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SUITE FRANCESA (DRAMA - 2015).

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Año: 2014.

Nacionalidad: Reino Unido.

Director: Saul Dibb.

Reparto: Michelle Williams, Matthias Schoenaerts, Kristin Scott Thomas, Sam Riley, Margot Robbie, Ruth Wilson, Alexandra Maria Lara, Tom Schilling, Eileen Atkins, Lambert Wilson.

Género: Romance. Drama.

Sinopsis: Año 1940, durante la ocupación alemana del ejército nazi en Francia. Lucile Angellier (Michelle Williams) es una joven que aguarda noticias de su marido, prisionero de guerra, mientras lleva una sofocante existencia junto a su controladora suegra (Kristin Scott Thomas) en un pequeño pueblo francés. Ambas viven ajenas a la realidad de la guerra hasta que un grupo de refugiados parisinos llega a la localidad huyendo de la ocupación, al que le sigue un regimiento de soldados alemanes que establecen sus residencias en los hogares de los habitantes del pueblo. En casa de los Angellier, Lucile intenta en un principio ignorar a Bruno (Matthias Schoenaerts), el elegante y refinado oficial alemán a quien se le ha encargado vivir con ellas. 


[Información facilitada por Filmaffinity]


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Parece que la semana viene dedicada a Irène Némirovsky. Si el lunes os hablaba de una pequeña gran joya, Nieve en otoño, hoy vengo con la adaptación al cine de una de sus novelas más reconocidas, Suite francesa.

Anda que no le tenía yo ganas a esta película. Desde que anunciaron que llevarían la novela a la gran pantalla estuve pendiente del estreno, sin embargo, no la vi hasta pasado un tiempo después de su lanzamiento. 

El cinco de agosto caía fuego sobre Sevilla. El cielo estaba de un color rojizo intenso, en las altas palmeras no se percibía ni una brizna de aire, el bochorno nos impedía respirar y a mí no se me ocurre otra cosa que irme a un cine de verano, el que cada año instala la Diputación de Sevilla en el patio de su sede. Más me hubiera valido quedarme en casa porque disfrutar, disfruté poco.

Comienza la proyección. El sonido del vaivén de los abanicos competían con las notas de una melodía que salía de la pantalla, los espectadores estábamos inquietos, al ambigú no paraba de acudir un chorreo constante de gente en busca de una cerveza o un refresco bien frío que apaciguara el calor tan intenso. Yo no le seguía el hilo a la trama. El cerebro lo tenía medio derretido. Cuando, quedando tan solo treinta minutos para el final - «A ver si termina esto ya por Dios y me voy a mi casa a ponerme bajo el chorro del aire acondicionado»-, de repente se oye un grito y unas voces que solicitaban la asistencia de un médico. El patio de la Diputación entra en revuelo, la película sigue su curso pero ya nadie le presta atención. Sillas que se caen, voces a medio gas y los empleados del cine corriendo de un lado a otro. «Será una lipotimia», pensamos. Pero la cosa se puso mucho más seria cuando, tras otro revuelvo, nuevas voces reclamaban una ambulancia. Se encendieron las luces del cine y se paró la proyección. No sabíamos qué había ocurrido pues todo acontecía en las filas finales. ¿Qué hacer? Yo que soy de naturaleza endeble y empática, me puse tan nerviosa que, de buena gana me hubiera ido en ese mismo momento. A mí la película ya había dejado de interesarme por completo pero llegó la ambulancia, atendieron a la señora enferma y veinte minutos después se retomó la proyección. No fue nada serio. Solo una lipotimia. Pocas se produjeron para el calor infernal que padecíamos.

La cuestión es que, con todas las ganas que le tenía a la peli, no la disfruté nada de nada pero tenía claro que, en cuanto la sacaran en DVD, la volvería a ver de nuevo. Y esta vez, con sus más o sus menos, sí la he disfrutado mucho más.

Imagino que muchos sabéis que la novela Suite francesa se llevó muchos años metida en una maleta sin que nadie la descubriera. Irène Némirovsky había escrito el manuscrito y antes de ser arrestada y conducida a Auschwitz donde murió, la metió en una maleta que sus hijas guardaron durante años. Hasta 2004, muchísimos años después de la muerte de la autora, su novela no ve la luz y causa un gran estupor entre la comunidad literaria. Dicen que es su mejor obra. Yo ya he leído un par de ellas  y a mí todas me parecen una maravilla. Pero hablemos ahora de la película.

Los hechos transcurren en Bussy, una pequeña localidad cercana a París. Allí vive la señora Angellier y su nuera Lucile. Estamos en 1940. Los alemanes acaban de invadir Francia y Gastón, el hijo de la señora Angellier, está en el frente. Las dos mujeres se encargan de los negocios familiares, el cobro de las rentas de alquileres. Viven bien, en una buena casa, con alimentos suficientes mientras que el resto del pueblo pasa hambre. De todos modos, la gente parece vivir más o menos al margen de la guerra, hasta que las bombas empiezan a caer cerca y un regimiento de soldados alemanes llega al pueblo. Los vecinos de Bussy tendrán que vivir con el enemigo y no solo cruzándose con ellos por las calles sino también dentro de sus propias casas pues las familias han de acoger a oficiales y soldados en sus hogares. El temor se apodera del pueblo. Algunos intentarán un acercamiento para obtener tratos de favor y otros sentirán que tienen que seguir luchando, mientras las jóvenes miran a los soldados alemanes con deseo. Pero, ¡son el enemigo! Son ellos quienes han matado a los maridos, padres, hijos y novios de Francia.

 

A casa de los Angellier llega Bruno, un oficial alemán reservado y muy educado que intenta ocupar el espacio sin interferir ni incomodar demasiado a las señoras. Aunque la señora Angellier ha prohibido a Lucile hablar con el oficial, la joven siente mucha curiosidad, especialmente cuando lo oye tocar una preciosa melodía en el piano, instrumento por el que ella siente pasión y al que se ha visto obligada a renunciar por imposición de su suegra que no quiere melodías hasta el regreso de Gaston. Pero, ¿quién puede poner límites al corazón? Suite francesa narra la historia entre Bruno y Lucile, una relación entre Alemania y Francia en un momento delicado.

No sé exactamente en qué términos se desarrollará la relación entre Bruno y Lucile en la novela, si se profundiza mucho o se desata la pasión. En la película, la cosa parece bastante difuminada. Es cierto que las circunstancias no son las más idóneas para una atracción como la que sienten Bruno y Lucile. «Imposible» es la palabra que más se acerca a la relación que surge entre los dos protagonistas, pues uno es el dominador y el otro, el dominado. Quizás por ello en la cinta todo transcurre con tanta contención, con tanta rienda bien sujeta. Y es que, como dice Lucile hacia el final de la película, la palabra amor nunca fue pronunciada. Pero ¡sí existía!¿Qué nos queda entonces de la película? Una guerra que sirve de fondo, una relación amorosa en la que, a pesar de los inconvenientes, no se profundiza y una preciosa melodía, eso sí, como hilo conductor de todo el argumento.




Sinceramente, creo que la novela de Irène Némirovsky merecía una apuesta más arriesgada, un tratamiento mucho más emotivo del amor en la enemistad. No voy a negar que la película me ha gustado, que es bonita, pero esperaba que me conmoviera y no lo ha conseguido. 


En cuanto al reparto, los dos protagonistas principales están bastante correctos aunque tampoco es que me hayan arrastrado por el fango de las pasiones. Si me tengo que declinar por uno de ellos lo haré por Michelle Williams, que encarna a Lucille. A ella sí la veremos como una mujer doliente, resignada, que sufre y descubre el amor con el hombre ¿equivocado? Su matrimonio con Gaston Angellier no deja de ser una pantomina. Le importa tan poco su marido que si le llegan a decir que ha muerto en la guerra el disgusto le duraría un cuarto de hora. Es Bruno, con su uniforme nazi, el que le enciende el deseo y con quien anhela pasar unos momentos de intimidad. En ella se percibe el dilema moral que se produce al sentirse atraída por el enemigo del pueblo pero es algo en lo que tampoco se profundiza mucho.

Matthias Schoenaerts interpreta a Bruno, el oficial alemán. Es guapo, fuerte, con una mirada gélida, un hombre muy atractivo pero lo que más me gusta de este personaje es que rompe por completo la imagen que tenemos de soldado nazi. Bruno es muy educado, afable, considerado y además muestra una gran sensibilidad a la hora de tocar el piano. Schoenarts nos hace creer en ese hombre que se ha visto obligado a participar en una guerra que a él le es indiferente, que parece que lo han arrancado de su mundo, y no tiene más remedio que pasar por ese trance. 

Kristin Scott-Thomas es una actriz que siempre me gusta. Magnifica la labor de maquillaje, peluquería y vestuario para esta suegra que parece que se ha tragado el palo de una escoba. Exigente, autoritaria, hiératica, la actriz con gesto adusto y severo posee una mirada mucho más gélida que la del alemán. Trata con dureza a su nuera y mucho más a sus arrendatarios pero tiene muy claro quién es el enemigo y a quién hay que ayudar en caso de peligro. 

Con una ambientación muy bien conseguida, Suite francesa nos traslada a 1940 para ser testigos de un amor que no entiende de ideologías políticas ni nacionalidades. Sin acercarse a una relación empalagosa, gracias a Dios,  ni lamentablemente tampoco conmover, esta película es una buena alternativa para acercarte a la historia de la Némirovsky aunque tampoco creo que te deje una huella especial. La verdad es que he encontrado mucha más emoción en los rótulos finales, justo antes de los créditos, en los que se nos informa sobre la manera en la que se concibió esta novela, la forma en la que vio la luz pública, el arresto y posterior fallecimiento de la autora en Auschwitz.

Su hija, Denise Epstein-Dauplé dijo: «Es un sentimiento maravilloso volver a darle vida a mi madre. Demuestra que los nazis no pudieron asesinarla. No es venganza, sino justicia»


Trailer:







[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


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