Editorial: Espasa
Fecha publicación:enero ,2024
Precio: 20,90 €
Género: novela histórica
Nº Páginas: 504
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788467071764
[Disponible en eBook;
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Autora
Fermina Cañaveras nace en Torrenueva (Ciudad Real) en 1977, es diplomada en Relaciones Laborales por la Universidad de Castilla-La Mancha, diplomada en Turismo y licenciada en Geografía e Historia por la UNED.
Dedica su vida a la investigación desde hace once años. Su trabajo está centrado en el área de mujeres y la represión durante los conflictos del siglo XX en el Centro de Estudios de Memoria y Derechos Humanos de la UNED. Colabora con asociaciones como la Recuperación de Memoria Histórica, Fundación FIDGAR o Aranzadi, entre otras. El barracón de las mujeres es su primera novela.
Sinopsis
Yo, Isadora Ramírez García, que perdí mi nombre cuando abandoné España junto a mi madre, Carmen, y a mi tía Teresa en 1939 en busca de mi hermano Ignacio, voy a contarte mi historia, María. Para que sepas quién soy y quién era tu abuela, y todo aquello que reunió a nuestras familias durante la Guerra Civil para separarlas después. Sabrás de sus pérdidas, que fueron las mías, del dolor inhumano y las lágrimas constantes… Y lo que pasó cuando nuestros destinos se separaron y yo me convertí en una de las prostitutas del campo de concentración de Ravensbrück, un lugar lleno de puentes y palomas blancas, cuyas plumas se ensuciaron de sangre y semen por dos razones: la simple y llana supervivencia y la lucha incesante, con armas escasas, contra el fascismo.
Quieres saber del campo de concentración infame que atentó contra la vida de miles de mujeres; ahí está la historiadora que eres, María, y que nunca ejerció como tal, pero la periodista en la que te has convertido, entre vasos de whisky, demasiados, y que aún busca una identidad que le niegan los secretos de familia, lo que quiere saber realmente es qué esconde la caja de los dolores feos.
Tres días, María, tres días y podrás abrir esa caja en la que, al contrario que en el mito clásico, la esperanza no ha buscado refugio, sino que voló de rama en rama para posarse a las puertas del puerto de Vigo, de una calle de París; se quedó enredada en las alambradas de Ravensbrück, regresó malherida a las puertas de la pensión Soledad y allí cantó de nuevo por la libertad, las mujeres, los oprimidos y la revolución.
Personajes reales y ficticios, un horror inimaginable, pero también amistad, resistencia y fraternidad componen esta novela de la que no se sale inmune sobre los perdedores de la guerra de España y su exilio a infiernos donde la crueldad es incomprensible incluso desde la más profunda de las insanias.
[Información tomada de la web de la editorial]
Hacía mucho tiempo que una novela no me hacía llorar pero El barracón de las mujeres lo ha conseguido. Y es que la historia que narra esta novela es dura y dolorosa, pero también real. Saber que una de las protagonistas vivió en cuerpo y alma lo que se relata en esta novela estremece. Os cuento y, para empezar, os dejo la cita que abre la novela.
«Así como Auschwitz fue la capital del crimen contra los judíos, Ravensbrück fue la capital del crimen contra las mujeres». Sarah Helm, superviviente de Ravensbrück
El barracón de las mujeres cuenta con dos hilos narrativos que se irán desarrollando de manera paralela. Por un lado, tenemos a María, una periodista de investigación, venida a menos. María no pasa por un buen momento. Ha perdido la chispa y la agudeza necesaria para convertirse en una periodista de excepción. En lo personal, también tiene problemas con Carla, su pareja, con la que mantiene frecuentes discusiones. Para combatir la espiral de desánimo y declive personal se sumerge cada día en el alcohol. Es ese momento de ir a la deriva, a María le sucede algo más. Su abuela, el referente más importante de su vida, acaba de fallecer.
«Desde niña escuchaba a mi abuela, militante del Partido Comunista de España y un gran defensora de las libertades de las mujeres, contar multitud de vivencias que había hecho mías y compartido con el gran público». [pág. 12]
A la abuela Sole le corre la República por las venas, así que su mortaja no podía ser otra más que la bandera tripartita. Sole regentaba una pensión y siempre fue una mujer muy querida en el barrio, donde conoció a mucha gente y ayudó a otras tantas. A su velatorio acudirán todas aquellas personas que la quisieron, pero también estará presente una mujer que María no conoce. Esa presencia incómoda despertará la curiosidad de la joven. Tratará de averiguar quién es esa figura, «una anciana menuda, de pelo blanco recogido en un moño, con el rostro triste», y al preguntarle a su madre, ésta solo le dice que esa mujer de nombre Isadora, es una antipática y una amargada, la causante de muchos de los problemas que en el pasado tuvo su abuela, una mujer de la que ella no quiere saber nada. La respuesta de la madre no hace más que aventar la curiosidad de María y se abre ante ella un misterio cuya resolución nos llevará de sorpresa en sorpresa.
Con la muerte de la abuela, María tratará de recomponer su propia vida. El misterio alrededor de la abuela, su papel en el Partido Comunista, y la presencia de Isadora en el funeral es un aliciente para ella, así que decide mudarse a casa de la abuela y comenzar con la investigación. Tras rebuscar aquí y allá, encontrará un legajo de documentos bajo una baldosa de la vivienda, lo que supondrá un gran hallazgo. Y entre esos documentos, una foto sin rostro. Es el cuerpo de una mujer en cuyo pecho se lee la inscripción FELD-HURE y un número.
¿Qué significa esa palabra? Eso lo tendrá que descubrir María. Pero ahí no acabarán las preguntas porque, al reverso de la fotografía figura un nombre y una fecha: Isadora García Ramírez. 14 de octubre de 1945. Otra vez el nombre de Isadora.¿Quién es Isadora? ¿Por qué su abuela tiene esa foto?
Ese no será el único hallazgo que la joven encuentre en casa de Sole. Con la información que tiene en su poder, María obviamente tratará de localizar a la mujer misteriosa para conocer su historia y saber qué relación tiene con su abuela. Y ahí comienza el otro hilo narrativo de la novela, justo cuando la joven localiza a Isadora y le pide que le cuente su historia.
«Después de llevar media vida pensando que una mentira duele menos que la verdad, voy a contar mi verdad, que es la de muchos que se quedaron en el camino. Son demasiadas guerras perdidas, María. La más dolorosa es la del olvido». [pág. 76]
A lo largo de varias tardes, Isadora le irá contando su vida a María. Se retrotraerá en el tiempo y hará repaso a su árbol genealógico, incidiendo en el devenir de sus abuelos, de su hermano Ignacio, -a quien considera culpable de todas sus desdichas-, o de su tía Teresa, la mujer más importante para ella.
«Mi tía no solo fue mi tía Teresa; fue mi maestra, mi confidente, mi amiga, mi compañera. Cabezota e impulsiva. Todo Madrid la conocía como "la roja del pelo rojo". Nadie se dirigía a ella por su nombre de pila. Su pelo era rojo como ella y como la sangre derramada de tantos compatriotas. Mi tía era una tormenta, siempre tronando. Pero con un corazón limpio y puro, igual que ese aire que dejan los aguaceros después que pasan». [pág. 107-108]
A través de este personaje,el lector conocerá cómo muchas personas abandonaron España con la llegada de Franco. En el caso de Isadora, veremos su periplo tras el exilio y cómo acabó en Ravensbrück, donde ejerció la prostitución.
«Soy una puta, una puta de campo de concentración, una puta libre, con una colección infinita de heridas y arañazos en el corazón, y hay algunas que duelen mucho más que estar horas y horas siendo violada por un oficial nazi». [pág. 86]
Pero para conocer todo lo que vivieron las mujeres que ejercieron la prostitución, María contactará con el Amical de Ravensbrück, una organización fundada en 2005, que tiene como objetivo «recuperar la historia y la memoria de todas las mujeres y niñas españolas que pasaron por ese campo». Sonia, la portavoz de esta institución será la encargada de facilitarle una lista con las reclusas españolas que pasaron por los campos de concentración, entre las que figura Neus Catalá.
Al final, y a medida que María vaya encontrando las piezas, la joven irá conformando el puzle, y descubrirá quién es quién en esta historia. El lector, junto a María, terminará por descubrir quién es Isadora, qué relación tenía con su abuela y, lo que no es menos importante, quién es realmente su madre. Como veis la novela está llena de preguntas que esperan respuesta y todas las incógnitas quedarán despejadas con el desenlace.
Qué me ha gustado de esta novela
Vaya por delante que esta novela me ha encantado en todos los sentidos. La historia de la abuela de María nos conduce a la vida de aquellas mujeres comunistas que trabajaron para el Partido Comunista y la República, sin importarles poner su vida en riesgo. A través de Sole vamos a conocer a una red de mujeres que se las apañaban para esconder a camaradas perseguidos, que pasaban información, que se organizaban en cédulas, y contribuían a poner a salvo a los que estaban en el punto de mira. Pero más allá de las fronteras de España, otros grupos clandestinos también se organizaban para ayudar a cruzar los Pirineos.
A su vez, y a través de Isadora, comprenderemos cómo fue la vida para los republicanos al finalizar la guerra civil, las decisiones que tuvieron que tomar para salvar el pellejo, o para localizar a esos padres, hermanos o novios que marcharon a la guerra y nunca más regresaron. En el caso de Isadora, de la que no podemos olvidar que es un personaje real, y con el inicio de la II Guerra Mundial, sabremos el camino que anda hasta llegar a Ravensbrück, un campo de concentración donde, además de someter a los presos a trabajos forzados, se construirá un pabellón donde un grupo elegido de presas ejercieron la prostitución. Si todo lo que sabemos sobre los campos de concentración es de por sí desgarrador, lo que se relata sobre las violaciones a las que estas mujeres eran sometidas llega a producir un dolor lacerante. Y para muestra, este botón:
«El día de mi bautismo me violaron diecisiete veces». [pág. 288]
A ello se unen las descripciones de los experimentos que los médicos nazis llevaban a cabo, o el trato vejatorio y las humillaciones que sufrían estas mujeres, de manos de las guardianas. Lo que se vivió dentro de los campos de concentración fue una auténtica pesadilla, que se convirtió más terrorífica aún en el caso de las putas de campo.
La novela nos permite adentrarnos en los límites de Ravensbrück y conocer la distribución del campo, como el Uckermark, anexo de Ravensbrück en el que se trataba de curar a los homosexuales. Seremos testigos en primera fila de las torturas y el sadismo que se ejercía en aquel lugar. El barracón de las mujeres se centra principalmente en las putas de campo y nos explicará qué pasos tenían que seguir las mujeres que terminaban en el barracón 27 y las penalidades que tenían que soportar si quedaban embarazadas, así como los supuestos privilegios que tenían por ser simplemente putas. Pero la novela sobrevuela por todo el recinto y pondrá también el foco de atención en el resto de presos. Impresiona la valentía que demostraban aquellos hombres y mujeres que, incluso en tan dramática situación, jamás se rendían e ingeniaban ciertas artes para luchar contra los nazis y decantar la balanza de la guerra hacia la derrota de Alemania. Y si ellos eran valientes, la novela también nos mostrará la cobardía de los nazis cuando veían que iban a perder la guerra. El lector descubrirá de qué manera los altos mandos de los campos de concentración tratarán de borrar el reguero de muerte y sangre que habían dejado a su paso.
El barracón de las mujeres es una historia que nos habla de horror pero también de secretos, que me ha impactado muchísimo. Cuando tengo que hablar de una novela así, me cuesta mucho utilizar la expresión «disfrutar de la lectura». El verbo disfrutar quizá no sea muy apropiado para una temática como esta pero hay que reconocer que esta novela atrapa. Para mí ha sido un aliciente saber que Isadora fue una persona que existió realmente, aunque la autora nunca llegó a conocerla, pues falleció en 2008. Nos lo cuenta en esta entrevista.
La labor de documentación ha debido ser exhaustiva y eso se nota en la narración hasta el punto de leer y tener la sensación de «pasear» por las distintas zonas que conformaban Ravensbrück. Por cierto, ¿sabes por qué este campo se llamaba así? La autora te lo cuenta en la novela. Fermina Cañaveras describe los pasos que María va dando en su investigación, siguiendo casi la misma línea que siguió la autora para reconstruir la historia de las putas de campo, con lo cual, lector tiene la sensación de ser parte activa en la obtención de la información.
Qué no me ha gustado
Repito lo que dije antes, que esta novela me ha encantado. La única pega que le pongo es la falta de pulido. No suelo ser quisquillosa con estas cosas. No me echo las manos a la cabeza si en algún momento me topo con una palabra a la que le falta la tilde, pero bajo mi punto de vista El barracón de las mujeres necesita una revisión porque, con relativa frecuencia, he advertido la ausencia de tilde en palabras que deberían llevarla. Ahí van un par de ejemplos:
«Me arme de valor, rescaté la poca dignidad que conservaba, recogí mis pedazos del suelo, me senté en la cama, peque un sorbito de agua al vaso que había sobre la mesita de noche...» [pág. 13]«Sin apenas darme cuenta, cruce la plaza Mayor como una autómata que conoce su destino». [pág. 59]
Si no he contado mal, me he topado con unos seis casos más. Vuelvo a decir que no soy puntillosa con este tipo de lapsus porque todos somos humanos, pero si lo comento es, en primer lugar, para que el lector lo sepa y, en segundo lugar, por si hay opción a una rectificación en las siguientes ediciones. Es que una novela como esta, dedicada a estas mujeres, con una protagonista que pisó realmente este mundo, y con una temática como la que se aborda en el libro, debe estar exenta de cualquier mácula. Lo digo con la mejor de las intenciones.
Personajes
El barracón de las mujeres entremezcla personajes reales y ficticios. Desconozco si María y Fermina Cañaveras guardan mucha o poca similitud. Probablemente más de los que me pueda imaginar. Pero entre los personajes ficticios me gustaría destacar a Sole, una mujer comunista hasta el más allá. Me gusta el perfil de este personaje, el de una mujer que, a priori, pensarías que es una persona más de su tiempo, dedicada a regentar una pensión, en la que entran y salen huéspedes, y cuya vida se limita a atenderlos a todos. Sin embargo, la novela nos va a desvelar otra cara distinta de este personaje, una faz mucho más comprometida y valiente.
Y entre los personajes reales, cómo no destacar a la propia Isadora Ramírez García. En esta novela, ella representa a todas las mujeres que ejercieron la prostitución en los campos de concentración. Al personaje lo vamos a conocer en dos momentos de su vida. Por un lado, en 2008, cuando María contacta con ella. En esa fecha, Isadora es una anciana a la que le queda poco tiempo de vida. Por otro, nos asomaremos a su pasado cuando, a los 17 años, y tras finalizar la Guerra Civil, ella abandona España para buscar a su hermano.
Otros personajes reales serán Maria Radu, presa polaca que habla español; la conocidísima Neus Catalá, miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña durante la Guerra Civil y que fue también una de las supervivientes de Ravensbrück; o Catherine Dior, la hermana del famoso diseñador.
Estructura y estilo
Como dije al principio de la reseña, El barracón de las mujeres se articula sobre dos hilos argumentales. El presente de la novela transcurre en Madrid, en el año 2008 y será la propia María la que nos hable en primera persona. El otro hilo lo conforma la historia de Isadora que, tras hacer repaso a su familia, comienza su relato justo cuando acaba la Guerra Civil, para terminar con la caída del Tercer Reich, la liberación de los campos y el regreso de Isadora a España.
La estructura que conforma la historia de Isadora cuenta con tres partes, a lo largo de las cuales se distribuyen un total de treinta y un capítulos, abarcando una horquilla temporal que va desde 1939 hasta 1945. Todo ello, entreverado con capítulos que narran el presente.
Fermina Cañaveras escribe una novela a la que no le falta crudeza pero sin caer en el morbo. La autora se limita a describir una dura realidad, sin añadir nada más porque, ya de por sí, la historia es suficientemente dramática.
En definitiva, El barracón de las mujeres es un precioso homenaje a unas mujeres que lucharon juntas y se mantuvieron unidas. También es una historia que nos habla del dolor y el sufrimiento, de los secretos, de los lazos que no son de sangre, pero resultan ser igualmente fuertes. Admito y advierto que es una historia desgarradora que encoge el corazón. Hay pasajes duros que te ponen los vellos de punta. Concretamente un diálogo entre Teresa e Isadora, entre tía y sobrina, me hizo perder el resuello y me dejó sin respiración. En mi caso, mi cerebro pretendía hacerme creer que lo que estaba leyendo era ficción, pero no podemos olvidar que las barbaridades que se cuentan en la novela ocurrieron realmente.
Y, precisamente, para que no olvidemos, cierro esta reseña con una reflexión de la propia Isadora:
«¿Qué pasará con las putas como yo? Nos olvidarán, a nadie le va a importar lo que nos han hecho, nadie querrá saber que han experimentado con nosotras, que nos inyectaron esperma de chimpancé o que nos metieron ratones en la vagina, ni que perdimos la condición de ser humano... Nadie nos recordará, incluso nosotras dejaremos de recordar. Yo no pienso hacerlo, porque olvidar es peor que morir». [pág. 404]