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SECRETOS DEL ARENAL de Félix G. Modroño.

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Autor

Félix G. Modroño es un escritor vizcaíno, afincado en Sevilla. Tras publicar Villapaldo, paisajes y rincones (2002), en homenaje al pueblo zamorano de sus padres, se animó a emprender la aventura de su primera novela, La sangre de los crucificados (2007), protagonizada por el doctor Zúñiga, un peculiar investigador del siglo XVII, que también sería el personaje central de su siguiente obra: Muerte dulce (2009).

Con La ciudad de los ojos grises (2012) cosechó un gran éxito de ventas y el reconocimiento de los lectores. Secretos del Arenal ha obtenido el XLVI Premio de Novela Ateneo de Sevilla.

Sinopsis

El voluptuoso mundo del vino ha unido a Silvia y a Mateo en una relación tan intermitente como apasionada, donde nunca hay preguntas ni tampoco respuestas. Pero ella sigue atormentada por el dolor de hace muchos años: en 1989 el cadáver de su hermana mayor apareció en el monte Artxanda, salvajemente mutilado, y desde entonces el asesino sigue libre, sin que las investigaciones -primero de la Policía Nacional, y luego de la Ertzainza- hayan logrado sustanciales avances.

Un día, Mateo recibe el correo electrónico de una desconocida que le propone leer la novela Secretos del Arenal: una historia de intrigas, venganzas y supervivencia situada en la Sevilla de posguerra, una ciudad acosada por le hambre, la miseria y la represión política. Mateo no sabe que es la propia Silvia quien le manda ese correo, y por supuesto desconoce qué claves se esconden tras la lectura de esa novela.

En la más reciente novela de Félix G. Modroño, galardonada con el XLVI Premio Ateneo de Sevilla, el destino parece entretejer las historias de dos mujeres, en dos ciudades diferentes separadas por más de mil kilómetros, y con casi medio siglo de diferencia. Quizás el Arenal -el de Bilbao o el de Sevilla- aún oculte las claves de un misterio nunca resuelto, y quizás un libro contenga las respuestas a las preguntas que nunca se formularon. 


[Información facilitada por la editorial]


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Objetividad:

1. f. Cualidad de objetivo.

Objetivo, va:

1. adj. Perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir.

[Definiciones extraídas del diccionario de la R.A.E]



Cuando leemos un libro, ¿nos dejamos llevar por nuestra afinidad con el autor? ¿Es factible distanciarse hasta un punto en el que nuestras experiencias no influyan? ¿Quiere un autor oír de boca de sus lectores la verdad pura y dura? Habría que ser honestos y reconocer que, en según qué casos, la objetividad es difícil de alcanzar pero no imposible. Al menos es necesario intentarlo. Por otra parte, no estoy tan segura de que un autor quiera oír ciertas opiniones. Dicen los novelistas que escribir un libro es como engendrar un hijo. Yo no he hecho ni lo uno ni lo otro pero entiendo que al igual que a unos padres no le gusta oír criticas negativas de sus hijos, a un escritor tampoco le gustará oírlas de sus novelas por muy constructivas que sean. 

Muchos sabréis que Félix G. Modroño es vizcaíno pero vive en Sevilla por eso no resulta difícil que coincidamos en algún sarao literario, ya sea porque él mismo lo protagonice, porque lo presente o porque simplemente asista como público y por ende, no es extraño que hayamos conversado sobre lo que los lectores esperan de los autores y viceversa. ¿Por qué cuento todo esto? Para dejar claro que, más allá de otras cuestiones, la opinión que hoy expreso será del todo sincera y honesta para bien y para mal. Entremos en materia.


Tenía muchas ganas de tener entre mis manos Secretos del Arenal desde el mismo momento en que me enteré, en vivo y en directo, que había resultado galardonada con el XLVI Premio Ateneo de Sevilla. ¡Me alegré tanto por Félix! Parecía que la novela la había escrito yo e inmediatamente me dispuse a dar la noticia vía facebook colgando alguna foto que mostrara al flamante ganador, feliz y sonriente. Tuvimos que esperar varios meses para ver la novela en las librerías y no ha sido hasta principios de diciembre cuando me he puesto con ella. 

Aunque reconozco que La ciudad de los ojos grises me encandiló más porque me pareció más profunda y más intimista, vaya por delante que Secretos del Arenal ha sido una lectura que he disfrutado y que recomiendo con los ojos cerrados. En la nueva novela de Félix G. Modroño el lector se encuentra con una historia construida sobre dos hilos temporales y argumentales en los que el amor y la venganza tienen un papel predominante, dos historias protagonizadas por dos mujeres fuertes, con carácter, de dos épocas distintas pero con los mismos instintos primarios. 

Tras unas líneas introductorias que nos hablan de muertes violentas, sueños infantiles, recuerdos dolorosos y secretos inconfesables, el lector conocerá a Silvia Santander, la narradora en primera persona que abre las puertas de esta novela hablándonos de su pasado cuando trabajaba como periodista freelance, cubriendo como fotógrafa eventos relacionados con el mundo del vino, entorno siempre presente en su vida pues procede de una familia de viticultores con bodegas en Álava. Silvia es una mujer joven y guapa que lleva aparejada a su existencia la pena por la muerte de su hermana mayor, víctima de un asesinato en 1989 sin que la policía haya podido averiguar aún la identidad del asesino. La investigación por la muerte de la hermana de Silvia ocupará parte del hilo argumental que transcurre en una época más inmediata y que nos permitirá conocer a otros personajes como Asier, que a pesar de tener apariciones fugaces me ha cautivado. 



En paralelo a la trama criminal se desarrolla otra de carácter amoroso que se inicia cuando Silvia conoce a Mateo Uriarte, un sumiller bilbaíno residente en Sevilla. La relación entre ambos será de carácter intermitente, sin compromisos, sin ataduras pero intensa y muy pasional que un día terminó por diluirse en el tiempo y que ahora Silvia vuelve a retomar por medio de unos e-mails anónimos que ella hacer llegar al sumiller. Comienza así un coqueteo, un flirteo epistolar en el que Silvia juega con ventaja y en el que Mateo tendrá que echar mano de su sagacidad para descubrir la verdadera identidad de esa misteriosa mujer que firma su correspondencia como Adèle Jouët. Para averiguarlo Mateo tendrá que leer una singular novela que esconde el pasado y el presente de Silvia. ¿De qué novela se trata? Aunque la sinopsis lo deja claro, yo no os voy a dejar más detalles. Solo os diré que el autor ha estado brillante en este punto. Introducir una novela dentro de otra y hacerlo como lo hace, relacionando ficción con realidad, es un aspecto que me ha gustado sobremanera.

Aunque este hilo es más itinerante, Bilbao vuelve a tener su protagonismo en esta novela. Ya tuvimos constancia de esta ciudad cuando, allá por el siglo XIX, vivió su revolución industrial hábilmente reflejada en La ciudad de los ojos grises pero en esta ocasión, conoceremos la Bilbao más actual, aquella por la que transita Silvia y por la que se mueve Asier, el encargado de seguir la pista del asesino de su hermana. 

En cuanto al otro hilo argumental, Félix sitúa su otra trama en la Sevilla de los años 40. Allí conoceremos a Olalla Carmona, una joven de buena familia y huérfana, cuyo padres murieron durante el alzamiento. Olalla vive con sus tías Montse y Sara en la plaza de la Alianza, mantiene una vida tranquila aunque quizás algo apática, con breves salidas al cine y a misa de doce en la iglesia del Santo Ángel. Pero todo eso cambiará cuando el amor llegue a su vida. La aparición del joven aprendiz de periodista, Martin Villalpando, primero y la de Eduardo Elorriaga después, traerá un nuevo renacer a la vida de Olalla. Lamentablemente la alegría le durará poco, pues vivirá un duro episodio que la dejará marcada para siempre y por el que clama justicia. 

La vida de Olalla, Martín y Eduardo está muy vinculada al contexto histórico de la época. Son tiempos de revueltas, de ajuste de cuentas, de rencores tardíos y en ese sentido, hay que destacar la importante labor de investigación que Félix ha realizado, rescatando de los anales de la historia episodios del gobierno de Franco, así como de su persona, de los que yo no tenía constancia. Yo siempre agradezco que una novela me permita aprender mientras leo y en este caso he tenido conocimiento de aquel intento de atentado que se pergeñó en Sevilla aprovechando que el caudillo asistiría a un acto taurino. 


Si en el caso de Silvia el escenario principal es Bilbao, de la mano de Olalla conoceremos esa Sevilla de las estampas en blanco y negro. Félix nos permite recorrer rincones antiguos de Sevilla y Triana de los que jamás había oído hablar o que tan solo conocía por leves referencias. Establecimientos, parques, edificios, calles y plazas sirven de escenario a los personajes que protagonizan esta trama. Para mí es un acierto involucrar las ciudades en los argumentos de una novela, especialmente si el lector está familiarizado con los lugares descritos, como es mi caso con Sevilla, porque todo eso aporta un valor que enriquece la novela.

Y estos son los dos hilos con sus subtramas, en los que el amor y la venganza están muy presente. Confieso que mi hilo predilecto ha sido aquel que atañe a Silvia, quizás por la contemporaneidad, quizás por ser un personaje femenino más de mi época, quizás porque es ella misma la que nos narra su historia. No lo sé. Pero además, dentro de este hilo me decanto más por la trama que desarrolla todo lo referente a la investigación por la muerte de la hermana de Silvia que por su relación amorosa con Mateo, que dicho sea de paso, las escenas pasionales quedan narradas con una elegancia y un gusto exquisito. Y es que cuando Félix «asesina» tiende a manejar muy bien las hebras del suspense. 

En cualquier caso, con esto no quiero decir que no haya disfrutado leyendo la historia de Olalla. Todo lo contrario, la narración sobre la vida de esa joven sevillana me ha resultado interesante y llena de ternura que, a la vez, me ha permitido aprender más de la historia de mi ciudad. Sin embargo, al situarla dentro de un contexto histórico de tanto peso, creo que algunos capítulos profundizan demasiado en la situación política lo que, a mi juicio, ha podido restar algo de protagonismo a la historia personal de Olalla o la de otros personajes. Que conste que esto es una apreciación muy personal pero, para ser sincera, me hubiera gustado que las pinceladas históricas hubieran sido más superficiales en favor de una profundidad en los aspectos más personales de los protagonistas de este hilo temporal que se narra en tercera persona.

Ya veis que Secretos de Arenal lo conforman dos argumentos muy distintos que se van alternando,  por lo que las historias se podrían leer incluso de manera independiente. Tanto es así que yo tomé la determinación de interrumpir momentáneamente la lectura cuando la narración me sacaba de un hilo para conducirme al otro. De ese modo me resultaba mucho más fácil cambiar el chip, posicionarme y ubicarme en la época y situación correspondiente. Pero no penséis que una historia no tiene nada que ver con la otra. Ambas están muy unidas pero su vinculación no nos será desvelada hasta el final y Félix lo hará con un toque de efecto brillante y mágico.


En cuanto a los personajes, también tengo mis preferencias. Silvia ocupa el puesto número pues ella encarna el tipo de mujer que a mí me gusta, una joven inteligente, independiente y un tanto reservada, quizás fruto de ese lastre que acarrea por el asesinato de su hermana a la que estaba muy unida. No ocurre así con su padre, cuya relación es más bien distante. Tal vez por eso reniega de los viñedos familiares y de la bodega que su familia posee en Álava y prefiere dirigir su trayectoria profesional hacia otros derroteros. 

En cuestiones del corazón, a pesar de mantener una relación estable con David, un personaje casi fantasma, es proclive a la libertad y poco dada a la exclusividad. Una mujer, o un hombre, solo debe rendir cuentas a su corazón y esto nos podría hacer pensar que Silvia es una mujer libertina y ligera de cascos pero en realidad no ha tenido tantas experiencias como se podría pensar pues se aparta de esos hombres que le parecen insulsos y con los que les resulta imposible llegar a la cama sin sentir una pizca de afecto o cariño. Silvia goza de una vida dual, aquella más tranquila y cómoda junto a David, consecuencia de los muchos años de convivencia en los que ambos han aprendido a respetar el espacio del otro y a entenderse sin pronunciar palabra, y una vida más pasional, llena de fuego y deseo junto a Mateo.

De Silvia son muchos los detalles que me gustan. Para empezar su independencia y su lealtad a la memoria de su hermana. Pasar página y seguir con su vida no es una actitud que vaya con ella. Me gusta su carácter y su forma de pensar, aunque en algunos puntos importantes somos de distinto parecer. Sin embargo, me siento muy identificada con ella cuando descubrimos su gusto por las películas clásicas, aquellas joyas dirigidas por George Cukor, Ernest Lubitsch o Billy Wilder, o su adoración por Cary Grant, el verdadero galán del séptimo arte con permiso de las incondicionales de Clooney.

En cuanto a Olalla, a pesar de los años que la distancian de Silvia no es tan diferente a ella. Dentro del cuerpo de una joven triste y melancólica, que añora la presencia de su padres, vive una auténtica rebelde que se las sabe apañar perfectamente bien sola. Es un personaje con garra por el que, al sufrir un episodio dramático, el lector puede sentir compasión. Sus desvelos amorosos nos retrotraen a nuestra adolescencia cuando cuatro líneas de amor garabateadas en un papel conformaban toda nuestra vida.  

Importante destacar la capacidad de Félix por vestirse con la piel de una mujer sin caer en los habituales tópicos. Hay que tener psicología para intuir cómo piensa una mujer, cómo siente, qué espera de un hombre... Cuando un autor se oculta tras una mujer es difícil no vislumbrar la testosterona en sus pensamientos pero por suerte, Silvia nos habla con sinceridad e intimismo sin que el lector sea consciente de que sus palabras han sido escritas por un hombre.

Los personajes protagonistas que construye Félix quedan bien perfilados. Me gustan que sean fuertes y que avancen inexorablemente hacia el destino que ellos mismos han diseñado. Es lo que ocurre con Silvia u Olalla y al margen surgen otros secundarios que también tienen su importancia: el despreciable Pepe Ravelo, la sufrida La Madrid, las tías de Olalla y en la época actual el ertzaintza Asier, un personaje que aparece menos de lo que me hubiera gustado y que puede o podría dar mucho juego. 

Como ya ocurrió con La ciudad de los ojos grises, Secretos del Arenal es una novela que desvela muchos detalles personales de su autor. A poco que conozcas a Félix, sabrás que es un apasionado de la fotografía, incluso su primera publicación iba en esa línea cuando en 2002 vio la luz Villalpando, paisajes y rincones, una recopilación de instantáneas que muestran la historia de la villa. Félix vuelca su saber en el personaje de Silvia, esa fotógrafa que se enamora de un sumiller a través del visor de su cámara. Y junto a ella aprenderemos de caldos y viñedos, otra de sus aficiones, y oiremos la música de los 80 que tanto le gusta a él, con Los Secretos al frente, y veremos como le hace un guiño a amigos y conocidos usando sus nombres para sus personajes o como se lo hace a su anterior novela o incluso a esta misma. 


Pero no quedará ahí la cosa, también hará un pequeño homenaje a la idiosincrasia sevillana cuando permita que Mateo, el reconocido sumiller, prefiera beber una cerveza Cruzcampo en la grisácea Bilbao, algo sumamente característico en los sevillanos que sin una Cruzcampo en la mano se sienten desnudos. 

Secretos del Arenal no es solo una novela. Secretos del Arenal son dos mujeres, dos ciudades, dos arenales, dos amores, dos venganzas... Y es misterio, intriga, suspense y pasión, elementos todos ellos que cohabitan entre las páginas de este libro, escrito con una prosa llena de emociones, las que nos surgen al catar un vino, al oír una canción o al leer un poema. Una novela con una compleja estructura que se lee con fluidez y agrado, y que  bien podría encajar en diversos géneros literarios pues tiene su pizca de historia, de thriller, de romance,... Al margen de mis gustos personales de los que ya dejé constancia al inicio de esta reseña, no me cabe duda que Secretos del Arenal es una buena novela con la que podrán disfrutar muchísimos lectores, de hecho ya lo están haciendo y que por lo tanto, no me queda otra que invitaros a pasear por Bilbao y Sevilla para conocer a Silvia y a Olalla, dos mujeres, dos pasiones, dos venganzas. Habría mucho más que decir de esta novela pero ahora te toca a ti descubrirla.

Y no quiero cerrar esta opinión si detenerme un instante en la última línea de la novela. Los que la habéis leído sabréis a cuál me refiero, a esas seis palabras que me resolvieron una de mis dudas de la manera más bonita posible. Solo seis palabras que, ahora que se acerca la Navidad, lucen como la estrella de Oriente. 




Agradezco a la editorial el envío del ejemplar. 



Retos:



     

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