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LA HEREDERA (DRAMA - 1948).

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Año: 1948

Nacionalidad: EE.UU

Director: William Wyler.

Reparto: Olivia de Havilland, Montgomery Clift, Ralph Richardson, Miriam Hopkins, Vanessa Brown, Mona Freeman, Ray Collins.

Género: Drama.

Sinopsis: Año 1849, en Nueva York. Catherine Sloper, una rica heredera, tímida, inocente, poco agraciada y no muy joven, es pretendida por un apuesto joven. Ella se enamora de él apasionadamente, pero su cruel y despótico padre se opone a la boda y amenaza con desheredarla... 

[Información facilitada por Filmaffinity]


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Después de un mes lleno de películas de Goya o de Oscar, regreso al cine clásico que cada día me gusta más. Y lo hago de nuevo de la mano del director William Wyler, cuya película La calumnia ya pasó por este rincón. 

En ocasiones, esas películas en blanco y negro que recrean grandes historias dramáticas me hacen disfrutar casi más que el cine actual. Es posible que sea una apreciación errónea pero no puedo evitar pensar que antes se hacían las cosas de una manera muy distinta, con más cariño y mimo, con más cuidado, mejor. Las grandes divas del cine poseían un aura especial y la ambientación era un aspecto especialmente cuidado. Quizás solo se deba a que soy una enamorada de ese cine de época y que siempre miro con buenos ojos lo que se hacía mucho tiempo atrás. Sea como fuere, yo disfruto enormemente con este tipo de largometrajes que visiono una y otra vez sin cansarme un ápice.

En este caso, literatura y cine se dan la mano una vez más para recrear la historia que Henry James escribió en Washington Square. No he leído la novela y por lo tanto no puedo decir si es una adaptación fiel a la fuente original o no, aunque tengo entendido que más que en la novela, el guión se basa en la pieza teatral que se llevó a escena.  No obstante, más allá del texto escrito por el novelista estadounidense os puedo asegurar que este largometraje es un peliculón imprescindible si te gusta el cine.

Estamos en 1849. Catherine Sloper (Olivia de Havilland) es una joven neoyorquina, heredera de una gran fortuna, huérfana de madre que vive junto a su padre el doctor Austin Sloper (Ralph Richardson) y la hermana de este, Lavinia Penniman (Miriam Hopkins). Catherine es una joven extremadamente reservada e inocente. Apenas sale de casa, rara vez acude a algún acto social, es tímida, apocada y no posee una gran belleza (aunque esto es discutible). Su padre comienza a estar preocupado pues a su edad debería tener algún pretendiente y estar pensando en matrimonio. Sin embargo, Catherine se pasa el día metida en casa, bordando un tapiz tras otro, sin apenas relacionarse con jóvenes de su edad y, a lo sumo, acudiendo a algún acto caritativo. 


Cuando asiste junto a su padre a la fiesta de tía Elizabeth en la que se anunciará el compromiso de su prima Marian con Arthur Townsend, Catherine se emociona al ver la felicidad de su prima y sabemos que por dentro a ella le gustaría estar en una situación así. Será en esta celebración donde conozca al impetuoso y educado Morris Townsend (Montgomery Clift), el primo de Arthur. Para sorpresa de muchos comenzará un noviazgo que termina en compromiso, algo que hipotéticamente debería alegrar al doctor Sloper. No obstante ocurrirá todo lo contrario. El padre de Catherine se niega rotundamente al matrimonio alegando que Morris es solo un cazafortunas. ¿Son ciertos los argumentos de su padre? ¿Ama Morris a Catherine? La película juega ligeramente con el espectador que se posiciona junto al padre en ocasiones para regresar posteriormente del lado de Morris. No será hasta un momento clave en el que la tormenta se desata y entonces lo tendremos tan claro como el agua o quizás no. Aquí Wyler juega con una ambigüedad que nos dejará dudando incluso tras los créditos finales. De un modo u otro, la tensión de la película no decaerá. Vendrá un segundo punto de inflexión que nos conduce a un desenlace de aplauso.

Sin ser un argumento excesivamente original, se puede decir que esta historia cuenta con ciertos matices que la recrudecen aún más, una vuelta de tuerca a través de una figura paterna que nos dejará atónitos. No estamos ante el típico padre ciego por la relación consanguínea. El doctor Sloper se caracteriza por su sinceridad zafia y desagradable, que nace en buena parte de la resignación por haber perdido a su bella y perfecta esposa. La palabra «sinceridad» flota continuamente en el ambiente y no solo por parte del doctor sino también por parte de Morris, el futuro novio, que la usa como alegato a su favor cuando manifiesta su amor por Catherine. Entre ambos se establece un duelo interpretativo y nos resultará inevitable posicionarnos casi completamente al lado del joven, a quien llegaremos a ver como una víctima de la crudeza de su futuro suegro. Por tanto, aquí no solo subyace una historia de amor, también hay mentiras, traición, desengaño y odio. 

Pero por encima de la interpretación de Ralph Richardson y Montgomery Clift, ambas estupendas, brilla con luz especial el papel de Olivia de Havilland. La transformación que experimenta su personaje está impecablemente ejecutado por la actriz. De la inocencia, la pureza y las miradas cándidas de su tímida existencia, pasando por la ilusión y la sorpresa en sus ojos al comprobar que Morris la ama, hasta llegar a una persona totalmente distinta que ni siquiera tía Lavinia reconoce. No se trata ya de un cambio de personalidad sino que incluso se aprecia un cambio físico. ¡Sublime! ¿Cuál de las dos personalidades me gusta más? Difícil decirlo. Quizás me quede con esa mujer herida en lo más profundo de su corazón, que deja de sentir piedad y compasión por los más desvalidos. Su interpretación es tan magistral que consiguió el Oscar a la Mejor Actriz en 1949 y no es para menos.

En el terreno de los secundarios es justo destacar a Miriam Hopkins, en su papel de celestina, intentando mover los hilos de tal manera que todo el mundo alcance la felicidad. Será el alter ego de Ralph Richardson.

No sé cuántas veces habré visto esta película y cada vez que lo hago descubro detalles nuevos: el mensaje que se oculta tras la labor de bordado de Catherine, el ascenso por una interminable escalera que conduce a la derrota y el desengaño, una luz que se aleja y se torna en oscuridad,... Incluso los diálogos están llenos de frases inteligentes que aportan fuerza a la trama. 

Cuando encontramos una película basada en un libro siempre pensamos que es mejor leer la novela pues es habitual que la adaptación al cine pierda calidad. Más allá de la novela de Henry James que, como dije antes, no he leído, La heredera de William Wyler merece muchísimo la pena como película en sí, independientemente del texto escrito, pues se podría decir que en este largometraje prima más la interpretación, los detalles y los diálogos que el argumento. Por todo ello, lee la novela pero no te pierdas esta película. Para mí es de 10.

Si no me equivoco hay un remake del año 1997 que no he visto pero que sin duda haré. Desde luego a esta versión de 1948 no tengo más remedio que ponerle la máxima puntuación. Sin duda se la merece.


Trailer (imposible encontrar el trailer propiamente pero aquí os dejo un documental sobre la película):





[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]


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