Editorial: Almuzara.
Fecha publicación: 2013.
Nº Páginas: 168
Nº Páginas: 168
Precio: 15,00 €
Género: Novela.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-15828-38-9
El inspector Villanueva ha vuelto a recibir una llamada desde Sevilla: -¿Por qué me llama Jiménez? ¿Ha cantado José Manuel Poto?
-Tiene varios discos Villanueva, pero del cante que nos interesa de Poto todavía no hay novedad, sigue en la cárcel sin decir ni media. Le llamo por otra noticia mucho peor, me temo.
-¿Qué ha pasado?
-Hay otra víctima.
-¿Cómo que otra víctima? ¿Otro muerto? ¿Pero con una regañá?
-No, han elegido una arma más peculiar. Será mejor que coja el ave lo antes posible y lo vea usted mismo, pero tenga una cosa clara: quien quiera que haya cometido esa carnicería quería que se le relacionara con El Asesino de la Regañá.
[Datos facilitados por la editorial]
Vuelvo con la segunda novela de Julio Muñoz Gijón. Hace unas semanas os comentaba mis impresiones sobre El asesino de la regañá, cuya reseña puedes leer aquí. En ella os hablaba de la idiosincracia que caracteriza Sevilla, asunto clave para entender las novelas de Muñoz Gijón, así que si no la leíste, te aconsejo que pases por ella porque, de ese modo, te será más fácil entender lo que cuento de este libro.
Como El asesino de la regañá me pareció un libro muy divertido y simpático con el que me reí mucho, no he querido demorar mucho más la lectura de esta nueva entrega, El crimen del palodú.
Las primeras escenas transcurren en la playa de Matalascañas (Huelva), concretamente en lo que se llama El Tapón que veis en la foto. Se trata de los restos de una antigua almenara de las once que se construyeron en el siglo XVI para proteger las costas de los ataques de piratas, corsarios y berberiscos. El terremoto de Lisboa en 1755 la tiró abajo y solo queda la base de dicha torre que además está invertida. Pues bien, en su parte superior, se ha encontrado un cadáver. La víctima es el famoso periodista de ABC, Álvaro Burguillos, al que ya conocimos en la novela anterior.
Ese será el primero de una larga lista de siete crímenes, todos cometidos por una orden secreta, una hermandad, una secta que lleva por nombre Serva la Bari, según dicen es el nombre calé de la ciudad, institución guardiana del decoro de Sevilla. Llevan cientos de años velando por las costumbres y tradiciones, evitando que estas se pierdan en el tiempo en pos de una ciudad más moderna.
Para resolver estos casos, la policía sevillana vuelve a solicitar la ayuda del inspector Villanueva de Madrid. Si en la ocasión anterior, todos los asesinatos tenían como arma común un trozo de regañá, en esta ocasión el arma homicida será un palodú y por si no lo sabes te cuento lo que es. Es la raíz del regaliz de sabor anisado que se suele masticar. De pequeña se veía mucho y todavía hay algunos sitios donde lo puedes encontrar. Aquí se llama palodú pero según la zona de España recibe otros nombres como palulu, palo dulce, paliduz,...
Ya tenemos el arma homicida. De la misma forma que en la novela anterior, los asesinatos vienen precedidos por mensajes anónimos que llegan a la Jefatura de la Policía redactados mediante el uso de letras recortadas de periódicos y revistas. Si en la anterior entrega, estos se produjeron previa o durante la Semana Santa, en El crimen del palodú será la Feria de Abrilel objeto de todas las miradas, una festividad en la que se produce demasiada perversión y en la que se está perdiendo la esencia misma de la fiesta, según los miembros de la orden. ¿Cómo es posible que en la Feria los niños coman gofres? De toda la vida se ha comido garrapiñada. ¿Qué es eso de rebujito y música moderna en las casetas? En la Feria hay que beber fino o manzanilla y bailar sevillanas. ¿De cuándo la cerveza Mahou es la estrella del Real? Ni Mahou ni Miau, ¡Cruzcampo!
En cuanto a los personajes, generalmente se mantienen los mismos. El oficial Jiménez, que sigue tan zalamero e ingenioso, aunque quizás también algo más soez, volverá a ayudar al inspector Villanueva. No obstante, en la cabecera de la policía sí se ha producido un cambio. El anterior comisario Miguel Rodríguez se ha jubilado y en su lugar tenemos a la comisaria Cruz, una inteligente mujer que le pone ojitos a Villanueva.
Por supuesto desfilan otros personajes reales como la vida misma pero con un nombre algo desfigurado. El anteriormente mencionado Álvaro Burguillos esconde al periodista Antonio Burgos mientras que detrás de José Ignacio Podio, se esconce Zoido, el alcalde de Sevilla.
Confieso que sentía cierta preocupación porque, tras la lectura de la anterior entrega, habían quedado algunos flecos sueltos que Julio Muñoz ha resuelto en las primeras páginas de esta novela.
Este autor tiene una imaginación portentosa e hilarante. Para el devenir de numerosos personajes sevillanos tiene una explicación que no carece de lógica ni de guasa. Con sus divertidas ocurrencias nos da una explicación sobre la muerte de Bécquer o de Jesús de la Rosa, mítico cantante del también mítico grupo Triana o por qué Margarita Cansino, más conocida como Rita Hayworth, nacida en un pueblo a escasos quince minutos de Sevilla (Castilleja de la Cuesta) acabó siendo una actriz tan conocida en Hollywood.
Y no solo se queda ahí, sino que también tiene una versión distinta para acontecimientos tan dispares como aquel famoso partido entre España y Malta en el que ganamos al equipo rival por 12 goles a 1 o el escándalo del pub Arny en el que se vieron involucrados presentadores muy conocidos como Jesús Vázquez.
En líneas generales, este libro sigue prácticamente el mismo camino que el anterior. Me ha descubierto cosas que ni yo misma sabía de mi ciudad pero en honor a la verdad tengo que decir que El crimen del palodú me parece más localista. Los personajes reales que aparecen tienen un carácter más interno y no son tan conocidos fuera de nuestros límites. Así nos habla de un costalero que se hizo muy conocido por lucir bíceps y tríceps durante la procesión de su hermandad, algo que, según tengo entendido, le costó más de un disgusto, o de Howard, un chico negro que vende pañuelos de papel en los semáforos y que cada día usa un disfraz distinto. Es divertidísimo hablar con él.
El crimen del palodú cuenta también con un epílogo del mismo estilo que en la novela anterior. Una recopilación de los numerosos tuits de la cuenta del autor @RancioSevillano. No hay que perdérselos.
En definitiva, que me lo he pasado muy bien leyendo este libro. Tanto esta como la anterior, son dos alternativas a tener en cuenta si quieres pasar un rato divertido y descansar un poco de lecturas más sesudas. ¿Son localistas? Un tanto, especialmente la segunda por el asunto de los personajes que figuran, pero como ya dije, la anterior la puede leer cualquier persona sea de Sevilla o no.
¿Habrá tercera parte? Pues no lo sé. De momento no tengo noticias. En cualquier caso, yo siempre he sido partidaria de no estirar mucho la cuerda. Por si acaso.
Autor
Julio Muñoz Gijón es periodista, actualmente redactor jefe de Sefutbol, medio oficial de la Selección Española de fútbol. Fue reportero en España Directo (se hizo célebre por su reportaje en el terremoto de Lorca), y en Andaluces por el mundo. Fue nombrado líder de las redes sociales en Sevilla en el año 2013 a través de su twitter @RancioSevillano, que cuenta con multitud de seguidores.
Sinopsis
El inspector Villanueva ha vuelto a recibir una llamada desde Sevilla: -¿Por qué me llama Jiménez? ¿Ha cantado José Manuel Poto?
-Tiene varios discos Villanueva, pero del cante que nos interesa de Poto todavía no hay novedad, sigue en la cárcel sin decir ni media. Le llamo por otra noticia mucho peor, me temo.
-¿Qué ha pasado?
-Hay otra víctima.
-¿Cómo que otra víctima? ¿Otro muerto? ¿Pero con una regañá?
-No, han elegido una arma más peculiar. Será mejor que coja el ave lo antes posible y lo vea usted mismo, pero tenga una cosa clara: quien quiera que haya cometido esa carnicería quería que se le relacionara con El Asesino de la Regañá.
[Datos facilitados por la editorial]
Vuelvo con la segunda novela de Julio Muñoz Gijón. Hace unas semanas os comentaba mis impresiones sobre El asesino de la regañá, cuya reseña puedes leer aquí. En ella os hablaba de la idiosincracia que caracteriza Sevilla, asunto clave para entender las novelas de Muñoz Gijón, así que si no la leíste, te aconsejo que pases por ella porque, de ese modo, te será más fácil entender lo que cuento de este libro.
Como El asesino de la regañá me pareció un libro muy divertido y simpático con el que me reí mucho, no he querido demorar mucho más la lectura de esta nueva entrega, El crimen del palodú.
Las primeras escenas transcurren en la playa de Matalascañas (Huelva), concretamente en lo que se llama El Tapón que veis en la foto. Se trata de los restos de una antigua almenara de las once que se construyeron en el siglo XVI para proteger las costas de los ataques de piratas, corsarios y berberiscos. El terremoto de Lisboa en 1755 la tiró abajo y solo queda la base de dicha torre que además está invertida. Pues bien, en su parte superior, se ha encontrado un cadáver. La víctima es el famoso periodista de ABC, Álvaro Burguillos, al que ya conocimos en la novela anterior.
Ese será el primero de una larga lista de siete crímenes, todos cometidos por una orden secreta, una hermandad, una secta que lleva por nombre Serva la Bari, según dicen es el nombre calé de la ciudad, institución guardiana del decoro de Sevilla. Llevan cientos de años velando por las costumbres y tradiciones, evitando que estas se pierdan en el tiempo en pos de una ciudad más moderna.
Para resolver estos casos, la policía sevillana vuelve a solicitar la ayuda del inspector Villanueva de Madrid. Si en la ocasión anterior, todos los asesinatos tenían como arma común un trozo de regañá, en esta ocasión el arma homicida será un palodú y por si no lo sabes te cuento lo que es. Es la raíz del regaliz de sabor anisado que se suele masticar. De pequeña se veía mucho y todavía hay algunos sitios donde lo puedes encontrar. Aquí se llama palodú pero según la zona de España recibe otros nombres como palulu, palo dulce, paliduz,...
Ya tenemos el arma homicida. De la misma forma que en la novela anterior, los asesinatos vienen precedidos por mensajes anónimos que llegan a la Jefatura de la Policía redactados mediante el uso de letras recortadas de periódicos y revistas. Si en la anterior entrega, estos se produjeron previa o durante la Semana Santa, en El crimen del palodú será la Feria de Abrilel objeto de todas las miradas, una festividad en la que se produce demasiada perversión y en la que se está perdiendo la esencia misma de la fiesta, según los miembros de la orden. ¿Cómo es posible que en la Feria los niños coman gofres? De toda la vida se ha comido garrapiñada. ¿Qué es eso de rebujito y música moderna en las casetas? En la Feria hay que beber fino o manzanilla y bailar sevillanas. ¿De cuándo la cerveza Mahou es la estrella del Real? Ni Mahou ni Miau, ¡Cruzcampo!
En cuanto a los personajes, generalmente se mantienen los mismos. El oficial Jiménez, que sigue tan zalamero e ingenioso, aunque quizás también algo más soez, volverá a ayudar al inspector Villanueva. No obstante, en la cabecera de la policía sí se ha producido un cambio. El anterior comisario Miguel Rodríguez se ha jubilado y en su lugar tenemos a la comisaria Cruz, una inteligente mujer que le pone ojitos a Villanueva.
Por supuesto desfilan otros personajes reales como la vida misma pero con un nombre algo desfigurado. El anteriormente mencionado Álvaro Burguillos esconde al periodista Antonio Burgos mientras que detrás de José Ignacio Podio, se esconce Zoido, el alcalde de Sevilla.
Confieso que sentía cierta preocupación porque, tras la lectura de la anterior entrega, habían quedado algunos flecos sueltos que Julio Muñoz ha resuelto en las primeras páginas de esta novela.
Este autor tiene una imaginación portentosa e hilarante. Para el devenir de numerosos personajes sevillanos tiene una explicación que no carece de lógica ni de guasa. Con sus divertidas ocurrencias nos da una explicación sobre la muerte de Bécquer o de Jesús de la Rosa, mítico cantante del también mítico grupo Triana o por qué Margarita Cansino, más conocida como Rita Hayworth, nacida en un pueblo a escasos quince minutos de Sevilla (Castilleja de la Cuesta) acabó siendo una actriz tan conocida en Hollywood.
Y no solo se queda ahí, sino que también tiene una versión distinta para acontecimientos tan dispares como aquel famoso partido entre España y Malta en el que ganamos al equipo rival por 12 goles a 1 o el escándalo del pub Arny en el que se vieron involucrados presentadores muy conocidos como Jesús Vázquez.
En líneas generales, este libro sigue prácticamente el mismo camino que el anterior. Me ha descubierto cosas que ni yo misma sabía de mi ciudad pero en honor a la verdad tengo que decir que El crimen del palodú me parece más localista. Los personajes reales que aparecen tienen un carácter más interno y no son tan conocidos fuera de nuestros límites. Así nos habla de un costalero que se hizo muy conocido por lucir bíceps y tríceps durante la procesión de su hermandad, algo que, según tengo entendido, le costó más de un disgusto, o de Howard, un chico negro que vende pañuelos de papel en los semáforos y que cada día usa un disfraz distinto. Es divertidísimo hablar con él.
La novela está estructurada en 43 capítulos numerados de corta extensión. Volvemos a encontrar un estilo fresco, actual y eminentemente coloquial que consiguen enganchar y hacer de esta lectura una paseo agradable.
Al igual que en la ocasión anterior, diversas ilustraciones (obra de Cristina Domínguez), señales circulares o bien manchas indefinidas salpican la narración y quedan debidamente explicadas en los Agradecimientos:
«@RancioSevillano y la editorial Almuzara quieren agradecer las manchas de adobo, cortesía de Blanco Cerrillo, las de botellines, cedidas por Cruzcampo, y las migas de Inés Rosales».[Blanco Cerrillo, famoso bar del centro de Sevilla por sus boquerones en adobo; Inés Rosales, fábrica sevillana de tortas de aceite]
El crimen del palodú cuenta también con un epílogo del mismo estilo que en la novela anterior. Una recopilación de los numerosos tuits de la cuenta del autor @RancioSevillano. No hay que perdérselos.
En definitiva, que me lo he pasado muy bien leyendo este libro. Tanto esta como la anterior, son dos alternativas a tener en cuenta si quieres pasar un rato divertido y descansar un poco de lecturas más sesudas. ¿Son localistas? Un tanto, especialmente la segunda por el asunto de los personajes que figuran, pero como ya dije, la anterior la puede leer cualquier persona sea de Sevilla o no.
¿Habrá tercera parte? Pues no lo sé. De momento no tengo noticias. En cualquier caso, yo siempre he sido partidaria de no estirar mucho la cuerda. Por si acaso.
Agradezco a la editorial Almuzara el envío del ejemplar.