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ENTREVISTA a NACHO ARES (El sueño de los faraones).

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 Autor

Nacho Ares nació en León en 1970. Es licenciado con grado en Historia Antigua por la Universidad de Valladolid y certificado en egiptología por The University of Manchester. Ha dedicado su tiempo a la investigación y a la divulgación de temas históricos relacionados con el Antiguo Egipto. Fue director de la prestigiosa Revista de Arqueología, publicación pionera en nuestro país durante casi tres décadas en todo lo referente a este campo. 

Nacho Ares es también director del programa SER Historia de la Cadena SER y reportero del espacio Cuarto Milenio de Cuatro Televisión.

Hasta la fecha ha publicado una docena de libros sobre la cultura egipcia que se han convertido en obras de referencia para miles de lectores en España e Iberoamérica. La tumba perdida (Grijalbo, 2012), su primera novela ambientada en Egipto, fue muy bien recibida por la crítica especializada y por los lectores.

Sinopsis

Nadie debe profanar el sueño de los faraones...

El epiptólogo Émile Brugsch intenta averiguar la procedencia de algunos objetos valiosos que han aparecido en las tiendas de antigüedades de Luxor. Su instinto le dice que, detrás de esos objetos que se venden como recuerdos a los turistas, subyace una tupida red de traficantes que actúa sin el menor escrúpulo amparada por unas autoridades locales corruptas.

Lo que tanto Brugsch como los ladrones de tumbas ignoran es que ese lugar, que está siendo saqueado sin piedad, también esconde la prueba de algo que sucedió muchos siglos atrás, cuando los faraones gobernaban Egipto: una terrible historia marcada por la codicia, la traición y la más cruel de las venganzas.

Una aventura que recrea uno de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XIX al tiempo que nos sumerge en las apasionantes intrigas cortesanas del antiguo Egipto.


[Información facilitada por la editorial]



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Egipto. Un país fascinante. Una cultura milenaria. ¿Cuánto se ha escrito sobre Egipto? ¿Cuántas de sus historias han sido llevadas al cine? Hoy os presento la entrevista que mantuve días atrás con Nacho Ares, un egiptólogo, enamorado de un país bajo cuyas arenas se esconden secretos antiguos. Nacho Ares lleva con su nueva novela El sueño de los faraones, una historia basada en uno de los mayores hallazgos del siglo XIX, Deir el - Bahari.Esto es lo que nos contó: 

Marisa G.- Buenas tardes Nacho. Estoy a punto de terminar tu libro, me faltan unas cien páginas.

Nacho A.- Tranquila, tranquila.

M.G.- En la biografía figura que estudiaste Historia Antigua y tienes un certificado en egiptología por The University of Manchester. Lo me gustaría saber es de dónde te viene esta pasión por la arqueología y por el Antiguo Egipto.

N.A.- Pues realizando un trabajo sobre la tumba de Tutankamon con trece años leí un libro fascinante titulado «Dioses, Tumbas y Sabios» de C.W. Ceram. Es una historia de la arqueología del año 54 o 55. Se sigue reeditando en la actualidad. Creo que se habrán vendido unos cuantos millones de libros en todo el mundo. Con la lectura de ese libro quedé prendado de la historia de la arqueología egipcia, babilonia, americana. Yo hasta entonces quería ser médico pero como suelo decir, cambié los vivos por los muertos o por las momias. Ese fue el comienzo.

M.G.- Era un trabajo para el colegio...

N.A.- Sí, sí, para el colegio.

M.G.- Y lees este libro y te quedas pillado.




N.A.- Enganchadísimo a la historia de Howard Carter descubriendo la tumba de Tutankamon, a la historia del descubrimiento de la tumba de Deir el - Bahari que cuenta Ceram en el libro y de la que va la novela. Ahí conocí un poco la historia.

M.G.- Supongo que habrás viajado mucho a Egipto, que la habrás visitado más de una vez y de dos y de tres,... ¿qué es lo más impresionante que has visto por allí?

N.A.- Al principio me llamó mucho la atención y me la sigue llamando el mundo arqueológico, el mundo faraónico. Ahora cada vez más porque voy cada dos o tres meses, tanto es así que ya incluso tengo casa en El Cairo. Lo que más me llama la atención es el Egipto contemporáneo y ese salto en el tiempo que hay, de tres mil o cuatro mil años al pasado. Es un perfil de contrastes tan grande que lo convierte en algo muy atractivo. Salir de una tumba en la que parece que estás en el siglo XV antes de Cristo, en una época idílica o por lo menos nosotros la hemos hecho idílica y sales a la luz del sol y ves una Mezquita, otros sonidos, otros paisajes,...

M.G.- La mezcla de lo antiguo con lo más actual.

N.A.- Sí, esa mezcla o más que mezcla contraste porque, aunque en ocasiones chirrían, esta todo perfectamente equilibrado.

M.G.- Tu novela está basada en hechos reales. Para los que no han leído tu novela, cuéntanos de qué trata el libro.

N.A.- El sueño de los faraones cuenta el descubrimiento un «cache»  de momias reales, un escondite que apareció en el año 1881 en Luxor. Es una historia absolutamente real y nos retrotrae en el tiempo hacia el año mil antes de nuestra era que fue cuando fueron depositadas las momias en el lugar, unas momias que pertenecían a faraones, a reinas, a altos sacerdotes, a miembros de la familia real,... La historia del hallazgo es alucinante, que comienza de forma casual con el descubrimiento de un pozo que lleva a un pasillo...

M.G.- Entonces la forma en la que tú describes cómo se encontró esa tumba es real. Ese pastor que pierde una cabra porque cae en un agujero... ¿Todo eso es real?

N.A.- Sí, sí,... A ver, la fecha exacta en la que apareció el «cache» no es conocida. Yo pongo la fecha de 1874 pero eso es porque hay que elegir un momento. Pero sí se cree que fue por esa época porque a partir de esa fecha es cuando empiezan a aparecer en el mercado de antigüedades una serie de piezas que se sabe que vienen de ahí. 

El pastor Ahmed Abderrasul lo que hace es encontrar en una galería de casi setenta metros de profundidad con dos niveles, unos cuarenta ataúdes de todos los periodos más importantes de la historia de Egipto. Lógicamente él no sabe jeroglíficos y es ignorante de lo que allí hay. Empieza a sacar pequeños objetos como los «ushebtis» que son las figuras funerarias que representan al difundo en el Más Allá, papiros, pequeños amuletos, en ocasiones alguna momia,... En definitiva son objetos que cualquier turista se podía llevar como recuerdo. Hay que pensar que en aquella época, a finales del siglo XIX, la venta de antigüedades estaba permitida, al igual que en el siglo XX hasta casi 1983 en Egipto...

M.G.- Pero permitida por los cauces legales, ¿no?

N.A.- Sí, sí,... Lo que llamó la atención a los arqueólogos es la presencia de una serie de piezas con nombres como Henut-taui, Pinedjem,... en el mercado de antigüedades, reinas y personajes importantes de los que no se tenía noticia de ninguna tumba y claro se preguntaron de dónde venían esas piezas que pertenecían al mismo periodo histórico, la Dinastía XXI en el año 969 o 1000 años de Cristo. Acertadamente ellos sospechan que todo esto es producto del saqueo de una nueva tumba o de una necrópolis de este periodo que ha aparecido en algún lugar de Luxor o los alrededores y ahí comienza la historia. Totalmente real.

M.G.-¿Y los personajes también son reales entonces?

N.A.- Todos, todos, son reales, salvo dos o tres. Al final del libro, en el epílogo explico qué detalles son reales y los que no, las opciones históricas por las que yo me he decantado, las otras posibilidades barajadas también en la egiptología. En esas páginas aclaro el trasfondo o el escenario en el que se desarrolla la novela.

M.G.- Y tú como arqueólogo y apasionado de este mundo, imagino que el mayor sueño será encontrar una nueva tumba, vivir un poco la experiencia que vivió Ahmed, no para saquear pero sí para descubrir.

Jean - François Champollion
N.A.- Sí, claro. Yo siempre me he movido un poco en el mundo de la divulgación, de los medios,... pero tengo compañeros que se dedican a la excavación y eso es muy emocionante. Ver cómo se abre una pared nueva o hallar un amuleto, un «ushebti»,... piezas que no ha visto nadie antes desde hace tres mil o cuatro mil años. Eso es bastante apasionante. Es una disciplina relativamente joven porque la egiptología nace en 1822 cuando Champollion descifra los jeroglíficos pero cada vez tiene más adeptos y sobre todo un campo de trabajo muy amplio. Se calcula que es aproximadamente un tercio lo que se conoce del patrimonio faraónico. Es un poco absurdo hacer números en este sentido pero es más o menos lo que se piensa. 

M.G.- ¿Y todas esas excavaciones reciben buen respaldo por parte de las instituciones o el gobierno?

N.A.- Sí. Para conseguir un permiso para excavar en Egipto tienes que presentar un proyecto, que normalmente está respaldado por instituciones académicas, universitarias, o privadas. Si todo está claro normalmente el gobierno egipcio lo aprueba. El equipo se traslada al lugar elegido y trabaja por temporadas. Cada temporada suele ser de cuatro o cinco semanas y por norma general se trabaja un par de temporadas. Luego, el resto del año, se dedican a trabajo de gabinete, de estudio durante el cual fotografías, analizas,... los objetos que has ido descubriendo.


M.G.- Pero estos trabajos son sobre tumbas ya descubiertas pero imagínate que un arqueólogo quiere excavar sobre un terreno virgen, ¿qué criterios sigue para elegir un punto exacto? ¿Cómo puede intuir que en una zona concreta hay algo?

Myriam Seco
N.A.- Tiene que existir algún tipo de evidencias de que allí hay algo y explicarlas en el proyecto que presentas al gobierno para que te de la autorización para excavar. El gobierno egipcio se decanta más por dar permisos para restaurar y consolidar que no para nuevas excavaciones. Hay tanto por conservar y restaurar que interesa salvaguardar lo que se tiene que no estar sacando de la arena nuevas cosas. Por ejemplo, una egiptóloga sevillana, Myriam Seco, esta excavando en el templo de Tutmosis III en Luxor y su proyecto es restaurar y limpiar los patios del templo, pero claro, al hacer eso, inmediatamente te van a aparecer tumbas, partes del mismo templo del que no se tenía noticias, tumbas reutilizadas, estatuas,... Cuando un arqueólogo presenta el proyecto, todo esto ni lo sospecha.

M.G.- Para documentarte para esta novela no sé si hay mucho escrito sobre el hallazgo que tú cuentas en el libro... ¿Cómo te has documentado?

N.A.- Lo que es la parte arqueológica, la del siglo XIX, la conozco bastante bien y he leído las publicaciones de los protagonistas, de Émile Brugsch, de Maspero. Lo que más me ha costado es recrear el otro hilo temporal, el mundo faraónico del Tercer Periodo Intermedio, la Dinastía XXI, una época de crisis, decadencia, corrupción y envidias... Todo lo que se cuenta en la novela es absolutamente verdad y es una etapa de la historia muy poco documentada. He tenido que buscar aquí y allá para dar con los mimbres suficientes que me han permitido escribir la historia. Pero vamos, tampoco es una cosa complicada si sabes por dónde moverte.


M.G.- Hay dos líneas temporales, como has dejado entrever: una parte que se desarrolla en el año 969 antes de nuestra era y otra en 1880 en adelante,... En el año 969 el sumo sacerdote del clero de Amón, Pinedjem anda muy preocupado porque sabe que están saqueando las moradas de eternidad de sus ancestros y él teme que, con la muerte tan cercana, le ocurra lo mismo. 


N.A.- El problema era real y tal que así. Conservamos papiros como el papiro Abbott y otros  que nos hablan de los juicios contra ladrones de tumbas en aquella época. Paykamén, Beki, Nesumontu, los ladrones que aparecen en la novela son los mismos que aparecen en esos papiros, con los mismos cargos que desempeñaban en el templo, etc... Eran sacerdotes corruptos. El miedo que tenía el alto clero, como Pinedjem, era que le sucediera lo que mismo que a los grandes faraones, los que habían construido el gran imperio egipcio. 


M.G.- Saqueos en el pasado, tanto en el año 1000 antes de nuestra era como en el siglo XIX. ¿Estos saqueos se siguen produciendo? ¿Sigue existiendo mercado negro?


N.A.- Sí, sí, totalmente. Hay saqueos y piezas que se venden en el mercado negro todavía.


M.G.- ¿Y esto no es controlable?


N.A.- Es muy difícil de controlar. Además es que ni ellos quieren controlarlo. Cuando aparece en Sotheby's en Estados Unidos o en Londres una estatua de dos metros de alto que se descubre que ha salido de manera ilegal de Egipto, te das cuenta que el que ha hecho la vista gorda no es solo el que ha comprado la pieza. Estará comprada de forma legal pero los egipcios la han sacado de manera ilegal del país. Está claro que es más fácil trapichear con piezas pequeñas, como los 
«ushebtis» que tienen diez o doce centímetros, aunque los hay también de cuarenta,... Se trapicheaba en el siglo XIX y se sigue trapicheando en la actualidad. Es muy difícil... y también muy arriesgado comprar antigüedades en Egipto. Pero es lo mismo que aquí, está prohibido comprar patrimonio arqueológico en España pero tú montas una feria de arqueología como Feriarte en Madrid y te viene un arqueólogo suizo que tiene exvotos ibéricos que puedes comprar porque vienen de fuera del país... Es todo muy absurdo. El problema radica en la ley de mecenazgo que tenemos en España que es muy restrictiva y no da pie absolutamente a nada. Yo estoy a favor del coleccionismo privado porque tampoco pasa nada. Las piezas de los grandes museos no las han comprado los estados sino que proceden de colecciones privadas que han sido donadas a los grandes museos. La pinacoteca del Prado no es del Estado, es de Felipe II, de Felipe IV,... 


M.G.- Vaya mundo... En este tráfico habrá muchos intermediarios y todos se llevarán algo, imagino.


N.A.- Es un mercado muy goloso. Creo que, después del de armas, es el segundo más fructífero del mundo. Con eso te lo digo todo.


M.G.- Los antiguos egipcios tenían una concepción de la muerte muy arraigada, la tenían siempre muy presente y le daban mucha importancia a ese traspaso al otro mundo. ¿Por qué tenían esa visión de la muerte?


N.A.- Una cosa es la forma de pensar de la religión estandarizada y otra cosa es lo que piensa la gente realmente. Nosotros tendemos a idealizar en demasía la imagen de los egipcios casi levitando por las aguas del Nilo pensando que van a acudir al juicio de Osiris y demás. En la novela vemos perfectamente cómo la gente de la calle no pensaba así, les importaba tres pitos todo aquello y sabían que tenían que disfrutar la vida porque nadie había regresado del Más Allá para contarlo. Ellos mismos, en algunos textos, te dicen que disfrutes todo lo que puedas ahora que no sabes lo que hay más adelante. Es un poco irreverente para ellos pero también eran consciente de esa realidad.


De todos modos, sí que es cierto que en el Antiguo Egipto, el concepto de la muerte estaba muy estructurado, muy pensado,... Los textos funerarios te describen con muchísimo detalle cómo era ese viaje, la geografía,... El detallismo de textos como el Libro de los Muertos es alucinante. Obviamente eran todo creencias porque nadie tenía constancia de que eso fuera así pero de todos modos, aquello caló en la tradición popular. Pasó igual que ocurre hoy, que hay gente que no cree pero terminan enterrándote en un cementerio con una cruz, y te rezan,... En definitiva es un poco el apego a ese último halo... 


M.G.- Pero es curioso cuando describes los 
«ushebtis», unas figuras que se colocaban junto al muerto y que se suponen que iban a trabajar por el difunto en el otro mundo. 


N.A.- Mira...


M.G.- ¿No me digas que llevas una?





N.A.- Bueno es una réplica.


M.G.- A ver...  Pero, ¿por qué se supone que el único trabajo que van a tener en el Más Allá es trabajar el campo?


N.A.- Claro. Mira, piensa que es una sociedad agrícola y ellos los que hacen es reflejar en el Más Allá todo lo que tienen aquí. ¿De qué viven ellos? Pues de la agricultura. ¿Cómo es el transporte en el Más Allá? Ellos no entendían otra cosa que no fuera ir en barca... Fíjate que tiene azadones para arar la tierra, y en la espalda lleva una mochila con las semillas.



M.G.- ¿Y estos signos?

N.A.- Seid Wsir, es decir, que resplandezca el Osiris de la reina Nesu Henut-taui. Henut-taui es el nombre de la reina.


M.G.- Y va siempre dentro de un óvalo.


N.A.- Sí, de un cartucho pero solo porque es una reina. Los nombres de personajes normales no se colocaban dentro de un cartucho. 


M.G.- ¿Y estas réplicas las venden allí?


N.A.- No, no. Esta la he mandado yo a hacer para enseñarla en la promoción del libro.


M.G.- Es muy bonita. Nacho, yo soy una ignorante de este mundo y lo poco que sé es a través del cine, en el que se ha explotado mucho temas como el Libro de los Muertos. En un principio pensé que era una leyenda pero no, ese libro existe realmente.


N.A.- Sí. Pero no es un libro como lo conocemos hoy sino que es un papiro. Es una recopilación de pasajes, de fórmulas mágicas, no son ni capítulos porque no tienen ni un orden establecido. Hemos sido nosotros los que hemos puesto algún tipo de orden. En ese papiro explica la manera de resolver los distintos problemas que se te pueden ir presentando en ese viaje al Más Allá.


M.G.- Una guía de viaje del otro mundo, vamos.


N.A.- Sí, sí, parecido. Es como un juego de ordenador, vas por un camino y vas recorriendo esa geografía del Más Allá y te dicen algo así como que vas a encontrar una puerta con un guardián y le tienes que decir tal cosa para que te abra la puerta. Luego te encontrarás una laguna de fuego y tal,... recitar este pasaje. Es muy curioso pero también muy divertido. Aparentemente es muy naïve pero con un trasfondo muy profundo.


M.G.- ¿Y quién escribió eso?


N.A.- No se sabe. Es producto de la evolución...


M.G.- ¿De la cultura popular?


N.A.- Sí, algo así hasta que alguien lo escribió.


M.G.- ¿Y dónde está?


N.A.- Hay infinidad de copias. Algunas se han copiado sobre el vendaje de las momias, sobre los ataúdes,... otros en las paredes de las tumbas. Creo que no hay ninguna versión, ni siquiera el papiro Ani que está en el Museo británico, que contenga todos los capítulos, alrededor de ciento cincuenta o ciento ochenta. El más conocido de todos es el pasaje ciento veinticinco que describe el juicio del alma. 




Entra el difunto delante del tribunal de Osiris y se le pesa el corazón en una balanza. En un plato está la pluma de la diosa Maat, la diosa de la verdad, del equilibrio, de la justicia y en el otro plato se coloca el corazón del difunto. Tienen que pesar lo mismo. El corazón nunca va a pesar menos que la pluma de la diosa. Pero si el corazón pesa más es que el difunto está cargado de pecados. Si lo piensas te das cuenta de que no ha cambiado absolutamente nada. Esta imaginería se utilizaba mucho en el románico. El juicio de las balanzas viene de ahí, es que está copiado,..


M.G.- La justicia se sigue representando como una mujer con una balanza.


N.A.- Exacto. Viene de ahí. 


M.G.- Pero cuando tú dices que son copias no te refieres a que hay un original y luego copias posteriores sino que todas son originales, ¿no?


N.A.- Sí, sí son todas originales solo que en algunas vas a encontrar solo el texto, en otras el texto y la viñeta, en otras solo las viñetas,...


M.G.- Egipto siempre ha reclamado sus tesoros. ¿Cómo siguen las relaciones entre el gobierno egipcio y todos esos museos que contienen piezas sacadas del país?


N.A.- Una cosa es lo que dicen los egipcios para su pueblo y otra cosa es lo que te dicen a ti por otro lado. Ellos saben que es imposible hacerse cargo de todo ese patrimonio.


M.G.- ¿Imposible, por qué?


N.A.- Porque es amplísimo. Tú vas al museo de El Cairo y te das cuenta de por qué los alemanes o los ingleses no dejan ni una sola pieza para una exposición temporal. Aquello es un almacén de antigüedades horrible.


M.G.- ¿Está todo manga por hombro?


N.A.- Claro. Los egipcios son conscientes de que son incapaces de abarcar y conservar todo ese patrimonio. Es más, no lo reconocen allí, pero a ti te dicen que la piedra Rosetta es por ejemplo el mejor embajador de Egipto fuera del país. 


M.G.- Entonces se puede decir que prefieren que las piezas estén en otros países, aunque lo digan con la boca chica.


N.A.- Sí, además saben que tienen todas las de perder. Esas piezas salieron todas de manera legal. No es decir que fueron saqueadas,... La única pieza que plantea problemas es el busto de Nefertiti pero el resto son todos o regalos del gobierno egipcio en el siglo XIX, como las quince mil piezas que le regaló a Federico Guillermo de Prusia que es la base del museo de Berlín o compras legales. 


M.G.- Nacho, nos queda poco tiempo. Esta no es tu primera novela sobre Egipto. Imagino que vas a seguir escribiendo más, ¿no?


N.A.- Sí, en eso estamos aunque todavía no me he puesto. Ahora estoy disfrutando de El sueño de los faraones.


M.G.- El libro está muy bien y el hecho de saber que está basado en una historia real le da más vidilla. 


N.A.- Le da otro aire sí.


M.G.- Nacho pues no me quedan más preguntas. Te agradezco esta conversación que hemos tenido y te deseo mucha suerte con la novela.


N.A.- Gracias.


Ya sabéis, si os apasiona Egipto y su ancestral cultura como a Nacho Ares, no os podéis perder su nueva novela, El sueño de los faraones, donde nos relata el descubrimiento de uno de los hallazgos más importante en el mundo de la epitología.



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