delante de la cámara. Y esto es como impregnarse de un material, no solo a nivel  técnico, sobre cómo lo hacen, sino cómo lo cuentan, cómo lo hablan, cómo lo viven. Esto es lo que me sirvió de palanca para tener la autoridad o la seguridad de que podía escribir un policíaco con cierto rigor y cierta credibilidad.

M.G.- Pero lo que se narra en la novela, no está inspirado en ningún caso real, ¿o sí? ¿O es un puzle de casos reales?

M.S.- Es un puzle. La actuación policial que nos llega sobre un caso nunca es completa. Nosotros leemos el desarrollo de una investigación muy a posteriori y hay muchísimas cosas que nunca llegan a la prensa. No se filtra cómo se hicieron las cosas, cómo los policías consiguieron que el malo se equivocara, cómo lo pusieron nervioso para que confesara, o cómo se produjo determinada prueba. En el laberinto de la resolución de un caso hay un montón de trabajo que no sale a la luz. Y he hablado con varias personas que han intervenido en un caso, y que han hecho cosas que nunca han llegado a ninguna parte. Claro, yo quería sacar todo eso en el programa pero me decían que no.

M.G.- ¿No se podía?

M.S.- No es que no se pudiera, sino que podía ser algo polémico. Pero tienen una forma creativa y audaz de plantearse su trabajo que me pareció maravillosa. Y decidí que en Ori iba a volcar todo lo que estaba aprendiendo, todo lo que ellos me iban contando como, por ejemplo, entrar en la casa de un sospechoso y hacer cosas que no vamos a contar. Es decir, empujarle a hablar. Toda esa picaresca me parecía maravillosa.

M.G.- Del protagonista hablaremos en un momento pero, tras el supuesto cierre de la trilogía de Illumbe, esta novela se aparta de aquellas pero muy ligeramente. De hecho, tiene conexiones, con referencias a Nerea Urruti, que protagonizó la anterior. Esta novela forma parte de ese universo que tú has creado.

M.S.- Sí. En general, la idea es la de no crear una sensación de cautividad. En Illumbe eran tres novelas sueltas, aunque sí que tenían un punto de conexión, como era el pueblo, la geografía, el escritor Félix Arkarazo,... Era el hilo conductor de las tres tramas.

M.G.- Escritor al que también haces referencia en esta novela.

M.S.- Sí, también. En fin, que esto tenía cierta carta de naturaleza como serie, ¿no? Pero, en el fondo, son novelas sueltas. 

Y El hijo olvidado es una nueva novela suelta que recoge las mejores claves de la trilogía pero también innova. Es diferente. La mecánica es diferente. Es más rebuscada, si quieres. He intentado salirme de ciertos conceptos que utilizaba en Illumbe. Mantengo otras claves que sé que han gustado mucho, como la ambientación o esos secretos del pasado que todavía siguen en la subtrama de Jokin, el antiguo compañero de Ori. Hay un enigma del pasado sin resolver que puede explicarnos lo que está ocurriendo en el presente.

Este thriller es una carrera de obstáculos casi desde el principio. La peripecia empieza muy rápido y es menos psicológica. De hecho, en las de Illumbe siempre estaba ese factor de algo que no sabes si te está pasando y te resistes a investigar. Eran más psicológicas. En esta novela, hay un diálogo que sirve el conflicto desde la página uno. Para el protagonista está claro cuál es su camino. Es mucho más rápido entrar en la aventura. Y luego, es una novela que también tiene más escenas de acción, más muertos. Hay lectores que se dedican a contar el número de muertos (ríe).

M.G.- No sé si habrá más muertos o no porque no lo he terminado aún. Lo que está claro es que nos vuelves a llevar al País Vasco para trenzar dos hilos narrativos en paralelo. Por un lado, la inculpación de Denis, el sobrino de Ori, que ha sido acusado de asesinato, aunque él asegura que no lo ha hecho. Y por otro, el supuesto suicido de Jokin, que has comentado. Dos hilos que tendrán que terminar conectando, creo.

M.S.- Ese es el juego, ¿no? Presentar subtramas tan distintas en todo y tan aisladas en sí mismas. Para el lector, uno de los divertimentos de esta novela es conocer cómo demonios va a solucionar todo esto Mikel, ¿no? Parece imposible. Es que esto no va a casar. Yo no digo nada, que la gente lo lea. En ese sentido, la trama es muy compleja, muy difícil de mantener porque, además, hay otros niveles. Está el tema de la familia, los sentimientos personales, los problemas con el trabajo, el tema de la custodia de las hijas. Es decir, tramas más ligeras pero sí, principalmente hay dos grandes hilos, pero no te cuento más nada.

M.G.- No, no porque lo voy a terminar ya mismo. Estoy súper enganchada. En este caso, sí estoy de acuerdo con lo que se dice en la faja del libro, que es una novela muy adictiva. Creo que es la más adictiva de todas las que has escrito. Al hilo de esto, quería preguntarte si a ti te da rabia que los lectores nos bebamos tus novelas en dos tardes. Me consta que, a algunos novelistas, después del tiempo que les lleva escribir una novela, como que les da rabia que los lectores nos las ventilemos pronto.

M.S.- Para mí, eso es un halago. Uno de los primeros objetivos como contador de historias es eso, conseguir que la gente no se mueva de tu historia, que estén atentos a los que estás contando. Así que, si alguien me dice que se ha leído la novela en un día, me da un poco de pena por él, porque se ha gastado un dinero. Pero también es cierto que te ves una serie en una maratón de una noche maravillosa. Siempre que publico una novela me gustaría que la gente me dijera que se ha reservado un fin de semana para leerla. Yo trabajo para que eso ocurra, me cueste un año, un año y medio, o me cueste lo que me cueste.


[Si prefieres oír la conversación, dale al play]


M.G.- El protagonista es Aitor Orizaola. Lo vamos a conocer en un momento muy delicado. Él va a llegar a cabo la investigación pero, en realidad, no tendría que ser así.

M.S.- Claro. En esta novela, al final, la tensión es la clave. Toda la situación es tensa desde el primer momento. Ori recibe la llamada de su hermana Mónica y le informa que Denis está en la cárcel. Ori tiene una gran sensación de culpabilidad con Denis. Se siente en deuda. Llega a la comisaría, a la que no debería llegar porque, de entrada, es casi antiprofesional, antiético, que un policía utilice su credencial para mediar en un tema personal. El caso no es de su incumbencia. Además es algo muy grave. No es un robo, no es un delito, no es un hurto. Es un asesinato. Y ahí empiezan a producirse fricciones. Lo peor es que la resistencia proviene de gente en la que él también empieza a desconfiar, a sospechar.

Al mismo tiempo, Ori empieza a estar observado desde su comisaría por sus hechos anteriores, y eso no hace más que empeorar las cosas. También estará vigilado muy de cerca por su mujer, por el tema de la custodia de las hijas. Y terminará por jorobarlo todo. La novela tiene una gran tensión paralizadora. Quizá por eso es tan adictiva, porque es un problema encima del otro, continuamente. 

Bueno, Ori también tendrá un alegrón. Todo hay que decirlo. Le damos un poco de aliento.

M.G.- Sí, sí. No todo es tan negro.

M.S.- Exacto. No todo es tan negro. Hay algo bonito también. Pero es cierto que la novela está cargada de tensión y de problemas paralizadores que, al final, es lo que nos gusta leer. A mí, personalmente.

M.G.- Pues sí. Pensar que otros tienen problemas también, no solamente nosotros.

M.S.- Claro, vamos a  ver a este hombre preocupado por su trabajo, por su familia, por situación financiera paupérrima, con sus hijos, algo que será muy conocible para los que tengan también hijos. Lo comentaba antes que, desde que tienes un hijo, te sientes culpable porque un día sientes que no le prestas demasiada atención, otro día le echas demasiada bronca,... En fin, es lo que le pasa con Denis y por eso, esa sensación de culpabilidad. 

Que la novela sea tan de sangre, tan familiar, creo que ha ayudado mucho a que el lector empatice y conecte rápidamente.

M.G.- Al hilo de lo que comentábamos antes, de que tus novelas forman un universo, hay que decir que Aitor es un personaje que viene de atrás, ¿no? No es de nuevo cuño.

M.S.- No, efectivamente. La premisa era ¿qué harías si eres víctima de una incriminación? De hecho, mi primer intento fue escribir la novela en primera persona en la voz de Denis. Pero luego me di cuenta que me daba muchas más alas contar la historia desde la voz de un familiar o de alguien que tuviera mucha confianza como para luchar por él. Lo pensé y me dije ¿por qué no? Eso es lo que yo llamo el momento del millón de dólares de un escritor. Cuando me pongo a pensar en ese personaje de Entre los muertos, que tan bien me caía. Me dije: es él. Y en una tarde tenía la novela.

M.G.- Pero entonces, ¿lo reescribiste todo?

M.S.- Sí, tiré un borrador de treinta mil palabras.

M.G.- ¡Madre mía! Bueno, te han salido muy bien las cosas.

M.S.- Por eso digo que, cuando la gente me dice que se la ha leído en dos días, por un lado digo ¡bien! Aunque tampoco me extraña porque me lo he currado mucho.

M.G.- No, ya. A ver, que yo entiendo que el autor se mosquee. Después del lote de trabajar que se pega y de los quebraderos de cabeza que la novela le ha dado, y ahora nos la ventilamos en un suspiro.

M.S.- Pero ese es el mundo del arte. Una función de teatro también dura dos horas y cuesta millones de horas montarla. 

M.G.- O una película.

M.S.- Claro. Pero es lo que hacemos. A esto nos dedicamos.

M.G.- Antes has mencionado a la familia. En esta novela le das un protagonismo muy especial a la figura del padre. Aitor tiene dos hijas y ve a Denis como un hijo más. Hay muchas reflexiones que giran alrededor de la figura del padre, o de la relación entre tío y sobrino.

M.S.- Sí, es una figura que yo he vivido. Yo fui tío antes que padre. Tuve una relación muy cerrada con mis sobrinos, que en su día me sirvió para dibujar a Peter Harper en Tremore Beach. A mi sobrino le va muy bien en la vida, gracias a Dios, pero es cierto que, ahora como padre de tres hijas, sí se tiene ese sentimiento de culpa, de que muchas veces no llegas o no estás. El amor está ahí presente pero la culpa también, desde el primer día. Se tiene como una sensación de auto-reproche, ¿no? Es lo que le pasa a Aitor constantemente.

M.G.- Y la corrupción también va a estar muy presente. No hay novela negra en la que no aparezca la corrupción, porque además le da un toque actual.

M.S.- Claro. Lo que se quiere representar principalmente es la imagen de una familia  normal, como la de cualquiera de nosotros, que se tiene que enfrentar a un problema bestial, a un monstruo imbatible, esa familia poderosa. Además, las víctimas de este libro no saben por qué son víctimas. En realidad, nadie sabe lo que está ocurriendo. Más que un quién lo hizo, se trata de por qué lo hizo. ¿Por qué están pasando estas cosas? ¿Cómo se juntan estos dos hilos? Eso es lo que la gente va a querer saber en este libro. Y a mí me gustaba esa épica de David contra Goliat, de una familia normal, tirando a pequeña, desestructurada, que se cierran en banda, luchan, se unen a otras víctimas y consiguen derribar o, por lo menos, hacerle frente a esta máquina apisonadora que tiene todas las cartas de la baraja. Me gustaba esa imagen de justicia divina, de justicia poética, representada, sobre todo, por la gallardía y la valentía de un héroe. En este sentido, es una novela épica. 

M.G.- Mikel, llevas diez años escribiendo. El hijo olvidado es la número ocho. Ocho novelas con tu seña de identidad, con esas referencias musicales, esa ambientación climatológica,... que yo siempre digo, pobres personajes de Mikel, es que no ven ni un solo día de sol en sus vidas.

M.S.- Nada, nada, todo fatal. Como en Sevilla. [El día de la entrevista hacía muy mal tiempo en Sevilla.]

M.G.- Igual, igual (reímos). Pero son diez años en los que te has documentado mucho y yo me pregunto, ya no te hará falta documentarte más, ¿no? ¿O tienes que seguir preguntando aquí y allá?

M.S.- Hombre, en lo que respecta a la actuación policial, a los protocolos, a cómo funciona un juzgado,... sí,  tienes que seguir dando la brasa, siendo pesado. En el mundo del thriller siempre hay un policía y, novela tras novela, te tienes que seguir enterando. 

Yo empecé con los músicos y los artistas, que era un mundo que dominaba y me sentía con mucha autoridad para escribir. Con los policías he pasado mi época y ahora me gustaría tener una nueva frontera. ¿Qué podría ser lo nuevo? ¿Dónde podría ir? Pues igual a los periodistas o a los guionistas, ¿sabes? ¿Dónde podría yo encontrar ese nuevo material en el que sumergirme? Igual me tengo que hacer un gran viaje en banco.

M.G.- ¿Quién sabe?

M.S.- Y escribir una novela de un capitán de barco. Pero necesitas vivirlo. Más que la documentación de mesa, o de Google, creo que es súper importante conocer y estar en el sitio, vivirlo todo. Visitar comisarías, calabozos, leer informes policiales, estar dentro de un coche patrulla como invitado, recorriendo la calle y escuchando la radio, viendo cómo reaccionan entre ellos, cómo se hablan,.... es fundamental. Eso no sale en ninguna película. Tienes que estar ahí.

M.G.- Bueno, y los policías están como muy involucrados con tu trabajo, ¿no? Es que he visto un vídeo del canal de YouTube de la Ertzaintza que muestra cómo fue la presentación de la novela en la sala BBK de.... Me pareció un bonito gesto. 

M.S.- Están muy agradecidos. El vídeo quedó maravillosamente. Ellos también están súper agradecidos por la perspectiva. A ver, es cierto que la novela pone en tela de juicio algunas actuaciones policiales y también muestra la corrupción policial pero en el trasfondo se habla de un poli bueno, de un poli vocacional, de una persona que quiere hacer bien su trabajo. Y esto, a cualquier cuerpo policial es algo que le luce, es lo quiere enseñar.

M.G.- Pues El hijo olvidado huele a trilogía, Mikel.

M.S.- Huele, huele, sí, lo sé, y cada vez más. En pocas semanas me han llegado un montón de mensajes diciendo lo mismo, que tengo que seguir con Ori. Y sí, lo que pasa es que hay que buscar la historia. Esta historia es fascinante porque funciona, pero no podemos coger a un personaje porque sí y empezar a estirar del chicle. Si surgen buenas historias que realcen al personaje, que le sigan haciendo quedar bien como ésta, lo haré. Si no, elegiré otro. Ya veré lo que hago. Me quiero sentir libre.

M.G.- ¿Pero libre también como para situar una historia fuera del País Vasco? ¿Tan libre como para eso?

M.S.- A ver, lentamente voy abriendo el camino. Empecé con Illumbe y ahora estoy en la gran Bilbao. Para mí, el escenario es, sobre todo, atmósfera. No es tanto la geografía o el ámbito cultural de un lugar. En esta novela está la costa, el interior de Bizkaia, que siempre me ha parecido tan fascinante, con sus caminitos y sus barrancos, sus cruces de caminos, y sus mil maneras de llegar a un sitio. En esta historia era muy importante el laberinto de caminos. Pero también está Castilla, que a los vascos nos impresiona tanto. O Extremadura, con esa luz, el sol, el cielo... A nosotros, que salimos de aquella especie de sierra y montañas, y llegamos a la planicie con su propia atmósfera por descubrir... Ya hay grandes thrillers ambientados en Andalucía o en Extremadura... Bueno, puede ser también otra frontera.

M.G.- Tú no te cierres puertas.

M.S.- No. La jubilación está muy lejos. Tú me entiendes, ¿no?

M.G.- Sí, sí, te queda un montón. Bueno, cuando nos vimos en 2022, te pregunté si nadie te había lanzado el anzuelo para el cine o la televisión y tú me contestaste literalmente: tengo cositas pero, de momento, no puedo decir nada. Ya sí puedes. 

M.S.- Ahora sí se puede decir. La noticia oficial es que Netflix y Oriol Paulo, con Sandra Hermida y Belén Atienza, las productoras de La sociedad de la nieve, han  estado rodando durante siete meses La última noche de Tremore Beach, que terminó en diciembre. Espero que la serie la veamos en junio o en septiembre de 2024. Estoy encantado con el casting, con Javier Rey haciendo de Peter Harper, y Ana Polvorosa como Judie. Es un elenco chulo. Se ha rodado en Asturias, en el Puerto de Vega, en un pueblo que parece irlandés. La serie está, vamos a decir, españolizada porque los nombres son españoles y todo ocurre en España. La sensación es muy buena. Oriol Paulo es guionista también, y tiene su propia factura, su propia forma de hacer las cosas, con lo cual hay que esperar sorpresas, que creo que van a elevar los efectos de la novela.

M.G.- ¿Y has dicho que la vemos en septiembre?

M.S.- O en junio. No sé, no me dicen nada más. ¡Y hay cosas! ¡Hay cositas! (Se ríe)

M.G.- Vale, vale, pues de eso hablaremos dentro de dos años.

M.S.- Sí, dentro de un par de años.

M.G.- Bueno Mikel, lo dejamos aquí. Un placer tener en Sevilla, volver a verte, volver a hablar contigo. Y un placer leerte porque me lo paso pipa.

M.S.- Muchas gracias.

M.G.- Así que gracias a ti por venir.

M.S.- Un placer. Muchas gracias.



Sinopsis: Aitor Orizaola no pasa por su mejor momento. Mientras se recupera de la violenta resolución de su último caso como agente de la Ertzaintza y se enfrenta a un expediente disciplinario, recibe una mala noticia. Su sobrino Denis, que de niño fue como un hijo para él, ha sido acusado de asesinato. Pero algo huele a podrido y Orizaola, aunque oficialmente esté de baja, no piensa quedarse de brazos cruzados. Denis parece haber sido víctima de una extraña conspiración.

Una falsa acusación, un misterioso suicidio, una poderosa familia con mucho que ocultar… Estas son algunas de las pistas que llevarán a Orizaola, a lo largo de una lectura sin tregua, en busca de un secreto que se pierde en el laberinto de caminos de la Bizkaia profunda mientras lucha por resolver el caso más importante de su vida.


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