Christian Gálvez (Madrid, 1980) estudió Magisterio y Filología inglesa. Actualmente es uno de los rostros de Mediaset España, donde conduce con éxito el concurso cultural Pasapalabra desde hace siete años. Asimismo es el director de la productora 47 Ronin, S.L., empresa destinada a potenciar el talento de jóvenes promesas, y socio de Soul&Share, productora que desarrolla contenidos audiovisuales. Desde 2009 compagina su trabajo en televisión con su investigación sobre Leonardo da Vinci y vive a caballo entre Madrid y la Toscana. Sus conferencias sobre Leonardo son cada vez más demandadas.
Europa, siglo XIV. Mientras España, Francia e Inglaterra ultiman su unificación, los Estados italianos se ven envueltos en conflictos permanentes por culpa de la religión, el poder y el ansia de expansión territorial. Lo único que les une es el renacimiento cultural de las artes. En la Florencia de los Médici, epicentro de este despliegue artístico, una mano anónima acusa de sodomía a un joven y prometedor Leonardo da Vinci. Durante dos meses será interrogado y torturado hasta que la falta de pruebas lo ponga en libertad. Con la reputación dañada, Leonardo partirá hacia nuevos horizontes para demostrar su talento y apaciguar las secuelas psicológicas provocadas en prisión.
¿Quién lo acusó? ¿Con qué motivo? Mientras se debate entre evasión o venganza, Leonardo descubrirá que no todo es lo que parece cuando se trata de alcanzar el éxito.
[Información facilitada por la editorial]
Christian Gálvez, el conocido presentador de televisión, estuvo la semana pasada en Sevilla para presentar su novela Matar a Leonardo da Vinci, una lectura de la que he disfrutado porque me ha permitido conocer más a fondo la figura del artista del Renacimiento, pero además desde su lado más humano. Con él he viajado por Florencia, Roma, Milán, Barcelona y Amboise. Un viaje apasionante como lo fue su propia vida. Esto es lo que su autor nos contó:
Marisa G.- Christian tu rostro es muy conocido en el mundo televisivo. Fuiste reportero del mítico Caiga Quién Caiga, llevas siete años conduciendo Pasapalabra y donde más te he seguido es en el programa Tú si que vales. No tenía ni idea de que escribieras, de hecho este es tu cuarto libro. ¿Cómo te metes en todo esto de la literatura?
Christian G.- Por pasión. Creo en la multidisciplina, pienso que tengo algo que contar y lo hago desde la pasión.
M.G.- Y los anteriores libros, ¿de qué trataban?
C. G.- El primero recogía anécdotas del Caiga Quién Caiga, lo que la gente no veía durante los reportajes. El segundo, es un libro de historia en el que relato curiosidades y errores históricos. Y el tercer libro es sobre el punching, sobre cómo gestionar el talento a través de Leonardo da Vinci, digamos que trataría sobre los valores del Renacimiento y cómo aplicarlos en el siglo XXI. Con ello doy ahora conferencias en empresas. Y llegamos a esta novela.
M.G.- Esta novela, Matar a Leonardo da Vinci, la podríamos catalogar como ficción histórica, ¿verdad?
C.G.- Exacto.
M.G.- Christian, la gente de la calle cree que los que trabajáis en televisión, por ser una cara conocida, lo tenéis mucho más fácil a la hora de publicar. No sé qué piensas tú.
C.G.- Bueno, es una pregunta que me hace todo el mundo. Es verdad que ayuda mucho a publicar el primer libro, muchísimo, pero no un segundo, un tercero, ni un cuarto. El lector no es tonto. En este caso no estamos hablando de pulsar un botón u otro en un mando a distancia, aquí hay un esfuerzo económico, de gastarte veinte euros en un libro. Entonces, ¿que te ayuda el hecho de salir en televisión para tener ese primer contacto y publicar tu primer libro? Sí, y el que te diga lo contrario, miente. Pero que te ayuda para el segundo, el tercero y los demás, no. Además ocurre que si escribes y lo haces mal, porque no te has documentado y no has estudiado lo suficiente, algo que siempre se nota, el daño colateral en mi faceta televisiva es mucho mayor que el beneficio que me puede dar si el libro está bien escrito. Tienes que estar muy seguro de lo que vas a publicar. Si me pides que escriba un libro sobre Napoleón, pues no porque no he estudiado. Pero con Leonardo,...Sé que decir que soy experto en Leonardo suena soberbio y no es así, lo digo desde la más absoluta humildad. Experto porque me he dedicado muchos años a estudiar.
En definitiva, que para hablar de un libro y juzgarlo, primero hay que leerlo.
M.G.- Yo intento no emitir juicios de valor con antelación aunque a veces me traiciono. Me he equivocado muchas veces y después de leer tu libro, tengo que decir que me ha encantado y me ha recordado que es mejor no hablar antes de tiempo. Me ha sorprendido esta faceta tuya porque te tenía encasillado y ahora me descubres que eres capaz de escribir una historia tan bonita como esta.
C.G.- Gracias. Me gusta hablar con la gente que lo ha leído, ya sea para bien o para mal. Se nota mucho cuando tienes enfrente a alguien que se lo ha leído.
M.G.- Me lo he leído de pe a pa. Hasta los Agradecimientos.
C.G.- Muy bien, si están ahí para leerlos. Nunca sabes lo que te vas a encontrar.
M.G.- Eso mismo. Bueno, en tu novela, Matar a Leonardo da Vinci, tú reflejas tu pasión por este artista del Renacimiento, al que has estado estudiando durante cinco años. ¿Qué te impulsa a escribir un libro sobre su vida?
C.G.- He querido reinvidicar la multidisciplina en el siglo XXI, contar una historia de ficción inspirada en hechos reales sobre Leonardo y sobre todo presentar la personalidad de Leonardo da Vinci como fue. A nosotros se nos ha vendido que era un genio pero ni fue considerado como tal en su época ni él mismo se consideraba así. Él se creía muchas otras cosas, pero no genio. Para mí, la verdadera historia de Leonardo es que fue un hijo ilegítimo, iletrado, disléxico, bipolar, con déficit de atención que empezó a escribir sus cuadernos a los treinta años y murió a los sesenta y siete, y que a día de hoy, es la persona que más páginas ha escrito en la historia de la humanidad. Además fue el gran fracasado del Renacimiento.
M.G.- Precisamente quería preguntarte por esto porque he leído otras entrevistas en las que mencionas que Leonardo fue un gran fracasado. Me quedé perpleja. Bien es cierto que en tu libro señalas algunos errores que cometió...
C.G.- Muchos, muchos,... Muchos más que éxitos. Es que no estamos acostumbrados a enseñar a la gente al fracaso. Lo que enseñamos es a tener miedo al fracaso pero el fracaso no es otra cosa que el aprendizaje. Leonardo fracasó muchísimo pero fracasar no significa que no puedas conseguir el éxito. Para mí, las grandes pinturas de Leonardo son las mejores campañas de marketing de la Historia porque taparon todos sus fracasos. De cada diez fracasos tenía un éxito pero ese éxito era tan grande que eclipsaba todo lo demás. Si no hubiera fracasado no hubiera conseguido ese éxito.
M.G.- Hay un pasaje en el que recoges sus últimas palabras en su lecho de muerte. Pide perdón por no haber hecho un trabajo de calidad.
C.G.- Esa frase es literal. La última frase que dice Leonardo antes de morir es: Pido perdón a Dios y a los hombres porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido.Él mismo reconoce que ha fracasado, que ha perdido contra el tiempo. Y hoy lo consideramos una de las mentes más brillantes. Él no estaba satisfecho con su trabajo.
M.G.- No deja de ser curioso. Y en tu novela mezclas ficción con realidad. Hay algunas episodios que desconozco si son verdad o no. Por ejemplo, ¿es verdad que escribía de derecha a izquierda?
C.G.- Sí, eso es real. Hasta finales del siglo XIX o principios del XX no se supo que podías leer los escritos de Leonardo poniendo un espejo.
M.G.- ¿Y esto está escrito al revés? (Le muestro la ilustración de la página 166). Yo he intentando descifrar y no he sido capaz.
C.G.- Sí, sí, está al revés. De hecho lo primero que pone es Spagna. Mira...
M.G.- Ahora lo pillo sí. ¿Y esto lo hacía por ocultar sus conocimientos?
C.G.- A ver, eso es lo que nos han vendido. Leonardo no empieza escribiendo al revés por ocultar sus textos sino que lo hace porque era ilegítimo y por tanto iletrado. Al ser iletrado tuvo que ejercer la autoformación, aprender a través de la curiosidad. Luego, resulta que era zurdo y eso era síntoma de que no haber sido instruido en la educación reglada. Al escribir con la izquierda, ¿qué pasaba? Pues que se manchaba la manga y como era un poco pijo, comenzó a escribir de derecha a izquierda, para no mancharse. ¿Que luego derivó en el ocultismo de sus textos y demás? Sí, pero no empezó así. Lo hizo por cuestiones de estética. Pero bueno, que era capaz de escribir en las dos direcciones, y con las dos manos y dibujar con una y escribir con la otra a la vez.
M.G.- Pues ser capaz de hacer todo eso y no considerarse un genio...
C.G.- Es que hay dos tipos de genio. Los genios que nacen como tal, como Mozart que a los cinco años compone, y los genios que se hacen a sí mismo y Leonardo es un claro ejemplo de este último tipo de genio, como también lo era Miguel Ángel. Y es que la palabra genio tan solo designa a aquellas personas que son capaces de hacer cosas geniales, nada más... Pero es que tú también puedes hacer entrevistas geniales.
M.G.- Eso espero... Y relatas otro episodio de su vida que lo marca para toda la vida. Lo acusaron de sodomía y lo sometieron a un castigo horrible, lo que se denominó la cuna de Judas.
C.G.- Sí. Leonardo es acusado de sodomía con veinticuatro años y durante dos meses lo tienen encerrado en lo que hoy es el Museo del Bargello en Florencia pero que antes era el Palacio de la Justicia. Allí, le torturan, le interrogan y el día del juicio ni hubo pruebas ni nadie se presentó en su contra por lo que lo dejan en libertad. A partir de ahí pasa algo desde el punto de vista físico y psicológico. Desde los veinticuatro años hasta los sesenta y siete que muere, Leonardo practica el celibato. Me río mucho cuando se dice que era homosexual.
M.G.- Es que eso es lo que se recoge en muchos libros.
C.G.- Bueno, en cualquier caso tampoco sería malo.
M.G.- No, no, por supuesto. De hecho él lo veía en su taller y no le daba mayor importancia.
C.G.- Claro, no lo veía mal. Pero, ojo, si hablamos de Leonardo desde un punto de vista platónico, podemos hablar de un Leonardo heterosexual u homosexual. Pero desde un punto de vista físico, Leonardo practicó el celibato. El problema es que para escribir su biografía no hay que leer sobre Leonardo sino leer a Leonardo. Son dos cosas muy distintas que pueden conducir a error. Cuando lees a Leonardo te das cuenta de que le pasó algo. ¿Por qué entre sus escritos ves dibujos de penes? ¿Por qué, cuando estudia anatomía, lo que más disecciona son penes? Porque practicó el celibato durante toda su vida.
M.G.- Pues fíjate que su apariencia, al menos como tú lo describes, encajaba con la de un hombre apuesto y muy atractivo que seguro que podía haber tenido mucho éxito con las mujeres.
C.G.- Pero no lo describo yo. Hay dos biografías, una coetánea que no se sabe quién es el autor y que describe a un Leonardo físicamente. Y luego, años después, está la de Giorgio Vasari, que es el gran biógrafo del Renacimiento italiano. Vasari no fue coetáneo de Leonardo pero sí de Miguel Ángel y recibió muchísima tradición oral. Todos lo describen igual. Alto, fuerte, guapo, atlético,... Siendo así, yo me pregunto, ¿qué tiene que pasar en la cárcel para que psicológicamente se quede afectado y físicamente también desde el punto de vista del apetito sexual? Me pongo a investigar los instrumentos de tortura de la época y me encuentro con la cuna de Judas que se utilizaba en la Florencia del Renacimiento.
M.G.- A mí ese pasaje me dolió casi físicamente. Y otro episodio más que no sé si es ficción o realidad...
C.G.- Pues si no lo tienes claro ahí radica mi éxito como escritor.
M.G.- Es que no tengo ni idea pero claro con Leonardo casi me espero cualquier cosa. Me refiero a la conspiración de los Pazzi cuando atacan a la familia Médici, la manera en que Leonardo salva a Lorenzo de Médici, ¿eso es real?
C.G.- Te lo cuento a ti pero no lo pongas en la entrevista para no descubrir pistas.
M.G.- Vale, vale.(Y me lo contó. Cómo se documentó, qué cálculos realizó, cómo construyó ese episodio pero no os lo puedo contar. Tan solo os diré que lo estudió todo al milímetro, algo que un lector agradece muchísimo porque se aprecia un auténtico trabajo anterior).
Christian, en tu novela presentas a Leonardo desde un punto de vista más personal que artístico, ¿crees que era justo y necesario?
C.G.- Sí. Mira yo estudié Magisterio, estudié Historia del Arte y me enseñaron que Leonardo fue un pintor del Renacimiento que pintó La Gioconda y no es totalmente verdad. Leonardo no era pintor. Era otras muchas cosas más y si pintaba lo hacía porque tenía que ganar dinero para poder vivir pero no quería pintar, o al menos, no quería pintar lo que le encargaban. Por eso la mitad de sus obras se perdieron inconclusas.
M.G.- Él estaba entonces más interesado en otras áreas, incluso en la cocina.
C.G.- En todo, en la polimatía. Es decir, saber todo de todo. Leonardo era un claro ejemplo de una inteligencia expansiva. Hay dos tipos de inteligencia, la concentrada y la expansiva. La primera es cuando uno sabe de muchas cosas pero se dedica a una sola pero cuando coge una rama del saber la enfoca siempre en la misma dirección. Pero Leonardo era todo lo contrario. Lo que buscaba era la sincronía entre conocimientos. Él estudiaba los movimientos del agua para poder pintar mejor el pelo porque sabía que había una conexión. De hecho, cuando estudiaba anatomía comparaba el cuerpo humano con la tierra y para él los ríos eran las venas. Buscaba una relación porque realmente estamos sincronizados.
M.G.- Y retomando lo que te decía antes de su interés por la cocina. Él quiere montar como un restaurante con Botticelli,...
C.G.- Eso es verdad. Es que Leonardo inventó la nouvelle cuisine y yo eso no se lo he oído decir a nadie en ningún programa de cocina. ¡Y fracasó! Porque en una Florencia del siglo XV, donde se come todavía con los resquicios de la Edad Media, ya te imaginas como se comía entonces, donde el plato principal es el bistec alla fiorentina, es decir, kilo y medio de carne, llega Leonardo y te pone una endivia con la primera deconstrucción del huevo y lo mandas a tomar por saco. Fracasó. Pero además resulta que la primera empresa de catering de la Historia es de Leonardo, cuando prepara el banquete para la boda de Ludovico Sforza con Beatrice d'Este, y también fracasó.
M.G.- ¡Qué bueno ese pasaje!
C.G.- Pues eso no se cuenta. No se cuenta nada sobre la tarta más grande del mundo y es maravilloso. ¿Por qué no se cuenta? Pues porque fracasó y después presenta La ultima cena, la mejor campaña de marketing de la Historia del Arte. Lo importante no es si está María Magdalena en esa pintura. Lo importante es por qué pinta eso, dónde, cuándo y cómo lo presenta. Todo después del episodio de la tarta, algo que es real y que nadie lo sabe.
M.G.- Tengo que confesarte que a mí me ha dado mucha pena de Leonardo. En tu novela siempre está perseguido por unos o por otros, incluso al final él se queja de toda una vida de persecución, de huidas... No sé si todo esto es real o no.
C.G.- Eso no es real pero lo que intento plasmar ficcionando esa persecución es lo que Leonardo sintió en vida y que mucha gente puede llegar a sentir ahora. Me refiero a que lo extraordinario resulta peligroso o molesto. Yo lo que hago es personificar esa molestia. ¿Por qué lo que se sale de una línea establecida, de una educación reglada, no puede brillar? Es un alegato en favor de la multidisciplina.
M.G.- No puede brillar porque el ser humano, y más en España, es muy envidioso.
C.G.- Es el deporte nacional. Pero vemos a un actor americano que canta, baila, actúa, produce, escribe y elige al director y alucinamos. Sin embargo, de un actor español siempre decimos que hace el mismo papel. Vale y también Anthony Hopkins hace siempre el mismo papel. Habrá gente que me quiera matar por esto pero es verdad, siempre hace de Anthony Hopkins. ¿Que es brillante? Sí, pero tú lo ves en El Rito, una película satánica, o lo ves en El silencio de los corderos, que es un thriller policiaco o en Leyendas de pasión y hace de Anthony Hopkins y lo hace de maravilla. Aquí vemos a un actor y siempre decimos que hace de lo mismo pero vamos a ver, ¿lo hace bien o no? Eso es lo que importa.
M.G.- Nunca valoramos lo nuestro.
C.G.- Nunca.
M.G.- En eso no cambiaremos.
Bueno, antes te comenté que se nota que has hecho una labor de investigación muy ardua. Has estado cinco años estudiando, ¿cómo ha sido ese proceso? Imagino que habrás tenido que leer muchos libros, no sé si has hecho muchas entrevistas, porque además te voy a decir algo, no solamente muestras un profundo conocimiento de la figura de Leonardo sino que también se nota que has indagado en cuanto al arte, a la arquitectura de la época,...
C.G.- Le he puesto mucha pasión y además lo mejor es que lo he hecho sin presión, sin plazos,... Tengo la oportunidad de poder vivir en Italia dos o tres meses al año y eso me ha ayudado bastante. Yo no quería contar algo que no hubiera visto de verdad y estar en los sitios te ayuda bastante.
Entrevistas he hecho muy pocas porque no quería contagiarme del Leonardo de los demás. A través de Paloma Gómez Borrero he hablado con gente del Vaticano pero me ofrecían su visión, claro.
M.G.- Pues no sé qué te dirían porque en aquella época, la iglesia no lo veía con buenos ojos.
C.G.- Es que la época de Leonardo en Roma fue bastante ignorada. Ya tenían a Rafael, a Miguel Ángel y yo creo que lo llevaron allí para que no escandalizara mucho... Pero claro, a él no se le ocurre otra cosa nada más que estudiar anatomía en pleno Vaticano. La lía parda.
Cuando visitas el Vaticano resulta que al llegar a la sección de escultura helénica encuentras una placa en la pared, muy escondida, en reconocimiento del trabajo de Leonardo en Roma. Está tan escondida que nadie la ve. ¿Eso es Leonardo para el Vaticano? Me produjo mucha tristeza, sobre todo porque luego, en la pinacoteca vaticana tienen al San Jerónimo, una pintura inacabada. Mejor que no hubieran puesto la placa, la verdad. Pero bueno, gracias a Paloma pude acceder al Vaticano y consultar esas opiniones testimoniales.
M.G.- La edición de tu libro también me ha gustado mucho. No es frecuente encontrar tanta información adicional (fotografía de los cuadros, los anexos,...)
C.G.- Esto es un esfuerzo por parte de la editorial. Todo el mundo sabe que incluir imágenes a color en un libro es un desembolso económico bestial pero no ha repercutido en el precio final. Era necesario hacerlo así porque si estoy describiendo una pintura, es mucho más fácil para el lector tener una fotografía de la pintura en el propio libro que no tener que interrumpir la lectura y buscar en internet la obra concreta.
M.G.- Se agradece mucho.
C.G.- Se agradece a la editorial. Yo lo puedo pedir pero la editorial es la que tiene la última palabra y ellos, en vez de ganar más dinero, han preferido mantener el precio del libro y otorgar esta información.
M.G.- En los anexos del final quizás he echado en falta una mapa de Florencia.
C.G.- El mapa sobre Florencia está en la versión ebook.
M.G.- He oído que esa versión es una maravilla. Mucho más completa que la edición en papel.
C.G.- No es que sea más completa. Verás en esa versión si pulsas en el enlace Vinci, te aparecen todas las fotos que yo hice de Vinci, aparece todo mi trabajo de documentación. Claro meter todo eso en una novela histórica en formato papel sería una enciclopedia y se encarecería mucho.Y si meto un mapa de Florencia, tengo que meter uno de Roma, y uno de Milán, y uno de Barcelona del siglo XV,... La cosa se dispararía mucho.
M.G.- Has mencionado Barcelona y se me quedaba una pregunta atrás. ¿Es verdad que Leonardo estuvo en Barcelona?
C.G.- La pregunta sería, ¿qué es cierto en Leonardo y qué no? Hay tres libros que explican que Leonardo podría haber estado en Barcelona. Él desaparece de Florencia en 1481 y aparece en Milán en 1483. ¿Dónde estuvo durante esos dos años? Realmente no se sabe. Pero el hermano del bisabuelo de Leonardo está enterrado en Barcelona, el escudo de los Vinci se asemeja mucho al escudo de Barcelona de la época del reinado de Aragón y da la causalidad que ese San Jerónimo que antes te comenté que está en el Vaticano parece que se empezó en Barcelona, donde el abad comendatario de la abadía de Monserrat fue el que años después llegó a ser el papa Julio II. Y sospechosamente, la montaña de la izquierda de La Gioconda puede parecer Monserrat. Son simples teorías.
M.G.- ¡Cuánto misterio! Siempre lo ha habido alrededor de la figura de Leonardo, ¿verdad?
C.G.- Sí, y alrededor de Miguel Ángel también lo hay.
M.G.- Y la rivalidad que muestra la novela entre los dos artistas ¿era tal que así?
C.G.- Es real pero si te fijas, la cuento de otra manera. En el fondo, los dos se hacen el amor con la mente el uno al otro. Es decir, uno necesita inescrutablemente del otro. Los grandes artistas del Renacimiento luchaban contra dos cosas, contra ellos mismos y contra el tiempo.
M.G.- Nos estás contando muchas cosas sobre esta figura. Sabes tanto sobre la materia que incluso das conferencias.
C.G.- Sí, pero doy conferencias desde el punto de vista de la motivación y de la gestión del talento, o sea, cómo creer en la multidisciplina, cómo saber que la educación reglada no es suficiente. No digo que sea prescindible sino que lo que marca la diferencia en la formación es la pasión, la actitud con la que desarrollas tus aptitudes. Y mis conferencias pongo de ejemplo a Leonardo, un tío ilegítimo, iletrado, disléxico, bipolar, con déficit de atención, que todos creen conocer pero que nadie conoce realmente, como un ejemplo de que uno puede superarse siempre así mismo. Él fue fruto de la autoformación y eso es tan válido en el siglo XV como en el siglo XXI.
M.G.- ¿Y de Leonardo queda todavía mucho que contar? Y en ese caso, ¿lo vas a contar tú? Algo he oído por ahí.
C.G.- Te cuento que este libro me lo planteé como una trilogía, algo que decidirá el lector. Ahora bien, y para no engañar al lector, Leonardo, «mi Leonardo», en «mi universo del Renacimiento italiano» empieza y termina en esta novela, donde hay un personaje que será el gran protagonista de la siguiente. Habrá escenas que se contarán desde el otro punto de vista. Pero bueno, eso será si Dios quiere, aunque Dios siempre quiere, los que tienen que querer son los lectores.
De todos modos, y aunque con Leonardo en la novela histórica he terminado, a finales de año hay algo programado con el artista y la literatura infantil. Y hasta aquí puedo llegar.
M.G.- Vale, pues estaré atenta.
De todos formas, si no me equivoco, creo que tu idea original fue hacer un guión de cine, ¿no?
C.G.- Primero fue un ensayo biográfico hasta que leí el libro de Charles Nicholl, El vuelo de la mente, que es «la biografía», muy denso, y eso supe que no lo podía superar. ¿Cómo podía contar mi historia? Bueno, yo vengo del mundo audiovisual, así que una peli sería una manera. Pero cuando vi que la película se podía disparar a los ochenta o noventa millones de euros de producción, borré la idea. Entonces lo presenté a Suma de Letras y solo me dijeron que si era capaz de plasmar las ciudades y convertirlas en personajes, tenía una novela. Me puse a ello y este es el resultado.
M.G.- Christian, tu mujer, Almudena Cid, es una cara muy conocida en el mundo del deporte, ¿ha sido una fiel aliada o una crítica acérrima?
C.G.- Es la persona que más respeta mi trabajo. Almu solo leyó tres o cuatro capítulos, para saber el estilo en el que yo me movía. Con el primero lloró y me dijo que no quería leer más. ¡Fíjate que lloró con el primero! Esto lo puedo decir, empiezo con la muerte de Leonardo e inexorablemente vamos a acabar con la muerte de Leonardo, con el mismo capítulo, pero no lo vas a leer igual. Y Almu lloró con el primero y no quiso leer más hasta que ha estado publicado. Ella ha compartido mis tiempos, mis horas de escritura, esa soledad que caracteriza al escritor, me ha acompañado fuera,... Lo que pasa es que ella, cuando yo hablo de pasión, puntualiza que además de pasión, hay un poquito de obsesión también.
M.G.- (Risas)
C.G.- Pero bueno, es mi compañera de viaje. Ella lo ha vivido con la misma pasión que yo porque es curiosa y la curiosidad es el principio de todo genio.
M.G.- Pues Christian, a mí me ha gustado mucho tu novela. La figura de Leonardo es fascinante y luego, el hecho de que lo que muestres en su vertiente más humana, ha sido muy interesante.
C.G.- Bueno, también es «mi Leonardo», ojo.
M.G.- Pues «tu Leonardo» me ha encantado.
C.G.- Pero quiero dejar claro que esta es mi visión de Leonardo, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Nunca venderé que lo que yo cuento es la verdad absoluta. No, porque es ficción.
M.G.- Bueno una ficción inspirada en hechos reales con la que seguro muchos lectores disfrutarán. Christian, no tengo más preguntas que hacerte. Ha sido un placer conocerte y oírte hablar con tanta pasión de este artista del Renacimiento. Espero que pronto veamos otra novela tuya.
C.G.- Muchas gracias. Ha sido un placer.
Hasta aquí el encuentro con Christian para hablarnos de su libro. Sinceramente, Matar a Leonardo da Vinci has sido una lectura de lo más interesante que recomiendo ahora y recomendaré cuando haga la pertinente reseña.
M.G.- Precisamente quería preguntarte por esto porque he leído otras entrevistas en las que mencionas que Leonardo fue un gran fracasado. Me quedé perpleja. Bien es cierto que en tu libro señalas algunos errores que cometió...
C.G.- Muchos, muchos,... Muchos más que éxitos. Es que no estamos acostumbrados a enseñar a la gente al fracaso. Lo que enseñamos es a tener miedo al fracaso pero el fracaso no es otra cosa que el aprendizaje. Leonardo fracasó muchísimo pero fracasar no significa que no puedas conseguir el éxito. Para mí, las grandes pinturas de Leonardo son las mejores campañas de marketing de la Historia porque taparon todos sus fracasos. De cada diez fracasos tenía un éxito pero ese éxito era tan grande que eclipsaba todo lo demás. Si no hubiera fracasado no hubiera conseguido ese éxito.
M.G.- Hay un pasaje en el que recoges sus últimas palabras en su lecho de muerte. Pide perdón por no haber hecho un trabajo de calidad.
C.G.- Esa frase es literal. La última frase que dice Leonardo antes de morir es: Pido perdón a Dios y a los hombres porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido.Él mismo reconoce que ha fracasado, que ha perdido contra el tiempo. Y hoy lo consideramos una de las mentes más brillantes. Él no estaba satisfecho con su trabajo.
M.G.- No deja de ser curioso. Y en tu novela mezclas ficción con realidad. Hay algunas episodios que desconozco si son verdad o no. Por ejemplo, ¿es verdad que escribía de derecha a izquierda?
C.G.- Sí, eso es real. Hasta finales del siglo XIX o principios del XX no se supo que podías leer los escritos de Leonardo poniendo un espejo.
M.G.- ¿Y esto está escrito al revés? (Le muestro la ilustración de la página 166). Yo he intentando descifrar y no he sido capaz.
C.G.- Sí, sí, está al revés. De hecho lo primero que pone es Spagna. Mira...
[Señal en rojo incorporada por mi] |
[Me muestra el texto reflejado en su móvil a modo de espejo] |
M.G.- Ahora lo pillo sí. ¿Y esto lo hacía por ocultar sus conocimientos?
C.G.- A ver, eso es lo que nos han vendido. Leonardo no empieza escribiendo al revés por ocultar sus textos sino que lo hace porque era ilegítimo y por tanto iletrado. Al ser iletrado tuvo que ejercer la autoformación, aprender a través de la curiosidad. Luego, resulta que era zurdo y eso era síntoma de que no haber sido instruido en la educación reglada. Al escribir con la izquierda, ¿qué pasaba? Pues que se manchaba la manga y como era un poco pijo, comenzó a escribir de derecha a izquierda, para no mancharse. ¿Que luego derivó en el ocultismo de sus textos y demás? Sí, pero no empezó así. Lo hizo por cuestiones de estética. Pero bueno, que era capaz de escribir en las dos direcciones, y con las dos manos y dibujar con una y escribir con la otra a la vez.
M.G.- Pues ser capaz de hacer todo eso y no considerarse un genio...
C.G.- Es que hay dos tipos de genio. Los genios que nacen como tal, como Mozart que a los cinco años compone, y los genios que se hacen a sí mismo y Leonardo es un claro ejemplo de este último tipo de genio, como también lo era Miguel Ángel. Y es que la palabra genio tan solo designa a aquellas personas que son capaces de hacer cosas geniales, nada más... Pero es que tú también puedes hacer entrevistas geniales.
M.G.- Eso espero... Y relatas otro episodio de su vida que lo marca para toda la vida. Lo acusaron de sodomía y lo sometieron a un castigo horrible, lo que se denominó la cuna de Judas.
Nota: La cuna de Judas: instrumento de tortura utilizado para sacar confesiones; consistía en una pirámide puntiaguda, sobre la cual se alzaba a la víctima para después dejarla caer una o varias veces, de modo que la punta topara con la zona genital o anal con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucionara la confesión]
C.G.- Sí. Leonardo es acusado de sodomía con veinticuatro años y durante dos meses lo tienen encerrado en lo que hoy es el Museo del Bargello en Florencia pero que antes era el Palacio de la Justicia. Allí, le torturan, le interrogan y el día del juicio ni hubo pruebas ni nadie se presentó en su contra por lo que lo dejan en libertad. A partir de ahí pasa algo desde el punto de vista físico y psicológico. Desde los veinticuatro años hasta los sesenta y siete que muere, Leonardo practica el celibato. Me río mucho cuando se dice que era homosexual.
M.G.- Es que eso es lo que se recoge en muchos libros.
C.G.- Bueno, en cualquier caso tampoco sería malo.
M.G.- No, no, por supuesto. De hecho él lo veía en su taller y no le daba mayor importancia.
C.G.- Claro, no lo veía mal. Pero, ojo, si hablamos de Leonardo desde un punto de vista platónico, podemos hablar de un Leonardo heterosexual u homosexual. Pero desde un punto de vista físico, Leonardo practicó el celibato. El problema es que para escribir su biografía no hay que leer sobre Leonardo sino leer a Leonardo. Son dos cosas muy distintas que pueden conducir a error. Cuando lees a Leonardo te das cuenta de que le pasó algo. ¿Por qué entre sus escritos ves dibujos de penes? ¿Por qué, cuando estudia anatomía, lo que más disecciona son penes? Porque practicó el celibato durante toda su vida.
M.G.- Pues fíjate que su apariencia, al menos como tú lo describes, encajaba con la de un hombre apuesto y muy atractivo que seguro que podía haber tenido mucho éxito con las mujeres.
C.G.- Pero no lo describo yo. Hay dos biografías, una coetánea que no se sabe quién es el autor y que describe a un Leonardo físicamente. Y luego, años después, está la de Giorgio Vasari, que es el gran biógrafo del Renacimiento italiano. Vasari no fue coetáneo de Leonardo pero sí de Miguel Ángel y recibió muchísima tradición oral. Todos lo describen igual. Alto, fuerte, guapo, atlético,... Siendo así, yo me pregunto, ¿qué tiene que pasar en la cárcel para que psicológicamente se quede afectado y físicamente también desde el punto de vista del apetito sexual? Me pongo a investigar los instrumentos de tortura de la época y me encuentro con la cuna de Judas que se utilizaba en la Florencia del Renacimiento.
M.G.- A mí ese pasaje me dolió casi físicamente. Y otro episodio más que no sé si es ficción o realidad...
C.G.- Pues si no lo tienes claro ahí radica mi éxito como escritor.
M.G.- Es que no tengo ni idea pero claro con Leonardo casi me espero cualquier cosa. Me refiero a la conspiración de los Pazzi cuando atacan a la familia Médici, la manera en que Leonardo salva a Lorenzo de Médici, ¿eso es real?
C.G.- Te lo cuento a ti pero no lo pongas en la entrevista para no descubrir pistas.
M.G.- Vale, vale.(Y me lo contó. Cómo se documentó, qué cálculos realizó, cómo construyó ese episodio pero no os lo puedo contar. Tan solo os diré que lo estudió todo al milímetro, algo que un lector agradece muchísimo porque se aprecia un auténtico trabajo anterior).
Christian, en tu novela presentas a Leonardo desde un punto de vista más personal que artístico, ¿crees que era justo y necesario?
C.G.- Sí. Mira yo estudié Magisterio, estudié Historia del Arte y me enseñaron que Leonardo fue un pintor del Renacimiento que pintó La Gioconda y no es totalmente verdad. Leonardo no era pintor. Era otras muchas cosas más y si pintaba lo hacía porque tenía que ganar dinero para poder vivir pero no quería pintar, o al menos, no quería pintar lo que le encargaban. Por eso la mitad de sus obras se perdieron inconclusas.
M.G.- Él estaba entonces más interesado en otras áreas, incluso en la cocina.
C.G.- En todo, en la polimatía. Es decir, saber todo de todo. Leonardo era un claro ejemplo de una inteligencia expansiva. Hay dos tipos de inteligencia, la concentrada y la expansiva. La primera es cuando uno sabe de muchas cosas pero se dedica a una sola pero cuando coge una rama del saber la enfoca siempre en la misma dirección. Pero Leonardo era todo lo contrario. Lo que buscaba era la sincronía entre conocimientos. Él estudiaba los movimientos del agua para poder pintar mejor el pelo porque sabía que había una conexión. De hecho, cuando estudiaba anatomía comparaba el cuerpo humano con la tierra y para él los ríos eran las venas. Buscaba una relación porque realmente estamos sincronizados.
M.G.- Y retomando lo que te decía antes de su interés por la cocina. Él quiere montar como un restaurante con Botticelli,...
C.G.- Eso es verdad. Es que Leonardo inventó la nouvelle cuisine y yo eso no se lo he oído decir a nadie en ningún programa de cocina. ¡Y fracasó! Porque en una Florencia del siglo XV, donde se come todavía con los resquicios de la Edad Media, ya te imaginas como se comía entonces, donde el plato principal es el bistec alla fiorentina, es decir, kilo y medio de carne, llega Leonardo y te pone una endivia con la primera deconstrucción del huevo y lo mandas a tomar por saco. Fracasó. Pero además resulta que la primera empresa de catering de la Historia es de Leonardo, cuando prepara el banquete para la boda de Ludovico Sforza con Beatrice d'Este, y también fracasó.
M.G.- ¡Qué bueno ese pasaje!
C.G.- Pues eso no se cuenta. No se cuenta nada sobre la tarta más grande del mundo y es maravilloso. ¿Por qué no se cuenta? Pues porque fracasó y después presenta La ultima cena, la mejor campaña de marketing de la Historia del Arte. Lo importante no es si está María Magdalena en esa pintura. Lo importante es por qué pinta eso, dónde, cuándo y cómo lo presenta. Todo después del episodio de la tarta, algo que es real y que nadie lo sabe.
M.G.- Tengo que confesarte que a mí me ha dado mucha pena de Leonardo. En tu novela siempre está perseguido por unos o por otros, incluso al final él se queja de toda una vida de persecución, de huidas... No sé si todo esto es real o no.
C.G.- Eso no es real pero lo que intento plasmar ficcionando esa persecución es lo que Leonardo sintió en vida y que mucha gente puede llegar a sentir ahora. Me refiero a que lo extraordinario resulta peligroso o molesto. Yo lo que hago es personificar esa molestia. ¿Por qué lo que se sale de una línea establecida, de una educación reglada, no puede brillar? Es un alegato en favor de la multidisciplina.
M.G.- No puede brillar porque el ser humano, y más en España, es muy envidioso.
C.G.- Es el deporte nacional. Pero vemos a un actor americano que canta, baila, actúa, produce, escribe y elige al director y alucinamos. Sin embargo, de un actor español siempre decimos que hace el mismo papel. Vale y también Anthony Hopkins hace siempre el mismo papel. Habrá gente que me quiera matar por esto pero es verdad, siempre hace de Anthony Hopkins. ¿Que es brillante? Sí, pero tú lo ves en El Rito, una película satánica, o lo ves en El silencio de los corderos, que es un thriller policiaco o en Leyendas de pasión y hace de Anthony Hopkins y lo hace de maravilla. Aquí vemos a un actor y siempre decimos que hace de lo mismo pero vamos a ver, ¿lo hace bien o no? Eso es lo que importa.
M.G.- Nunca valoramos lo nuestro.
C.G.- Nunca.
M.G.- En eso no cambiaremos.
Bueno, antes te comenté que se nota que has hecho una labor de investigación muy ardua. Has estado cinco años estudiando, ¿cómo ha sido ese proceso? Imagino que habrás tenido que leer muchos libros, no sé si has hecho muchas entrevistas, porque además te voy a decir algo, no solamente muestras un profundo conocimiento de la figura de Leonardo sino que también se nota que has indagado en cuanto al arte, a la arquitectura de la época,...
C.G.- Le he puesto mucha pasión y además lo mejor es que lo he hecho sin presión, sin plazos,... Tengo la oportunidad de poder vivir en Italia dos o tres meses al año y eso me ha ayudado bastante. Yo no quería contar algo que no hubiera visto de verdad y estar en los sitios te ayuda bastante.
Entrevistas he hecho muy pocas porque no quería contagiarme del Leonardo de los demás. A través de Paloma Gómez Borrero he hablado con gente del Vaticano pero me ofrecían su visión, claro.
M.G.- Pues no sé qué te dirían porque en aquella época, la iglesia no lo veía con buenos ojos.
C.G.- Es que la época de Leonardo en Roma fue bastante ignorada. Ya tenían a Rafael, a Miguel Ángel y yo creo que lo llevaron allí para que no escandalizara mucho... Pero claro, a él no se le ocurre otra cosa nada más que estudiar anatomía en pleno Vaticano. La lía parda.
Cuando visitas el Vaticano resulta que al llegar a la sección de escultura helénica encuentras una placa en la pared, muy escondida, en reconocimiento del trabajo de Leonardo en Roma. Está tan escondida que nadie la ve. ¿Eso es Leonardo para el Vaticano? Me produjo mucha tristeza, sobre todo porque luego, en la pinacoteca vaticana tienen al San Jerónimo, una pintura inacabada. Mejor que no hubieran puesto la placa, la verdad. Pero bueno, gracias a Paloma pude acceder al Vaticano y consultar esas opiniones testimoniales.
M.G.- La edición de tu libro también me ha gustado mucho. No es frecuente encontrar tanta información adicional (fotografía de los cuadros, los anexos,...)
C.G.- Esto es un esfuerzo por parte de la editorial. Todo el mundo sabe que incluir imágenes a color en un libro es un desembolso económico bestial pero no ha repercutido en el precio final. Era necesario hacerlo así porque si estoy describiendo una pintura, es mucho más fácil para el lector tener una fotografía de la pintura en el propio libro que no tener que interrumpir la lectura y buscar en internet la obra concreta.
M.G.- Se agradece mucho.
C.G.- Se agradece a la editorial. Yo lo puedo pedir pero la editorial es la que tiene la última palabra y ellos, en vez de ganar más dinero, han preferido mantener el precio del libro y otorgar esta información.
M.G.- En los anexos del final quizás he echado en falta una mapa de Florencia.
C.G.- El mapa sobre Florencia está en la versión ebook.
M.G.- He oído que esa versión es una maravilla. Mucho más completa que la edición en papel.
C.G.- No es que sea más completa. Verás en esa versión si pulsas en el enlace Vinci, te aparecen todas las fotos que yo hice de Vinci, aparece todo mi trabajo de documentación. Claro meter todo eso en una novela histórica en formato papel sería una enciclopedia y se encarecería mucho.Y si meto un mapa de Florencia, tengo que meter uno de Roma, y uno de Milán, y uno de Barcelona del siglo XV,... La cosa se dispararía mucho.
M.G.- Has mencionado Barcelona y se me quedaba una pregunta atrás. ¿Es verdad que Leonardo estuvo en Barcelona?
C.G.- La pregunta sería, ¿qué es cierto en Leonardo y qué no? Hay tres libros que explican que Leonardo podría haber estado en Barcelona. Él desaparece de Florencia en 1481 y aparece en Milán en 1483. ¿Dónde estuvo durante esos dos años? Realmente no se sabe. Pero el hermano del bisabuelo de Leonardo está enterrado en Barcelona, el escudo de los Vinci se asemeja mucho al escudo de Barcelona de la época del reinado de Aragón y da la causalidad que ese San Jerónimo que antes te comenté que está en el Vaticano parece que se empezó en Barcelona, donde el abad comendatario de la abadía de Monserrat fue el que años después llegó a ser el papa Julio II. Y sospechosamente, la montaña de la izquierda de La Gioconda puede parecer Monserrat. Son simples teorías.
M.G.- ¡Cuánto misterio! Siempre lo ha habido alrededor de la figura de Leonardo, ¿verdad?
C.G.- Sí, y alrededor de Miguel Ángel también lo hay.
M.G.- Y la rivalidad que muestra la novela entre los dos artistas ¿era tal que así?
C.G.- Es real pero si te fijas, la cuento de otra manera. En el fondo, los dos se hacen el amor con la mente el uno al otro. Es decir, uno necesita inescrutablemente del otro. Los grandes artistas del Renacimiento luchaban contra dos cosas, contra ellos mismos y contra el tiempo.
M.G.- Nos estás contando muchas cosas sobre esta figura. Sabes tanto sobre la materia que incluso das conferencias.
C.G.- Sí, pero doy conferencias desde el punto de vista de la motivación y de la gestión del talento, o sea, cómo creer en la multidisciplina, cómo saber que la educación reglada no es suficiente. No digo que sea prescindible sino que lo que marca la diferencia en la formación es la pasión, la actitud con la que desarrollas tus aptitudes. Y mis conferencias pongo de ejemplo a Leonardo, un tío ilegítimo, iletrado, disléxico, bipolar, con déficit de atención, que todos creen conocer pero que nadie conoce realmente, como un ejemplo de que uno puede superarse siempre así mismo. Él fue fruto de la autoformación y eso es tan válido en el siglo XV como en el siglo XXI.
M.G.- ¿Y de Leonardo queda todavía mucho que contar? Y en ese caso, ¿lo vas a contar tú? Algo he oído por ahí.
C.G.- Te cuento que este libro me lo planteé como una trilogía, algo que decidirá el lector. Ahora bien, y para no engañar al lector, Leonardo, «mi Leonardo», en «mi universo del Renacimiento italiano» empieza y termina en esta novela, donde hay un personaje que será el gran protagonista de la siguiente. Habrá escenas que se contarán desde el otro punto de vista. Pero bueno, eso será si Dios quiere, aunque Dios siempre quiere, los que tienen que querer son los lectores.
De todos modos, y aunque con Leonardo en la novela histórica he terminado, a finales de año hay algo programado con el artista y la literatura infantil. Y hasta aquí puedo llegar.
M.G.- Vale, pues estaré atenta.
De todos formas, si no me equivoco, creo que tu idea original fue hacer un guión de cine, ¿no?
C.G.- Primero fue un ensayo biográfico hasta que leí el libro de Charles Nicholl, El vuelo de la mente, que es «la biografía», muy denso, y eso supe que no lo podía superar. ¿Cómo podía contar mi historia? Bueno, yo vengo del mundo audiovisual, así que una peli sería una manera. Pero cuando vi que la película se podía disparar a los ochenta o noventa millones de euros de producción, borré la idea. Entonces lo presenté a Suma de Letras y solo me dijeron que si era capaz de plasmar las ciudades y convertirlas en personajes, tenía una novela. Me puse a ello y este es el resultado.
M.G.- Christian, tu mujer, Almudena Cid, es una cara muy conocida en el mundo del deporte, ¿ha sido una fiel aliada o una crítica acérrima?
C.G.- Es la persona que más respeta mi trabajo. Almu solo leyó tres o cuatro capítulos, para saber el estilo en el que yo me movía. Con el primero lloró y me dijo que no quería leer más. ¡Fíjate que lloró con el primero! Esto lo puedo decir, empiezo con la muerte de Leonardo e inexorablemente vamos a acabar con la muerte de Leonardo, con el mismo capítulo, pero no lo vas a leer igual. Y Almu lloró con el primero y no quiso leer más hasta que ha estado publicado. Ella ha compartido mis tiempos, mis horas de escritura, esa soledad que caracteriza al escritor, me ha acompañado fuera,... Lo que pasa es que ella, cuando yo hablo de pasión, puntualiza que además de pasión, hay un poquito de obsesión también.
M.G.- (Risas)
C.G.- Pero bueno, es mi compañera de viaje. Ella lo ha vivido con la misma pasión que yo porque es curiosa y la curiosidad es el principio de todo genio.
M.G.- Pues Christian, a mí me ha gustado mucho tu novela. La figura de Leonardo es fascinante y luego, el hecho de que lo que muestres en su vertiente más humana, ha sido muy interesante.
C.G.- Bueno, también es «mi Leonardo», ojo.
M.G.- Pues «tu Leonardo» me ha encantado.
C.G.- Pero quiero dejar claro que esta es mi visión de Leonardo, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Nunca venderé que lo que yo cuento es la verdad absoluta. No, porque es ficción.
M.G.- Bueno una ficción inspirada en hechos reales con la que seguro muchos lectores disfrutarán. Christian, no tengo más preguntas que hacerte. Ha sido un placer conocerte y oírte hablar con tanta pasión de este artista del Renacimiento. Espero que pronto veamos otra novela tuya.
C.G.- Muchas gracias. Ha sido un placer.
Hasta aquí el encuentro con Christian para hablarnos de su libro. Sinceramente, Matar a Leonardo da Vinci has sido una lectura de lo más interesante que recomiendo ahora y recomendaré cuando haga la pertinente reseña.