Autor
César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual, hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.
Memento mori es la primera obra de na prometedora producción novelística.
Sinopsis
Septiembre de 2010.
Aquella mañana de domingo nada le hacía presagiar al inspector de homicidios de Valladolid Ramiro Sancho que acababa de dar comienzo una pesadilla que lo dejaría marcado para el resto de sus días.
La investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes ocupa las primeras páginas de esta novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico. Sin embargo, el autor nos arrastra por un camino inesperado al describir los hechos desde la perspectiva del propio asesino: un sociópata narcisísta influenciado por la música más actual y por las grandes obras de las literatura universal.
La evolución frenética de los acontecimientos desemboca en la intervención de uno de los especialistas más reconocidos en el comportamiento de los asesinos en serie. Este complejo triángulo emocional, unido a la intriga que envuelve al siniestro cómplice del asesino, hace que Memento mori se convierta en un profundo thriller de acción con banda sonora que atrapará al lector de principio a fin.
Septiembre de 2010.
Aquella mañana de domingo nada le hacía presagiar al inspector de homicidios de Valladolid Ramiro Sancho que acababa de dar comienzo una pesadilla que lo dejaría marcado para el resto de sus días.
La investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes ocupa las primeras páginas de esta novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico. Sin embargo, el autor nos arrastra por un camino inesperado al describir los hechos desde la perspectiva del propio asesino: un sociópata narcisísta influenciado por la música más actual y por las grandes obras de las literatura universal.
La evolución frenética de los acontecimientos desemboca en la intervención de uno de los especialistas más reconocidos en el comportamiento de los asesinos en serie. Este complejo triángulo emocional, unido a la intriga que envuelve al siniestro cómplice del asesino, hace que Memento mori se convierta en un profundo thriller de acción con banda sonora que atrapará al lector de principio a fin.
A estas alturas ya todos sabemos que Memento Mori es la primera novela negra de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carneescrita por César Pérez Gellida, en cuyas redes hemos caído muchos lectores.
Memento mori tiene un inicio in media res, fuerte, gélido, angustioso, de esos que te cogen con fuerza y te adentran en la escena del crimen. Mercedes, una mujer de la que poco conocemos, está maniatada, amordazada, apenas puede respirar pues una bolsa de plástico le cubre la cabeza. Siente calor, asfixia, se ha desmayado varias veces y no parece que la cosa vaya a mejorar. Su agresor se mueve a su alrededor, le habla, la confunde, y aunque en un principio no sabemos de quién se trata, llegado el momento comprobaremos atónitos la relación que une a ambos. Sin embargo Mercedes no es la primera víctima del argumento de Memento mori aunque sea la primera de la que tenemos constancia. Ocurre que, con estas primeras páginas, el autor nos está adelantando información pues este suceso se retomará avanzada la lectura y quedará encajado en su momento adecuado.
Este será uno de los distintos asesinatos a los que el inspector Ramiro Sancho del Grupo de Homicidios de Valladolid tendrá que hacer frente. Antes de que el asesinato de Mercedes tenga lugar, encontrarán a una mujer ecuatoriana entre unos matorrales de un parque de la ciudad y posteriormente a algún que otro personaje más asesinado y bien relacionado con la trama, pero no os desvelaré quiénes son.
Lo que sí os puedo decir es que el asesino al que se enfrenta Ramiro es un sociópata narcisita, un individuo al que le gusta dejar su impronta. Un poema y alguna mutilación en el cuerpo de la víctima serán las pistas que el inspector tendrá que seguir a lo largo de las más de 500 páginas que componen la novela.
Todos los sucesos ocurren en Valladolid, ciudad en la que residía el autor por lo que las ubicaciones serán fiel reflejo de la realidad y por cuyas calles podremos transitar gracias a los mapas que se incorporan en el interior de las cubierta, un plano general de la ciudad y otro más concreto de la zona centro. Supone un homenaje a esta ciudad que dicho sea de paso, no suele ser escenario de muchas novelas.
Los personajes son sólidos. Hasta más allá de la primera mitad de la novela, las dos columnas sobre la que se asienta el argumento son el inspector Ramiro Sancho y el asesino Augusto Ledesma.
Ramiro es un pelirrojo de casi dos metros de altura, deportista y con poca inclinación a la conversación, no solo ya por su carácter reservado sino también porque acaba de pasar por una separación y lo único que desea es volcarse en su trabajo. Me ha parecido muy significativa su forma de razonar, siempre con muy buenos argumentos que aumentan la credibilidad de la acción y el personaje.
«"Normalmente, cuando todo encaja con tanta facilidad es que alguien está poniendo la masilla", razonó». [pág. 47]
Pero es el segundo, Augusto Ledesma, el que prácticamente se come la escena. Augusto no es un psicópata de tres al cuarto. Estamos ante un personaje conocedor de la literatura universal y gran melómano. Cuida muchísimo su aspecto vistiendo ropas de marca, bien aseado en cada momento, de aspecto tan agradable que ninguna de sus víctimas sospecha de él, excéntrico en más de una ocasión, antisocial, no siente pena por nada ni por nadie, se muestra rebelde, agreste, violento y con un facilidad abismal a construir ideas crueles... Extremadamente culto e inteligente. Fue adoptado de pequeño, tras sufrir los malos tratos de su madre biológica lo que le ha generado terribles pesadillas en su edad adulta. Su familia adoptiva le ha dado una educación exquisita, siempre en los mejores colegios del extranjero, aparte de haberle dejado una suculenta herencia.
Pero casi llegando al ocaso del libro surge un tercer personaje, Armando Lopategui, más conocido como Carapocha por las marcas que figuran en su cara. Armando es un psicólogo criminalista enviado, supuestamente, por las altas esferas para ayudar a Sancho a capturar a Augusto. Llegados a este punto, Carapocha adquiere gran protagonismo y la narración se centra sobre él, eclipsando momentáneamente a Sancho y a Augusto.
Se nota que Memento mori es fruto de una ardua documentación. Para un autor cuya vida profesional ha girado en torno a la dirección comercial y el marketing sorprende el dominio que posee de las investigaciones criminales, el mundo forense, la piratería y las prácticas ilegales de hackers y crackers. Significativo es también el retrato que César Pérez hace sobre los asesinos en serie. Adentrarse en la mente de un individuo de este tipo, conocer su forma de pensar, de actuar,... no debe ser tarea fácil, pero la visión que el autor nos ofrece de la parte más oscura del argumento está muy bien labrada.
La novela está escrita en tercera persona por un narrador omnisciente, salvo el último capítulo que servirá para conectar con la segunda entrega, de este modo el lector posee toda la información al alcance su mano, ya sea desde la perspectiva del inspector Ramiro como desde la de Augusto. En este sentido vamos por delante de la investigación policial, pues conocemos los movimientos de Augusto antes de que la policía los descubra, por lo tanto somos meros espectadores del proceder policial. Esta cuestión no exime a la narración de intriga y suspense en ningún momento.
En cuanto a la estructura, Memento mori, prologado por Michael Robinson quien, según nos contó César posee los derechos cinematográficos, consta de 31 capítulos, más dos anexos (Banda sonora y poemario) y una Nota del autor. Los capítulos figuran sin numerar pero cuentan con un título y un subtitulo, todos ellos tomados de las letras de las canciones de Bunbury. La música juega un papel primordial a lo largo de toda la narración por el detalle mencionado anteriormente, que Augusto es un gran melómano. Algo que detallaremos más adelante.
En cuanto a la estructura, Memento mori, prologado por Michael Robinson quien, según nos contó César posee los derechos cinematográficos, consta de 31 capítulos, más dos anexos (Banda sonora y poemario) y una Nota del autor. Los capítulos figuran sin numerar pero cuentan con un título y un subtitulo, todos ellos tomados de las letras de las canciones de Bunbury. La música juega un papel primordial a lo largo de toda la narración por el detalle mencionado anteriormente, que Augusto es un gran melómano. Algo que detallaremos más adelante.
Pero los capítulos no sólo se caracterizan por la sonoridad de sus títulos sino también por ubicar milimétricamente al lector. En cualquier momento sabremos en qué día del año estamos, en qué lugar y a qué hora, lo que, sin duda, favorece la lectura.
El estilo de César no es precisamente plano. Le gusta construir volutas por medio de buenísimas descripciones y el uso de metáforas y símiles tan correctas y precisas que enriquecen el texto. Además es habilidoso a la hora de jugar con las palabras.
Su forma de narrar abstrae por completo de la realidad. Las páginas están llenas de elementos dispares como por ejemplo los poemas que salpican aquí y allá, todos ellos de la pluma de César que los escribe inmediatamente tras narrar la escena para verse influenciado por las mismas circunstancias que rodean a Augusto.
Pero no solo la música y los poemas resultan de interés al lector sino también las referencias literarias a las que Augusto recurre. Como dije antes, nuestro asesino es un hombre cultivado. Mientras los niños de su edad empleaban el tiempo en juegos y distracciones similares, Augusto devoraba las obras literarias que se almacenaban en la biblioteca de su padre adoptivo. En Memento mori hay un muy evidente guiño a Franz Kafka y a su obra por excelencia, La metamorfosis.
Y para rizar más el rizo, refranes y latinajos completan la escena. Los primeros en boca de Ramiro Sancho mientras que los segundos lo hacen en boca de Augusto Ledesma, cuyo significado queda explicado en las diversas notas al pie. Este recurso se articula como un juego entre el bien y el mal.
Aproximándome al final de la reseña quiero hacer un alto para hablar de la edición y especialmente dos detalles que hacen la lectura mucho más fácil. Por un lado el dramatis personae, ya sabéis, esa relación de personajes que aparecen en la novela a la que siempre podemos recurrir en un momento de despiste. Por otro lado, los dos planos que se incorporan en el interior de las cubiertas y de los que os hablé anteriormente. Ambos suponen un valor añadido a la lectura.
En cuanto al final, te podrás imaginar que no es conclusivo, aunque lo parezca, tratándose de una trilogía. Queda en un sí pero no que dará pie a la segunda entrega titulada Dies irae y que espero reseñaros esta misma semana.
Para concluir, mencionar que Memento mori me ha gustado muchísimo. Creo que tiene todos los ingredientes y más para posicionarse como una magnífica novela negra que te atrapa en sus redes mediante un argumento compacto y bien hilvanado y unos personajes reales, creíbles y perfectamente trazados.Memento mori es una novela muy recomendable, algo que ha sido corroborado por las distintas opiniones y reseñas que han ido surgiendo y que yo ratifico. Así que si aún no te has puesto a ello, ya estás tardando.
Y a todo esto,¿qué significa Memento mori? La solución en la página 22 de la novela.
El estilo de César no es precisamente plano. Le gusta construir volutas por medio de buenísimas descripciones y el uso de metáforas y símiles tan correctas y precisas que enriquecen el texto. Además es habilidoso a la hora de jugar con las palabras.
«Los pocos que a esas alturas de la mañana no se habían enterado del caso mojaban la noticia en el primer café aprovechando la barra libre de hipótesis recién horneadas, dulces conjeturas crujientes y elucubraciones recubiertas de mermelada». [pág. 78]
Su forma de narrar abstrae por completo de la realidad. Las páginas están llenas de elementos dispares como por ejemplo los poemas que salpican aquí y allá, todos ellos de la pluma de César que los escribe inmediatamente tras narrar la escena para verse influenciado por las mismas circunstancias que rodean a Augusto.
Otro elemento llamativo son las letras de canciones que figuran en distintos capítulos, aquellas que Augusto escucha y que le inspiran para perpetrar sus asesinatos. Grupos como el mismo Bunbury, Vetusta Morla, Depeche Mode, The Cure, Love of Lesbian, Nacho Vega,... tienen cabida en esta novela, por lo que si eres amante de la música disfrutarás el doble de la lectura. Sería interesante ir leyendo el libro a medida que vamos escuchando tales melodías, algo que se puede hacer si visitamos la pagina web del autor o la lista de reproducción que a propósito del libro figura en Spotify.
Melodía que pone fin a la vida de Mercedes
Pero no solo la música y los poemas resultan de interés al lector sino también las referencias literarias a las que Augusto recurre. Como dije antes, nuestro asesino es un hombre cultivado. Mientras los niños de su edad empleaban el tiempo en juegos y distracciones similares, Augusto devoraba las obras literarias que se almacenaban en la biblioteca de su padre adoptivo. En Memento mori hay un muy evidente guiño a Franz Kafka y a su obra por excelencia, La metamorfosis.
Y para rizar más el rizo, refranes y latinajos completan la escena. Los primeros en boca de Ramiro Sancho mientras que los segundos lo hacen en boca de Augusto Ledesma, cuyo significado queda explicado en las diversas notas al pie. Este recurso se articula como un juego entre el bien y el mal.
Aproximándome al final de la reseña quiero hacer un alto para hablar de la edición y especialmente dos detalles que hacen la lectura mucho más fácil. Por un lado el dramatis personae, ya sabéis, esa relación de personajes que aparecen en la novela a la que siempre podemos recurrir en un momento de despiste. Por otro lado, los dos planos que se incorporan en el interior de las cubiertas y de los que os hablé anteriormente. Ambos suponen un valor añadido a la lectura.
En cuanto al final, te podrás imaginar que no es conclusivo, aunque lo parezca, tratándose de una trilogía. Queda en un sí pero no que dará pie a la segunda entrega titulada Dies irae y que espero reseñaros esta misma semana.
Para concluir, mencionar que Memento mori me ha gustado muchísimo. Creo que tiene todos los ingredientes y más para posicionarse como una magnífica novela negra que te atrapa en sus redes mediante un argumento compacto y bien hilvanado y unos personajes reales, creíbles y perfectamente trazados.Memento mori es una novela muy recomendable, algo que ha sido corroborado por las distintas opiniones y reseñas que han ido surgiendo y que yo ratifico. Así que si aún no te has puesto a ello, ya estás tardando.
Y a todo esto,¿qué significa Memento mori? La solución en la página 22 de la novela.