Año: 2015
Nacionalidad: Española.
Director: Emilio Martínez-Lázaro.
Reparto: Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde, Carmen Machi, Berto Romero, Belén Cuesta, Rosa María Sardá, Alfonso Sánchez, Alberto López y Agustín Jiménez.
Género: Comedia.
Sinopsis: Las alarmas de Koldo se encienden cuando se entera de que su hija Amaia, tras romper con Rafa, se ha enamorado de un catalán. Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. Secuela de "Ocho apellidos vascos".
[Información facilitada por Filmaffinity]
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Ocho apellidos vascos fue un bombazo. Esto no lo puede nadie negar. Llegó a las salas de cine y lo petó. Yo me resistí lo mío porque tanto bombo y platillo me hacía recelar pero al final sucumbí y el resultado fue una película que me hizo pasarlo bien pero de la que esperaba más (malditas expectativas). Y aún no se había pasado la fiebre vasca cuando ya anunciaban la catalana. La gente lo celebró. Yo me alegré, por qué no decirlo, pero a un tiempo me eché a temblar. Dice el refrán, y yo soy muy refranera, que «Segundas partes nunca fueron buenas» y para mí es una máxima que generalmente se cumple pero para hablar hay que catar, así que, en su día me fui al cine a ver esta secuela. No salí muy contenta. Si Ocho apellidos vascos me hizo pasar un rato divertido con algunos gags bastante bien planteados y unas situaciones cómicas que me hacían soltar una carcajada de vez en cuando, Ocho apellidos catalanes no dejaba de ser una secuela de calidad inferior. Me reservé mi opinión. Pero hete ahí que la volví a ver en DVD y aunque mis impresiones no han cambiado radicalmente sí he de confesar que han mejorado ligeramente. Será que ya sabía con lo que me iba a enfrentar y mi cuerpo acogió la cinta de otro modo.
Si la anterior acabó con el «Love is in the air», es decir, con un par de parejas de tortolitos - Rafa y Amaia por un lado y Koldo y Merce por otro - Ocho apellidos catalanes arranca con «Se nos rompió el amor». Tras un año más o menos, cada uno está por un lado. Rafa ha regresado al hogar. Vuelve a ser el camarero sevillano pijo, saleroso y con ganas de llevarse a una turista a la cama, pero su corazón roto le impide levantar definitivamente cabeza. Amaia, su vasca, aún le pesa en el alma y no podrá sacársela de la cabeza. Aunque él lo negará, sus amigos Joaquín y Curro lo conocen bien y saben que Rafa lo está pasando mal.
Por otro lado, Koldo también regresa al hogar, a Argoitia, después de haber estado embarcado durante meses y de haber dejado sobre la mesa las migas que Merche le había preparado. El recibimiento será frío pero lo que más le escocerá a este marinero es enterarse de que su hija piensa casarse con un catalán. Si ya accedió a que su txiki se emparejara con un sevillano, consentir que entremezcle su sangre con un catalán sería ya inconcebible. Demasiada tolerancia para él. Así que ideará un plan, interrumpir esa boda por un lado y reconquistar a Merche, y para ello necesitará la ayuda de Rafa. Volverán a juntarse todos para construir una nueva trama llena de situaciones divertidas, malentendidos, escenas .... Ese será el nucleo de la película.
Es innegable que Ocho apellidos catalanes tiene sus golpes de humor. Se vuelven a exagerar las formas, y en esta ocasión a tres bandas -andaluza, vasca y catalana- y gran parte de la hilaridad de la cinta recae en esos tópicos que ya sirvieron de sustento en la anterior. Ese andaluz del miarma en la boca a cada instante, saleroso y simpático, o el vasco que se caracteriza por su frialdad, la incapacidad de manifestar sus emociones o su brutalidad y como nueva incorporación, el catalán que ensalza la supremacía de su tierra y no deja de dar la lata con tanta independencia. No creo que haya que molestarse en ningún caso, aunque, en el terreno andaluz, que es el que a mí me toca más de cerca, me chocó una escena simulando la salida de una cofradía. Como no deja de ser una recreación le faltaba verosimilitud pero esto es una película y se entiende que montar una cofradía para un minuto de metraje iba a ser excesivamente caro. No sé si a los catalanes os ha parecido bien la aparición de los castellers o la fiesta de la calçotada que también sale en la peli. Ya me diréis.
A mi juicio son estas cuestiones menores pero no lo es tanto que el argumento vuelva a tirar de escenas ya vistas. Me refiero al planteamiento de dos otres situaciones idénticas a algunas que ya aparecieron en la versión vasca, por llamarla de otro modo. No creo que sea válido repetir el chiste porque, como suele ocurrir, cuando te lo cuentan por segunda vez pierde chispa y ya no es tan divertido. Al margen de que la reiteración me parece una falta de originalidad y carencia de nuevas ideas.
Si pasamos al plano interpretativo, el trabajo de los actores en esta nueva entrega va en la misma línea que ya comenté en la anterior. En líneas generales me han gustado mucho. El tandem Dani Rovira y Clara Lago sigue funcionando bien, cada uno en su papel. Por su parte, Carmen Machi sigue estando muy correcta, al igual que la pareja formada por Alfonso Sánchez y Alberto López, aunque yo tengo más devoción por este último. Pero, por encima de todos ellos, yo sigo quedándome, a todas luces, con Karra Elejalde, ¡qué grande es!
Pero dado que la acción se traslada a Cataluña, habrá nuevos personajes. Por un lado la señora Roser, una mujer catalana de 84 años, muy considerada en su pueblo, dueña de una preciosa masía en la que prácticamente vive recluida y que cree que Cataluña ya es independiente y primera potencia mundial. A este personaje le da vida Rosa María Sardá aportando un estupendo deje a sus diálogos. Lo hace magníficamente la verdad y eso que su salud andaba un tanto resentida. A su vez, y con sangre catalana también, Berto Romero en el papel de Pau, el nieto de Roser. Se trata de un joven artista, un hispter muy bien caracterizado con un karma espectacular que todo lo puede. Con una filosofía de vida muy flow, Berto se mete en la piel de un tipo al que se le coge manía, algo que se entiende como premeditado pero que no deja de resultar odioso.
Y como última adquisición en el bando catalán, también está Belén Cuesta, la wedding planner que lleva por nombre Judith, y que no sabrá qué más hacer para hacerse visible ante los ojos del que está enamorada. A pesar de ser un personaje con menos protagonismo que los demás, sin llegar a secundario, tiene una historia detrás muy divertida. Su papel me ha parecido un acierto y me ha sorprendido gratamente.
A mi juicio son estas cuestiones menores pero no lo es tanto que el argumento vuelva a tirar de escenas ya vistas. Me refiero al planteamiento de dos otres situaciones idénticas a algunas que ya aparecieron en la versión vasca, por llamarla de otro modo. No creo que sea válido repetir el chiste porque, como suele ocurrir, cuando te lo cuentan por segunda vez pierde chispa y ya no es tan divertido. Al margen de que la reiteración me parece una falta de originalidad y carencia de nuevas ideas.
Si pasamos al plano interpretativo, el trabajo de los actores en esta nueva entrega va en la misma línea que ya comenté en la anterior. En líneas generales me han gustado mucho. El tandem Dani Rovira y Clara Lago sigue funcionando bien, cada uno en su papel. Por su parte, Carmen Machi sigue estando muy correcta, al igual que la pareja formada por Alfonso Sánchez y Alberto López, aunque yo tengo más devoción por este último. Pero, por encima de todos ellos, yo sigo quedándome, a todas luces, con Karra Elejalde, ¡qué grande es!
Pero dado que la acción se traslada a Cataluña, habrá nuevos personajes. Por un lado la señora Roser, una mujer catalana de 84 años, muy considerada en su pueblo, dueña de una preciosa masía en la que prácticamente vive recluida y que cree que Cataluña ya es independiente y primera potencia mundial. A este personaje le da vida Rosa María Sardá aportando un estupendo deje a sus diálogos. Lo hace magníficamente la verdad y eso que su salud andaba un tanto resentida. A su vez, y con sangre catalana también, Berto Romero en el papel de Pau, el nieto de Roser. Se trata de un joven artista, un hispter muy bien caracterizado con un karma espectacular que todo lo puede. Con una filosofía de vida muy flow, Berto se mete en la piel de un tipo al que se le coge manía, algo que se entiende como premeditado pero que no deja de resultar odioso.
Y como última adquisición en el bando catalán, también está Belén Cuesta, la wedding planner que lleva por nombre Judith, y que no sabrá qué más hacer para hacerse visible ante los ojos del que está enamorada. A pesar de ser un personaje con menos protagonismo que los demás, sin llegar a secundario, tiene una historia detrás muy divertida. Su papel me ha parecido un acierto y me ha sorprendido gratamente.
Pero toquemos tambiénlos escenarios.De Sevilla, qué os voy a decir si para mí es la ciudad más bonita del mundo. En esta ocasión tendrá poca presencia pero es igual, lo que se ve de ella es impresionante. No obstante, en esta entrega, prácticamente toda la acción se traslada a Cataluña, a un supuesto pueblo del bajo Ampurdán que se llama Sorenelles. Las imágenes no pueden ser más bonitasy corresponden realmente a diversas localidades gerundenses, concretamente a Monells, un precioso pueblo medieval con sus calles empedradas, o Llagostera o Vulpellac. Dan ganas de hacer las maletas para perderse por unos días en esos pueblos tan preciosos.
Y no me queda mucho más que aportar. Me pregunto si tendremos nuevas entregas ubicadas en otros lugares de España. Ocho apellidos gallegos, ¿tal vez?No lo hagan por favor. Creo que más secuelas sería mancillar el buen recuerdo que nos dejaron las tierras vascas o incluso esta misma. Yo nunca he sido partidaria de estirar mucho la cuerda porque, a la larga, se termina rompiendo por algún sitio.
A mi juicio Ocho apellidos vascos es un tanto superior a esta nueva entrega. Nos cogió por sorpresa su humor y ese juego con la dualidad patria de cada uno. En cualquier caso, esta nueva entrega también resulta divertida sin que, como me ocurrió con la anterior,haya que rasgarse las vestiduras.
Y no me queda mucho más que aportar. Me pregunto si tendremos nuevas entregas ubicadas en otros lugares de España. Ocho apellidos gallegos, ¿tal vez?No lo hagan por favor. Creo que más secuelas sería mancillar el buen recuerdo que nos dejaron las tierras vascas o incluso esta misma. Yo nunca he sido partidaria de estirar mucho la cuerda porque, a la larga, se termina rompiendo por algún sitio.
A mi juicio Ocho apellidos vascos es un tanto superior a esta nueva entrega. Nos cogió por sorpresa su humor y ese juego con la dualidad patria de cada uno. En cualquier caso, esta nueva entrega también resulta divertida sin que, como me ocurrió con la anterior,haya que rasgarse las vestiduras.