Editorial: Plaza y Janés.
Fecha publicación: Febrero, 2014.
Nº Páginas: 432.
Nº Páginas: 432.
Precio: 18,90 €
Género: Novela
Edición: Tapa blanda con solapa.
Edición: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 9788401342059
Autora
Vanessa Montfort (Barcelona, 1975). Novelista y dramaturga, es licenciada en Ciencias de la Información, reside en Madrid desde la infancia y está unida, por su familia y por sus afectos a Nueva York, donde colabora como profesora y conferenciante con diversas universidades e instituciones. Comenzó su carrera como escritora durante los años universitarios estrenando Quijote Show (1999), Paisaje transportado (2003) y Estábamos destinadas a ser ángeles (2006). Su primera novela, El ingrediente secreto obtuvo el XI Premio Ateneo Joven de Sevilla, Algaida, 2006. En 2007 recibió la primera invitación del Royal Court Theatre de Londres donde conoció a algunos de los grandes autores de la escena británica como Harold Pinter o Tom Stoppard y tradujo al inglés Flashback (Royal Court Theatre, 2007), La mejor posibilidad de ser Alex Quantz (Southwark Playhouse Londres, 2008) y La cortesía de los ciegos, cuya versión radiofónica reestrenó RNE y Fundación Autor junto a las obras de Alfredo Sazol, Juan Mayorga y José Sanchís Sinisterra. Un año más tarde volvió a la novela con Mitología de Nueva York, que se hizo merecedora del Premio Ateneo de Sevilla 2010. 2012 y 2013 han sido años de encargos teatrales dentro y fuera de España en los que escribió junto a Marina Bollaín la primera adaptación teatral de La Regenta para Los teatros del Canal y vieron la luz su monólogo musical Sirena negra (para la compañía literaria Hijos de Mary Shelley), Chalk Land (para el Royal Court Theatre de Londres), Balboa (para el Teatro Nacional de Panamá) y El galgo (Teatro Autor, 2013), que fue premiada y publicada por la Fundación SGAE. Su obra teatral y narrativa ha sido recogida en numerosas antologías y estudios críticos tanto en Europa como en América. Otros reconocimientos a su trabajo son: el Premio Nacional Cultura Viva 2009 al autor revelación del año y La Orden de los Descubridores (St. John's University de Nueva York). La Ciudad Ficción, como la autora denomina Nueva York en su obra, es ya parte de su universo literario. La leyenda de la isla sin voz en su nueva novela.
Sinopsis
Un joven Charles Dickens visita la isla-presidio de Blackwell, en Nueva York, donde conseguirá dar voz a la pobreza y la marginación, vivirá una apasionada historia de amor y gestará su relato más famoso Cuento de Navidad.
«Todas las islas guardan un secreto o un tesoro. La Isla sin voz guarda ambas cosas».
Nueva York, enero de 1842: la tenebrosa isla de Blackwell es uno de sus secretos mejor guardados. Ubicada en el East River frente a Manhattan, es conocida por albergar un temido manicomio, un penal, un asilo y un orfanato, el "basurero humano" de la ciudad más poblada del mundo que en ese momento aún sueña con su estatua y sus rascacielos.
Un joven escritor inglés llega a Nueva York: Charles Dickens tiene sólo treinta años pero ya se ha convertido en el novelista más célebre de su tiempo. Viaja para encontrarse con sus contemporáneos Washington Irving y Edgar Allan Poe, sin embargo al llegar a su hotel recibe un misterioso anónimo que le invita a visitar la isla de Blackwell. Allí será recibido por las oscuras autoridades de La Isla y por la enfermera Radcliffe, una joven comprometida y soñadora, que será su compañera en esta aventura.
Poco a poco se irán desvelando las peligrosas tramas de corrupción y crueldad de Blackwell y por qué, en una de las primeras fotografías de la época, el escritor aparece rodeado de un variopinto grupo de reclusos, huérfanos y locos que se atrevieron a soñar con la libertad, a pesar de estar confinados frente a la ciudad que se convertiría en su símbolo. Los protagonistas de una era que finaliza en nuestro siglo y que hoy cobra más actualidad que nunca.
Una apasionante historia de amor y amistad sobre cómo la imaginación y el poder de las historias pueden salvarnos en un mundo que amenaza con romperse.
[Información facilitada por la editorial]
Si digo Charles Dickens, inmediatamente a todos se nos vendrá a la mente títulos como Cuento de Navidad, Oliver Twist, David Copperfield, Grandes Esperanzas,... Igualmente todos coincidiremos en considerarlo una primera figura de la literatura anglosajona, extensible a la literatura universal. Creo que este punto no admite discusión posible. Además muchos sabréis que era catalogado como el escritor de los desvalidos, de los desfavorecidos, pero si queréis saber más sobre su figura, no puedo más que recomendaros la novela de la que vengo a hablaros hoy, La leyenda de la isla sin voz de Vanessa Montfort.
Tras un capítulo introductorio del que luego os hablaré, esta novela se inicia en Nueva York, en diciembre de 1867, cuando Charles Dickens visita por segunda vez la ciudad. Anteriormente, concretamente en 1842, había viajado a Estados Unidos en compañía de su esposa Kate. Entonces ya era un hombre conocido y admirado en la supuesta tierra de la libertad y las entregas de sus obras como El almacén de antigüedades se esperaban con verdadera ansia. Durante esa primera visita, y con motivo de una carta anónima que recibe mientras estaba alojado en Boston, el autor solicita un permiso a las autoridades, a través de su buen amigo Washington Irving, para visitar por primera vez la Isla de Blackwell, ubicada en el East River. En aquella carta de emisor desconocido se decía que la Isla de Blackwell, como todas las islas, guarda un secreto pero también un tesoro, enigma que inmediatamente despertó la curiosidad del escritor. Tras obtener los permisos pertinentes, Dickens se traslada a la isla y en aquel lugar vivió una aventura extraordinaria que prometió no escribir jamás pero que, años más tarde y bajo la influencia del alcohol, relató a Julio Verne. De la mano de la enfermera Anne Radcliffe contempló con sus propios ojos la miseria, las penalidades y el silencio que llenaban aquel lugar.
La Isla de Blackwell, denominada hoy como la Isla Roosevelt, albergaba por aquellos años varios edificios de aspecto fantasmal: un hospicio, un hospital, un manicomonio,... Era conocida como el basurero de Nueva York, solo que los desperdicios que allí se acumulaban tenían corazón y sangre en las venas. Delincuentes, prostitutas, huérfanos,... la más baja estofa de los Five Points (la zona más marginal de Manhattan) se hacinaban en aquellos edificios y eran maltratados, torturados, apartados del mundo emergente en la otra orilla.
Veinticinco años después, en 1867, Dickens regresa a la isla y como si de un espectador más se tratara, los lectores asistimos a una conversación entre el británico y Margaret, la maestra de los niños del orfanato de la isla, mientras contemplan jugar a la pequeña Nellie, una niña cuya vida no nos pasará inadvertida. Un diálogo que recoge la cruda vivencia del autor en aquel mismo lugar, muchos años antes y que es el motor de arranque de una hermosa historia.
Así pues, ya veis que el argumento navega entre dos aguas, dos fechas puntuales del calendario. 1867 es el presente mientras que a 1842 regresamos a través de flashbacks para conocer esa experiencia que marcó a Dickens para siempre. Presente y pasado se irán alternando. ¿Qué ocurrió en aquel lugar? ¿Por qué el autor regresa a la isla? ¿Por qué decide contar aquella historia a Margaret? La respuesta a estas y otras preguntas las encontrarás en la novela.
Adoro a Charles Dickens. Es uno de esos autores a los que siempre puedes regresar con la garantía de una absoluta satisfacción. Por eso, cuando me lo encontré en esta novela como un personaje más me pareció una grata sorpresa, además de ser también una novedad.
La historia que nos presenta Vanessa Montfort está llena de ficción y realidad. Efectivamente Dickens estuvo en la Isla de Blackwell y algunos de los personajes, al margen del propio escritor, son tan reales como tú y como yo, como el farero John McCarthy, uno de los reclusos que construyó poco a poco y con sus propias manos el faro que aún se puede observar en uno de los extremos de la isla.
A los pies del faro se encuentra la placa que veis en la foto, en memoria del farero.
Pero, como nos confesó la autora en la entrevista, el hecho de que esta experiencia fuera el germen de su obra más famosa, Cuento de Navidad, -detalle que figura en la sinopsis-, es pura ficción. Aún así, está tan bien hecho, son tantos los guiños a los personajes de ese relato y todo está tan bien engarzado que resulta totalmente creíble que la historia más famosa de Dickens surgiera del modo en el que Vanessa nos lo cuenta en su novela.
La historia que nos presenta Vanessa Montfort está llena de ficción y realidad. Efectivamente Dickens estuvo en la Isla de Blackwell y algunos de los personajes, al margen del propio escritor, son tan reales como tú y como yo, como el farero John McCarthy, uno de los reclusos que construyó poco a poco y con sus propias manos el faro que aún se puede observar en uno de los extremos de la isla.
A los pies del faro se encuentra la placa que veis en la foto, en memoria del farero.
Pero, como nos confesó la autora en la entrevista, el hecho de que esta experiencia fuera el germen de su obra más famosa, Cuento de Navidad, -detalle que figura en la sinopsis-, es pura ficción. Aún así, está tan bien hecho, son tantos los guiños a los personajes de ese relato y todo está tan bien engarzado que resulta totalmente creíble que la historia más famosa de Dickens surgiera del modo en el que Vanessa nos lo cuenta en su novela.
A mi juicio, La leyenda de la isla sin voz es lo que algunos lectores llaman una novela redonda. Tenemos una historia que cabalga entre la ficción y la realidad con algunas pinceladas sobre el contexto socio-político de Estados Unidos en aquellos años, mezclado con datos autobiográficos del autor británico, que nos permiten conocer cómo fue su infancia, totalmente desconocida para mí, haciendo un retrato muy similar al que él dibuja para los pequeños personajes de sus novelas. No contenta con esto, también nos acercaremos a Washington Irving, hay referencias a otros escritores como Oscar Wilde o Edgar Allan Poe y otros tantos personajes ilustres de la historia. Todo esto incardinado dentro de una trama hermosa que seduce y capta la atención del lector desde la primera letra.
El dibujo que la autora ofrece de Dickens encaja con lo que se sabe de él. Un verdadero gentleman, de aspecto corpulento, sobrio en el vestir y meticuloso en el proceder. A través de las páginas de esta novela conocemos a un hombre cercano, lleno de bondad y humildad, siempre al lado de los más necesitados al que, si no le tenías cariño ya, se lo coges inmediatamente.
Junto a él tendrá un gran protagonismo la enfermera Anne Radcliffe. Este personaje encarna a una mujer traviesa, ingeniosa y pícara, una mujer muy luchadora que intenta ayudar a los internos de la Isla de Blackwell a pesar de estar bajo el yugo de un director perverso y una jefa de enfermera despiadada, y que sueña con un mundo mejor. Su vida no fue nada fácil. La pobreza y la miseria fueron siempre compañeras de viaje y su aterrizaje en la isla no fue más que una huida de un futuro que no le prometía ningún parabién. Me ha gustado mucho este personaje, tan comprometido, tan desinteresado, con una forma de pensar impropia para la época en la que vive; sin duda, es una heroína y quizás su personaje tiene hasta más peso que el del propio autor.
Entre Dickens y Radcliffe surge una relación fuerte que desprende chispas con el más mínimo acercamiento. Entre ellos se trenzará una complicidad que les permitirá llevar a cabo una aventura de hondo significado para los habitantes de Blackwell.
Tras la sección de Agradecimientos (curiosamente colocada al inicio del libro) y una cita tomada del libro de viajes de Dickens, Notas de América (1842), la novela se abre con una introducción en primera persona en la que, sin desvelar nada, nos pone en antecedentes sobre la veracidad de los hechos que estamos a punto de descubrir. Posteriormente los capítulos, treinta en total de longitud media y coronados con un epílogo, vienen numerados y están narrados en tercera persona. Y un detalle que yo siempre agradezco en un libro, un mapa, el de la Isla de Blackwell, para que podemos ubicar la disposición de todos los edificios que albergaba la isla.
En La leyenda de la isla sin voz se disfruta de un estilo sosegado, calmado y elegante con metáforas y símiles de gran belleza:
«...y cómo hacía crepitar al barco el oleaje: el sonido de una inmensa hoguera de ramas secas». [pág. 40]
Pero la narración no se caracteriza por su simpleza. En esta novela, Vanessa Montfort crea lo que ella denomina travellings. Es decir, en el mismo momento en el que se está desarrollando una escena particular en la Isla de Blackwell, sabemos que en otra parte del mundo está aconteciendo otro hecho de renombre. Me ha parecido maravillosa la capacidad que tiene su autora de controlar distintos acontecimientos en el discurrir de los hechos que suceden dentro de la isla y que, de un modo u otro, afectan a los personajes. No quiero entrar en spoilers pero me resulta muy difícil ser más explícita sin un ejemplo. Así reflexiona el Dickens de Vanessa Montfort:
«Él quedó en silencio mientras seguía con la mirada a la pequeña Nellie, que había vuelto a inventar nombres sobre la arena. ¿Podría un libro suyo haber ayudado a alguien en la vida real? Lo cierto es que el hombre que habría respondido sin pestañear a esa pregunta estaba, en ese mismo instante, al otro lado del océano. Una antigua imprenta de Hamburgo escupía un tratado de crítica de la economía política cuyo autor ya sujetaba entre sus manos y al que había decidido dar el título de El Capital». [pág. 106]
La leyenda de la isla sin voz es una de esas novelas que no acaban con el FIN, sino que te invitan a seguir curioseando aquí y allá. De este modo, he buscado mucha más información sobre la Isla de Blackwell en internet y tomo nota de un libro de Washington Irving mencionado en la novela "Leyendas del viejo Nueva York", así como de otro título escrito por uno de los personajes reales que no os voy a desvelar, pero que, desde luego, en cuanto conozcáis su título seguro que os entra el gusanillo lector.
A estas alturas imagino que habrá quedado suficientemente claro que me ha gustado mucho esta novela, no solo por todos los motivos anteriormente expuestos, sino también porque este libro está lleno de magia o, al menos, a mí me lo ha parecido. Quizás sea por estar bajo el influjo de uno de sus protagonistas, de un autor que sabía tanto de magia, que a pesar de narrar vivencias tristes y desoladoras, siempre hacía algún truco de prestidigitador que permitía dejar espacio para la esperanza. Y así mismo ocurre en La leyenda de la isla sin voz, una novela que te dejará una sonrisa instalada en los labios con un final cargado de emotividad. Si yo puntuara los libros, este se llevaría las cinco estrellas.
Antes de marcharme, os dejo con el vídeo de presentación de la novela en El Corte Inglés de Callao el pasado 3 de marzo. Amazing Gracees una canción irlandesa que tiene presencia en el argumento de este libro y por ese motivo sonó como música de fondo mientras Vanessa Montfort leía un pequeño fragmento.