Andrés Pascual (Logroño, 1969) es licenciado en derecho por la Universidad de Navarra y ejerce como abogado desde hace más de veinte años. Es coordinador del Aula de Cultura de Vocento, en La Rioja, y colabora en Punto Radio con una sección sobre los viajes que ha hecho alrededor del mundo. Gran amante de la música, ha formado parte de varias bandas de rock como cantante y pianista. Su primera novela, El guardián de la flor de loto (PLaza y Janés, 2007), emocionó a más de cien mil lectores en España y se ha traducido a varios idiomas. Con su segunda novela, El compositor de tormentas (Plaza y Janés, 2009), quedó finalista del VIII Premio de Novela Ciudad de Torrevieja y consolidó su proyección internacional. Se consagró como novelista con El haiku de las palabras perdidas (Plaza y Janés, 2011), un canto a la paz, a la espiritualidad y al amor. Edén es su última novela.
¿Vives la vida que deseas? ¿Sientes que te falta algo?
«Nuestra sociedad hace que todos, en un momento u otro, vivamos una vida que no gobernamos, empujados por la inercia del trabajo, por una relación inapropiada, por el caos cotidiano, por la desidia o la frustración.»Yo vivía una vida muy cómoda, pero un buen día me miré al espejo y no me reconocí. Entonces comencé a viajar y todo cambió.
»Hoy escribo este puñado de páginas para compartir contigo mis dos viajes simultáneos, el geográfico y el interior. Quiero que me acompañes y vivas como tuyas las aventuras a través de los diez fascinantes rincones del globo que me empujaron a convertirme en la persona que quería ser, para que tú también te transformes con ellas.
»Diez destinos. Diez herramientas. Un único objetivo: lanzarte a perseguir las cosas que amas.»
Andrés Pascual, escritor y viajero, ha visitado cincuenta países. En ellos encontró inspiración para sus novelas y, sobre todo, valiosas enseñanzas que le guiaron en el viaje más importante de todos: el que hizo a lo más profundo de su corazón para descubrir qué amaba de verdad y redirigir su vida.
Sudáfrica: Libertad.
Tíbet: Sueños.
Siria: Superación.
India: Ayuda.
Madagascar: Valor
Etiopía: Tiempo.
Japón: Verdad.
Indonesia: Resistencia.
Brasil: Ahora.
Tíbet: Sueños.
Siria: Superación.
India: Ayuda.
Madagascar: Valor
Etiopía: Tiempo.
Japón: Verdad.
Indonesia: Resistencia.
Brasil: Ahora.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Hasta hace unos años yo no solía leer este tipo de libros. Pensaban que no eran para mí, que no los necesitaba, que solo encontraría palabras bonitas pero vacías de contenido. Me equivocaba. Confieso que no se ha llegado a convertir en un género al que recurra con frecuencia pero de igual modo reconozco que muchas de las cosas que he leído en ellos me han hecho reflexionar y desviar el rumbo de mi pensamiento.
Andrés Pascual llega ahora con una nueva publicación, El viaje de tu vida, en el que me he vuelto a reencontrar conmigo misma para mirarme a la cara y preguntarme: ¿Estás haciendo lo que realmente quieres? La respuesta queda para mí de momento pero no así las que me dio Andrés a todas las cuestiones que le formulé. Esto es lo que nos contó en su paso por Sevilla.
Marisa G.- Andrés, sexto libro que publicas y el primero después de dejar la abogacía, profesión que has ejercido por más de veinte años.
Andrés P.- Exacto. Antes compaginaba las dos actividades pero hace un año y medio decidí dejarlo todo para dedicarme a escribir.
M.G.- ¿Y no echas de menos el mundo de las togas?
A.P.- En absoluto. No lo he echado de menos ni un segundo. Lo cual no quiere decir que no tenga un gratísimo recuerdo de esa etapa. Pero no dudo ni un momento del paso que he dado.
M.G.- Y de la música, ¿qué me dices? Me has dejado alucinada al enterarme de que formaste parte del grupo Catorce de Septiembre, una formación que en mi entorno es muy conocida, un poco rollo Héroes del Silencio. He visto algunos vídeos en Youtube y lo hacíais realmente bien.
A.P.- Se agradece. Tuvimos nuestro momento de gloria aquí en Sevilla. Tocamos en la Expo delante de cinco millones cien mil telespectadores.
M.G.- Qué gracia. Bueno, pues por lo que yo he estado indagando por ahí, este libro, El viaje de tu vida, es muy diferente a los anteriores, ¿verdad?
A.P.- Sí, de hecho los cinco anteriores son novelas y este es el primero de no ficción aunque yo espero que se lea como una novela, al menos, los lectores que ya la han leído me han dicho que sí. No quería que se convirtiera en un recetario de autoayuda, sino que fuera realmente una historia con principio, medio y final porque, más allá de volcar consejos para mejorar tu vida, lo que hago es compartir todas mis luces y todas mis sombras.
M.G.- Debe ser muy diferente escribir sobre personajes ficticios a hacerlo sobre uno mismo, ¿no?
A.P.- Pues me ha resultado mucho más fácil de lo que yo creía. Es verdad que me expongo, sin contar indiscreciones, pero he explicado sin ningún rubor todas mis fases, todas por las que he pasado hasta el día de hoy, pero creo que ha surgido de forma natural porque creo que lo he escrito no desde el plano del gurú sino como quien se lo cuenta a un amigo en la barra de un bar.
M.G.- Con este libro se pretende que hagamos un viaje interior y busquemos aquello que nos hace feliz. Tú lo haces a través de diez viajes por el mundo. Como propuesta está muy bien pero entenderás que no todo el mundo se puede permitir estos lujos.
A.P.- Bueno pero es que realmente no hace falta viajar al quinto pino para encontrar inspiración. Yo lo que hago es compartir esas enseñanzas que sí que traje del quinto pino ya que a mí me han servido de ayuda pero basta con salir al mundo con ojos curiosos y quitarte los velos que traemos de casa para descubrir un sinfín de ventanas nuevas por las que asomarse y respirar hondo. Se pueden encontrar las mismas enseñanzas en cualquier sitio. Lo que pasa es que muchas veces lo que tenemos cerca lo obviamos porque no nos sorprende, nos resulta demasiado conocido y lo que viene de lejos nos fascina y nos provoca mayor atracción. Sin embargo, al final, hablando deEl viaje de tu vida y de los diez viajes que contiene, te puedo decir que he aprendido lo mismo en cada uno de los destinos. En todos ellos, más allá de la enseñanza concreta que recojo en el libro, lo único que me decían era que diera hoy mismo el primer paso en dirección a mis sueños porque no existe el ayer ni el mañana. Y además el perseguir lo que amas no es solo tu derecho sino también tu obligación. Esta enseñanza la he recibido en todos y cada uno de los países que he visitado.
M.G.- Yo creo que todas esas enseñanzas las tenemos interiorizadas solo que no somos conscientes hasta que lo leemos u otra persona nos lo dice.
A.P.- Los seres humanos tenemos la mala costumbre de obviar lo obvio y muchas veces lo obvio es lo más importante para ayudarnos a avanzar en el día a día, en este mundo loco.
M.G.- Y el libro empieza con una cita de Robert Louis Stevenson que dice: «No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices». Es una cita que ratifica la idea de lo poquísimo que nos queremos y nos cuidamos.
A.P.- Nos ocurre esto por dos cosas. Por un lado porque creemos que los sueños son inalcanzables ya que cuando pensamos en ello se nos hace bola, sin darnos cuenta de que se trata ir paso a paso. Y por otro lado porque creemos que no nos lo merecemos, lo que es peor todavía. El mundo nos convence de que tenemos que actuar de determinada manera, nos sumerge en un torbellino de caos y terminamos creyendo que las cosas no tienen remedio.
M.G.- ¿Se podría aplicar esto que dices a la situación que tú viviste? Me refiero a cuando tuviste que dejar tu grupo de música porque se supone que te tenías que dedicar al negocio familiar, al despacho de abogados.
A.P.- Claro, lo dejé en el momento en el que más me palpitaba el corazón y en el que más quería hacer eso. Pero tocaba convertirse en alguien serio.
M.G.- Hacer lo que el mundo espera de ti.
A.P.- Eso o porque tus propios talentos así te lo exigen. Si has estudiado una carrera al final se supone que te tienes que dedicar a ello. Por eso me resultó tan iluminador la primera enseñanza que recibí en Sudáfrica que decía «Soy el amo de mi destino». Si tú no diriges el timón otros lo harán por ti pero yo en aquel momento pensaba que esto era una frase puramente literaria para las películas y las novelas y no para la gente normal como yo. No me daba cuenta que todos somos gente normal. Aquellas personas que consiguieron los grandes hitos de la Historia eran gente con unas poquitas virtudes que conocían muy bien para potenciarlas y con muchas debilidades que también conocían bien para no permitir que cangrenaran el resto de su ser.
M.G.- Y esa frase, que es de Mandela, ¿es la que tú consideras que fue la que te dio el empujón definitivo?
A.P.- No, esa fue la que puso la semilla porque cuando la oí en ese momento creí que no era posible. Fue al llegar al Tíbet cuando con los lamas aprendí que no solo tenía el derecho de soñar, de forjarme un sueño que perseguir, sino que también estaba obligado a ello. Era mi responsabilidad como ser humano el caminar hacia las cosas que amaba porque venimos al mundo con un depósito de amor en el pecho enorme y no nos podemos ir al otro barrio con el depósito medio lleno.
M.G.- Con este libro no solo nos haces llegar todas esas enseñanzas que tú has ido adquiriendo en todos esos viajes, también sirve como crónica de cómo se han ido gestando el resto de tus otros libros.
A.P.- En mi caso los viajes geográficos y literarios están plenamente unidos al viaje interior. Todos mis conflictos, mis miedos y mis dudas vitales están identificados en conflictos, miedos y dudas literarias. Me entregué en cuerpo y alma a la primera novela, luego a la segunda, a la tercera,... Iba pasando por todas las fases que casi obligadamente tenemos que ir pasando todos en dirección a nuestras metas. Da igual que estemos escribiendo una novela empresarial, familiar o afectiva. Cualquier viaje vital exige el superar los mismos escalones.
M.G.- Pero te quedará todavía mucho que contar, ¿no? No solo has hecho estos viajes que recoges en el libro sino muchos más.
A.P.- Eso espero.
M.G.- Bien, pues yo, al ir leyendo tu libro, he ido tomando nota tras nota de reflexiones y enseñanzas. ¿Qué puedo hacer con todas ellas? ¿Cómo paso de la teoría a la práctica?
A.P.- Se trata de tener presente todas esas enseñanzas para que en el momento en el que surge la duda, el conflicto o el miedo, puedas aplicarlo. Por ejemplo, cuando yo me siento mal por cualquier cosa, por mínimo que sea el sentimiento de malestar, y no me refiero a algo físico, me paro en medio de la calley me pongo a pensar qué es lo que me preocupa. En el momento en el que concretas el origen de la preocupación, prácticamente el 90% del mismo se desvanece. Quiero decir con esto que estas enseñanzas, a mi modo de ver, tienen aplicación práctica. Se trata de tenerlas presentes y sobre todo no dejar pasar el momento de hacer uso de ellas.
M.G.- Pero el deseo y la necesidad del cambio que tú experimentaste ¿nace en nuestro interior o puede venir de estímulos y señales externas? Por ejemplo, yo nunca pienso que en mi vida hay algo mal pero sí que es verdad que cuando leo este tipo de libros me planteo si realmente no estaré equivocada.
A.P.- Basta con formularte la pregunta. El problema es que a veces no tenemos el coraje suficiente para acercarnos al espejo y preguntarnos si nos falta algo o vivimos la vida que deseamos. Solo con formular esa pregunta ya estamos completamente sanados porque las respuestas van a venir por añadidura.
M.G.- Me parece curioso que muchas de estas enseñanzas te llegan de parte de personas de países remotos y que viven bajo unas condiciones no tan cómodas como las nuestras. ¿Será que los occidentales o los que vivimos en unas sociedades supuestamente más avanzadas hemos perdido el norte, la esencia, la espiritualidad, no en el sentido religioso, del ser humano?
A.P.- En cierto modo sí. Nos hemos creado muchísimas dependencias. Hace muchos años que superamos ya la fase de que no hace falta tener un Ferrari para ser feliz, esto ya lo sabemos todos, pero el problema está en que vamos acaparando cosas en el interior de nuestro puño cerrado, creyendo que todo es para siempre, y nos negamos a cambiar algo en nuestra vida por miedo a perder algo por el camino. En lugar de convertirnos en seres más plenos, al atesorar cosas, nos convertimos en seres más miedosos e infelices porque preferimos meternos bajo un edredón de frustraciones antes de mover cualquier cosa de nuestra vida. Y al mismo tiempo que vamos cerrando más el puño, vamos cerrando cada vez más nuestro corazón.
Creo que la sociedad occidental es asombrosa pero la conocemos muy bien y nos llama menos la atención. Tenemos un problema que superar, la creencia de que todo lo que conseguimos es para siempre. Lo que tenemos que hacer no es intentar que todo dure cien años sino intentar convertir en eterno cada instante, entregándonos en cuerpo y alma a él.
M.G.- Un poco como vivir el presente a tope...
A.P.- Sí, pero no en plan Carpe Diem sino tener consciencia plena de que es el único momento cierto. De nada nos vale estar pensando en pasados terribles que nos bloquean o en pasados maravillosos que también nos bloquean por la nostalgia. Y mucho menos en futuros terribles que todavía no han llegado ni en futuros maravillosos que nunca van a llegar si no hacemos nada para construirlos en el presente. Entre lamento y lamento, la vida se nos va.
En realidad no creo que las sociedades menos desarrolladas sean más felices que nosotros sino que, simplemente, al tener menos dependencias, asumen con mayor naturalidad tanto el éxito como el fracaso, el tener como la carencia.
M.G.- Al hilo de todo esto, hay una frase demoledora que te la dijeron en Etiopía: «Todos los blancos tenéis un reloj pero ninguno tenéis tiempo».
A.P.- Sí. Verás, en la vida que hemos construido es necesario el reloj y el calendario pero dicho esto, también es cierto que no podemos compartimentar la vida. No podemos regir nuestros movimientos a tenor de un invento del ser humano tan absurdo como es el calendario y las manecillas del reloj. Tenemos que servirnos de ellas para que nos ayuden a regular nuestro día a día y a sostener más o menos los mil hilos de la cometa vital pero no podemos estar constantemente echando carreras contra el reloj ni contra el calendario. Ni lamentarnos por todo lo que hemos consumido ya y lo poco que nos queda. Otra vez entre lamento y lamento, la vida se nos va.
En Etiopía lo que me decían con esa frase es lo mismo que me decían en el Tíbet y en Brasil, no hay que medir el tiempo en horas o en días sino en acciones. Los etíopes en vez de decir «Hace dos años tal...», te dicen «Esto ocurrió cuando la tribu hizo tal o cual cosa». Ellos construyen su propio tiempo y en cambio están igualmente regulados por el día y por la noche. Ese es el único tiempo que existe, el que nosotros construimos con nuestras acciones de amor.
M.G.- Y una cosa muy curiosa que he leído en el libro. Yo no sabía que la felicidad se pudiera medir. Por lo visto, el hombre más feliz del mundo es un tal Matthew Ricard y que está además probado.
A.P.- Sí, hay neurocientíficos que dicen que es así pero yo creo que el índice de felicidad es inversamente proporcional al índice de dependencia. Para vivir serenos y en paz basta con aceptar con naturalidad todo lo bueno que te pase, que incluso hay veces que nos da hasta vergüenza celebrar algo bueno que nos ofrece la vida cuando los demás están sufriendo, como si fuera un pecado, y de igual modo hay que aceptar con naturalidad las cosas terribles sin dejar que condicionen nuestro actuar cotidiano. Es fundamental saber que la vida es una montaña rusa, llena de cimas y de valles, y saber que, sea como sea, vamos a pasar por ellos varias veces. Con lo cual tenemos que entregarnos siempre con amor a las cosas que hagamos independientemente de que nos vaya bien o mal, disfrutando como nadie los momentos buenos pero no dejando que nos cangrenen los malos.
M.G.- Hay una frase que resume muy bien lo que dices, aquello de relativizar lo negativo y potenciar lo positivo.
A.P.- Claro, claro,...
M.G.- Bueno y todos los capítulos del libro están salpicados con conversaciones que supuestamente has tenido con tus compañeros de viaje o con las personas que te has encontrado a lo largo de ellos. Entiendo que no son más que recreaciones, ¿verdad?
A.P.- Sí. Bueno, mi tarjeta de memoria es mi mujer. Ella dice que es presa de su memoria. Tiene mucha más memoria de la que querría tener, así que yendo con ella tienes asegurada la grabadora perpetua pero bien es cierto que hay conversaciones que he recreado literariamente porque no llevaba en ese momento una libreta o porque ni siquiera yo sabía que en ese momento me estaban enseñando algo. Al mismo tiempo te digo que son plenamente honestas porque todas las personas que aparecen en el libro son hombres y mujeres de carne y hueso, con muchos de los cuales sigo manteniendo contacto incluso.
M.G.- Y las parábolas y los cuentos como El cuento de las pisadas en la arena, ¿de dónde vienen?
A.P.- Algunas me las contaron y otras las he ido leyendo con el paso de los años.
M.G.- En libro mencionas tantos sitios y tan maravillosos que uno puede hacer un viaje sin moverse del sofá y con una tablet en la mano.
A.P.- Eso es lo pretendía, que los lectores, aparte de animaros a llevar a cabo vuestro viaje hacia el corazón, hicierais un viaje por el planeta sin moveros del sillón.
M.G.- Conmigo lo has conseguido. He visto cosas fascinantes como esas iglesias construidas hacia abajo.
A.P.- Eso es una de las cosas más bella que yo he visto. Es en Lalibela. Construían así porque no tenían conocimientos técnicos, ni estructuras ni materiales para construir hacia arriba y las hicieron picando en la piedra como si fuera una escultura inmensa.
M.G.- Una maravilla. Y Andrés si catalogamos este libro como autoayuda, ¿tú qué me dices?
A.P.- No me da ningún rubor decir que es autoayuda porque a mí todo lo que contiene que me ha autoayudado mucho. De todos modos, prefiero llamarlo un libro testimonial que es como lo llama mi agente inglesa. Así se denomina en el mundo anglosajón a los libros que recogen tus propias vivencias, aquellas que quieres compartir.
M.G.- De todos modos, ¿no hay cada vez un mayor auge de este tipo de libros? ¿No recurre la gente a ellos cada vez con mayor frecuencia?
A.P.- Todos estamos necesitados de inspiración venga de donde venga para salir adelante en este mundo loco pero apasionante que nos toca vivir.
M.G.- Y vives en Londres actualmente. No sé si vas a terminar trasladándote a algún lugar remoto como la arquitecta suiza de la Isla de Flores que aparece en tu libro.
A.P.- Lili. De momento estoy en un lugar más remoto del que vivía antes pero no te digo que no pase algunas temporadas de mi vida en un sitio tan loco como la Isla de Flores. Lo que sí sé es que ahora estoy donde tengo que estar, el lugar en el que estoy recibiendo impactos nuevos, estímulos nuevos para mi creatividad y sobre todo junto a mis editores extranjeros a quienes tengo siempre a mano.
M.G.- Andrés pues muchas gracias por todo. Te deseo mucha suerte y espero volver a verte pronto.
A.P.- Gracias a ti, un placer.
Y hasta aquí la entrevista con Andrés Pascual. Como os dije al principio, antes no acostumbraba a leer este tipo de libros, testimoniales como Andrés lo llama, pero para ser sincera, a veces estas lecturas me han despertado muchísimas reflexiones de un letargo que ya duraba demasiado tiempo. Os hablaré sobre el libro con detalles. Palabra.
A.P.- Gracias a ti, un placer.
Y hasta aquí la entrevista con Andrés Pascual. Como os dije al principio, antes no acostumbraba a leer este tipo de libros, testimoniales como Andrés lo llama, pero para ser sincera, a veces estas lecturas me han despertado muchísimas reflexiones de un letargo que ya duraba demasiado tiempo. Os hablaré sobre el libro con detalles. Palabra.