Autora
De padre español y madre norteamericana, Brenda H. Lewis estudió Filología Hispánica y está especializada en literatura del siglo XX. Da clases en Estados Unidos, donde reside con su marido y sus dos hijas. Nunca volveremos a ser las mismas es su primera novela.
Sinopsis
Maica es una mujer incorrecta, tiene un corazón que no le cabe en el pecho y un pecho que empieza a no ser lo que era. De cuarenta y tantos años, divorciada y con una hija adolescente, peleada con el mundo en general y con su madre y con los hombres en particular, esta abogada adicta al trabajo y a los consejos bienintencionados que le propina su mejor amiga es la demostración de que un sentido del humor bien administrado vale más que un tesoro...
Nunca volveremos a ser las mismas es uno de esos libros que tan frecuentemente encuentras en estos lares y que de tanto verlo, una termina por sucumbir a sus caprichos sin que sirva de precedente. Así pues, y aprovechando que Inés y sus libros organizaba el mes temático Chick-lit, me adentré en su lectura, aunque este libro se aparta un poco de este género pues nuestra protagonista seguramente peinará canas desde hace algún tiempo.
En sus casi 300 páginas me cito con un ramillete de mujeres, cada una única en su especie, como debe ser, y que pueblan esta novela, adornándola con su personalidad.
La protagonista, Maica Solis, puede ser cualquiera de nosotras, incluso tú misma. Sí, la que está leyendo estas líneas, porque ella no es más que una mujer de 49 años, adicta al trabajo, abogada matrimonialista -con lo que su conocimiento sobre el mundo interno de las parejas es extenso-, madre adoptiva de una adolescente de origen chino, a la que ha tenido que educar ella solita cuando su marido, un piloto de aviones, decide que no está preparado para asumir la paternidad, abandono que la ha dejado con el terreno amoroso en barbecho. Y es que vas a comparar tú la dicha que proporcionan las azafatas jovencitas del país de los tulipanes con la crianza de una niña. Pero Maica es una luchadora, un tanto resentida con el mundo que la rodea, y que de tanto saltar de hito en hito, tiende a veces a la negatividad, se irrita con frecuencia y por si fuera poco, va directa a la menopausia con sofocos previos incluidos. ¿Chiclés? Es posible pero los clichés lo son por algo.
Maica es el centro de esta novela y en un anexo encontramos a Rossi (amiga), Sasa (niñera), Virgin (profesora de danza del vientre), Anneke (la roba-maridos), Regina (hermana), Raquel (ginecóloga), Silvia (tía), Chin-Zsé (hija), Concha (secretaria) y Leticia (madre). Las tres últimas me han parecido geniales, incluso me atrevería a decir que me han gustado mucho más que la propia Maica.
Chin-Zsé es su hija, de carácter natural y espontánea que a veces en broma y otras en serio, pone a su madre en más de un aprieto porque a ver qué responde una madre a su hija de 16 años cuando ésta le suelta a aquella durante el desayuno, así como la que no quiere la cosa, que solo mantiene sexo oral. Maica se despliega en muchas facetas (amiga, hija, jefa,... ) pero es en ésta como madre en la que más me ha gustado contemplarla, intentando nadar y guardar la ropa a la vez, adoptando la actitud de progenitora pero sin querer dejar de ser amiga de su hija. Yo no soy madre, pero imagino que debe ser tremendamente complicado mantener el equilibrio en esa cuerda floja.
Concha, su secretaria, es un personaje que me ha divertido. Físicamente aparece poco entre las páginas de este libro pero las veces que lo ha hecho no he podido evitar reírme. Es la típica secretaria que sabe lo que su jefa necesita y ya se puede parar el mundo que no cejará en su empeño.
Y por último esa madre. Leticia, una mujer divorciada a la vejez viruela, que aún idolatra a un marido del que poco se puede decir en su favor, pero aún así, para ella todo es bonitoooo y es precisamente esa actitud la que desquicia a Maica. Creo que en las relaciones madre - hija es donde la autora ha puesto la carne en el asador.