Autor
Sinopsis
[Información facilitada por la editorial]
Los que soléis andar por aquí (y aprovecho para daros las gracias) sabréis por mis comentarios que últimamente he sido muy afortunada con mis lecturas. Nosotros, que saltamos de un libro a otro casi sin pausa, y en ocasiones de manera casi obsesiva, agradecemos infinitamente cuando los libros en los que nos sumergimos nos hacen pasar momentos placenteros. Lamentablemente no ocurre siempre así, por eso nos llenamos de entusiasmo cuando encontramos ese libro, esa lectura que nos llena como ninguna otra.
Comentaba estos días atrás que lo más curioso es que las dos lecturas que me han hecho disfrutar sobremanera pertenecían a un género al que prestamos poca atención, los cuentos y los relatos. Y de cuentos va la cosa hoy pues hace una semana, tuve la enorme suerte de poderme sentar junto a un hombre cercano, cordial y entrañable. José María Merino estuvo por Sevilla promocionando su nuevo libro La trama oculta, un libro lleno de historias maravillosas sobre las que estuvimos hablando. Esto fue lo que nos contó.
Marisa G.- José María, ¡cuánto he disfrutado leyendo su libro!
José María Merino (A Coruña, 1941) se dio a conocer en 1976 con Novela de Andrés Choz, que obtuvo el Premio Novelas y Cuentos. Su novela La orilla oscura fue galardonada con el Premio de la Crítica en 1986. Además, ha recibido el Premio Nacional de Literatura Juvenil (1993), el Premio Miguel Delibes de Narrativa (1996), el Premio NH para libros de relatos editados (2003), el Premio Ramón Gómez de la Serna de Narrativa (2004) y el Premio de Narrativa Gonzalo Torrente Ballester (2006). En el campo del cuento literario ha publicado Historias de otro lugar (2010), donde se recogen los libros de relatos publicados hasta 2004, así como Las puertas de lo posible (Páginas de Espuma, 2008) y El libro de las horas contadas (2011). Su microficción completa se encuentra recogida en La glorieta de los fugitivos (Páginas de Espuma, 2007), Premio Salambó de Narrativa en castellano, y sus ensayos literarios están reunidos en el libro Ficción continua (2004) y Ficción perpetua (2014). Páginas de Espuma ha publicado además una antología de sus cuentos, La realidad quebradiza, en edición de Juan Jacinto Muñoz Rengel. En 2013 recibió el Premio Nacional de Narrativa por El río del Edén. Es miembro de la Real Academia Española.
Sinopsis
¿Qué lector no ha querido conocer los secretos de un gran escritor? José María Merino, uno de los principales culpables del actual buen estado de la narrativa breve en España, nos regala algunas claves de su literatura.
La trama oculta supone un paseo por las distintas modalidades cuentísticas y miradas creativas del autor: en su primera parte predomina lo realista, en la siguiente prevalece lo fantástico –y hasta lo futurista– y hay un broche final dedicado a la distancia más corta, el minicuento.
Merino reúne en un solo libro, con este planteamiento, su estética y sus obsesiones en el género, al mismo tiempo que muestra la llave de su origen y su escritura. Su trama oculta.
[Información facilitada por la editorial]
Comentaba estos días atrás que lo más curioso es que las dos lecturas que me han hecho disfrutar sobremanera pertenecían a un género al que prestamos poca atención, los cuentos y los relatos. Y de cuentos va la cosa hoy pues hace una semana, tuve la enorme suerte de poderme sentar junto a un hombre cercano, cordial y entrañable. José María Merino estuvo por Sevilla promocionando su nuevo libro La trama oculta, un libro lleno de historias maravillosas sobre las que estuvimos hablando. Esto fue lo que nos contó.
Marisa G.- José María, ¡cuánto he disfrutado leyendo su libro!
José Mª M.- Me alegro, me alegro mucho. ¡Qué más puede pedir un autor!
M.G.- Me han parecido una maravilla, de verdad. No solamente me han sorprendido sus cuentos si no también su curriculum. Es impresionante.
J.M.M.- Bueno, es que también tengo muchos años.
M.G.- Pero no todo el mundo con sus años tiene esta trayectoria. Veo que su vida siempre ha estado relacionada con el mundo de las letras. Está usted vinculado a la Fundación de la Lengua Española, es tesorero de la Asociación de Academias de la Lengua Española, además es miembro y vicesecretario de la RAE,...
J.M.M.- Así, es...
M.G.- Antes de hablar del libro, permítame que le haga una pregunta porque tengo mucha curiosidad. Recientemente se ha publicado una nueva edición del diccionario de la RAE en la que se han incorporado nuevos términos. ¿Cómo es el proceso que siguen estas incorporaciones? ¿Cómo se decide qué términos se incluyen o los cambios que se van a realizar?
J.M.M.- Bueno, realmente somos los propios académicos los que debatimos estas cuestiones o bien nos llegan sugerencias de otras personas. Por ejemplo, en el caso de los palos del flamenco que se han incluido todos, fue Antonio Rodríguez Almodóvar el que se puso en contacto conmigo. Transmití su sugerencia al resto de los académicos y al final decidimos incluirlos.
Evidentemente, el diccionario tiene carencias y lagunas que se van corrigiendo. Por ejemplo, hay un dulce en Úbeda que se llama Ochío y que en el diccionario aparecía antes con h. Claro, en Úbeda estaban indignados. Mi amigo y cuentista, Medardo Fraile, ya fallecido, tenía mucha relación con Úbeda y me comentó que aquello había que corregirlo. Y así ha sido. La gente acude a nosotros, nos hacen propuestas y los académicos debatimos sobre estas cuestiones. De este modo se incluyen términos nuevos o bien se corrigen acepciones que no son correctas.
Evidentemente, el diccionario tiene carencias y lagunas que se van corrigiendo. Por ejemplo, hay un dulce en Úbeda que se llama Ochío y que en el diccionario aparecía antes con h. Claro, en Úbeda estaban indignados. Mi amigo y cuentista, Medardo Fraile, ya fallecido, tenía mucha relación con Úbeda y me comentó que aquello había que corregirlo. Y así ha sido. La gente acude a nosotros, nos hacen propuestas y los académicos debatimos sobre estas cuestiones. De este modo se incluyen términos nuevos o bien se corrigen acepciones que no son correctas.
M.G.- Sí, oí en la radio que del adjetivo «femenino» se ha eliminado la acepción «débil».
J.M.M.- Claro. No hay que olvidar que las cosas cambian. Por ejemplo, «patriarca» ya no significa hoy lo que hace veinte años porque tiene connotaciones que antes no tenía. Las palabras se van moviendo y evolucionando. Todo eso hay que comprenderlo. Incluso hay palabras que siguen teniendo una connotación negativa y no se la podemos quitar porque la gente la sigue utilizando. Solo las palabras que dejan de ser usadas en el flujo lingüístico se retiran y pasan al diccionario histórico, porque ninguna palabra desaparece. Lo que ocurre es que estamos trabajando en el diccionario histórico con muchos problemas económicos y nos está costando mucho pero cuando lo terminemos y tengamos la plantilla en la red será impresionante porque cada palabra tendrá todas sus etimologías.
M.G.- Muy interesante... Y trabajó usted en el Ministerio de Educación y Cultura.
J.M.M.- Muchos años, sí.
M.G.- Son dos temas que a mí me preocupan muchísimo. ¿Cree usted que vamos por buen camino en estas dos áreas?
J.M.M.- Yo creo que no y no solamente lo digo por los políticos sino también por las familias. Las familias no están educando a los niños, no están iniciándolos en la ficción, en los cuentos, en la relación con el mundo literario. Por otra parte, las modificaciones en el sistema solo están consiguiendo que la gente sea menos culta. Los jóvenes están cada vez menos formados y eso lo veo cuando hablo con ellos. Yo tengo libros juveniles y antes los jóvenes me decían que no sabían lo que significaba la palabra jarcia pero es que ahora me preguntan qué significa la palabra absorto. Claro, esto dice mucho... Se está perdiendo léxico a una gran velocidad. Además en mi época había como más curiosidad y buscábamos palabras en el diccionario. Por ejemplo, la palabra puta, allá que íbamos a leer lo que significaba (risas). Y ahora los jóvenes piensan que con pocas palabras pueden decirlo todo. No solo es un problema de incultura es que resulta que si van perdiendo palabras también perderán recursos para poder enfrentarse a la realidad. Desde luego, yo no estoy nada satisfecho con el sistema educativo. Además toda esta crisis al final la paga la cultura, la educación,... que son la base de nuestra sociedad.
M.G.- Exactamente. Es importantísimo para la sociedad y sin embargo, lo que usted comenta, los chicos cada vez salen menos preparados de los centros educativos. Y en cultura, pues al revés, en vez de fomentarla, se ponen muchas trabas, con lo que enriquece todo esto.
J.M.M.- Claro, así que yo no soy nada optimista en ese sentido.
M.G.- Hablemos de literatura. Ha trabajado usted con diversos registros. Comenzó con poesía, narrativa, ensayo, relato,... ¿en qué aguas nada usted con más soltura?
J.M.M.- Bueno, la poesía me abandonó porque era muy narrativa, así que derivé de forma natural en la prosa. No sé si navegaré con más soltura en la novela o en el cuento pero lo sí hago es navegar con la misma osadía (risas).
Con los años también he publicado ensayos porque cuando empecé a escribir me decía que un escritor no tenía por qué tener una teoría pero a la larga he terminado por pensar que un profesional, de la rama que sea, acaba teniendo una teoría del oficio. En cualquier caso, en lo que más me muevo es en novela y en cuento.
Con los años también he publicado ensayos porque cuando empecé a escribir me decía que un escritor no tenía por qué tener una teoría pero a la larga he terminado por pensar que un profesional, de la rama que sea, acaba teniendo una teoría del oficio. En cualquier caso, en lo que más me muevo es en novela y en cuento.
M.G.- Este libro, La trama oculta, es un compendio de muchos cuentos de diferente temática. Me gustaría saber por qué ha elegido este título para su libro, ¿qué esconde ese título?
J.M.M.- En la realidad, la apariencia es un gran disimulo. Lo estamos viendo a diario. Estamos tan tranquilos y de repente nos enteramos de que hay un montón de mangantes que se han llevado mucho dinero y los demás vivimos en un mundo donde pagamos a Hacienda, los impuestos,... En la realidad, sin duda hay una trama oculta. Bueno pues, en este libro, quería jugar con la diferencia existente entre la superficie de la trama, lo que vemos claramente, y lo que puede estar debajo de esa trama, en lo que se refiere a las relaciones personales, en los afectos,... Es algo que se ve a diario en la vida. Por ejemplo, cuando vemos a dos personas que se han llevado siempre tan bien y de repente se llevan a matar,... Ahí indudablemente había una trama oculta. Pues bien, yo he pretendido jugar con eso que es tan típico en la literatura porque la ficción trata siempre de lo que se esconde debajo de la más simple apariencia. La literatura es la historia de cómo somos, cómo nos comportamos, cómo es el corazón humano,... Los seres humanos somos muy complejos. Tenemos una superficie y una serie de niveles, en algunos casos tan oscuros en ciertas personas que los demás difícilmente los podemos racionalizar.
M.G.- ¿Y usted cree que los cuentos tienen aceptación entre el público lector?
J.M.M.- Mire, es sorprendente. Me gusta recordar que en España tenemos una tradición de cuentos que empieza en el siglo XIII. A mediados de ese siglo se traduce del árabe Calila e Dimna, una maravilla de libro. Luego vino Patrono y el conde Lucanor,... Somos un país con una importante tradición de cuentos. Don Miguel de Cervantes pasa esos cuentos a la modernidad con las Novelas ejemplares. Así que siempre hemos sido un país que ha escrito cuentos y sin embargo no tenemos una buena relación con ellos, entre otras cosas por lo que hablábamos antes, porque no estamos formados literariamente. La gente no sabe lo que es un cuento. Yo he dado talleres donde a los alumnos les daba antes unos cuentos para leer y cuando quería que los comentáramos, nadie se los había leído, así que decidí comenzar las sesiones del taller leyendo primeramente el cuento. Era como si diera misa. Lo leía primero para poder trabajar luego sobre él. Y resulta que los alumnos se sorprendían cuando lo escuchaban porque estaban encantados, les gustaba mucho. ¡Pues claro, si es que los cuentos son muy interesantes!, pero como no hay costumbre,... La gente prefiere novecientas páginas reiterativas, que te cuentan siempre lo mismo, en vez de un cuento que es un género de síntesis que requiere de la colaboración del lector porque el cuento no te lo dice todo. Pero todo se reduce a un problema de formación porque la tradición del cuento en España es enorme.
M.G.- Pero además es un poco absurdo porque lo primero que leemos o nos leen de pequeños son cuentos y luego, a medida que crecemos, abandonamos el género.
J.M.M.- El sistema educativo se equivoca en ese sentido. En los colegios se les mete novelas que en ocasiones no son lecturas apropiadas. Mira a Baroja, con un cuento de cuatro páginas estudias al autor. Con un cuento de ocho páginas de Valle-Inclán se estudia el modernismo,... En los cuentos está todo porque pueden reflejar mucho mejor lo que es una época y un autor, sobretodo para la gente que se está iniciando, pero eso no se valora aquí.
M.G.- Su libro empieza con unas palabras introductorias y en esa introducción hay un párrafo, el último concretamente, en el que dice usted: «En cierto modo este libro es un "arca de Noé", bastante adecuado para mí freten al diluvio de tenebrosas expectativas que estamos viendo en tantos aspectos.» ¿A qué aspectos se refiere?
J.M.M.- (Risas). Pues yo creo que no hay aspecto de la realidad que no sea tenebroso. Me hace gracia cuando veo la tele y veo al político de turno diciendo que se nota claramente una recuperación económica... ¿Una recuperación? Si resulta que el otro día estoy en Radio Nacional y han cerrado Radio Exterior, han acabado con Onda Corta,... De recuperación nada, la siega continúa. Yo, que he sido aficionado a la jardinería pero ya lo dejé porque no se me daba bien (risas) pero tengo una teoría. Mire usted la cultura es un jardín y los jardínes no se siegan, se podan. El buen jardinero sabe dónde podar para mantener el jardín sano y bonito pero aquí han sacado la guadaña y directamente han segado. Con eso solo se destruyen ramas que han crecido durante muchísimos años . Es muy fácil romper un tejido, lo complicado es volver a reconstruirlo, a regenerarlo. Aquí la crisis es terrible pero además, es que no se ha aplicado con la sabiduría y seriedad suficiente. Si hay necesidad de recortar primero hay que pensar en qué se puede y en qué se debe recortar.
M.G.- Han recortado donde no debían.
J.M.M.- Efectivamente, en el tema sanitario, en la educación, en la investigación,... Entiendo que si hay que recortar en estas áreas pues habrá que estudiar cómo y de dónde. Si esta ramita se puede cortar o si esta otra no,... Es una cuestión de poda y no ha habido poda, sino siega. Bueno, siega para lo que han querido porque luego nos damos cuentas de los múltiples escándalos, como el de las tarjetas de Caja Madrid. ¿Nadie sabía nada? ¿Nadie sabe todavía las que andan por ahí?
M.G.- Esto es solo la punta del iceberg, como en todo.
Y volviendo a su libro, se estructura en tres partes. La primera (De este lado) engloba cuentos realistas, la segunda (De aquel lado), cuentos fantásticos y la tercera (Silva mínima), microrrelatos. ¿Qué es más difícil escribir una historia con una base real o adentrarse en un mundo más mágico?
J.M.M.- Esto me gusta decirlo siempre. La realidad no necesita ser verosímil. La realidad se produce sin más y pueden suceder cosas totalmente inverosímiles pero la literatura sí tiene que ser verosímil. Es más, la literatura hace verosímil la realidad. En este sentido, pretendí jugar con la verosimilitud. Ahora bien, ¿es más difícil hacer verosímil un cuento realista, un cuento fantástico o un mini cuento? Eso es un problema del lector. Es él el que tiene que decirlo. Un cuento por el hecho de ser realista no tiene que ser verosímil. Lo difícil es hacer verosímil un cuento realista o un cuento fantástico. El problema es el mismo. Tanto en uno como en otro, se requiere que el lector acepte lo que el autor le está planteando. Y en un mini cuento igual, hay que conseguir que en una breve distancia el lector se crea lo que el autor le cuenta.
M.G.- Y los cuentos que usted reúne en este libro, ¿qué fecha de nacimiento tuvieron?
J.M.M.- Soy muy cuidadoso con las estructuras. Generalmente escribo ciclos de cuentos. Cuentos que transcurren en el mismo espacio, en el mismo barrio, cuentos marcados por alguna extrañeza,... Incluso en mi último libro de cuentos lo que escribí realmente fue una novela porque hice que el lector tuviera que empezar por por el relato número uno, y continuara en orden con la numeración. En el fondo había una trama novelesca aunque era un libro de cuentos. Me gusta jugar con esas cosas.
Estos cuentos los he ido escribiendo casi al hilo de otros libros de cuentos pero que me encajaban en su momento. Concretamente hay uno de vampiros y otro steampunk que los escribí a propuesta de dos personas para dos antologías de ese tipo, es decir, están escritos aposta. Un día me planteé cómo podía hacer un arca de Noé, tal y como digo en la introducción, hacer un pequeño zoológico particular, cómo agrupar mis especies de cuentos, esos que yo he ido trabajando a lo largo de mi vida. Fue una cuestión que me creó problemas porque yo decía que eran muy distintos unos de otros. Como hay una enorme heterogeneidad iba a a obligar al lector a dar unos saltos mortales de uno a otro... Entonces, por esa obsesión mía de la estructura, se me ocurrió dividirlo en tres partes pero necesitaba unificarlos de alguna manera y se me ocurrió hacerlo a través de una voz, teóricamente la mía, que hablaría antes de cada cuento y sería el nexo de unión. Además esa voz me permitía contar muchas cosas.
M.G.- Pero esa voz, que yo en un principio la interpreté como su voz que nos cuenta los motivos que le inducen a escribir ese cuento concreto, no es real ¿no? ¿También es ficción ese fragmento que da paso al cuento?
J.M.M.- Bueno, en ocasiones sí y en ocasiones no. Por ejemplo, cuando hablo de los libros que he leído, la excursión a Ponferrada,... todo eso son recuerdos míos de la infancia, pero esa voz me permitía jugar e ir más allá. Sin ánimo de comparar y mejorando lo presente, es como la voz del Quijote. En el prólogo del Quijote aparece una voz que no es Cervantes. Podríamos pensar que sí pero no lo es. Es simplemente una voz, una ficción. En mi novela, que esa voz forme parte de la ficción me satisface mucho.
M.G.- En sus cuentos toca usted muchos temas: el amor, la amistad, la sexualidad, hay misterio, fantasía,... De todos los cuentos que usted recoge en este libro, ¿se siente especialmente orgulloso de alguno de ellos? ¿Recomendaría especialmente alguno de ellos?
J.M.M.- Los quiero a todos igual pero hay uno del que estoy muy orgulloso. Es el cuento de los vampiros, El relevo. Cuando he impartido talleres de cuentos, les explico a los alumnos que el cuento hay que verlo y si no lo ves, no te pongas a escribirlo. Pero cuando ya lo ves, tienes que ponerte a pensar qué voz hay que darle, cuándo empieza,... En El relevo escogí una voz que es la segunda persona...
M.G.- Le voy a interrumpir pero es que justamente quería comentarle eso mismo. Me ha llamado la atención que usted usa mucho la segunda persona en estos cuentos, algo que no es muy habitual en literatura o, al menos, yo me topado muy pocas veces con un narrador en segunda persona. Me gustaría saber qué aporta la segunda persona.
J.M.M.- Pues mira, en este cuento, El relevo, es fundamental. Es más, yo creo que lo mejor que tiene el cuento es precisamente esa voz y si el cuento termina es gracias a ella.
Yo publiqué una novela, El río del edén, usando la segunda persona y ¿qué aporta? Pues la segunda persona es como una primera persona, es un como un «yo» pero un yo distanciado, con lo cual no nos identificamos tan directamente. Al lector le cuesta más entrar en el tú pero esa distancia le permite al autor mostrar ciertos aspectos que con la primera persona no sería posible. Por ejemplo, al protagonista de esta novela que te comento, se le ve mucho mejor con esa distancia porque se aprecian mejor todas sus contradicciones gracias a esa voz en segunda persona.
M.G.- Es curioso. Mire, sus cuentos me han gustado todos muchos pero tengo mis preferidos, esos que me han gustado muchísimo. Le comento. Duplicidad es muy original. Cuando lo estaba leyendo me vino a la mente aquellas historias que se narraban en Historias para no dormir, porque tiene ese aire y ese estilo que encajaría muy bien en aquella serie.
J.M.M.- ¿Sí? (Risas)
M.G.- Sí, sí, perfectamente. Me lo imagina en pantalla y encima en blanco y negro. Y luego rescata usted una vieja leyenda de una ciudad,...
M.G.- Exactamente. Es preciosa esa leyenda. [Ver nota inferior]
J.M.M.- Una leyenda que coincide un poco con la Santa Compaña pero lo que cuento en ese relato es todo verdad. Incluso es verdad que yo pasé por encima del patíbulo y, en cierto sentido, cuando volví a Madrid, estaba todavía en Cêské Budêjovice. Es una ciudad preciosa, medieval, rodeada por un río y con muchos puentes. Todos los barrios antiguos son absolutamente preciosos. La ciudad es tan pequeñita que en una sola noche puedes recorrerla. Además, allí a las diez de la noche se cierra todo. Es una ciudad que tiene algo fantasmal y en el relato lo que hago es una crónica de lo que es la ciudad para un turista, es como una guía porque además hablo de bares y lugares que son reales, incluso recojo el pleito que la ciudad tiene por la cerveza Budweiser que nació realmente en esa ciudad.
M.G.- ¡Qué curioso! Y otro cuento muy, muy original es el que usted titula Una tarde buceo. Es un cuento con tres variaciones, es decir, usted nos ofrece tres versiones de la misma historia. Da la impresión que usted no se siente convencido con ninguno de los tres desarrollos que idea y se decanta por ofrecer al lector las tres versiones.
J.M.M.- Bueno pues sí. Ese cuento nace de mi gusto por el buceo. Me gusta tanto bucear que cuando escribí ese cuento en invierno quería volver otra vez a meterme en el agua y entonces pensé en todas esas variaciones. En una en la que me encontraría con mi otro yo, en otra que el tiempo hubiera pasado vertiginosamente... Pero me parece estupenda la idea de que el lector elija la versión que más le guste.
M.G.- Es que me pareció tan original que el autor nos de tres versiones distintas del mismo cuento en el mismo libro...
J.M.M.- Es una idea que me gustó. Acabada la primera versión, me apeteció volver a escribirlo con otros matices,... Una manera de jugar y experimentar.
M.G.- Y en el cuento titulado Prisa, en el que se narra esa lucha por evitar que el motor de explosión se imponga en la sociedad por encima del uso de la bicicleta. No sé si en ese cuento se intuye su forma de pensar y utiliza usted la bicicleta como sinónimo de vida tranquila, sosegada, sin estrés,... No sé si usted ha pretendido ahí volcar su forma de pensar.
J.M.M.- En cierto modo sí, claro. En el fondo ahí dejo ver mi pensamiento sobre las nuevas tecnologías. Creo que las tecnologías nos ayudan pero no las empleamos como deberíamos. Por ejemplo, investigamos sobre la fisión nuclear, muy bien, ¿y para qué sirve eso? Pues para crear la bomba atómica, destruir Hiroshima y Nagasaki, crear el terror atómico que hemos creado durante tanto tiempo,... Ahora bien, inventamos la televisión y solo la usamos para embrutecernos. Luego se inventó el móvil pero ¿qué uso estamos haciendo de él? Si cada vez nos comunicamos menos de forma verbal... Estamos perdiendo cosas valiosísimas.
El cuento del que me hablas, ese entró en una antología, y nadie me ha insultado más que los de facebook a propósito de ese cuento.
M.G.- ¿Sí? ¿Por qué?
J.M.M.- Bueno, me han puesto a parir. Se ve que he tocado un punto sensible.
Y el otro día iban en el autobús dos chicos sentados delante mía cada uno con su móvil y de vez en cuando se miraban y se reían. Me acerqué a ellos y les dije: «Oye, perdonad, ¿estáis hablando entre vosotros?». Y me responden que sí y les pregunté que por qué no hablaban... Me miraron con una cara. Entonces, cuando hablo de la bicicleta en este cuento en cierto modo sí reflejo mi pensamiento. Somos capaces de inventar estupendas tecnologías y las usamos de una forma tan estúpida. Es algo que me asombra.
Y el otro día iban en el autobús dos chicos sentados delante mía cada uno con su móvil y de vez en cuando se miraban y se reían. Me acerqué a ellos y les dije: «Oye, perdonad, ¿estáis hablando entre vosotros?». Y me responden que sí y les pregunté que por qué no hablaban... Me miraron con una cara. Entonces, cuando hablo de la bicicleta en este cuento en cierto modo sí reflejo mi pensamiento. Somos capaces de inventar estupendas tecnologías y las usamos de una forma tan estúpida. Es algo que me asombra.
M.G.- Yo creo que hemos perdido mucho en el camino. Ese cuento me gustó especialmente porque yo soy partidaria de la tranquilidad, el sosiego y pienso que nos pasamos el día corriendo de un lado a otro y dejamos de ver lo que nos rodea, nos perdemos muchas cosas maravillosas por no pararnos a mirar.
J.M.M.- La prisa como sistema de vida. No tengo más remedio que aceptarlo, a ver... Mire yo solo uso el móvil en los viajes, y para llamar a mi mujer y decirle que estoy bien y tal. Pues se me olvida con frecuencia porque no lo necesito. Yo normalmente trabajo en casa, tengo el teléfono fijo y con eso me basta. Eso sí, utilizo el ordenador que creo que es un gran invento, pero por lo demás... Y ahora con el whatsapp los discursos son mucho más endebles porque se construyen sobre pequeñas frases,... Creo que desde siempre, hemos usado las tecnologías de manera estúpida.
M.G.- El móvil nos hace esclavos. Antes íbamos por la calle sin móvil y tan tranquilos y ahora si lo olvidamos atrás, no sabemos qué hacer.
J.M.M.- Yo entiendo que hay personas que por su trabajo les ha venido muy bien o para casos muy concretos es muy eficaz pero no para todo. Si vas en el metro, ves a todo el mundo mirando su móvil sin parar cuando antes, las señoras iban con su libro...
M.G.- Es verdad, eso se ve mucho. El otro día, en la consulta del médico, éramos dieciocho y trece estaban mirando el móvil (risas).
Y José María ¿le quedan todavía muchos cuentos en el cajón como para publicar otro libro?
J.M.M.- No, tengo alguno pero repite temática, así que me he quedado exhausto. Ahora me toca cargar de nuevo las pilas, a ver lo que se me va ocurriendo. Lo que pasa es que yo alterno los libros de cuentos con las novelas. En eso sigo a Lope de Vega porque la novela es muy absorbente y obsesiva. Cuando acabo una novela no consigo quitármela de encima y un día recordando a Lope de Vega, aquello de que para olvidar un amor hay que enamorarse de nuevo, pensé que la solución estaba en acabar la novela y ponerse a pensar en clave de cuento. Y así voy tirando.
M.G.- Entonces, ahora está usted trabajando en una novela
J.M.M.- Sí, ahora toca eso.
M.G.- ¿Y qué tal va?
J.M.M.- Bueno, todavía estoy amasando. El cuento es una iluminación. O lo ves o no lo ves. La novela es una exploración y estoy en ello. Tengo bastante idea de cómo puede ser la cosa pero estoy todavía en el camino.
M.G.- Pues José Maria, no tengo más preguntas que hacerle. Reiterarle que a mí me han fascinado sus cuentos.
J.M.M.- (Risas). Mi ego está por los cielos.
M.G.- Me gusta mucho leer relatos y estos los he disfrutado con sumo gusto, así que los recomendaré sin duda.
J.M.M.- Muchas gracias. Estoy encantado.
M.G.- Gracias por atendernos. Ha sido un placer conocerle.
J.M.M.- Gracias a vosotros.
[Nota: nos referimos a la leyenda de La piedra errante; según se cuenta, en la plaza adoquinada de la ciudad figura una piedra con una pequeña cruz incisa que muestra el lugar en el que fueron ejecutados diez jóvenes. Quien pasa por encima de dicha piedra a partir de cierta hora, no podrá salir jamás de las calles de la ciudad].
José María Merino es una de esas personas con las que te quedarías charlando hora tras hora. Fue un encuentro de lo más agradable y espero volver a repetir la próxima vez que venga a Sevilla. En cuanto a su libro, os daré a conocer mis impresiones en breve. De entrada, lo recomiendo sin atisbo de duda.
Y esta dedicatoria...
M.G.- Es verdad, eso se ve mucho. El otro día, en la consulta del médico, éramos dieciocho y trece estaban mirando el móvil (risas).
Y José María ¿le quedan todavía muchos cuentos en el cajón como para publicar otro libro?
J.M.M.- No, tengo alguno pero repite temática, así que me he quedado exhausto. Ahora me toca cargar de nuevo las pilas, a ver lo que se me va ocurriendo. Lo que pasa es que yo alterno los libros de cuentos con las novelas. En eso sigo a Lope de Vega porque la novela es muy absorbente y obsesiva. Cuando acabo una novela no consigo quitármela de encima y un día recordando a Lope de Vega, aquello de que para olvidar un amor hay que enamorarse de nuevo, pensé que la solución estaba en acabar la novela y ponerse a pensar en clave de cuento. Y así voy tirando.
M.G.- Entonces, ahora está usted trabajando en una novela
J.M.M.- Sí, ahora toca eso.
M.G.- ¿Y qué tal va?
J.M.M.- Bueno, todavía estoy amasando. El cuento es una iluminación. O lo ves o no lo ves. La novela es una exploración y estoy en ello. Tengo bastante idea de cómo puede ser la cosa pero estoy todavía en el camino.
M.G.- Pues José Maria, no tengo más preguntas que hacerle. Reiterarle que a mí me han fascinado sus cuentos.
J.M.M.- (Risas). Mi ego está por los cielos.
M.G.- Me gusta mucho leer relatos y estos los he disfrutado con sumo gusto, así que los recomendaré sin duda.
J.M.M.- Muchas gracias. Estoy encantado.
M.G.- Gracias por atendernos. Ha sido un placer conocerle.
J.M.M.- Gracias a vosotros.
[Nota: nos referimos a la leyenda de La piedra errante; según se cuenta, en la plaza adoquinada de la ciudad figura una piedra con una pequeña cruz incisa que muestra el lugar en el que fueron ejecutados diez jóvenes. Quien pasa por encima de dicha piedra a partir de cierta hora, no podrá salir jamás de las calles de la ciudad].
José María Merino es una de esas personas con las que te quedarías charlando hora tras hora. Fue un encuentro de lo más agradable y espero volver a repetir la próxima vez que venga a Sevilla. En cuanto a su libro, os daré a conocer mis impresiones en breve. De entrada, lo recomiendo sin atisbo de duda.
Y esta dedicatoria...