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TODO LO QUE CABE EN LOS BOLSILLOS de Eva Weaver.

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Editorial: Espasa.
Fecha publicación: marzo, 2013.
Nº Páginas: 352.
Precio: 19,90 €
Género: Novela.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-670-0771-8

Autora


Eva Weaver es escritora, artista de perfomance, entrenadora creativa y terapeuta. Reside en Brighton, Inglaterra. Todo lo que cabe en los bolsillos es su primera novela. 

Sinopsis

Esta novela es la historia de Mika, un joven tiritero que entretiene a niños y mayores del gueto de Varsovia logrando que olviden sus miserias. Cuando se descubre su talento, se ve obligado a actuar ante las tropas alemanas de ocupación.

Y esta novela es también la historia de Max, un soldado alemán destinado en Varsovia cuyas experiencias en Polonia y más tarde en el gulag de Siberia muestran una perspectiva diferente de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando uno de las marionetas de Mika llega a manos de Max, ésta acabará siendo un legado que pasará de generación en generación.

Desgarradora, impactante y emotiva, Todo lo que cabe en los bolsillos es na historia de superación y redención que emocionará y cautivará a los lectores.


[Información facilitada por la editorial]


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Todo lo que cabe en los bolsillos fue uno de esos libros a los que le eché el ojo en cuanto empezó a pulular por estos lares. No sé si este rincón deja suficiente constancia sobre lo mucho que me gusta leer acerca de la Segunda Guerra Mundial y todo lo que aquel conflicto bélico supuso. No me canso de leer libros que reflejen desde una perspectiva u otra lo que aconteció durante aquellos años. Todo lo que cabe en los bolsillos es una de esas lecturas que nos transportan al pasado para dejarnos ver, en primera persona, la experiencia personal de sus protagonistas, uno de esos libros en los que pasado y presente se dan la mano.

En enero de 2009, Mika Hernsteyn es un anciano que reside en Nueva York. De camino al Museo de Historia Natural en compañía de su nieto Daniel de 9 años, Mika ve sobre el tablón de anuncios de un teatro, un cartel con letras impresas en negro: "El tiritero de Varsovia". Aquel anuncio provoca un colapso en el viejo Mika. El anciano se descompone, siente vértigo, naúseas y entra en una espiece de ensoñación en la que hombres y mujeres judías huyen de soldados alemanes. Del pasado le llegan recuerdos terribles que él creía haber dejado atrás. Entiende que es momento de contar su historia y a quién mejor que a su nieto. Daniel oirá de boca de su abuelo la terrible experiencia que le tocó vivir siendo casi un niño, sus años en la bella Varsovia, la invasión nazi, el gueto, las deportaciones. Asistimos a la aventura de un judío que consiguió sobrevivir al horror y escapar de la más terrible tiranía, pero para ello tenemos que retroceder en el tiempo. 

En 1938, Mika, de 12 años de edad, residía en Varsovia junto a su abuelo Jacob, profesor de matemáticas en la universidad, y su madre. La vida en aquel momento era apacible hasta que en septiembre de 1939, comienzan los bombardeos sobre la ciudad. Con la llegada de los alemanes el pueblo judío pierde su condición humana y por ende todo tipo de privilegios.  Inicialmente las directrices alemanas con toda una serie de prohibiciones dan paso al traslado del pueblo judío a una zona acotada de la ciudad, el gueto. De allí, o conseguías escapar o terminabas hacinado en trenes de ganado con dirección a los campos de exterminio. 

Mika fue uno de aquellas  personas que consiguen salvarse del horror. A lo largo de los distintos capítulos, sabremos cómo era su vida antes de aquel infierno, cómo fueron trasladados al gueto, cómo murió su abuelo del que heredó una importante prenda de vestir, un abrigo que adquiere un protagonismo especial.


«Sin el abrigo, nada habría sucedido como sucedió. Al principio fue tan sólo un testigo, un abrigo negro, de lana, con una fila de seis botones, pero al convertirse en un abrigo con bolsillos pasó a ser un cómplice». [Pág. 9]

El abrigo se convierte en un talismán lleno de infinidad de tesoros que acompañará a Mika a lo largo de toda su vida, pues contaba con numerosos bolsillos ocultos entre los que se encontraban pequeñas marionetas que su abuelo había comenzado a fabricar. Ese descubrimiento supondrá como una pequeña isla en la vida de Mika. Decidirá seguir construyendo marionetas que luego utilizará en pequeñas representaciones familiares o en otras casas del gueto para aliviar un poco el sufrimiento de niños y mayores.



Todo lo que cabe en los bolsillos nos hablará de las subsistencia del pueblo judío en el gueto de Varsovia, de cómo vivían familias enteras en pequeñas habitaciones, de los trueques y triquiñuelas para obtener algo de comida, de la precariedad de hospitales y orfanatos, de los riesgos y peligros que Mika tiene que correr para salvar a los niños más desvalidos y de la relación que el pequeño consigue entablar con un soldado alemán, Max, que intentará ayudarlo en la medida de lo posible.  El horror, la barbarie, la crueldad fueron compañeros de convivencia, y aun así, eran capaces de seguir sonriendo alentados por pequeños detalles como un simple teatro de títeres. Ese mundo infantil y fantasioso de las marionetas en coexistencia con la sordidez de la realidad provoca la ternura en el lector. 

Toda la historia de Mika que obviamente consigue huir de Polonia porque de otro modo la historia no se iniciaría en Nueva York en 2009, se desarrolla en una primera parte, escrita en primera persona y con dieciocho capítulos. Pero ahí no queda la cosa. En una segunda parte, conoceremos la historia de Max, aquel soldado que intentó ayudar a Mika. Junto a él visitaremos los campos de trabajo rusos, y cómo se desarrolla su vida a partir de aquel momento. Las tornas se vuelven, la vida es una noria y los que estaban arriba ahora están abajo. La guerra y los años que pasó rodeado de nieve en Siberia han marcado tanto a Max que el mundo que él conoció dejó de existir. Su pasado le perseguirá para siempre. 

Por último, y en una tercera parte, volveremos a la actualidad, a 2009 en Nueva York, donde Mika le dará la mano a parte de su pasado.

De todo el argumento, hay un detalle que me ha parecido bastante interesante. Cuando pensamos en la Segunda Guerra Mundial, en el holocausto, en el exterminio de millones de judíos, siempre se nos viene a la cabeza los campos de concentración alemanes pero no hay que olvidar que en Rusia también existieron y de esos se habla poco. A través de la historia de Max sabremos más sobre las condiciones de vida de los alemanes prisioneros por los soviéticos tras la guerra. Independientemente de las invasiones nazis, de las ideas antisemitas del pueblo alemán, y de todo lo que rodea a la imagen de Hitler, los campos de concentración de un bando y de otro no distan mucho. El hambre, la miseria, las condiciones infrahumanas,... se daban tanto en un lado como en otro y asomarme a la estepa rusa para conocer más esa otra parte de la historia que desconocía es un factor a destacar de esta novela. 


Gulag (o campos de exterminio) en Rusia

Pero también tengo que decir que hay ciertos aspectos del libro que no me han gustado. La manera en la que Mika salva algunos niños judíos de las manos de los alemanes me ha sonado un poco rara y ligeramente impracticable. Tengo la sensación que la autora introduce ese elemento redentor sin importar el cómo sino el fin. Por otra parte, ciertos acontecimientos se repiten en bucle de tal manera que da la impresión de estar leyendo siempre lo mismo y cuando nos vamos acercando al desenlace, el ritmo se ralentiza mucho, dando muchos rodeos, de tal manera que llegó un momento en que me costó llegar al final. 

Eva Weaver, en su primera novela, opta por una temática que tiene tantos detractores como seguidores. Son muchos los lectores que opinan que la literatura está llena a rebosar de historias sobre la Segunda Guerra Mundial, el holocausto y el maniqueísmo de aquel conflicto. No es mi caso. Como decía al principio, no me canso de leer sobre el tema. No obstante, y a pesar de la dureza de los hechos descritos, Todo lo que cabe en los bolsillos no es un libro que me haya conmovido especialmente. No he conseguido empatizar con los personajes a pesar de que no dejan de vivir penalidades. Mika es un personaje que en ocasiones no he podido entender. Bajo mi punto de vista, se ve envuelto en situaciones peligrosas sin sentido, como si él mismo se las buscara porque, de otro modo, el libro perdería la pequeña intriga con la que cuenta. 

Para narrar unos hechos tan dramáticos como los que se recogen en el libro, la autora se decanta por la dualidad en la voz narrativa. Si el prólogo y la historia de Max están escritos en tercera persona, la narración de la vida de Mika está narrada en primera, en un intento de imprimirle más veracidad pero, como ya he dicho, no he podido conectar con la historia ni con sus personajes. 

Y estructuralmente, hablaba antes de las tres partes que componen la novela, cada una con una función bien delimitada y que vienen precedidas por un prólogo y cerradas por un epílogo. Treinta y dos capítulos que se extienden a lo largo de trescientas cincuenta páginas, no es, por lo tanto, un libro excesivamente largopero, como dije anteriormente, a mí me ha costado terminarlo, en parte porque no me emocionaba, no me sentía involucrada en la historia, se me ha hecho lento y en parte porque no cuenta con mucho diálogo y en las ocasiones que se hace uso de este recurso me han parecido muy melodramático y algo artificiosos. 

En definitiva, si me preguntaras si te recomiendo su lectura, no sabría muy bien qué contestarte. La literatura es algo tan subjetivo que aventurarse a hacer una recomendación siempre es algo arriesgado. Aunque a mí no me haya terminado de convencer, creo que a muchos lectores les gustaría el argumento pues conocerían nuevos protagonistas del holocausto y se acercarían a la perspectiva nazi y judía. Ya digo que para mí no es una de las mejores lecturas sobre esta temática,  pero sí son muchos los que la han disfrutado. Aquí os dejo algunas reseñas muy positivas:

El universo de los libros.

Libros que hay que leer.

Adivina quien lee.

Un lector indiscreto.






Retos:


 

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