Año: 2012.
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Mark Andrews, Brenda Chapman, Steve Purcell.
Género: Animación.
Premios: Nominada a Mejor película de animación (Oscar, 2012), Mejor película de animación (Globos de Oro, 2012), entre otros...
Sinopsis: Merida, la indómita hija el Rey Fergus y de la Reina Elinor, es una hábil arquera que decide romper con una antigua costumbre, que es sagrada para los señores de la tierra: el gigantesto Lord MacGuffin, el malhumorado Lord Macintosh y el cascarrabias Lord Dingwall. Las acciones de Merida desencadenan el caos y la furia en el reino. Además, pide ayuda a una sabia anciana que le concede un deseo muy desafortunado. La muchacha tendrá que afrontar grandes peligros antes de aprender qué es la auténtica valentía.
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Alucinada me quedo al terminar de ver esta película. Mucho ha avanzado la tecnología desde aquellas películas de animación (o de dibujitos como yo las llamaba de pequeña) como Bambi, Dumbo o El libro de la selva, que permite crear unos efectos visuales como los que se pueden observar en esta cinta y a los que Pixar nos tiene acostumbrados, aunque, para mi gusto, se ha superado con creces. Los gestos de los personajes cuando su rostro refleja sorpresa o disgusto, los paisajes de las Highlands que casi se podrían tocar, el movimiento de las mangas de los vestidos, los rizos pelirrojos de Merida que tienen vida propia, el agua o el titilar de las llamas o el fuego de las antorchas,... En cualquier fotograma encuentras un motivo de admiración. Todo está cuidado al milímetro y todo está revestido de un aura de realidad. No me extraña que haya recibido tantas nominaciones (Oscar, Annie, Crítica,...) y que haya conseguido el Globo de Oro a la mejor película de animación.
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La historia es muy simple. En el reino de Escocia, Merida, la hija del rey Fergus y la reina Elinor, es una princesita de pelo rojizo y grandes ojos claros, rebelde hasta la saciedad a la que no le gustan las costumbres de la corte en cuanto a matrimonios concertados se refiere. Ni en sueños quiere oír hablar de desposorios, ni de vestidos elegantes, ni de poses educadas porque para ella lo mejor del mundo es correr por el bosque y cazar con su arco y sus flechas, disciplina que domina a la perfección. Por lo tanto no estamos ante un cuento de princesas tradicional por mucho que esté la fábrica Disney detrás. Esta princesa es más de nuestro tiempo que no se deja someter por los dictados de sus progenitores.
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Las películas de animación suelen ir dirigidas a un público eminentemente infantil pero en muchas ocasiones se trata de un género que podría ser igualmente para adultos. La que os traigo hoy es para todos los públicos y con ello no me refiero a que la puedan disfrutar esos padres que llevan a sus hijos al cine sino que es una película que, con pequeños o sin pequeños, puede disfrutar cualquier persona, sea de la edad que sea.
Alucinada me quedo al terminar de ver esta película. Mucho ha avanzado la tecnología desde aquellas películas de animación (o de dibujitos como yo las llamaba de pequeña) como Bambi, Dumbo o El libro de la selva, que permite crear unos efectos visuales como los que se pueden observar en esta cinta y a los que Pixar nos tiene acostumbrados, aunque, para mi gusto, se ha superado con creces. Los gestos de los personajes cuando su rostro refleja sorpresa o disgusto, los paisajes de las Highlands que casi se podrían tocar, el movimiento de las mangas de los vestidos, los rizos pelirrojos de Merida que tienen vida propia, el agua o el titilar de las llamas o el fuego de las antorchas,... En cualquier fotograma encuentras un motivo de admiración. Todo está cuidado al milímetro y todo está revestido de un aura de realidad. No me extraña que haya recibido tantas nominaciones (Oscar, Annie, Crítica,...) y que haya conseguido el Globo de Oro a la mejor película de animación.
La historia es muy simple. En el reino de Escocia, Merida, la hija del rey Fergus y la reina Elinor, es una princesita de pelo rojizo y grandes ojos claros, rebelde hasta la saciedad a la que no le gustan las costumbres de la corte en cuanto a matrimonios concertados se refiere. Ni en sueños quiere oír hablar de desposorios, ni de vestidos elegantes, ni de poses educadas porque para ella lo mejor del mundo es correr por el bosque y cazar con su arco y sus flechas, disciplina que domina a la perfección. Por lo tanto no estamos ante un cuento de princesas tradicional por mucho que esté la fábrica Disney detrás. Esta princesa es más de nuestro tiempo que no se deja someter por los dictados de sus progenitores.