Autor
Xavier B. Fernández, nacido en Barcelona en 1960, antes de ser escritor ha sido periodista, ilustrador de storyboards y guionista de series de televisión y cortometrajes. Como periodista ha trabajado para distintos medios, entre los que cabe destacar las revistas Ajoblanco, Fotogramas y Vivir en Barcelona. También formó parte del staff de la revista El Nuevo Cojo, una publicación neoyorquina en lengua española, y durante años ha sido redactor jefe de la revista Comercio e Industria de la Madera.
En cuanto a escritor de ficción, se estrenó publicando relatos cortos en la revista Badosa. Es autor de una obra de teatro en catalán, Diògenes i Epicur al parc, y de las novelas Kensington Gardens (Premio Novela de Carretera, 2006), El sonido de la noche y Un trabajo nocturno (ganadora en 2010 del XII Premio Río Manzanares de Novela). Con El amante de la mujer árbol ha ganado el XV Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones.
Para sobrevivir a la rutina tediosa del geriátrico, Liberto decide escribir el relato de su vida, la odisea de un hombre a quien el ideal de la igualdad y el compromiso con los desfavorecidos lo acaban condenando a la marginación y al más absoluto desarraigo.
Su historia comienza cuando, en 1934, a los dieciséis años abandona su entorno familiar para unirse, fusil en mano, a la revolución minera de Asturias. Tras la derrota de ésta, es condenado a prisión en la Modelo de Barcelona. Al estallar la guerra civil, combate en la Columna de Durruti, donde nuevas derrotas, bélicas y humanas, irán forjando amargamente su personalidad: allí pierde a la mujer que ama y al hombre que admira. Obligado a exiliarse, para por los campos de concentración franceses, de donde logra huir para, después de múltiples aventuras, terminar convertido en un aventurero vagabundo en América Latina. En el corazón del Amazonas, unido a la causa de una revuelta india, conocerá a la mujer árbol, un ser extraordinario que, a pesar de su monstruosa fealdad, ejercerá sobre él una extraña fascinación.
El amante de la mujer árbol seduce al lector con una voz madura, descreída, irónica, forjada desde la autoexigencia en el estilo y enriquecida con inteligentes pinceladas de humor. Es una narración con varios niveles: por una parte una trepidante novela de aventuras, protagonizada por un anónimo héroe de los de antes; pero también es una metáfora sobre el desarraigo, una sutil crítica a la falta de compromiso político en la actualidad y una apología de la reconciliación.
Xavier B. Fernández es el flamante ganador del XV Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones por su novela El amante de la mujer árbol, galardón que ya el año pasado obtuvo Juan Madrid con su novela Los hombres mojados no temen la lluvia.
Hace unos días pude charlar con Xavier sobre su novela, un libro que, desde de un tiempo presente, te traslada a las revueltas de los mineros asturianos en 1934, a la guerra civil, a la derrota, al exilio, al vagabundear por el mundo para recalar en el Amazonas. Estamos ante una novela que refleja la experiencia vital de Liberto, un anarquista rudo y un tanto agreste con un humor ácido que marca territorio. La sinopsis que aporta la editorial es muy completa, así que no os desvelo más. Os dejo con lo que nos contó Xavier.
Marisa G.- Xavier, lo primero es lo primero. Me gustaría felicitarte por el premio que te han concedido.
Xavier B.- Muchas gracias.
M.G.- He terminado tu libro hoy a las 11.30 de la mañana, hace escasas horas, y tengo que confesarte que a las 11.20 estaba muy mosqueada contigo.
X.B.- ¿Por qué? (Risas)
M.G.- Porque me faltaban las tres páginas del último capítulo y tenía unos cuantos flecos sueltos que no parecía que fueras a resolver. Y yo temiendo que fueras un autor que deja cosas en el aire. Pero, no, no. Lo has hecho muy bien. En el último capítulo has cerrado correctamente.
X.B.- Ahh. Me alegro. Entonces, todo cuadra.
M.G.- El título llama mucho la atención Xavier, pero es un título que no se entiende realmente hasta el final. ¿Lo tenías ya pensado? ¿Es algo que te sugiere la editorial?
X.B.-No, no. Lo del título tuvo mucha tela. Normalmente, cuando escribo un libro suelo tener el título claro, pero en este caso no. Mientras estuve escribiendo, iba cambiando de uno a otro porque no me satisfacía ninguno y acabé la novela y no tenía ninguno que me gustara. Es muy difícil encontrar uno que englobe toda la novela. Lo discutí con mi mujer, lo discutí con mi agente literario,... pero no me aclaraba. Tenía una lista muy larga con títulos pero ninguno me parecía bien. Mi agente literario me había propuesto presentar la novela al Premio Quiñones y me pidió que eligiera uno cualquiera de esa lista, que si a la editorial no le gustaba, ya buscarían uno mejor y elegí el que menos me desagradaba. A la editorial parece que le gustó y ese título se quedó.
M.G.- La ilustración de la cubierta también encaja con el contexto en el que esa mujer árbol aparece.
X.B.- Sí, sí. De la larga lista de títulos que tenía, muchos tenían que ver con ríos, porque los ríos aparecen mucho en la novela como metáfora del paso de la vida y el ilustrador cogió esa idea y ha sido un acierto al final.
M.G.- Ahora que lo dices tienes razón pero claro hay que leer el libro para entenderlo todo. Un libro que se abre con dos citas y una de ellas me ha gustado muchísimo, la de Herbert Matthews(Corresponsal del New York Times en la guerra civil española).
«Me dí cuenta de la falsedad y de la hipocresía de los que se proclamaban neutrales y de la estupidez, si no pura majadería, de directores y lectores que pedían a los corresponsales que escribiesen objetiva e imparcialmente».
X.B.- A mi me llamó la atención cuando la leí por eso decidí incluirla.
M.G.- Vamos a ponerle una etiqueta a tu novela. Para mí este libro recoge las memorias de su protagonista con pinceladas de novela histórica, de aventura, de viajes... No sé cómo lo ves tú..., no sé si tú te decantarías más por una línea o por otra.
X.B.- No, yo creo que has acertado. La novela tiene un poco de todo eso. Lo que pasa es que las etiquetas ayudan a vender producto. Cuando yo era periodista de cultural, los periodistas tendemos a etiquetar más que nada por definir el producto para el lector. En mi caso, yo le dije a la editorial que era una novela de aventuras por decir algo, porque lo es, pero también es otras muchas cosas. Cuando la escribí tampoco me planteé que fuese un género determinado.
M.G.- La parte histórica sí tiene mucho peso con esa primera parte que abarca la guerra civil. Y al hilo de esta observación, me gustaría preguntarte, como le pregunto a todos los autores que escriben sobre este conflicto, si crees que se han escrito demasiadas novelas sobre la guerra civil. Hay muchos lectores que así lo creen.
X.B.- Si, sí, yo también.
M.G.- ¿En serio?
X.B.- Sí, sí.
M.G.- Pues yo no estoy de acuerdo con los que pensáis así. Es parte de nuestra historia, de nuestro legado,... siempre hay algo nuevo que contar. Cada vivencia es una aportación nueva.
X.B.- Yo tendía a sentirme un poco saturado con tantas novelas y películas de la guerra civil. Después escuché decir a Javier Cercas, el autor de Soldados de Salaminas, que él tampoco quería escribir una novela sobre la guerra civil. Pero, al fin y al cabo, es un hecho histórico que nos marca todavía mucho como sociedad. Los americanos tienen la epopeya del Oeste, que es su historia, de dónde vienen, y nosotros tenemos la guerra civil. En cualquier caso, a mí me interesaba más hablar del exilio, sobre la vida de ese protagonista que se ve obligado a abandonar España, lo que pasa es que para hablar del exilio tienes que explicar el por qué de ese exilio.
M.G.- Mientras iba leyendo, tenía la impresión de que estabas novelando la vida de alguien, de alguna persona a la que habías conocido o del que tenías referencias, y que había vivido una vida similar a la del protagonista. No sé si estoy en lo cierto o son conjeturas mías.
X.B.- No, no. Es todo inventado. Bueno, a ver, evidentemente me he inspirado en un montón de historias que he leído de veteranos de guerra, de exiliados, incluso de gente de mi familia y fui cogiendo detalles de todas esas vidas para crear una especie de Frankenstein.
M.G.- Pues fíjate que la sensación de estar leyendo la vida de alguien real, con una vida muy cercana a la que cuentas en la novela, era muy fuerte.
X.B.- Bueno, mi abuela, que es de un pueblo de Cantabria, tuvo un hermano, que yo no conocí. Por lo visto lo movilizaron durante la guerra civil y se lo llevaron a Burgos para recuperar la ciudad y desapareció. La familia ya no volvió a saber de él. Mi abuela se pasó toda su vida intentando averiguar qué le había ocurrido. Quizás ahí está un poco el germen de esta novela, la vida de alguien que sale de su pueblo y desaparece para su familia. Pero no no, mi tío abuelo no es Liberto.
M.G.- Hay un pasaje que me gusta mucho en tu novela, cuando relatas que Liberto está apresado en Francia y llega el embajador de México con los brazos abiertos para acogerlos y llevárselos al otro lado del charco. Me ha parecido curioso este punto de la narración porque esta misma semana, en una presentación de un libro, se ha hablado del mismo tema, de ese pueblo mexicano que acoge a los españoles y por el que, a día de hoy, nosotros tenemos poca consideración.
X.B.- Pero es que es totalmente verdad. El embajador mexicano Rodríguez Taboada, por orden del presidente del país, llegó a España con esa misión, la de ofrecer asilo político a los españoles. México fue el único país que no reconoció nunca el régimen de Franco como gobierno legítimo. Mira, es muy curioso que cuando escribes una novela te encuentras con unas sinergias muy misteriosas que no son casuales. Yo tengo un vecino mexicano con el que tengo cierta amistad y le expliqué que estaba escribiendo una novela sobre un español que se exilia a México después de la guerra civil y él me contó que tenia un abuelo español que se fue de España, que estuvo en el campo de Argelès. Ese vecino fue la primera persona que me habló del embajador Rodríguez Taboada, que yo no conocía. Me explicó un poco la vida de este hombre, me dejó algún libro en el que se hablaba de él y me pareció tan interesante la historia que decidí incluirlo en el libro de alguna manera. Y eso que mi primera idea era acabar la primera parte del libro con el protagonista abandonando España en un barco rumbo a América directamente, pero después de lo que me dijo mi vecino, pensé que sería mejor que Liberto pasara primero por Francia para conocer al embajador mexicano. Además resulta que Rodríguez Taboada es un personaje muy poco conocido, incluso en México.
M.G.- Y menos en España.
X.B.- Y aquí menos que nada. Pero los mexicanos son también tan olvidadizos de la Historia como nosotros.
M.G.- Nosotros desde luego. Bueno, ¿y qué me dices de los escenarios? Porque Liberto pasa por un montón de lugares, de países,.. y algunos con descripciones muy precisas. Esto no sé si te ha obligado a trasladarte a algunas ubicaciones.
X.B.- No, no... Muchos de esos lugares no los conozco de primera mano. Es cuestión de documentarse simplemente.
X.B.- Pero todo es documentación. La existencia de esta tribu la conocía porque había leído a un antropólogo americano, Marvin Harris. Fue una de esas cosas que se te quedan en la mente y pensé que la tribu encajaría muy bien en el argumento y creo que quedó muy bien.
M.G.- Yo no sabía nada de esta tribu y sí, es curioso todo lo que cuentas. Y en cuanto al protagonista, me ha parecido un hombre muy sincero, muy honesto,... pero también muy rudo, ¿eh? Un poco bestia a veces.
X.B.- Bueno, no sé si conoces a algún minero asturiano, pero son gente que se juegan la vida cada vez que bajan a la mina y eso te hace ser muy rudo y tomarte la vida de una cierta manera.
M.G.- Creo que un autor, cuando crea un personaje, por muy objetivo que sea, siempre tiende a volcar algo de sí mismo en su creación. No sé si te identificas con Liberto en algún aspecto.
X.B.- Liberto es una persona que no permite que la ideología le estropee el sentido de la realidad y no sé si en eso nos parecemos pero a mí, al menos, me gustaría ser así. Él es fiel a sus principios pero no deja que la fidelidad a sus principios le empañe la visión de la realidad.
M.G.- Pero él defiende con uñas y dientes sus principios a lo largo de su vida.
X.B.- Bueno, en la novela se dice que hay momentos en la vida en los que hay que coger trinchera y si te metes en una trinchera, te vas a encontrar gente que no te gusta pero tomada la decisión, atente a las consecuencias porque lo que no puedes hacer es quedarte sin hacer nada.
M.G.- Me comentabas antes, y así se menciona en el dossier de prensa, que tú realmente querías hablar del exilio, del desarraigo, de la soledad. Creo que Liberto es más él mismo, más feliz, se siente más pleno precisamente en ese exilio, en esa soledad de la selva del Brasil. Con un trabajito sencillo, con una mujer que se queja porque no le pega, que por cierto, tremendo esto ¿no?
X.B.- Eso me llamó mucho la atención cuando leí sobre los yanomami. Parece ser que es una de las sociedades más violentas y machistas que existe, aunque imagino que algo habrán cambiado, ahora que se han occidentalizado un poco. En su día leí que una antropóloga, que había estado con ellos, escuchó una conversación entre mujeres en la que una de ellas decía que no tenía cicatrices y la otra le contestaba que entonces su marido no se debía interesar mucho por ella. Es muy curioso. No creo que les guste pero sí lo asumen como algo normal.
M.G.- ¡Qué barbaridad! (Risas). Pues, como te decía antes, yo creo que Liberto es realmente feliz en ese momento de su vida. Ni durante su infancia en Asturias, ni cuando comienza la guerra, ni junto a Durruti,...
X.B.- Durruti era para el Liberto el héroe, como ese modelo de juventud que todos hemos tenido en nuestro tránsito a la edad adulta.
M.G.- Hay dos escenas que me gustan mucho. Una muy divertida porque desdramatiza la guerra. Sin contar mucho, me refiero a cuando Liberto está de escucha en primera línea de trinchera y entabla conversación con el del bando contrario y resulta que era de su pueblo y además muy allegado a su familia.
X.B.- Era una historia que corría en las trincheras en la batalla del Ebro. Algún vigía que se había encontrado a un vecino de su pueblo de vigía en el otro bando y se habían pasado la guardia hablando. Nunca encontré un caso concreto pero era una historia que se explicaba entonces.
M.G.- Y la otra que quería comentarte es cuando el sargento Lincoln, miembro de las Brigadas Internacionales, comunica a Liberto y a sus compañeros que se vuelve a Estados Unidos y lo felicitan. Sin embargo, para Lincoln era más bien un drama porque la libertad que tenía en España, incluso en época de guerra, era mucho menor a la que tenía en su tierra por ser de raza negra. En su tierra no era nadie y aqui, en España, era alguien. Esa pequeña escena me gustó muchísimo porque me hizo reflexionar.
X.B.- Eso lo dijo y lo dejó escrito en su libro de memorias un veterano de la División Lincoln, que era negro. En ese libro él decía que en España fue el primer sitio en el que se había sentido un igual entre iguales. Y me gustó tanto que creé al sargento Lincoln en base a este veterano.
M.G.- En tu novela incorporas diálogos en bable, algunos bastantes extensos, pero que se entiende perfectamente.
X.B.- Eso fue una decisión un poco delicada. Quise darle más credibilidad al personaje. En un medio rural, la gente de Asturias hablaba en bable. Bueno, todavía lo hacen.
M.G.- Una decisión arriesgada porque tampoco sabes si al lector le va a costar más o menos seguir el hilo de esos diálogos.
M.G.- Pero, ¿esto cómo lo haces? ¿Tú hablas bable?
X.B.- No, no. En el primer borrador hablaban en castellano pero luego pensé introducir alguna palabra en bable aquí y allá pero, documentándome en internet, encontré un traductor en la página web de la Universidad de Oviedo. Hice unas pruebas con frases cortas y quedaba bien. Y así lo dejé.
M.G.- Pero eso está revisado o...
X.B.- Sí, sí,... está revisado por la editorial.
M.G.- Por otro lado, también introduces la jerga propia de países como México,...
X.B.- Eso me resultó mucho más fácil porque tengo muchos amigos de por ahí. Fue mucho más sencillo.
M.G.- Pues Xavier, en principio no me quedan más preguntas. El libro me ha resultado bastante interesante. Bueno una cosa, tengo entendido que tú sueles escribir género policíaco ¿no?
X.B.- Sí, novela negra, por lo menos, las dos anteriores. En Barcelona hay muchísimos escritores de novela negra. No sé si habrá algo en el agua o qué...(Risas)
M.G.- Ah, pues puede ser... De todos modos, es un género con muchísimos adeptos.
X.B.- La novela negra te da mucha facilidad para hablar de la sociedad moderna.
M.G.- ¿Y algún proyecto en el cajón?
X.B.- Pues acabo de terminar una novela negra, precisamente. La escribí en cinco meses y trata sobre la España actual, con la corrupción de fondo, el blanqueo de dinero...
M.G.- Pues ahí tienes material para unas cuantas... (Risas)
X.B.- Sí, y además bien fácil, sin necesidad de documentarme mucho, con leer el periódico por las mañanas...
M.G.- Tienes que te sobra, sin duda. Pues, Xavier, te agradezco este ratito que has compartido con nosotros y espero que tengas mucha suerte.
X.B.- Gracias a vosotros.
Y hasta aquí lo que nos contó Xavier B. Fernández. En breve os traeré la reseña de su novela El amante de la mujer árbol, con un protagonista de los más peculiar.