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ENTREVISTA a ALMUDENA GRANDES (Las tres bodas de Manolita).

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 Autora


Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine y al teatro, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Con Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y Premio Sor Juana Inés de la Cruz) inauguró la serie Episodios de una Guerra Inteminable, al a que pertenecen El lector de Julio Verne (elegido por los lectores de El País como el mejor libro del año 2012) y ahora Las tres bodas de Manolita.



Sinopsis

En un Madrid recién salido de la guerra civil, sobrevivir es un duro oficio cotidiano. Especialmente para Manolita, una joven de dieciocho años que, con su padre y su madrastra encarcelados, y su hermano Antonio escondido en un tablao flamenco, tiene que hacerse cargo de su hermana Isabel y de otros tres más pequeños. A Antonio se le ocurrirá una manera desesperada de prolongar la resistencia en los años más terribles de la represión: utilizar unas multicopistas que nadie sabe poner en marcha para imprimr la propaganda clandestina. Y pretenderá que sea su hermana Manolita, la señorita «Conmigo No Contéis», quien visite a un preso que puede darles la clave de su funcionamiento. Manolita no sabe que ese muchacho tímido y sin aparente atractivo va a ser un hombre determinante en su vida, y querrá visitarlo de nuevo, después de varios periplos, en el destacamento penitenciario del Valle de los Caídos. Pero antes tiene que descubrir quién es el delator que merodea por el barrio.



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No sé si podéis haceros una idea de lo que supone para esta lectora sentarse a una mesa junto a una escritora de la talla de Almudena Grandes para hablar de su última novela, Las tres bodas de Manolita. Hace algunos años la que suscribe soñaba con ver a un autor en la presentación de un libro, en las casetas típicas de las ferias del libro, acercarse, solicitar una firma, intercambiar breves pareceres,... y hasta hacerse una foto. Todo eso me sigue llenando de ilusión pero cuando la vida me pone por delante experiencias como un tú-a-tú con Almudena Grandes, eso supera todas mis expectativas.  

Si hay algo que me gusta en un autor es la cercanía y en esta ocasión he disfrutado mucho de un diálogo cercano, haciéndole llegar a Almudena mis impresiones y también mis curiosidades. Esto fue lo que nos contó:

Marisa G.- Buenos días Almudena, un placer conocerte y estar aquí contigo hablando de tu nueva novela. Creo que ayer la presentaste en la Biblioteca Infanta Elena. ¿Qué tal fue?

Almudena G.- Pues muy bien. Estuvo muy lleno, especialmente teniendo en cuenta que había un derbi, un Betis-Sevilla, pero salió todo muy bien.

M.G.- Un partido muy importante aquí y que arrastra a mucha gente, pero bueno, entrando en materia, me gustaría que nos contaras cómo se te ocurre meterte en un proyecto tan ambicioso como estos Episodios...?

A.G.- Verás, yo estudié Historia en la Universidad, algo que durante años pensé que no me serviría de nada, pero ahora pienso de otro modo. Si no hubiera estudiado Historia está claro que no hubiera podido escribir estos libros, porque aquellos estudios me permitieron familiarizarme mucho con la metodología de los historiados, me  enseñaron a respetar mucho su trabajo y sus reglas... El caso es que, cuando empecé a escribir El corazón helado, decidí leerme un par de libros para documentarme sobre un par de cosas que no sabía, para refrescar un poco mi memoria y lo primero que descubrí es que no sabía nada. Esto es algo que pasa mucho en este país. Hay pocos países que tengan una historia contemporánea tan complicada como esta y casi ninguno donde la gente crea que lo sabe todo. A partir de ahí me enganché a la Historia Contemporánea de España como los niños se enganchan a los vídeos juegos. Empecé a leer sistemáticamente toda clase de materiales sobre la guerra, la postguerra, la república,... Vi todo el cine que pude ver sobre esa época, todas las fotos que pude,.... Hice una especie de inmersión. He estado diez años o más viviendo en una época que no era la mía y durante todo ese tiempo, me fui encontrando con una serie de historias que desde el principio me parecieron que prometían novela pero claro, en aquel momento yo estaba escribiendo una historia sobre el exilio, por lo que la postguerra en la misma novela no tenía cabida. De ese modo, fui coleccionando historias, las fui apuntando en un cuaderno y por pura casualidad y también por puro afán de saber, fui ampliando las que me interesaron más pero sin tener intención de escribir nada al respecto. 

Cuando acabé El corazón helado me quedé como muy parada, sin saber qué escribir. Estuve año y medio dando bandazos sin saber muy bien qué hacer y de repente comprendí que lo que tenía que hacer era escribir novelas con todas esas historias, relatos que ya existían. Ellas fueron las que me eligieron a mí y no yo a ellas. Con toda la documentación recopilada y colocada encima de una mesa, me di cuenta de que me salían seis novelas que me permitían recorrer veinticinco años de la postguerra.

Hay muchas historias que se me han quedado fuera, muchas que no puedo contar y otras que no me han encajado en ningún sitio y mira que lo he intentado. Por ejemplo la muerte de Ramón Franco he procurado meterla en todas las novelas porque es una muerte fascinante y no he podido, la fuga de la cárcel de San Cristóbal en Pamplona tampoco he podido,... 

M.G.- Es que hay muchísima materia como mucha materia hay también en tu libro. Fíjate, Almudena, que la sinopsis que acompaña a la novela es una mínima parte de todo lo que cuentas. Hay muchas más historias al margen de la de Manolita.

A.G.- Sí, esta novela es muy densa. Además tiene una estructura peculiar, distinta a los dos episodios primeros, pero más parecida a la de El corazón helado. Los capítulos impares cuentan la historia de la protagonista en primera persona y los capítulos pares son como retratos, como mini novelas de cada uno de los personajes secundarios, y claro, cada uno de esos personajes tiene una propia historia, vienen de un sitio, han tenido experiencias,... Yo lo cuento aquí porque eso es lo que explica cómo son y por qué intervienen de una forma tan decisiva en la historia de Manolita. Pero todo esto multiplica mucho la dificultad del libro. A mí es que me gusta escribir libros difíciles, con más de un eje y aunque pueda disfrutar mucho de una novela lineal, no me gusta escribirlas. Me gusta mucho más complicarme la vida.

M.G.- Eso te iba a decir, que te las has complicado muchísimo. Sin embargo, el lector creo que lo agradece porque hay mucho donde mirar. Sales de una historia y te metes en otra. Me ha parecido fascinante.

A.G.- Me gusta complicarlo, sí. Además es que yo no me puedo aburrir escribiendo porque, si me aburro yo, se aburren los lectores seguro. Hace años descubrí que la forma de escribir de cada escritor tiene que ver con la manera en la que está organizada su cerebro. Yo no soy nada rápida, yo no soy la que descubre primero la línea más corta entre los puntos A y B, pero te aseguro que cuando llego a B, he estado en G, en H, en I, en M,... Pienso como en espiral y por eso me gustan este tipo de estructuras.

M.G.- Son más interesantes sí. Después de leer tu novela y de investigar un poquito me doy cuenta que la ficción que tú creas tiene puntales reales, como la historia de Isabel Perales, el cura de Porlier, el Orejas,...(Os contaré detalles en la reseña).

A.G.- Sí, esta novela, como todas las de la serie, y por eso se llaman episodios porque siguen un poco la tradición de los Episodios Nacionales de Galdós, recogen hechos reales que yo uso como marcos para meter dentro una historia de ficción. Los personajes reales interactúan dentro de la novela con los personajes de ficción constantemente. Es el modelo de Galdós, él ya lo inventó todo. Es muy curioso como periódicamente se inventa la no ficción en el mundo, y especialmente en este país, cuando resulta que ya hubo un señor que hizo esto en 1900 y lo que yo hago es copiar ese modelo.

Pero mira yo soy ante todo escritora, tengo un compromiso con la literatura y mi obligación es escribir buenos libros y para eso, es fundamental que el escritor se sienta libre pero en una novela como esta hay que guardar un equilibrio entre la libertad y la lealtad a la realidad. Y fíjate que digo lealtad y no fidelidad. La función de un novelista no es ser neutral. Además pienso que la objetividad es una quimera y que los historiadores saben que la objetividad no existe porque escribir es mirar al mundo y contar lo que uno ve y no le puedes pedir a nadie que renuncie a ser él mismo, a tener su concepto del bien y el mal, de lo justo y de lo injusto cuando se sienta a escribir. No tiene sentido. Además, es que ni siquiera es honesto pedir algo de este tipo. Así que, en una novela como esta, la lealtad consiste en no manipular, no mentir directamente. Yo he elegido un punto de vista para contar esta historia, mi elección es legítima, y la cuento desde el punto de vista de los que perdieron la guerra. Podía haberlo contado desde el lado de los vencedores pero yo elijo desde donde lo cuento y lo que cuento. Mi obligación es no distorsionarlo ni manipular. Todo esto es lo más fascinante de este trabajo. Me lo paso muy bien escribiendo, muy bien documentando los libros y es un trabajo muy difícil pero muy emocionante. Merece mucho la pena.

M.G.- Comentabas antes que te gusta mucho complicarte la vida y te la complicas tanto que metes en una misma novela a más de una centena de personajes. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo los manejas?

A.G.- Bueno, porque los tengo a todos en la cabeza. Juan Marsé dice que para escribir novelas hace falta tener mucha memoria y ser muy cotilla. 

M.G.- En este caso hace falta un memorión.




A.G.- Bueno, solamente con la memoria puedes escribir tu vida y lo mismo resulta muy aburrida, pero si eres cotilla e indagas en la vida de los demás necesitas de la memoria para acordarte de dónde has almacenado todos los cotilleos. En mi caso, es que tengo mucha memoria, por eso escribo novelas tan largas. 

Una de las cosas que más me gustó de este proyecto, de resucitar el espíritu de Galdós y sus episodios, es lo de compartir personajes.

M.G.- Esta cuestión me gustaría recogerla más adelante.

A.G.- Estas son novelas independientes que empiezan y terminan pero comparten un mismo espíritu, se ordenan de una forma coherente en una secuencia cronológica, que va de un punto a otro, y además comparten personajes. En este proyecto es fundamental para mí controlar los personajes, saber dónde los voy a meter y dónde los voy a colocar en cada momento, entonces es algo a lo que le presto mucha atención. Mi forma de escribir consiste en resolver las novelas en un cuaderno antes de empezar a escribir propiamente. Antes me cuento a mí misma la historia, me cuento cómo son los personajes, hago estructuras,... y el cuaderno siempre lo tengo encima de la mesa pero no lo miro, porque me acuerdo de todo. 

M.G.- En esta novela le haces un guiño a los personajes de los anteriores episodios y en esta ya nos adelantas algunos que aparecerán en el siguiente que creo que aún no has empezado a escribir. Tengo entendido que comienzas este verano, ¿no?

A.G.- Sí, pero ya tengo un cuaderno.

M.G.- Ya lo tienes todo claro entonces ¿no?

A.G.- Todo, todo no, pero tengo resuelto bastante del argumento. 

En este caso, introducir algunos de los personajes fue más bien una casualidad. Desde el principio ese personaje estaba ahí porque es el marido de Rita, la mejor amiga de Manolita, un personaje secundario que va a ser muy importante en esta, en la siguiente y en la quinta novela. Ella se casará con el protagonista de la cuarta. Se me ocurrió incluirlo porque, al final de la novela, que es un como un aquelarre al que llegan todos a llorar pero terminan emborrachándose y riéndose mucho, me di cuenta que sin tocar nada quedaba el último, así que decidí incluirlo en esa lista final de personajes

M.G.- Almudena, dos voces narrativas. Manolita habla en primera persona y el resto en tercera. ¿Por qué ese baile?

A.G.- Esto ya lo hice en El corazón helado, que como dije estructuralmente es la más parecida a esta última. Yo soy escritora en primera pero la primera persona tiene ventajas e inconvenientes. Implica un alineamiento sentimental e ideológico con el personaje que a veces conviene y a veces no. En esta novela, la historia de Manolita la cuento en primera y con otros personajes, con los que no me puedo permitir ninguna alineación como me ocurre con el Orejas, pues lo cuento en tercera. Además creo que, contar la historia de un personaje como la Palmera, tan tremenda por ser homosexual en la España de la postguerra, es mucho más fuerte contarlo en tercera persona, desde la distancia, algo que no me permite la primera. Normalmente, este tipo de cosas las decido en función de la rentabilidad narrativa y es algo que pienso con antelación, antes de escribir la primera palabra. 

M.G.- Y otra curiosidad que tengo es la siguiente. Hay personajes que los presentas por primera vez con su nombre y sus dos apellidos, y luego, cuando ya los conocemos, vuelves a mencionarlos con su nombre y sus dos apellidos. No sé si existe un motivo para esto.

A.G.- Me gusta mucho escribir nombre y dos apellidos porque los españoles tenemos nombre y dos apellidos. Esto es algo que nos diferencia a los que hablamos español, a los españoles y a los latinoamericanos, del resto de la humanidad. Crear un personaje con su nombre y sus dos apellidos le da como una solemnidad al texto que a veces es útil porque es sonora y queda bien. Pero son cosas que no sé muy bien por qué lo hago, por solemnidad o algo así.

M.G.- Bueno y totalmente alucinada me has dejado cuando narras  escenas yuxtapuestas, cuando describes una escena y la mezclas con las que ocurren alrededor de los personajes o bien cuando cuentas una escena desde varios puntos de vista.

A.G.- Eso me gusta mucho. Me gusta mucho yuxtaponer texto. Eso es un rasgo de estilo mío desde mis primeras novelas. Me encanta hacerlo. Para mí es muy interesante, por ejemplo cuando Manolita está lavando el traje de Jacinta y oye a los niños jugando al escondite para llegar al «Por mí y por todos mis compañeros», que es al fin y al cabo lo que justifica su cambio, el que se produce desde la señorita «Conmigo No Contéis» hasta lo que llega a convertirse al final.

La yuxtaposición más brillante del libro, la que más me gusta, es la de Robisón Crusoe, cuando Manolita y Silverio están hablando sobre cómo va a ser la casa y se menciona ese episodio de Crusoe que me gusta tanto y que me emociona tanto, el del grano de trigo que cae por casualidad. En fin, que me gusta mucho. Me complico la vida y también es muy complicado que suene. A veces me tiro días dándole vueltas, como si puliera un canto rodado,...

M.G.- Pero al final le das como tridimensionalidad a la escena. Colocas al lector en medio y estamos rodeados de todo lo que a su vez rodea al protagonista.

A.G.- Bueno, es que es verdad que la postmodernidad literaria, aunque algunos críticos de periódicos no se enteran, consiste, como todo el mundo sabe, en la recuperación de la narratividad y la recuperación de los géneros clásicos, y no hacemos más que incorporar el bagaje literario del siglo XX. Y en ese sentido, romper texto me encanta. No lo puedo hacer constantemente porque no soy una escritora de los años 70 y porque no me interesa pero, que los hechos de conciencia se desdoblen hasta impregnar la realidad, eso siempre me ha gustado mucho.

M.G.- Pues Almudena, ya llegamos a la última pregunta. Mira, a mi me gusta mucho el cine y al margen de leer algunos libros tuyos, he visto sus adaptaciones al cine y siempre me gusta preguntar a los autores cuyos libros han sido llevados a la gran pantalla qué opinión les merece. 

A.G.- Pues mira, yo creo que no se debe hablar de cine y literatura. Se debe hablar de películas y de novelas. A mí me han hecho seis películas, de las cuales dos me gustan, tres no me gustan pero bueno... y una me horroriza. Hay tantas posibilidades como películas. Yo siempre me he dejado adaptar al cine porque a mí me parece que es muy incompresible y muy antipático que alguien quiera trabajar en una cosa tuya y le digas que no. Y a partir de ahí siempre recuerdo una frase genial de Benavente, que era un señor muy elegante y que cuando le llamaban a su casa para pedirle derechos para hacer una película, contestaba muy educadamente «Ah, muy bien pero dígame una cosa. ¿Cuánto me van a pagar por los destrozos?» Y se quedaba tan tranquilo. Me parece que es la postura más inteligente frente a las adaptaciones.

Cuando sale una película mía, durante los tres primeros meses o no hablo o hablo bien si me ha gustado, pero cuando sale de las salas y la ha comprado Canal + y tal, es cuando digo realmente lo que me parece. A mí Castillos de cartón fue una película que me hizo muchísimo daño y que cambió mi relación con el cine, hasta el punto de que nunca más volveré a venderle una novela a un productor. Se la venderé a un director, incluso a un actor, pero a un productor no, porque yo escribí una novela sobre los años 80 y sobre la experiencia de vivir el exceso sin culpa y me hicieron una película sobre el pecado. Y no, eso no. Y todo fue porque me la compró un productor. La película la iba a hacer al principio Urbizu, luego no pudo, la hizo otro y no, no me gustó nada. 

M.G.- Cosas que ocurren. Bueno, Almudena. Lo dejamos aquí. Vamos a dejarte descansar que sabemos que llevas un ritmo duro. Te damos las gracias por esta entrevista tan entretenida. Para nosotros ha sido un placer.

A.G.- Gracias a vosotros.





Y esto es lo que nos contó Almudena Grandes. Releyendo la entrevista y pensando en la novela me doy cuenta de la cantidad de preguntas que se me han quedado en el tintero y es que el argumento de Las tres bodas de Manolita tiene tantos derroteros que es imposible abarcarlos todos en un único encuentro.

A la entrevista también asistió Fesaro de Libros en el petate. Las respuestas a las preguntas que él le formuló las puedes encontrar en su blogEspero que os haya gustado conocer un poco más a Almudena Grandes. Para mi fue todo un lujo.



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