Autor
Raquel Martos es periodista, guionista y escritora. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos medios. En la radio, destaca su paso por Onda Cero y M-80 (No somos nadie); actualmente colabora en La ventana de Carles Francino (Cadena Ser).
Durante varios años ha sido una de las principales colaboradoras de El hormiguero, programa al que sigue vinculada como guionista.
Junto con Laura Llopis, es autora de La chica que se quería quemar a lo bonzo (Aguilar). Con Espasa publicó en 2012 su primera novela, Los besos no se gastan, que ha sido traducida con gran éxito en Italia.
Sinopsis
Carla, habladora compulsiva, exageradamente emocional y expresiva, piensa que lo peor que le ha podido pasar es quedarse sin voz durante seis semanas, justo cuando atraviesa una crisis personal y profesional que ha puesto su vida patas arriba.
Obligada a estar callada, pero incapaz de quedarse sin decir nada, Carla, tan impulsiva e irónica como siempre (a través del WhatsApp, la pizarra y el e-mail), aprenderá a comunicarse con el mundo como nunca antes lo había hecho y escuchará por fin cosas que jamás ha oído por mucho que se las hubieran dicho.
Seis son las semanas de silencio. Carla tiene treinta y tantos años, trabaja como locutora de radio pero ha descuidado tanto su voz que ahora tiene que pasar por quirófano para extirparle dos nódulos de las cuerdas vocales, aunque el inicio del libro nos incita a pensar que ella se está preparando para una escena mucho más agradable. ;)
Su vida profesional no es precisamente lo que ella hubiera deseado. Siente que no le dan el lugar que le corresponde, que no tienen en cuenta su opinión y que, a la larga, terminan por aprovecharse de ella sin que ponga ninguna resistencia. Así que la baja le provoca importantes quebraderos de cabeza. Comenzarán a cruzar nubes negras por su mente, temiendo un inminente despido o bien verse suplantada por otra compañera que aproveche su periodo de ausencia para hacer un hueco y quedarse con su puesto. ¿Y si le varía el tono de voz tras la operación?¿Y si al abrir la boca le sale la voz de Gracita Morales? Seguro que los anunciantes se olvidarán de ella para las cuñas publicitarias. Estos pensamientos no son precisamente los más idóneos para su recuperación, le provocan un stress tremendo que se verá agravado por la imposibilidad de poder expresarse verbalmente y la pequeña pizarra con la que se ayuda es más un incordio que una solución. Y es que Carla es una parlanchina, que odia el silencio por lo que su necesidad de hablar se impone en todo momento.
Para colmo de males, su vida sentimental también hace aguas. Hace dos meses que rompió con Roberto, un tío que la ha hundido pero no puede evitar pasarse el día esperando un mensaje suyo en el que le diga que ha metido la pata hasta el cuello y que no puede vivir sin ella.
Menos mal que siempre tiene a su lado a Juan, un publicitario amigo de la infancia, un guapo canalla que deja que Carla llore en su hombro todas sus angustias y sus agobios. Y por si esta ayuda fuera poco, también está su mejor amiga, Marián, una mujer muy liberal que odia los convencionalismos y que ha aprendido a ser feliz aunque eso implique mantener una relación con un hombre al que comparte con otra mujer y al que ve de vez en cuando. Al menos es una relación honesta, sincera y donde no hay engaños.
Así que la situación se resume del siguiente modo. Sin voz, temiendo perder el trabajo aunque jamás se la haya valorado convenientemente e intentando olvidar a un tío que no la quiere pero del que le cuesta trabajo apartarse.
¿Qué saldrá de todo esto? El silencio permite a Carla reflexionar mucho, analizar la situación y terminar por comprender la necesidad de un cambio de vida. En cierto sentido, el libro nos transmite un mensaje útil, aquel que nos hace entender que de un episodio negativo se puede extraer una buena enseñanza y giro positivo en nuestras vidas.
El periodo de silencio coincide con el final de año. ¿Qué le deparará el nuevo año a Carla? ¿Encontrará ese amor que la haga sentirse querida? ¿Recibirá por fin el justo reconocimiento en su trabajo? ¿Recuperará su voz? Si te apetece una lectura ágil y amena, en No pasa nada y si pasa, se le saluda encontrarás las respuestas.
La novela está escrita en primera persona en la voz, o mejor dicho en la letra por aquello de que Carla no puede hablar, de la protagonista. Es frecuente el uso de bocadillos que representan las conversaciones que ella tiene por Whatsapp, algo que agiliza muchísimo la lectura aparte de otorgar velocidad al texto, así como la utilización de grafía en mayúscula y negrita para representar las frases que Carla escribe en su pizarra.
Estructurado en siete partes, seis semanas que Carla tiene que permanecer en silencio más una a modo de epílogo, con capítulos cortos si numerar que unido al argumento ligero, y a la incorporación de diálogos permiten que la novela se lea casi de un tirón.
Cada sección comienza con una canción que refleja, en cierto modo, la situación o el estado anímico de Carla. Últimamente estamos encontrando muchos libros que incorporan banda sonora y cuyas melodías pueden ser escuchadas ya sea a través de Spotify o alguna otra aplicación. En el caso de la novela de Raquel Martos, figura un código QR en la solapa de la cubierta.
En definitiva, No pasa nada y si pasa, se le saluda es un libro simpático, lleno de humor, divertido y muy actual. También cuenta con su ligero toque dramático porque la vida son penas y alegrías y para echarle sal al transcurrir de los días, no podía faltar sus escenas de sexo.
Es una novela que describe a una mujer muy de nuestros tiempos, independiente y con preocupaciones laborales y sentimentales. El argumento es ligero y por lo tanto es el tipo de libro con el que me gusta tumbarme en la playa, por no requerir una concentración férrea, pero, por supuesto, se puede leer en cualquier época del año.
Para despedirme os dejo con un pasaje que me ha gustado especialmente.
Es una novela que describe a una mujer muy de nuestros tiempos, independiente y con preocupaciones laborales y sentimentales. El argumento es ligero y por lo tanto es el tipo de libro con el que me gusta tumbarme en la playa, por no requerir una concentración férrea, pero, por supuesto, se puede leer en cualquier época del año.
Para despedirme os dejo con un pasaje que me ha gustado especialmente.
«Un libro es un mundo y te permite abandonar el tuyo durante un tiempo y hasta sentirte otro, otra. Un libro puede hacer magia con tus sensaciones; abrirte los ojos y removerte el alma; darte respuestas o sugerirte preguntas. Abrir un libro es abrir una puerta que te puede llevar a un lugar cómodo o, por el contrario, hostil, pero siempre te hace viajar y crecer, sin necesidad de ponerte los tacones». [pág. 86 - 87]
Agradezco a Espasa el envío del ejemplar.