Año: 2003.
Nacionalidad: Española.
Director: Xavier Villaverde.
Reparto: Juan Diego Botto, Luis Tosar, Marta Etura, Rosa Álvarez, Elvira Minguez, Laura Mañá, David Álvarez, Diego Infante, Gonzalo Uriarte, Yolanda Muiños, Mariana Carballal, Susan Ritz.
Género: Terror. Thriller.
Sinopsis: Jacobo, un joven escultor, vuelve a su ciudad natal después de 20 años de ausencia. La razón de su regreso es la delicada salud de su madre, hospitalizada en un psiquiátrico. Allí se reencuentra con personas casi olvidadas, que le ayudarán a enfrentarse a unos hechos de los que lleva media vida huyendo. Esto le llevará al centro de una pesadilla sin salida, en la que descubrirá algo terrible: es la pieza fundamental de un enigmático plan.
[Información facilitada por Filmaffinity]
Esta semana volvemos al norte. Santiago de Compostela, y por ende toda Galicia, es una tierra llena de magia y leyendas. La que gira en torno a la Catedral de Santiago tiene que ver con la Torre del Reloj y la campana más grande de la misma, denominada Berenguela. Según las voces del lugar, hay noches en las que dicha campana tañe trece veces en lugar de doce para señalar la medianoche, señal inequívoca de que el demonio anda cerca haciendo de las suyas.
Suso del Toro se basó en esta leyenda para escribir su novela Trece Campanadas, adaptada al cine con posterioridad bajo la dirección de Xavier Villaverde, película homónima de la que os voy a hablar hoy. Pongámonos en situación...
[Chove en Santiago - Luar Na Lubre]
La historia se inicia en 1984. Llueve en Santiago y la noche tiene aroma de tragedia. Mateo Bastida (Luis Tosar) y su mujer Carmen (Elvira Mínguez) se enredan en una terrible pelea por la custodia de su hijo pequeño, Jaboco. La cosa no termina bien, suenan trece campanadas y el padre cae muerto. Casi veinte años más tarde aquel niño es un hombre atormentado (Juan Diego Botto) que vuelve a la casa familiar tras haber pasado los últimos años en Buenos Aires. La madre está ingresada en un psiquiátrico y su delicado estado de salud no augura nada bueno pero el regreso a aquella ciudad donde no deja de llover y a su casa, aquel escenario tétrico, solo le traerá malos recuerdos. Además Jacobo está en tratamiento desde hace años. Su mente carece de la lucidez necesaria para llevar una vida centrada, algo que se distingue en su aspecto y en su mirada, casi el rostro de un demente.
A su madre la visita del hijo no le aporta tranquilidad, más bien todo lo contrario. Su estado nervioso se acrecenta, habla con fantasmas, lanza temibles sentencias. Por su parte, Jacobo también comienza a tener alucinaciones mientras en su cabeza resuena una voz familiar, aquella que le mandaba de pequeño y que aún hoy le sigue ordenando cosas terribles. Con la ayuda de María (Marta Etura), una amiga de la infancia, Jacobo tendrá que enfrentarse a su pasado por las calles solitarias y húmedas de Santiago para alcanzar un futuro en el que, por fin, deje de llover.
Trece campanadas es un thriller (la palabra terror sobra), una historia que aúna misterio, fantasía, leyenda y magia, construida sobre unos personajes que tienen miedo, que se engañan, que se traicionan, con la locura luchando a brazo torcido contra el amor. No es una película de terror pues el miedo no traspasa los límites de nuestra sensibilidad, sin embargo, sí flota el suspense amplificado por las escenas en las que la lluvia y la oscuridad impregna cada fotograma. Apenas hay escenas durante el día y bajo la luz del sol, solo cuando el director quiere hacernos creer que todo lo malo ha pasado para posteriormente volver a hundirnos en un pozo de oscuridad.
El argumento está bien y es entretenido aunque le pondría alguna que otra pega, especialmente cuando se recurre a alguna escena de persecución que se desarrolla sin demasiada lógica y por lo tanto resta credibilidad. Por otra parte, y aunque esto sea cine de ficción, no es tan poco muy normal que la gente entre y salga de las iglesias y de la catedral, sin un solo alma dentro -bendita o no-, a cualquier hora y sin problema alguno.
En cuanto al reparto, a estas alturas ya sabréis de mi debilidad por Luis Tosar. La fuerza que desprende este actor es descomunal y, por supuesto, no me refiero a fuerza física sino emocional. En esta ocasión le toca interpretar a Mateo Bastida, el escultor exigente consigo mismo y con los demás. Un hombre que ejerce su trabajo con severa disciplina, la misma que aplica a su hijo pequeño pues pretende que él siga sus pasos. Se le ve descomunal en las escenas en las que la tensión está en su punto máximo. Su voz, su semblante, su mirada,... encaja perfectamente con un personaje como el del escultor, ambicioso y soberbio, obsesionado por culminar su obra, el trabajo más importante de su vida que quedó inconcluso con su muerte.
Juan Diego Botto, rondaba los 27 años cuando se rodó esta película y se le nota mucho su juventud. Con los años no solo ha madurado personalmente sino también profesionalmente y eso se advierte en la seguridad con la que afronta sus personajes. En cualquier caso, cuando comparte escena con Tosar, Botto mejora y es que da la impresión que Juan Diego consigue empaparse del dominio de Tosar.
Marta Etura, también muy joven (unos 24 años), es el contrapunto a la locura de Botto con su rostro dulce y angelical. Su papel es un tanto insípido y es el que menos me ha gustado. De todos modos, creo que le ocurre igual que a Botto, es demasiado joven.
Trece campanadas es una película entretenida, un thriller psicológico ligerito, que se sustenta gracias a la labor de Luis Tosar y a una historia basada en una leyenda. Bajo mi punto de vista es un largometraje que tiene ciertas carencias pero que se deja ver. Así pues...
Trailer:
Trailer: