Editorial: DeBolslllo.
Autor
Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en psicología. Lleva más de diez años dedicado a la traducción literaria y a la colaboración editorial en distintos ámbitos. Entre los autores traducidos por él se encuentran David Sedaris, Jonathan Safran Foer, Glenway Wescott, Rosie Alison, Peter May, Rabih Alameddine y A. L. Kennedy. En julio de 2011 se publicó su primera novela, El verano de los juguetes muertos, un éxito de venta y crítica que ha sido publicado en más de veinte países. en junio de 2012 apareció Los buenos suicidas, la esperada continuación de la serie protagonizada por Héctor Salgado.
Sinopsis
Un nuevo caso del inspector Salgado.
En una ciudad que ha perdido el brillo, un policía lucha contra las sombras.
Noche de Reyes de 2011. El inspector Hérctor Salgado, insonme y obsesionado por la desaparición de su ex mujer, recibe una llamada: la secretaria de dirección de una conocida empresa de cosméticos se ha arrojado a las vías del metro. Ante un caso que se intuía fácil, Salgado peleará por destapar la red de sangre y mentiras que se oculta tras el presunto suicidio.
La agente Leire Castro, embarazada y atrapada en casa por una baja médica prematura, también piensa en el caso nunca cerrado de Ruth, la ex de Héctor. En su estado no debería emprender una investigación, pero en su carácter está insistir, no detenerse, derribar las fachadas que siempre ocultan males mayores.
[Información facilitada por la editorial]
Sigo con la saga del autor catalán Toni Hill, en este caso con su segunda entrega y con los misterios que dejó sin resolver en la primera. Vuelven a ser mis compañeros de lectura el inspector Héctor Salgado y la agente Leire Castro. Junto a ellos, viejos conocidos como Carmen, la casera del inspector, el comisario Lluis Saval o la subinspectora Martina Andreu. Pero también habrá nuevas incorporaciones en el contexto policial como la del agente Roger Fort que sustituirá a Castro pues ella está de baja por embarazo, así como otros muchos personajes.
Como suele ocurrir con las sagas y trllogías, es un poco complicado redactar una reseña sin hacer mención a lo acontecido en las entregas anteriores y por ende, también lo es no caer en los spoilers. Intentaré ser lo más cuidadosa posible para no desvelar en exceso pero, aun así, pido disculpas si revelo más de la cuenta.
Los buenos suicidas se inicia con una nota de prensa firmada por Lola Martínez Rueda en la que la periodista se hace eco del asesinato de una familia completa a manos del marido. Gáspar Ródenas, un hombre joven, aparentemente normal, sin graves problemas, con buen trabajo, asesina a su esposa Susana y a su hija Alba de catorce meses. Posteriormente, él se pega un tiro. Lo habitual en estos casos. La noticia coge por sorpresa a propios y a ajenos pues Ródenas no era un hombre violento, no existían antecedentes de malos tratos y la pareja tenía una relación plena y feliz que se había afianzado con el nacimiento de su preciosa hija.
Este suceso da pie a los restantes acontecimientos que se producirán a lo largo de la novela. El lector se enfrenta a un rosario de «accidentes» o muertes sospechosas que serán como migas de pan que el inspector Salgado y su compañero Fort tendrán que seguir. El recorrido se inicia con la muerte de Sara Mahler, una mujer de treinta años, más bien solitaria, puntillosa y exigente que apenas salía de casa. Aparentemente esta mujer se ha lanzado a la vías del metro y aunque todo podría indicar que se trata de un suicidio, la cosa no es tan simple como parece.
Dicen que todos los caminos conducen a Roma pero en este caso algunos cabos sueltos en la muerte de Sara conducirá a la policía a la empresa Laboratorios Alemany y pondrán a buena parte de su plantilla bajo el punto de mira. Los mellizos y empresarios Víctor y Silvia Alemany, César Calvo, prometido de Silvia, Amanda Bonet, Manel Caballero, Octavi Pujades y Brais Arjona esconden algo y por lo tanto, todos pueden estar detrás de la muerte de Sara. ¿Fue un suicidio? ¿Asesinato? Todo apunta a lo segundo cuando surge la siguiente muerte. Otro miembro más de la empresa aparece muerto. Demasiadas coincidencias. Además, la policía descubrirá una fotografía que muestra la imagen de tres perros ahorcados y colgando de las ramas de un árbol acompañado por el mensaje «No te olvides». Parece que todos los trabajadores mencionados antes han recibido la misma foto con el mismo mensaje. ¿Quién lo envía? ¿Qué significa esa fotografía? Sea lo que fuere, todos ellos están asustados.
Dicen que todos los caminos conducen a Roma pero en este caso algunos cabos sueltos en la muerte de Sara conducirá a la policía a la empresa Laboratorios Alemany y pondrán a buena parte de su plantilla bajo el punto de mira. Los mellizos y empresarios Víctor y Silvia Alemany, César Calvo, prometido de Silvia, Amanda Bonet, Manel Caballero, Octavi Pujades y Brais Arjona esconden algo y por lo tanto, todos pueden estar detrás de la muerte de Sara. ¿Fue un suicidio? ¿Asesinato? Todo apunta a lo segundo cuando surge la siguiente muerte. Otro miembro más de la empresa aparece muerto. Demasiadas coincidencias. Además, la policía descubrirá una fotografía que muestra la imagen de tres perros ahorcados y colgando de las ramas de un árbol acompañado por el mensaje «No te olvides». Parece que todos los trabajadores mencionados antes han recibido la misma foto con el mismo mensaje. ¿Quién lo envía? ¿Qué significa esa fotografía? Sea lo que fuere, todos ellos están asustados.
De la inspección en Laboratorios Alemany se hará cargo Héctor Salgado y Roger Fort pero no debemos olvidar que la anterior entrega finalizó con la desaparición de Ruth Valldaura, ex esposa del inspector Héctor Salgado. Los argentinos conocen bien lo que se puede esconder detrás del término «desaparecida» y eso le provoca noches en blanco, mal humor y un profundo desasosiego. El psicólogo al que Héctor asiste después de la salida de tono con el curandero Omar en El verano de los juguetes muertos no parece que le sirva de mucho. Pero la investigación de la desaparición de Ruth está en otras manos. Por razones obvias Héctor no puede inmiscuirse en el caso y muy a su pesar tiene que tolerar que sean otros lo que intenten llegar al fondo del asunto aunque sin éxito. Es este punto donde Toni Hill rescata a Leire Castro de su destierro.
La joven agente, de baja médica debido a su embarazo, se siente acorralada. Ella se ha mudado a un piso nuevo pero no es mujer de artes decorativas. A ella lo que le gusta es su trabajo y como lo hecha tanto de menos, enreda a la subinspectora Andreu para que le permita aprovechar su tiempo libre en avanzar en el caso de Ruth. Una revisión exhaustiva del expediente, algunos interrogatorios con familiares y la breve aparición de un periodista le permitirá a Leire descubrir algunas pistas sobre el paradero de Ruth pero os advierto que, frente al caso de Laboratorios Alemany, que quedará debidamente resuelto, en el caso de la desaparición de la ex mujer de Héctor tendremos que esperar a la tercera entrega para saber qué ocurrió.
A pesar de esa espera a la que los lectores de sagas y trilogías nos vemos abocados, tengo que decir que la lectura de Los buenos suicidas ha sido muy gratificante. Me he encontrado con una novela llena de de secretos y misterios que en esta ocasión giran en torno a las relaciones laborales y al mundo del trabajo. Del pasado regresan relaciones personales, viejos expedientes de adopción, hay amores ocultos, trabajo en equipo con fines poco lucrativos, chantaje, negocios en la sombra, dinero, un pacto de silencio, ajustes de cuentas y mucha desconfianza. Un cocktail lleno de intriga y suspense que en mi caso no me ha decepcionado.
Los personajes principales siguen siendo Héctor Salgado y Leire Castro. En el primer caso, el inspector anda como perro enjaulado. No le resulta fácil verse apartado del caso de su ex mujer. A ello hay que sumar que la relación con su hijo Guillermo sigue en un tira y afloja. El joven es un chico reservado que apenas exterioriza ni lo que siente ni lo que piensa. Siempre ha sido un tanto introvertido, sin apenas amigos, del colegio a casa y de casa al colegio pero, tras la desaparición de su madre, Guillermo está mucho más meditabundo, más taciturno. A mi juicio se aísla de todo, de la ausencia de su madre y del dolor que ve en su padre por no averiguar qué ocurrió.
Leire es uno de los personajes que más me gustan y a la que más veo evolucionar con el paso de las páginas. En realidad, esa imagen de mujer independiente y autosuficiente no es más que una pose. La soledad, esa que ella intenta defender e imponer a toda costa, no es más que un lastre que en ocasiones la hunde demasiado, por eso se agarra con uñas y dientes a la investigación extraoficial de la desaparición de Ruth. Es lo único que impedirá que se vuelva loca, encerrada en las cuatro paredes de su nueva casa e intentando decidir qué va a hacer con su hijo cuando nazca y con Tomás, el padre el bebé que espera.
Me gusta que los personajes de Toni Hill tengan vida más allá del trabajo. Creo que el hecho de construirle todo un mundo lleno de asuntos mundanos y personales le otorga una credibilidad que gusta al lector. Por eso, tanto a Héctor como a Leire los veremos más allá de las paredes de la comisaria, al margen de expedientes, de víctimas y de criminales. Acercarnos al lado más personal de ambos, y como decía en la reseña de El verano de los juguetes muertos, consiguen que dejen de ser personajes para convertirse en personas de carne y hueso.
La ciudad de Barcelona seguirá teniendo un papel importante en la novela. Es un elemento más del argumento por el que los personajes transitan cavilando sobre sus preocupaciones personales o laborales.
La joven agente, de baja médica debido a su embarazo, se siente acorralada. Ella se ha mudado a un piso nuevo pero no es mujer de artes decorativas. A ella lo que le gusta es su trabajo y como lo hecha tanto de menos, enreda a la subinspectora Andreu para que le permita aprovechar su tiempo libre en avanzar en el caso de Ruth. Una revisión exhaustiva del expediente, algunos interrogatorios con familiares y la breve aparición de un periodista le permitirá a Leire descubrir algunas pistas sobre el paradero de Ruth pero os advierto que, frente al caso de Laboratorios Alemany, que quedará debidamente resuelto, en el caso de la desaparición de la ex mujer de Héctor tendremos que esperar a la tercera entrega para saber qué ocurrió.
A pesar de esa espera a la que los lectores de sagas y trilogías nos vemos abocados, tengo que decir que la lectura de Los buenos suicidas ha sido muy gratificante. Me he encontrado con una novela llena de de secretos y misterios que en esta ocasión giran en torno a las relaciones laborales y al mundo del trabajo. Del pasado regresan relaciones personales, viejos expedientes de adopción, hay amores ocultos, trabajo en equipo con fines poco lucrativos, chantaje, negocios en la sombra, dinero, un pacto de silencio, ajustes de cuentas y mucha desconfianza. Un cocktail lleno de intriga y suspense que en mi caso no me ha decepcionado.
Los personajes principales siguen siendo Héctor Salgado y Leire Castro. En el primer caso, el inspector anda como perro enjaulado. No le resulta fácil verse apartado del caso de su ex mujer. A ello hay que sumar que la relación con su hijo Guillermo sigue en un tira y afloja. El joven es un chico reservado que apenas exterioriza ni lo que siente ni lo que piensa. Siempre ha sido un tanto introvertido, sin apenas amigos, del colegio a casa y de casa al colegio pero, tras la desaparición de su madre, Guillermo está mucho más meditabundo, más taciturno. A mi juicio se aísla de todo, de la ausencia de su madre y del dolor que ve en su padre por no averiguar qué ocurrió.
Leire es uno de los personajes que más me gustan y a la que más veo evolucionar con el paso de las páginas. En realidad, esa imagen de mujer independiente y autosuficiente no es más que una pose. La soledad, esa que ella intenta defender e imponer a toda costa, no es más que un lastre que en ocasiones la hunde demasiado, por eso se agarra con uñas y dientes a la investigación extraoficial de la desaparición de Ruth. Es lo único que impedirá que se vuelva loca, encerrada en las cuatro paredes de su nueva casa e intentando decidir qué va a hacer con su hijo cuando nazca y con Tomás, el padre el bebé que espera.
Me gusta que los personajes de Toni Hill tengan vida más allá del trabajo. Creo que el hecho de construirle todo un mundo lleno de asuntos mundanos y personales le otorga una credibilidad que gusta al lector. Por eso, tanto a Héctor como a Leire los veremos más allá de las paredes de la comisaria, al margen de expedientes, de víctimas y de criminales. Acercarnos al lado más personal de ambos, y como decía en la reseña de El verano de los juguetes muertos, consiguen que dejen de ser personajes para convertirse en personas de carne y hueso.
La ciudad de Barcelona seguirá teniendo un papel importante en la novela. Es un elemento más del argumento por el que los personajes transitan cavilando sobre sus preocupaciones personales o laborales.
Con las sagas suele ocurrir que el lector olvida detalles importantes desde la lectura de una novela a la lectura de la siguiente. De hecho hay muchos lectores que prefieren esperar a que se publiquen todos los libros para leerlos uno detrás de otro. De este modo se evita el riesgo de perder alguna puntada del argumento. Sin embargo, en este caso preguntas como quién era tal personaje o qué ocurrió en un punto determinado del argumento anterior quedan resueltas convenientemente pues, en ocasiones, Hill introduce un párrafo recordatorio para refrescar nuestra memoria. Así pues, no hay nada que temer.
Narrado en tercera persona, Los buenos suicidas cuenta con abundante diálogo que, como es lógico, imprime mucho dinamismo a la lectura. Además es habitual que Toni Hill construya el argumento de sus libros siguiendo una peculiar estructura. Al igual que en la entrega anterior, los capítulos quedan agrupados por bloques que, en este caso, llevan el nombre de algún personaje. No es este un recurso que yo haya llegado a entender pues si un bloque lleva por nombre Leire, en el mismo también se habla de otros muchos personajes. En cualquier caso, cada uno de ellos cuenta con un número determinado de capítulos de breve longitud, algunos de ellos con un final muy intrigante y que nos anima a seguir leyendo.
En resumen, Los buenos suicidas es un thriller con el que he disfrutado. Toni Hill me presenta en esta nueva entrega otro misterio más, con sus enredos y sus rincones oscuros, en los que será difícil descubrir al asesino pues, de algún modo u otro, todos parecen sospechosos. A su vez, el autor sigue desarrollando la subtrama de la desaparición de Ruth, asunto que ha tenido totalmente enganchada y que concluye en esta novela de la forma más intrigante posible, con la implicación de un personaje de vital importancia. Me pilló tan de sorpresa, que fue cerrar esta novela y abrir la tercera de manera inmediata. Necesitaba saber qué tenía que ver ese personaje en la desaparición de Ruth. Por todo ello, yo sigo recomendado esta saga, que se lee con avidez, con argumentos y personajes muy interesantes.
Puedes adquirirlo en: