Ilustrador
Si en la reseña de Matilda (puedes verla aquí) hablaba sobre Roald Dahl, creo que es justo que en esta ocasión me centre en Quentin Blake, especialmente porque esta edición de El vicario que hablaba al revés (Ediciones SM, colección El barco de vapor) rescata en primera persona lo que supuso para este ilustrador trabajar con Roald Dahl y lo que se esconde detrás de este cuento.
«Cuando por primera vez realicé una serie de bocetos para un libro de Roald Dahl, titulado El cocodrilo enorme, no me imaginé —creo que no se le ocurrió a nadie— que me estaba embarcando en una colaboración que duraría más de quince años y que abarcaría más de una docena de libros. Es una colaboración de la que me siento muy orgulloso y de la que tengo un montón de recuerdos: discusiones sobre las ilustraciones, los temas, sobre cómo interpretar los caracteres de los personajes...
Recuerdo también las lecturas navideñas que Roald solía realizar ante un público numeroso. Cuando Dahl rebuscaba en su vieja cartera de cuero las páginas de un cuento aún sin publicar, parecía sentirse a sus anchas y era capaz de hablar como si estuviera charlando con cada persona de forma inmediata. Después del acto, venía la firma de libros. Creo que ningún autor de libros infantiles ha firmado tantos libros como él: la cola atravesaba toda la sala, llegaba hasta la escalera...
Roald Dahl, sin embargo tenía una palabra y una firma para todos. Su interés por los lectores y su disponibilidad hacia ellos no terminaba allí. Había, por ejemplo, contestaciones a millones de cartas, tanto a niños como a profesores, con poesías escritas para la ocasión, e interminables visitas a colegios y bibliotecas.
Roald Dahl colaboró también con obras benéficas y otras instituciones, siempre en el plano de la discreción más absoluta. Así que no me llevé una sorpresa al oír su voz familiar por el teléfono preguntándome si estaría dispuesto a ilustrar una obra que estaba escribiendo en favor del Instituto londinense para la dislexia. Lo que sí me resultó sorprendente fue enterarme de lo que estaba ofreciendo: la cesión de los derechos a nivel mundial. Es un privilegio estar asociado con Roald en este libro, un hito en su preocupación por la gente y su creencia apasionada en la importancia de la lectura.
Quentin Blake».
Sinopsis
El vicario Ozire llega a su nueva parroquia de Nibbleswicke y los nervios le juegan una mala pasada. Sin darse cuenta, hay muchas palabras que le salen al revés. Pronto, todos sus parroquianos creen que está absolutamente majareta.
Roald Dahl consigue en solo cuarenta y cuatro páginas convertir una enfermedad, la dislexia, en un asunto divertido. Al mal tiempo, buena cara.
En El vicario que hablaba al revés, un libro publicado tras la muerte del autor, conocemos al reverendo Robert Ozire, un hombre religioso y temeroso de Dios cuya infancia se vio turbada por la aparición de la dislexia. Aunque se trata de un proceso superado, aquella enfermedad le dejó ciertos posos de inseguridad que vuelven a resurgir de nuevo al tener que hacerse cargo de la parroquia del pequeño pueblo de Nibbleswicke, nombre que forma parte del título original del cuento (The vicar of Nibbleswicke). Lo que ocurrirá con este párroco, así como con su problema y la solución que le ofrece el doctor de la pequeña localidad, no muy ortodoxa, es algo que tendréis que descubrir vosotros mismos. Desde aquí os animo a que le deis una oportunidad a este pequeño relato que encantará tanto a adultos como a niños.
Pero para no dejaros así sin más, sabed que la dislexia de nuestro párroco es un tanto particular pues en vez de leer de izquierda a derecha lo hace en sentido inverso. Esto provocará situaciones desternillantes y de sorpresas entre la vecindad.