Autor
Albert Camus (1913 -1960) no sólo fue uno de los escritores más prestigiosos de la generación que llegó a la madurez entre las ruinas, la frustración y la desesperanza de la Europa demolida por las dos Guerras Mundiales, sino que el paso del tiempo agiganta cada vez más su figura excepcional y el valor de su obra.
Sinopsis
Guía moral e intelectual de la generación llegada a la madurez entre las ruinas, la frustración y la desesperanza de la Europa de postguerra, Albert Camus (1913 -1960) saltó a la fama con la publicación, en 1942, de EL EXTRANJERO. La novela -lúcida descripción de la carencia de valores del mundo contemporáneo- tiene como referencia omnipresente a Mersault, su protagonista, a quien una serie de circunstancias conduce a cometer un crimen aparentemente inmotivado; su muerte en el patíbulo no tendrá más sentido que su vida, corroída por la cotidianidad y gobernada por fuerzas anónimas que, al despojar a los hombres de la condición de sujetos autónomos, los eximen también de responsabilidad y de culpa.
[Información facilitada por la editorial]
Hoy vengo con la primera novela que hemos leído en el club de lectura este año. Tenía muchísimas ganas de estrenarme con Albert Camus, un escritor tan ensalzado por la crítica y tan alabado por muchos amigos lectores, pero siempre me pasa igual. Cada vez que me enfrento a un libro que lleva la etiqueta de «imprescindible» o «joya literaria» me entra pavor. Las dudas me asaltan: ¿sabré entender la obra?, ¿captaré el mensaje que nos quiere transmitir el autor?, ¿estaré a la altura como lectora? Ya me ha ocurrido alguna que otra vez. No siempre he saboreado lo que sin duda tenía que haber disfrutado. Pero hay que tener en cuenta que cada lector es un mundo y que, queramos o no, las circunstancias personales de cada momento pueden repercutir positiva o negativamente en nuestras lecturas. Todo esto sin tener en cuenta que lo que para muchos es una maravilla a otros les puede parecer algo poco transcendental. ¿No se supone que todas las opiniones tienen que ser respetables? Partiendo de esta base, os adelanto que El extranjero y yo no hemos realizado un buen trayecto y ahora os explicaré por qué.
Dice mi coordinadora del club que los libros hay que leerlos con cierta distancia, que el lector debe colocar una barrera entre él y la historia para que no nos afecte. Eso sería genial si yo pudiera hacerlo. Cuando me siento a leer, el mundo a mi alrededor deja de existir para comenzar a vivir la vida que me propone el autor y eso tiene sus consecuencias. Me he enfrentado a lecturas que me han zarandeado mucho, algo totalmente contraproducente porque las he leído con dolor sin querer profundizar demasiado por miedo a salir perjudicada. Esto mismo es lo que me ha pasado con El extranjero pero antes de adentrarme en mis impresiones, quiero advertiros que esta reseña puede contener spoilers. El libro es tan breve (e intenso) que resulta muy complicado contaros qué me ha parecido sin desvelaros parte del argumento.
El extranjero, cuya escena se sitúa en Argel, tiene como eje principal a un oficinista de nombre Meursault cuya vida transcurre de manera anodida entre su trabajo, un par de amigos, un vecino, un jefe y una madre a la que tiene ingresada en un asilo. Su jornada es bastante rutinaria pero, de forma tonta e inesperada, comete un crimen y será juzgado por ello. Este es básicamente el argumento. Así, a priori, no parece que sea una novela con una trama compleja pero la verdadera esencia de este libro radica en la personalidad de un protagonista absolutamente peculiar y en unos hechos total y aparentemente absurdos.
El extranjero me ha provocado un profundo desasosiego y una inquietud pavorosa. De entrada, Camus nos recibe con un mazazo, un párrafo de frases cortas e intensas que nos descolocan:
Nada más abrir el libro ya advertimos que lo que vamos a encontrar no va a ser normal porque no es una novela que te vaya a dejar indiferente. En lo que a mí respecta, no lo he pasado nada bien leyéndolo. Con esto no quiero decir que me arrepienta (¿cómo arrepentirse de leer un libro?) o que no lo recomiende. Todo lo contrario pero como decía antes, yo no sé leer poniendo distancia entre el libro y yo, me involucro demasiado en la historia y en El extranjero me he topado con un personaje tan distinto a mí, que muestra tantísima indiferencia hacia todos y hacia todo lo que le rodea, que ha terminado por caerme mal.
El extranjero me ha provocado un profundo desasosiego y una inquietud pavorosa. De entrada, Camus nos recibe con un mazazo, un párrafo de frases cortas e intensas que nos descolocan:
«Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer».[Pág. 1]
Nada más abrir el libro ya advertimos que lo que vamos a encontrar no va a ser normal porque no es una novela que te vaya a dejar indiferente. En lo que a mí respecta, no lo he pasado nada bien leyéndolo. Con esto no quiero decir que me arrepienta (¿cómo arrepentirse de leer un libro?) o que no lo recomiende. Todo lo contrario pero como decía antes, yo no sé leer poniendo distancia entre el libro y yo, me involucro demasiado en la historia y en El extranjero me he topado con un personaje tan distinto a mí, que muestra tantísima indiferencia hacia todos y hacia todo lo que le rodea, que ha terminado por caerme mal.
A modo de ejemplo. Cuando Meursault recibe la noticia del fallecimiento de su madre, ¿creéis que le afecta como, por otra parte, sería lo natural? Pues no, asistirá al velatorio y al entierro y se comportará de manera desnaturalizada, con total indiferencia, mostrando su lado más deshumanizado, sin sentimientos ni emociones. Esta es la actitud que caracteriza a Meursault, este es el individuo que vamos a encontrar en El extranjero, un tipo al que todo le resbala, ya sea la muerte de su madre, o cualquier otro hecho o circunstancia que acontezca en su vida. Se podría pensar que Meursault se coloca un caparazón para no sufrir ante las desgracias pero no. Incluso las noticias alegres y positivas las acoge con la misma desgana, sin mostrar ningún tipo de entusiasmo, ni siquiera cuando su jefe le propone un traslado a París, lo que le reportará un mayor bienestar y una mayor solvencia económica. No, Meursault no quiere prosperar y le responderá a su jefe que «no se cambia nunca de vida, que en cualquier caso todas valían lo mismo y que la mía aquí estaba lejos de disgustarme». [Pág. 45]
Lo más curioso, como comprobaréis por el párrafo anterior, es que Meursault se siente feliz con su vida aunque pueda parecer lo contrario. Es un personaje tremendamente observador que se para a contemplar el ir y venir de la gente, cuestionándose a dónde irán, de dónde vendrán, notando cómo bulle la vida en los que le rodean. Esto podría hacernos pensar que él envidia ese trajín pero no. Él se porta como si fuera un objeto inanimado, como si a él no le pasaran cosas interesantes, como si no tuviera vida propia. Meursault se limita a ver pasar los días y todos los acontecimientos extraordinarios que le ocurren, ya sean positivos o negativos, los interpreta como hechos que rompen su rutina y eso sí que le disgusta enormemente.
Hay frases demoledoras en ese libro. Creo que es la novela breve de la que más sentencias he extraído por su dureza. En el momento en el que muere la madre, suelta la siguiente perla: «Pensé que, al cabo, era un domingo de menos, que mamá estaba ahora enterrada, que iba a volver a mi trabajo y que, después de todo, nada había cambiado». [Pág. 30]. ¿Cómo que nada había cambiado? Había cambiado absolutamente todo pero claro, qué se puede esperar de un hombre que interna a su madre en un asilo porque, según él, ya no había nada más que hablar entre ellos. Tremendo.
En su vida insulsa y apática hay un elemento reincidente que lo trastoca sobremanera. En Argel el calor es asfixiante y Camus recurre con frecuencia a las referencias sobre los colores de la ciudad, la luz del sol, el calor,... Es quizás lo único que remueve a Meursault por dentro, lo único que le afecta especialmente y parece que será ese bochorno lo que le empuja a cometer el crimen. Al menos, es la única razón aparente. Así, sin más.
En su vida insulsa y apática hay un elemento reincidente que lo trastoca sobremanera. En Argel el calor es asfixiante y Camus recurre con frecuencia a las referencias sobre los colores de la ciudad, la luz del sol, el calor,... Es quizás lo único que remueve a Meursault por dentro, lo único que le afecta especialmente y parece que será ese bochorno lo que le empuja a cometer el crimen. Al menos, es la única razón aparente. Así, sin más.
El extranjero está dividido en dos partes. La primera nos permite conocer al protagonista, saber cómo es, cómo piensa, cómo se relaciona con sus vecinos y amigos. Será el momento de conectar con él o no, de sentir apego o bien rechazo. Cuando leí esas primeras páginas, apenas unas sesenta, me encontré con un texto tan frío y tan aséptico en el que la emoción y el sentimiento brillaban por su ausencia. Quise entender a Meursault pero no pude y lo único que consiguió es despertar mi curiosidad pues esta primera parte termina justo en el momento en que comete el crimen. ¿Qué me iba a encontrar en la segunda? ¿Sería el asesinato un punto de inflexión en su vida que lo haría cambiar totalmente? ¿Reaccionaría Meursault y se convertiría en un individuo por cuyas venas corre la sangre? Inicié así la lectura de la segunda parte con la esperanza de llegar a entender a Meursault, pero no hubo manera.
La segunda mitad del libro narra el juicio al que se ve sometido por el asesinato, un proceso que él contempla como si la cosa no fuera con él, como si estuviera sentado en una cómoda butaca de teatro viendo una representación. El juicio es un teatrillo de lo absurdo, todo rocambolesco. La acusación de asesinato va quedando en un segundo plano mientras que los abogados se dedican a indagar en la vida pasada de Meursault, en su forma de ser, de reaccionar. Más que ser juzgado por el crimen cometido parece ser juzgado por su carácter y personalidad.
Hay un par de frases maravillosas que no he podido dejar de anotar. Definen con maestría lo que Meursault piensa de sí mismo y del mundo que le rodea:
En cuanto al desenlace, nada salvará a Meursault pero no parece que su ejecución se deba únicamente al crimen cometido. Es culpable de mucho más, de ser un individuo carente de sensibilidad y de emotividad, sin raíces, sin apegos,... Un hombre que no se inmuta ante el dolor, ni siente compasión, ni lástima, ni empatía. Al escuchar la sentencia, atisbo un ligero cambio de actitud pero todo es un espejismo. Meursault seguirá siendo Meursault hasta el último segundo de su existencia porque «todo el mundo sabe que la vida no vale la pena de ser vivida».[Pág. 115]
¿Por qué Camus construyó un personaje como este? La sinopsis nos habla de frustración, de desesperanza, de la ausencia de valores... Según pudimos debatir en el club, El extranjero es un exponente del Existencialismo y más concretamente del Nihilismo, esa corriente filosófica que dibuja la vida carente de significado y valor, por eso Meursault piensa así, por eso no valora lo que le rodea, no le inmuta la muerte de su madre, le da igual lo que ocurra a su alrededor, incluso que se produzca su propia ejecución. Todo lo que hay es un gran vacío, la nada más absoluta. Así era imposible que Meursault y yo llegáramos a buen puerto. Sé que no tengo por qué buscar afinidad con los personajes que habitan en una novela pero es algo que no puedo evitar como lectora. Meursault y yo no tenemos nada en común y verlo tan insensible, tan pasota, tan insustancial me ha provocado un gran rechazo. Si esto es lo que pretendía Camus, conmigo lo ha conseguido.
En resumen, no puedo decir que haya disfrutado de esta novela. Entiendo el propósito de su autor pero no comparto la forma de ser de su personaje. En cualquier caso, jamás olvidaré a Meursault. Nunca. Su actitud ante la vida me ha impactado y «molestado» tanto que será difícil que olvide su nombre.
A pesar de todo lo que os he expuesto, si me preguntáis si os recomiendo leer este libro mi respuesta será un sí rotundo.El extranjero es una experiencia diferente, una perspectiva distinta, una ventana que nos asoma a un paisaje desolador pero interesante. Es más, os diré que no descarto volver a encontrarme con Meursault porque nuestro primer encuentro me ha pillado tan de sorpresa que, lo mismo, y sabiendo a lo que me voy a enfrentar, quizás le otorgue otra oportunidad en el futuro.
La segunda mitad del libro narra el juicio al que se ve sometido por el asesinato, un proceso que él contempla como si la cosa no fuera con él, como si estuviera sentado en una cómoda butaca de teatro viendo una representación. El juicio es un teatrillo de lo absurdo, todo rocambolesco. La acusación de asesinato va quedando en un segundo plano mientras que los abogados se dedican a indagar en la vida pasada de Meursault, en su forma de ser, de reaccionar. Más que ser juzgado por el crimen cometido parece ser juzgado por su carácter y personalidad.
Hay un par de frases maravillosas que no he podido dejar de anotar. Definen con maestría lo que Meursault piensa de sí mismo y del mundo que le rodea:
«En su rostro, un poco asimétrico, sólo veía sus ojos, muy claros, que me examinaban atentamente, sin expresar nada definible. Tuve la extraña impresión de ser mirado por mí mismo». [Pág. 88 - 89]
«Incluso en un banquillo de acusado es interesante oír halar de uno mismo». [Pág. 100]
En cuanto al desenlace, nada salvará a Meursault pero no parece que su ejecución se deba únicamente al crimen cometido. Es culpable de mucho más, de ser un individuo carente de sensibilidad y de emotividad, sin raíces, sin apegos,... Un hombre que no se inmuta ante el dolor, ni siente compasión, ni lástima, ni empatía. Al escuchar la sentencia, atisbo un ligero cambio de actitud pero todo es un espejismo. Meursault seguirá siendo Meursault hasta el último segundo de su existencia porque «todo el mundo sabe que la vida no vale la pena de ser vivida».[Pág. 115]
¿Por qué Camus construyó un personaje como este? La sinopsis nos habla de frustración, de desesperanza, de la ausencia de valores... Según pudimos debatir en el club, El extranjero es un exponente del Existencialismo y más concretamente del Nihilismo, esa corriente filosófica que dibuja la vida carente de significado y valor, por eso Meursault piensa así, por eso no valora lo que le rodea, no le inmuta la muerte de su madre, le da igual lo que ocurra a su alrededor, incluso que se produzca su propia ejecución. Todo lo que hay es un gran vacío, la nada más absoluta. Así era imposible que Meursault y yo llegáramos a buen puerto. Sé que no tengo por qué buscar afinidad con los personajes que habitan en una novela pero es algo que no puedo evitar como lectora. Meursault y yo no tenemos nada en común y verlo tan insensible, tan pasota, tan insustancial me ha provocado un gran rechazo. Si esto es lo que pretendía Camus, conmigo lo ha conseguido.
En resumen, no puedo decir que haya disfrutado de esta novela. Entiendo el propósito de su autor pero no comparto la forma de ser de su personaje. En cualquier caso, jamás olvidaré a Meursault. Nunca. Su actitud ante la vida me ha impactado y «molestado» tanto que será difícil que olvide su nombre.
A pesar de todo lo que os he expuesto, si me preguntáis si os recomiendo leer este libro mi respuesta será un sí rotundo.El extranjero es una experiencia diferente, una perspectiva distinta, una ventana que nos asoma a un paisaje desolador pero interesante. Es más, os diré que no descarto volver a encontrarme con Meursault porque nuestro primer encuentro me ha pillado tan de sorpresa que, lo mismo, y sabiendo a lo que me voy a enfrentar, quizás le otorgue otra oportunidad en el futuro.