Editorial: Austral.
Autor
Juan Rulfo se ha convertido en un hito en la historia de las letras hispánicas contemporáneas. Pocas veces una obra tan corta ha dado a su autor fama tan universal e indiscutida como la del escritor mexicano. Nacido en Savula, en el estado de Jalisco, durante su infancia vivió las revueltas campesinas y cristeras, especialmente violentas en su región natal, lo que tendría una profunda influencia en su posterior quehacer literario. Éste se inició en la revista Pan, donde aparecieron sus primeros cuentos. En 1953 publicó El Llano en llamas, colección de relatos que en sucesivas ediciones reunió los dieciséis [...], y en 1955 la novela Pedro Páramo. [...]. El escritor mexicano, que falleció en 1986, obtuvo el Premio Príncipe de Asturias en 1983.
[Biografía facilitada por Casa del Libro]
Sinopsis
Pedro Páramo, una de las obras maestras de la literatura hispanoamericana de todos los tiempos y única novela del mexicano Juan Rulfo (1918-1986), constituyó en el momento de su aparición (1955) un revulsivo en todo el ámbito literario en lengua castellana. A partir de una trama aparentemente realista -un joven que va en busca de su padre-, Rulfo nos transporta con maestría al territorio de lo fantástico, a ese lugar mítico y misterioso llamado Comala «que parece ir muriendo por sí mismo» y en el que se funden las voces de todo el pasado y el presente mexicanos.
Reina Roffé ofrece en su Introducción un esencial recorrido por la vida y la obra de Juan Rulfo, uno de los escritores más atractivos y enigmáticos de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
[Sinopsis facilitada por la editorial]
A Pedro Páramo hay que llegar con los deberes hechos. Uno no puede llegar a esta novela sin saber qué contienen sus páginas porque, probablemente, se desoriente bastante. A los miembros del club nos indicaron que lo leyéramos con ojos vírgenes, sin pararnos previamente en la introducción y para mí eso fue bastante contraproducente. Aunque entiendo perfectamente lo que mi coordinadora pretendía con aquellas indicaciones, creo esta novela de Juan Rulfo (si no me equivoco, primera y última publicada; anteriormente vio la luz un libro de relatos titulado El Llano en llamas) requiere de una iniciación previa, de unas directrices que nos permiten dilucidar con claridad lo que el autor mexicano narra en estas escasas doscientas páginas.
Con un narrador en primera persona del que solo sabremos su nombre (Juan Preciado) una vez que estemos bien inmersos en la historia -posteriormente otras voces nos hablarán- , el autor nos conduce hasta el pueblo de Comala, un pequeño punto de la geografía mexicana donde la vida no es más que un recuerdo. Alentado por el deseo de venganza de una madre postrada en su lecho de muerte, Juan Preciado se encamina hacia aquel lugar en busca de un padre (Pedro Páramo) al que deberá reclamar lo que nunca concedió. Pero a Juan, más que el ánimo de venganza, lo que le mueve es la ilusión por conocer a su progenitor y por contemplar con sus propios ojos la supuesta belleza de un pueblo que permanece vivo en el recuerdo de su madre. Pero Comala ya no es lo que era.
Nada más acercarse al pueblo Juan conocerá a Abundio, un arriero, hijo bastardo de Pedro Páramo, con él conversará de camino al pueblo. Ya en sus mismas calles, conocerá a Eduviges que le explicará el día de su nacimiento, la boda de su madre con Pedro Páramo y su marcha de Comala, a María Dyada, hermana de la anterior, a Damiana, a Dorotea,... Unos y otros irán contando a Juan la vida del pueblo y sus habitantes. A través de los relatos de estos personajes, tanto Juan como el lector conoceremos cómo y quién era Pedro Páramo, el señor de las tierras de Comala, el propietario de la finca de la Media Luna, el que solo reconoció a Miguel como hijo legítimo, el hombre que arreglaba los problemas con el dinero por delante, con su autoridad o bien mirando hacia otro lado. Pedro Páramo, el cacique.
Comala es un pueblo por cuyas calles transitan las voces del pasado.
A mi entender, Rulfo retrata en esta novela el pasado de esos pueblos gobernados por un hombre hecho a sí mismo, un terrateniente a cuyas órdenes se pliega todo el mundo, incluso la autoridad y la iglesia, a quien conviene tener más como amigo que con enemigo. Pero, al mismo tiempo, refleja a la perfección la decadencia de esos pueblos que van muriendo con el paso del tiempo, una imagen que no nos debe resultar extraña ni lejana porque, incluso en nuestros días, disgregados a lo largo de nuestra geografía, aún quedan pueblos que van muriendo más y más con cada amanecer. Lugares que un día bulleron de alegría hoy permanecen en silencio, sumergidos en un profundo letargo del que nunca más despertarán.
Son varios los aspectos curiosos que hay que destacar de esta novela. Por un lado un elenco de personajes con una peculiar característica que no quisiera desvelar pero que tiene mucho que ver con esa decadencia, esas voces del pasado y esos silencios de los que hablaba antes. Destapar más sobre este punto sería robarle esencia a la novela. Sin embargo, aprovecho este momento para señalar los personajes que más me han gustado.
De Pedro Páramo podríamos pensar que es un tirano sin compasión, un individuo altivo que mueve los hilos de su interés a su antojo pero Juan Rulfo construye un personaje que tiene también su lado más amable. Teniendo a todas las mujeres de la comarca a su alcance, Pedro suspira por Susana San Juan, una joven que le hará sacar su lado menos envilecido.
El padre Rentería es otro de esos personajes que han llamado mi atención y que refleja la postura de la iglesia en un pueblo donde los preceptos cristianos tienen poco que hacer frente a las exigencias del cacique. El padre Rentería vive en un encrucijada. Me gusta de este personaje sus contradicciones, la amargura en la que vive, sabiéndose un vendido, que bendice o castiga de acuerdo a unos criterios más relacionados con el dinero que con la piedad. Sus actos le acarrean una tremenda culpa que terminará de decidir por él.
Y siguiendo con los aspectos curiosos a destacar habría que mencionar el desorden cronólogico de la novela.Presente y pasado se dan la mano en un baile anacrónico que despistará al lector si no ha leído previamente la introducción que suele acompañar a algunas ediciones. Es fundamental conocer la estructura sobre la que Juan Rulfo ha construido esta novela. Para que os hagáis una idea, es como si él hubiera escrito la historia de principio a fin y una vez conclusa se hubiera dedicado a darle tijeretazos de tal manera que el resultado fuera un cúmulo de piezas que ha ido disponiendo aquí y allá. Hay que ser consciente de este hecho para poder discernir quién nos habla en cada momento, desde dónde lo hace y en qué época.
Pedro Páramo ha supuesto una lectura complicada y triste con tanto abandono y soledad (no hay más que fijarse en la palabra «Páramo») como se respira, donde los protagonistas no son de carne y hueso sino que todo gira en torno a varios conceptos como la muerte y la desolación. Una novela en la que la revolución mexicana es un simple trasfondo, donde el viaje de Juan Preciado no es más que un preámbulo que nos encamina hacia el verdadero argumento de la novela: el caciquismo, la vida de Pedro Páramo y los habitantes de Comala. Me ha costado mucho leerlo por los saltos en el tiempo, por desconocer lo que Juan Rulfo quería narrarnos sin haber leído previamente la introducción. Esto, unido a un lenguaje lleno de términos y palabras muy regionales, hacen de Pedro Páramo una novela que requiere una lectura sosegada, un reposo y un volver a ella una y otra vez, para releerla. Creo que es la única manera de entenderla en toda su extensión.
Ahora solo me queda ver alguna de las adaptaciones al cine. Se hicieron varias. Aquí os dejo el trailer de una de ellas.
Con un narrador en primera persona del que solo sabremos su nombre (Juan Preciado) una vez que estemos bien inmersos en la historia -posteriormente otras voces nos hablarán- , el autor nos conduce hasta el pueblo de Comala, un pequeño punto de la geografía mexicana donde la vida no es más que un recuerdo. Alentado por el deseo de venganza de una madre postrada en su lecho de muerte, Juan Preciado se encamina hacia aquel lugar en busca de un padre (Pedro Páramo) al que deberá reclamar lo que nunca concedió. Pero a Juan, más que el ánimo de venganza, lo que le mueve es la ilusión por conocer a su progenitor y por contemplar con sus propios ojos la supuesta belleza de un pueblo que permanece vivo en el recuerdo de su madre. Pero Comala ya no es lo que era.
Nada más acercarse al pueblo Juan conocerá a Abundio, un arriero, hijo bastardo de Pedro Páramo, con él conversará de camino al pueblo. Ya en sus mismas calles, conocerá a Eduviges que le explicará el día de su nacimiento, la boda de su madre con Pedro Páramo y su marcha de Comala, a María Dyada, hermana de la anterior, a Damiana, a Dorotea,... Unos y otros irán contando a Juan la vida del pueblo y sus habitantes. A través de los relatos de estos personajes, tanto Juan como el lector conoceremos cómo y quién era Pedro Páramo, el señor de las tierras de Comala, el propietario de la finca de la Media Luna, el que solo reconoció a Miguel como hijo legítimo, el hombre que arreglaba los problemas con el dinero por delante, con su autoridad o bien mirando hacia otro lado. Pedro Páramo, el cacique.
Comala es un pueblo por cuyas calles transitan las voces del pasado.
«-Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran cerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen».[Pág. 79]
A mi entender, Rulfo retrata en esta novela el pasado de esos pueblos gobernados por un hombre hecho a sí mismo, un terrateniente a cuyas órdenes se pliega todo el mundo, incluso la autoridad y la iglesia, a quien conviene tener más como amigo que con enemigo. Pero, al mismo tiempo, refleja a la perfección la decadencia de esos pueblos que van muriendo con el paso del tiempo, una imagen que no nos debe resultar extraña ni lejana porque, incluso en nuestros días, disgregados a lo largo de nuestra geografía, aún quedan pueblos que van muriendo más y más con cada amanecer. Lugares que un día bulleron de alegría hoy permanecen en silencio, sumergidos en un profundo letargo del que nunca más despertarán.
Son varios los aspectos curiosos que hay que destacar de esta novela. Por un lado un elenco de personajes con una peculiar característica que no quisiera desvelar pero que tiene mucho que ver con esa decadencia, esas voces del pasado y esos silencios de los que hablaba antes. Destapar más sobre este punto sería robarle esencia a la novela. Sin embargo, aprovecho este momento para señalar los personajes que más me han gustado.
De Pedro Páramo podríamos pensar que es un tirano sin compasión, un individuo altivo que mueve los hilos de su interés a su antojo pero Juan Rulfo construye un personaje que tiene también su lado más amable. Teniendo a todas las mujeres de la comarca a su alcance, Pedro suspira por Susana San Juan, una joven que le hará sacar su lado menos envilecido.
El padre Rentería es otro de esos personajes que han llamado mi atención y que refleja la postura de la iglesia en un pueblo donde los preceptos cristianos tienen poco que hacer frente a las exigencias del cacique. El padre Rentería vive en un encrucijada. Me gusta de este personaje sus contradicciones, la amargura en la que vive, sabiéndose un vendido, que bendice o castiga de acuerdo a unos criterios más relacionados con el dinero que con la piedad. Sus actos le acarrean una tremenda culpa que terminará de decidir por él.
Y siguiendo con los aspectos curiosos a destacar habría que mencionar el desorden cronólogico de la novela.Presente y pasado se dan la mano en un baile anacrónico que despistará al lector si no ha leído previamente la introducción que suele acompañar a algunas ediciones. Es fundamental conocer la estructura sobre la que Juan Rulfo ha construido esta novela. Para que os hagáis una idea, es como si él hubiera escrito la historia de principio a fin y una vez conclusa se hubiera dedicado a darle tijeretazos de tal manera que el resultado fuera un cúmulo de piezas que ha ido disponiendo aquí y allá. Hay que ser consciente de este hecho para poder discernir quién nos habla en cada momento, desde dónde lo hace y en qué época.
Pedro Páramo ha supuesto una lectura complicada y triste con tanto abandono y soledad (no hay más que fijarse en la palabra «Páramo») como se respira, donde los protagonistas no son de carne y hueso sino que todo gira en torno a varios conceptos como la muerte y la desolación. Una novela en la que la revolución mexicana es un simple trasfondo, donde el viaje de Juan Preciado no es más que un preámbulo que nos encamina hacia el verdadero argumento de la novela: el caciquismo, la vida de Pedro Páramo y los habitantes de Comala. Me ha costado mucho leerlo por los saltos en el tiempo, por desconocer lo que Juan Rulfo quería narrarnos sin haber leído previamente la introducción. Esto, unido a un lenguaje lleno de términos y palabras muy regionales, hacen de Pedro Páramo una novela que requiere una lectura sosegada, un reposo y un volver a ella una y otra vez, para releerla. Creo que es la única manera de entenderla en toda su extensión.
Ahora solo me queda ver alguna de las adaptaciones al cine. Se hicieron varias. Aquí os dejo el trailer de una de ellas.