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ENTREVISTA a FRANCISCO NÚÑEZ ROLDÁN (Jaque al peón).

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Autor

Francisco Núñez Roldán. Madrileño, vive en Andalucía desde los once años. Catedrático de Inglés. Aficionado a la historia, al arte, a la música clásica, a la ornitología y a la arqueología. Muy viajero, en especial por espacios naturales. Le encanta el tren. Devoto lector de los clásico españoles, franceses, portugueses y angloamericanos. Aprecia mucho la amistad y da dinero por una buena conversación. No fuma. Pero sabe disfrutar un buen vino. Está casado, como casi todo el mundo. Reincidente.

Es uno de los miembros fundadores del grupo poético Cuadernos de Roldán.

Traductor y autor de guías de viaje y artículos de historia. Como ensayista tiene Historia de la prostitución en España (1995) y La guerra del gabacho 1808-1814 (2008). Ha publicado las novelas: La sota de sombras (1995), El año cinco (1997), Guatarral, almirante y pirata (2001), El enigma de los guerreros de bronce (2004), Ofelia Queiroz y otros relatos (2004), Cazar al cazador (2007), El legado del hereje (2008), De Algeciras a Estambul (Premio Ateneo de Valladolid) y Ven despacio, Paraíso (2011).

Con Jaque al peón ha ganado el XVII Premio de Novela Ciudad de Badajoz. 

Sinopsis

En 1875, tras la muerte del rey don Sebastián en el desastre de Alcazarquivir, Portugal queda sin rey. Felipe II aspira al trono que le disputan do Antonio, prior de Crato, y la duquesa de Braganza. Las potencias europeas, incluido el papado, recelan del inmenso imperio que acabó resultando de las dos coronas sobre una sola cabeza, en 1580.

Para tal unión fue vital la actuación de don Cristóbal de Moura, un portugués absolutamente fiel a sus dos patrias y a su rey don Felipe, que conjugó las intrigas de ambas cortes peninsulares con el amor apasionado y clandestino por una mujer cuyas diferencias sociales hicieron imposible un matrimonio legal.  



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Siempre me pasa igual. Si alguien me pregunta si suelo leer novela histórica suelo responder que en rara ocasión lo hago, pero si me paro a pensar resulta que leo mucha más novela histórica de la que creo y encima me gusta y encima la disfruto, así que no entiendo de dónde saco unas impresiones que a todas luces son erróneas. 

Con novelas como la que os traigo hoy, la lectura se vuelve un placer y un aprendizaje. Una termina por descubrir episodios históricos que, o bien no venían en los libros de textos o bien, si venían, pasaba por ellos con la mente en otro sitio. Y no solo eso, sino que también descubro que la Historia (con mayúsculas) está llena de personajes tan apasionantes como don Cristóbal de Moura, un portugués más español que tú y que yo pero desconocido por completo y cuya labor fue vital para la expansión del reino español.


D. Cristovão de Moura, grabado, P. P. Rubens &
P.Pontius, British Museum, Londres

La semana pasada, Francisco Núñez Roldán, autor de la novela Jaque al peón, compartió un agradable charla con nosotros sobre su último libro. Esto fue lo que nos contó:


Marisa G.- Buenas tardes Francisco. Gracias por atendernos y por prestarte a contestar a estas preguntas. Me terminé de leer tu libro ayer mismo.

Francisco N.- ¿Sí? Me alegro. Qué bien poder hablar con alguien que se ha leído el libro. ¿Y qué tal? ¿Te ha gustado?

M.G.- Pues la verdad es que sí porque nos hablas de un personaje del que no sabía absolutamente nada. 

F.N.- ¡Qué alegría! Pues, pregunta, pregunta. Me interesa que me preguntes porque la verdad es que uno aprende mucho con los comentarios de un lector o lectora que se haya leído el libro con intención.

M.G.- La primera pregunta que me surge es muy tonta. Verás, a mí es que me llama mucho la atención que un autor como tú, que ya tiene publicadas tantas novelas, se presente a un premio literario. ¿Qué te motiva a ello?

F.N.- Pues te lo voy a decir. Para empezar, la pregunta no es nada tonta. Mira, la situación editorial actual es tan complicada que a veces nos vemos obligados a presentar nuestras novelas a premios literarios para conseguir publicarlas. Desgraciadamente, salvo que seas una primera figura, no hay otro camino. Mi novela llevaba un tiempo escrita y esperando para ser publicada pero no había manera, así que me propusieron presentarme a este premio y por lo que se ve gustó al jurado. 

M.G.- Pues sabía que la cosa estaba mal pero no hasta esos extremos. Bueno, y centrándonos en el libro, nada más abrirlo encontramos una dedicatoria preciosa:


«De todo corazón, a Portugal,
a los portugueses
y a la lengua portuguesa».


No sé si, al margen del personaje del libro, te une con Portugal una vinculación más personal.

F.N.- No, no... Lo único que me une con Portugal es el haber viajado mucho por allí, haber leído a Eça de Queirós, a Fernando Pessoa y admirar mucho al pueblo portugués. Después de muchas lecturas, me defiendo en la lengua portuguesa que me gusta mucho por su eufonía, por como suena, esa mezcla de gallego y castellano.

M.G.- Pues nada más que por esa dedicatoria, el libro debería llegar a Portugal.

F.N.- A mí me gustaría. Se lo he dicho a Óscar  y también  a Miguel Ángel, mi editor, (ambos de la editorial Algaida) que lo manden allí. Me gusta mucho Portugal, creo que es un parte de la península ibérica sin la cual España quedaría un poco coja. En mi opinión, Portugal es muy necesaria para nosotros tanto como nosotros para ellos.

M.G.- Como te decía antes, en esta novela rescatas a un personaje histórico, Cristóbal de Moura, del que yo no sabía nada.

F.N.- Ni yo tampoco lo conocía y eso que conozco la historia de Portugal pero si he leído algo de él anteriormente lo he pasado por alto. No lo descubrí verdaderamente hasta leer la correspondencia de Felipe II.

M.G.- Pero, sin embargo, es un personaje muy importante para España porque sin él no se hubieran unificado los dos reinos bajo la corona de Felipe II.

F.N.- Importantísimo. Sin la constitución de ese partido castellanista que figura en la novela, sin la labor de este cortesano eficaz, inteligente y fiel hubiera costado mucha más sangre la unión con Portugal.

M.G.- ¿Y cómo llegas a este personaje? Me estás hablando de unas cartas...

F.N.- Sí, las cartas esas figuran en unos libros antiguos de familia editados en el siglo XIX y que transcriben documentos antiguos relacionados con España. Hay un volumen entero que recoge la correspondencia de Felipe II y Cristóbal de Moura con motivo de la unificación de Portugal. Empecé a leer aquellas cartas y vi que allí había una novela. Me interesaron las cartas como documentos históricos y luego, lógicamente, le construí una vida a Cristóbal de Moura, la parte más humana, la parte novelada, la argamasa que constituye la cimentación de la novela.




M.G.- A través de la novela histórica un lector puede aprender mucho sobre la Historia con mayúsculas pero también debemos de tener claro qué es real y qué es ficción. 

F.N.- Claro. Una de las cosas que tiene que hacer un autor que escribe novela histórica es tener cierta cultura y cultura histórica especialmente. Tienes que documentarte y, como decía antes, cimentarla con bases sólidas e históricas. Si tú conoces bien una época, los estilos de vida, quién gobierna, quién no, el código de valores, el código ético, el político,... entonces podrás hacer algo con más soltura. Ahora, como no tengas ciertos conocimientos, solo van a salir tonterías enormes. Yo intento siempre documentarme muy bien y para esta novela me fui a Lisboa, pero no para conocer la ciudad actual, sino la de antes del terremoto. Me tuve que ir al museo de la ciudad, ver el plano de la Lisboa antigua, los nombres de las calles, la ambientación de la época y reflejar todo eso en la novela. No sé si lo habré conseguido.

M.G.- Hombre, yo creo que sí. Está muy bien recreado.

F.N.- Me alegra que me lo digas porque al margen de los premios y el dinero, uno escribe para los lectores, para que disfruten con la lectura. Esto tiene mucho trabajo.

M.G.- Me lo imagino. Tiene que ser complicadísimo. Desde luego yo no sería capaz de hacerlo. Hay que leer mucho para algo así.

F.N.- Carpentier decía que escribir bien es fácil. Solo hay que hacer tres cosas: leer mucho, escribir mucho y romper mucho. Hay que documentarse, practicar y corregir. 

M.G.- Visto así, tiene razón. 

En esta novela, al margen de los episodios históricos, tú creas unos personajes con un lado muy humano que contrarrestan el peso de la parte histórica.

F.N.- Claro, de otro modo no sería una novela sino un ensayo histórico. La novela tiene que tener un cierto engaño, una parte también sentimental, pero hay que hacerlo con la mayor gracia posible para que el lector lo vea verosímil.

M.G- Y también encontramos toques de humor.

F.N.- Sí, yo siempre intento arrancar una pequeña sonrisa.

M.G.- Me he reído mucho con la muerte del rey Enrique. Todo el mundo esperando que se muriera y entre una cosa y otra tardó en morirse casi dos años. Fue un asunto de mofa entre el pueblo.

F.N.- Es que fue así. En la correspondencia entre Felipe II y Moura se hace mención de este asunto. Un día estaba bien y al otro se estaba muriendo pero se reponía al siguiente. Cuando se murió la gente ni se lo creía. He intentado trasladar todo esto con un toque de humor e ironía.

M.G.- Leyendo la novela me dio por pensar que aquella época deja casi en pañales la que vivimos actualmente. Me han sorprendido la cantidad de intrigas, de puñaladas por la espalda, tantas cuitas palaciegas, tantas mentiras, tanta hipocresía,...

F.N.- Elegí un momento clave, una época en la que se van a unificar dos imperios y está toda Europa pendiente de eso. En ese sentido juego con ventaja por todas las intrigas de Inglaterra, Francia,...que surgieron al ver que el imperio español, que es el único que existe entonces, se iba a unir con Portugal y entonces se volcaron todos como locos para intentar evitarlo. Por supuesto no lo consiguen.

M.G.- Jugaban todos a dos bandas y hasta a tres.

F.N.- Sí, sí, sí... Y todos contra España, todos contra Felipe. Todo eran traiciones.

M.G.- Y luego por otra parte, política y religión tan de la mano. Las distintas órdenes religiosas, los agustinos, los dominicos, los jesuitas,... cada uno tenía sus propios intereses y peleaban por ellos.

F.N.- Eso siempre ha sido así. En los conventos se hacía alta política y además ten en cuenta que eran muy poderosos. Ser confesor de nobles y reyes era un filón. Eso suponía que en las herencias siempre les tocaba algo.

M.G.- Y la influencia que ejercerían en la toma de decisiones.

F.N.- Claro, claro,... 

M.G.- Centrándonos en los personajes, tú nos hablas del desconocido Cristóbal de Moura. Yo siempre pienso lo mismo, ¿cuántos personajes históricos muy importantes han quedado ocultos con el paso del tiempo?

F.N.- Muchos, muchos... Seguro que hay muchísimos que, aun habiendo tenido una labor crucial, no los conocemos. Ya te digo que yo descubrí a de Moura de casualidad y luego he sabido que Felipe III lo nombra virrey de Portugal. Fue una persona muy importante, muy eficaz, muy serio,...

M.G.- A Cristóbal de Moura le haces vivir una historia de amor muy apasionado con un secreto que no vamos a desvelar. Imagino que esa parte es pura ficción.

F.N.- Absolutamente ficción. Son historias dentro del argumento histórico que el novelista tiene derecho a inventarse para darle más juego a la trama. No es fácil compensar toda la carga histórica con una parte humana bien construida. El que lee una novela sabe que lo están engañando pero quiere que lo engañen bien. Vargas Llosas hablaba de la verdad de las mentiras. Si la mentira está bien contada puede parecer más verdad que las verdades y si encima la documentas con algo que realmente ha pasado resulta que todas las mentiras se tiñen de verdad.

M.G.- Dibujas a Felipe II como un rey muy responsable, muy hacendoso y preocupado. Me resultó curioso saber que fue una persona tan comprometida con la causa de regente.

F.N.- Lo fue, lo fue. Era un rey que lo llevaba todo por delante, lo revisaba todo, leía todos los documentos, era muy puntilloso, escrupuloso y todo lo controlaba. 

M.G.- Y al dedicar muchas horas del día a despachar asuntos, también sentía preocupación porque encontrar tiempo para atender a su familia.

F.N.- Sí, sí. De hecho hay una correspondencia preciosa de Felipe II con sus dos hijas, de la mujer anterior, en las que decía que las echaba de menos,... Esa parte humana la cuidaba todo lo que podía e intentaba llevarla pareja con la labor de rey. A mí también me sorprendió su calidad humana y es algo que lo fui descubriendo conforme leía las cartas. Por eso, en las páginas iniciales de la novela he incluido unos poemas de Cernuda que demuestran que terminó por admirar a un rey que teóricamente se consideraba un monstruo temible.

M.G.- Al trono de Portugal optan tres herederos, uno de ellos es Antonio, el antiguo prior de Crato. Un personaje del que sorprende su astucia, tan zorro, que incluso consigue erigirse como rey temporal.

F.N.- Sí, y además estaba muy apoyado por los cristianos nuevos porque ellos veían, y con razón, que la inquisición en Portugal se iba a recrudecer si Felipe II se hacía con el trono. Por otra parte, también consiguió el apoyo de Francia. Fue un hombre con una gran ambición de poder, un tío guapote, físicamente bien plantado. Y fíjate que en Lisboa hay una calle pequeña que lleva su hombre muy cerca de donde se produjo la batalla de Alcántara.

M.G.- ¿Y qué me dices de los Duques de Braganza? Me  ha encantado ese matrimonio, esos diálogos entre Joao y Catalina tan llenos de ironía.

F.N.- ¿Te han gustado? ¿Sí? Efectivamente hay mucha ironía entre ellos.

M.G.- Me han gustado mucho, como manejan los hilos, cómo hablan de los demás,... Ella me ha gustado incluso más que su marido, al que veo algo más alelado. Sin embargo creo que Catalina es la que parte todo el bacalao.

F.N.- Si, sí... Me suelen decir que los personajes femeninos me salen más racionales y será verdad. Desde luego, aquí Catalina es la que lo maneja todo. Y es verdad que su hijo Teodosio estuvo prisionero con once años. Este matrimonio es tan interesante que se podría sacar otra novela de ellos.

M.G.- Y si hay algo que me ha dejado muy impactada es descubrir que en aquella época ya cifraban los mensajes.

F.N.- Ah, sí, sí... Mira me tuve que estudiar un libro que se llama Los espías de Felipe II en el que se hablaba del verlustrador, el que cifraba las cartas. Usaban lo que llamaban la cifra que no era más que el código empleado con el que encriptaban los mensajes.

M.G.- Muy interesante. Y fíjate si me ha interesado todo lo que cuentas en esta novela, y el propio personaje de Cristóbal de Moura que yo, como me gusta tanto el cine, he intentado averiguar si este episodio se ha llevado a la gran pantalla. Solo he encontrado que en La conjura del Escorial se hace referencia a la muerte de Escobedo.

F.N.- Bueno y se hablará también de Antonio Pérez, el amigo de Moura, un personaje siniestro pero muy importante también. No creo que este episodio se recoja en el cine. Si fuéramos americanos o ingleses haríamos películas magníficas de sucesos como este. 

M.G.- Ah, eso seguro. Pues Francisco he disfrutado mucho leyendo esta novela. He conocido una imagen de Felipe II que desconocía y por supuesto, he descubierto a Cristóbal de Moura que siendo portugués tenía mucho apego por España. Me gustaría saber si tienes algún otro proyecto en mente.

F.N.- Algo hay sí.

M.G.- ¿Vas a rescatar a otro personaje histórico?

F.N.- No, no creo. Algún episodio de la historia de España, no sé,... lo mismo la guerra civil.

M.G.- La guerra civil me encanta ¿eh? Así que si escribes sobre la guerra civil tiene a una lectora asegurada.(Risas).

F.N.- ¿Sí? Pues lo estoy pensando.

M.G.- Sí, sí... Igual que la Segunda Guerra Mundial. Me suelen gustar mucho las novelas que tratan estos temas. Así que ya sabes... Y nada más Francisco, te agradezco mucho este rato que has compartido con nosotros y mucha suerte con la novela.

F.N.- Gracias a vosotros por todo.




Y esto es todo. Jaque al peón es un libro que, a mi juicio, resulta muy interesante. En breve os traeré la reseña pero, de momento, os comento que su autor sabe manejar la realidad y la ficción consiguiendo un engranaje perfecto que permite una lectura agradable mientras vas descubriendo acontecimientos y personajes que estaban ocultos en los anales de la Historia. 




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