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LOS AMORES PERDIDOS de Miguel de León.

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Editorial: Plaza Y Janés.
Fecha publicación: enero, 2016.
Nº Páginas: 608
Precio: 18,90 €
Género: Narrativa.
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 97884401017278
[Empieza a leer aquí]

Autor


No puedo aportar como currículo más que la rebeldía de un niño que no quiso dejarse abatir por la adversidad. Nací a finales de 1986 en La Laguna, Tenerife, y me crié en el seno de una familia muy humilde en Valle de Guerra, una zona rural de la costa norte de la isla. Con once años empecé a trabajar para ayudar en casa con mis hermanos pequeños: repartí periódicos, colaboré en una procuraduría y fui aprendiz administrativo en unas oficinas mientras estudiaba con los adultos del turno de noche. Cuando tenía quince años, sin haber terminado del todo el último curso de bachillerato, tuve que desistir de la asistencia a las clases. Fui peón albañil, freganchín, pinche de cocina, camarero, ferrallista, operador de guillotina, fotomontador en una litografía y, por último, administrativo en una empresa importadora, hasta el ingreso en el servicio militar. A su término, ejercí de vigilante jurado y me hice programador informático estudiando por mi cuenta. Trabajé como ejecutivo comercial de una importante firma nacional hasta que en 1992 establecí una pequeña empresa, que ha sido mi sustento hasta hoy.




Durante ese largo camino, me acompañó aquel niño enfurruñado que quería escribir, resuelto a forcejear en cada decisión que yo tomaba si a él lo alejaba en su empeño. En la soledad de muchas tardes y en muchas madrugadas insomnes, dejé que me ganara algunas partidas. Pero llegó el día en que tuve la noticia de que Plaza & Janés publicaría mi primera novela, resultado de aquellas vigilias. Quedé tan aturdido que necesité refrescarme la cara. Al levantar la cabeza, encontré a ese niño en el espejo, sonriéndome con malicia. «¿Lo ves?», me dijo, no has hecho sino dar tumbos para llegar renqueando hasta aquí, donde yo te había dicho que estaba tu sitio. Me había ganado la batalla final. «No me lo reproches», le repliqué, «mientras daba esos tumbos te he ido llenando las alforjas de historias para contar». Aceptó la respuesta. Hemos vuelto a ser una sola persona. Tal vez nos alcance el tiempo para escribir otra bonita historia más.


Sinopsis


Los amores perdidos es la historia de los jóvenes Arturo Quíner y Alejandra Minéo, de su relación imposible y de lo que tuvieron que sacrificar por ella. Y de dos familias, los Quíner y los Bernal, enemigas eternas. Y es también la historia de un pueblo canario, El Terrero, de héroes anónimos y caciques ambiciosos, donde las pasiones son arrebatadas, los secretos se desvelan entre susurros y las venganzas se cobran con sangre. 



Los amores perdidos es el poderío de Dolores Bernal, la matriarca despótica que controla el pueblo con mano de hierro; la bondad de Alfonso Santos, el honorable y firme médico que conoce el punto débil de todos sus vecinos; el valor de Rita Cortés, la chica rebelde y excesiva, que huye a la Península para encontrar algo muy diferente a lo que esperaba; o la tenacidad de Ismael Quíner, el noble enamorado que lo ofrecerá todo por la supervivencia de su estirpe. 



Los amores perdidos es un épico y colosal tapiz tejido con estas y otras muchas historias, que afectarán a la pasión de Arturo y Alejandra a lo largo de los años y que les llevará del Terrero a Nueva York, del enamoramiento al desencanto, de la separación al reencuentro para finalmente enfrentarse a un destino incierto.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


************************************

Permitidme que empiece esta reseña con un texto que no es mío:

«Los amores perdidos es una novela que llegó a las manos de su editor de una manera muy peculiar que merece ser contada. Miguel de León ha sido un lector empedernido desde su infancia, a pesar de las dificultades de su vida. Cuenta que para entretenerse leía cualquier cosa que cayera en sus manos, que siente pasión por las historia y que lo único que le pide a un autor es que no le aburra.

Su pasión por la lectura le llevó a leer libros de segunda mano y en cualquier estado, hasta que llegó uno de Gabriel García Márquez por casualidad. Era un libro si cubiertas, del que no podía saber quién era el autor, pero que le dejó marcado para siempre. Años después, cayó en sus manos El coronel no tiene quien le escriba, y tuvo la certidumbre de que tenía origen en la misma mente genial que el ejemplar sin tapas que había llegado desde un lugar ignoto del mundo. Un año después leyó Cien años de soledad, novela que después ha leído más de treinta veces. Desde entonces, Miguel de León se convirtió en un perseguidor sin condiciones de todo cuanto llevara el nombre de Gabriel García Márquez hasta el punto de existir para él en la literatura dos hemisferios, uno habitado por todos los escritores y el otro, por Gabriel García Márquez. Después de muchos años pudo saber al fin el título de aquel libro que conserva sin sus tapas: La hojarasca. 

Miguel de León escribió entonces una novela. Después de buscar editorial y agente y no recibir ninguna respuesta buscó en internet la editorial de Gabriel García Márquez en España. Llamó a Penguin Random House y envió su libro sin agentes ni padrinos. Todas las personas que leyeron el manuscrito quedaron prendadas, hasta conquistar a toda la editorial. 


El final de la historia de Miguel de León es este libro, Los amores perdidos,...»


El texto que acabáis de leer forma parte de la carta de presentación con la que la novela Los amores perdidos llega a los medios de comunicación y a los blogueros. He querido empezar la reseña de este modo porque, sin duda, y tal como se menciona, es una historia que merece ser contada, que no debe quedar únicamente al alcance de unos cuantos, sino que ha de ser conocida por toda la comunidad lectora.

Quizá las palabras de la editorial os parezcan tan solo un artificio publicitario para hurgar en la parte más sensible de los lectores, en esa concepción romántica que tenemos sobre la literatura pero os diré, y creo que algunos de los que pasan por aquí lo pueden corroborar, que basta con leer Los amores perdidos para entender hasta qué punto pasión y literatura conviven en el corazón de Miguel de León. Si además de leer la novela, has tenido la oportunidad de conocer al autor, sentirás que las palabras de la editorial se quedan cortas.

Escribir esta reseña va a resultar muy fácil pero a la vez tremendamente complicado. Fácil porque Los amores perdidos posiblemente es una de las novelas que más me ha gustado de los últimos meses, con esa historia coral y familiar que me ha tenido con el alma en vilo durante unas semanas. Pero será a la vez muy difícil porque dudo mucho que pueda devolver con esta reseña todo lo bueno que la novela me ha dado.

¿Por dónde empezar? Haceros un resumen de la sinopsis no es tarea simple. Los amores perdidos no cuenta con un argumento sencillo en el que todos los personajes y todos los hechos emprenden un breve recorrido lineal de un punto a otro. He llegado a pensar que en este debut de Miguel de León podemos encontrar varias novelas en una. Cierto es que hay un núcleo, un corazón que palpita con ímpetu, un eje que mantiene toda esta fastuosa estructura que el autor ha construido con absoluta maestría, una historia de amor entre un hombre y una mujer, como no has leído otra, un amor puro, honesto, sincero entre Arturo Quíner y Alejandra Minéo.

Los amores perdidos se inicia con dolor, con una carta de ruptura que Arturo recibe desde Nueva York. Es curioso cómo una carta triste llena de líneas oscuras puede contener tanto amor y será así, con la resignación y la pena de un hombre que sabe renunciar por amor y con un acontecimiento que inmediatamente despertará nuestra curiosidad, como el lector se embarca en una preciosa historia que no olvidará jamás.

Juega Miguel de León a dibujar una elipsis en el tiempo, a colocar al lector en el presente con esa carta, punto de inflexión para los amantes, para luego hacernos retroceder a unos años en los que ni Arturo ni Alejandra habían todavía visto la luz. La historia de ambos, su unión, su alegría y su desdicha tendrá mucho que ver con sus ancestros y por eso el autor aprovechará el primer bloque de la novela para establecer los cimientos de lo que será la trama principal, la de Arturo y Alejandra, relación que llegará a su culmen en la segunda parte, antesala de un desenlace maravilloso en el bloque final. Un total de treinta y siete capítulos nos permitirán recorrer sesenta años sin que apenas haya referencias cronológicas. En cualquier caso, el lector tendrá siempre la suficiente información a través de las convicciones sociales o de las actitudes y pensamientos de los personajes, para entender en qué momento de la línea temporal nos encontramos. 

¿Y qué más vamos a encontrar en Los amores perdidos? Pues algo que ha sido muy común en esta España, el enfrentamiento entre dos familias que salpica a diversas generaciones, especialmente en entornos rurales en los que las rencillas por cuestiones de tierras están tan al día. Porque no lo he dicho aún, pero sabed queLos amores perdidos transcurre en un pequeño pueblo canario, El Terrero, que, aunque no existe, perfectamente podría representar cualquier pequeña población no solo ya de las Islas Canarias, sino de cualquier punto de la península. Pues bien, las dos familias serán los Quíner y los Bernal, una familia humilde, honesta y trabajadora frente a otra que abusa del poder, que se vale de su posición para conseguir ampliar su territorio, que maneja los hilos de todos y cada uno de los habitantes del pueblo. Pero el abuso de poder nunca fue buena cosa pues puede ocurrir que venga otro con mayor autoridad y perdamos nuestra posición privilegiada. Y como consecuencia, asesinatos, violaciones, persecuciones, huidas, muerte y desolación. 

Aunque con alguna escena que nos sacará una sonrisa y sutiles pinceladas de humor, no se puede decir que haya mucha alegría en Los amores perdidos. Sus personajes, de los que tendremos mucho que hablar, no han tenido una vida fácil o, al menos, una buena parte de ellos no han hecho más que encontrar un obstáculo tras otro y tendrán que enfrentarse a diversos episodios dramáticos. Con esto no quisiera que penséis que esta novela os va a suponer un disgusto tras otro. No os voy a negar que habrá sufrimiento y que en algún momento os escocerán los hechospero no se puede obviar que Miguel de León retrata una época y un contexto complicado en el que los más desvalidos lo pasaban mal. De todos modos, los personajes de esta novela también encontrarán su pizca de felicidad y tendrán sus momentos de alegría, pues amarán, estrecharán lazos, se unirán, se ayudarán los unos a los otros y juntos sabrán hacer frente a la vida. Vida y mucha, con sus sinsabores y sus venturas, es lo que hay en Los amores perdidos. 

Las casi setecientas páginas de este libro podrían hacerte pensar que te vas a encontrar con un argumento al que le sobran unas cuantas. Es lo primero que pensamos cuando nos enfrentamos a una novela voluminosa pero Los amores perdidos es el ejemplo de que se puede escribir mucho, bien y sin sobrar nada, porque la acción se desplaza con frecuencia, transita de un personaje a otro, viajamos de un lugar a otro, se presentan escenas, se retoman después,... todo ello para construir un entramado con el que no te vas a aburrir un segundo.

En palabras del autor, unos sesenta personajes asomarán entre las páginas de esta novela y casi una veintena van a tener una presencia importante con un desarrollo que nos permitirá conocerlos con más profundidad. Entre ellos, Alfonso Santos, el médico de la localidad querido por todos, dispuesto siempre a ayudar, aunque eso suponga sufragar las enfermedades de sus pacientes con dinero de su propio bolsillo. Conoceremos su vida, cómo llegó a las islas y por qué.

Del bueno de Francisco Minéo, padre de Alejandra, nos ganará su silencio y su capacidad para perdonar. Como prácticamente la mayoría, será un hombre aferrado a El Terrero, donde ha construido su vida y su amor. 

Rita Cortés será mujer con aspiraciones que tomó una mala decisión basada más en unas expectativas mal entendidas que en los dictados de su corazón. Es uno de los personajes femeninos que más me  han gustado porque en el fondo no es más que una superviviente que intenta conseguir una vida mejor. Su picaresca nos arrancará alguna sonrisa y llegaremos a quererla por su gran humanidad.

Y en cuanto a personajes femeninos, Dolores Bernal será otra de mis debilidades. No negaré que es una mujer que no cae bien al principio. Ella es una Bernal, y por tanto dirige los pasos de los habitantes de El Terrero a su antojo. Su poder llega incluso a las autoridades que terminan por plegarse a sus deseos, aunque encontrará quien sepa ponerla en su sitio y por tanto, ganarse su respeto. Dolores Bernal, a mi juicio, será el personaje que más evolucione, llegando a transformarse y a ganarse el cariño del lector, gracias a su hija María, tan distinta a la madre. 

De Jorge y Pablo Maqueda, de Roberto Bernal y Juan Cavero, de Eufemiano prefiero no contar nada. Te dejo lector que compruebes por ti mismo hasta dónde es capaz de llegar el hombre. Ni tampoco te voy a contar nada de el Chano, ni de Ismael, ni de Candelaria, ni de Elvira, ni de tantos y tantos otros que embellecen esta novela.

Pero claro, hablando de personajes, ¿cómo dejarme atrás a Arturo y a Alejandra?Él, el hombre que supo sobreponerse a las adversidades, inteligente, cariñoso, luchador y trabajador. Ella, una joven que madura y crece junto a Arturo, dulce, bondadosa e inocente que se abre al mundo. La relación entre ambos será especial desde en el momento en el que ambos se ven por primera vez hasta el final de la novela pues él, azorado ante ella, llegará a formularse una pregunta que solo tendrá respuesta en el desenlace. 


Tejada, Gran Canaria

Miguel de León ha escrito lo que solemos llamar un novelón. Y no solo por un argumento completo y rico en detalles o por un elenco de personajes bien construidos y variopintos, también hay que destacar la prosa de este autor, admirador de aquel otro colombiano, una prosa elegante, bella y cuidada. Los diálogos de Los amores perdidos tienen una credibilidad tangible, las emociones que la prosa del autor llega a despertar en nuestros sentidos tiene mucho que ver con esa capacidad de Miguel de León de volcar la naturaleza humana, con sus virtudes y sus defectos, entre las páginas de este libro. Hay dulzura, ternura, compasión, amor, compañerismo, fraternidad,... que convive puerta con puerta con el odio, el rencor, la venganza, el miedo y el dolor. Resulta difícil creer que, en una novela en la que transcurren tantas cosas, la narración fluya con tanta naturalidad. 

Y en algún momento te podrá ocurrir como a mí, que de repente aparece algún personaje o una subtrama que a priori no te encaja en ningún sitio, impensable que pueda tener alguna conexión con el hilo principal pero, ¿sabéis? Miguel de León parece que lleva toda su vida escribiendo novelas porque tiene una capacidad de conectar, hilvanar, enhebrar y coser un argumento en el que entra y sale tantísima gente y en el que ocurren tantas cosas, que me resulta del todo sorprendente. ¿Y esta es una opera prima? Quién lo diría.

He de parar ya. Sé que me ha salido una reseña demasiado extensa pero es algo que no puedo evitar cuando una novela me ha gustado tanto. Me podría llevar horas hablando de ella. Creo que, con lo que os he contado, os ha debido quedar claro que Los amores perdidos es una novela que recomiendo y que no os podéis perder. Y si todavía quieres saber más sobre este libro, te invito a que te pases por la entrevista que le hicimos al autor hace unas semanas (puedes leerla aquí). Entre lo que yo te he contado y lo que te cuenta él, terminarás leyendo estos amores perdidos.




[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]

Retos:

-  25 españoles
- 100 libros
- Sagas familiares




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