Editorial: Grijalbo.
Fecha publicación: mayo, 2016.
Precio: 19,90 €Género: Narrativa.
Nª Páginas: 464
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
Nª Páginas: 464
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
ISBN: 9788425353864
[Puedes leer el primer capítulo aquí]
Autor
Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en Psicología, aunque lleva años trabajando en el ámbito de la traducción literaria. En 2011 publicó su primera novela, El verano de los juguetes muertos (Debolsillo), que fue un éxito instantáneo de crítica y ventas, y cuyos derechos fueron vendidos a casi una veintena de países. A esta novela le siguieron Los buenos suicidas (Debolsillo 2012) y Los amantes de Hiroshima (Debolsillo, 2014), que completaron la exitosa trilogía de novela negra protagonizada por el inspector Héctor Salgado.
En Los ángeles de hielo, Toni Hill nos ofrece una magistral historia de intriga psicológica, que penetra en los rincones más oscuros de la mente humana a la vez que nos refleja el ambiente de unos años marcados por la guerra y la tensión social.
Sinopsis
Una ambiciosa intriga de tintes góticos ambientada en la pujante Barcelona de principios del siglo XX.
En la Barcelona de 1916, Frederic Mayol, un joven psiquiatra, se ve enfrentado a un misterio que afecta a la mujer que ama y a su lugar de trabajo: un sanatorio donde aún flotan tenebrosos secretos que se remontan a un pasado reciente, cuando el edificio alojaba un internado para señoritas de buena familia, el Colegio de los Ángeles. Para descifrar la verdad Frederic deberá sumergirse en los sentimientos más recónditos y perversos del ser humano, emprendiendo una investigación absorbente de la que nadie, ni siquiera él, saldrá indemne.
En la Barcelona de 1916, Frederic Mayol, un joven psiquiatra, se ve enfrentado a un misterio que afecta a la mujer que ama y a su lugar de trabajo: un sanatorio donde aún flotan tenebrosos secretos que se remontan a un pasado reciente, cuando el edificio alojaba un internado para señoritas de buena familia, el Colegio de los Ángeles. Para descifrar la verdad Frederic deberá sumergirse en los sentimientos más recónditos y perversos del ser humano, emprendiendo una investigación absorbente de la que nadie, ni siquiera él, saldrá indemne.
Toni Hill vuelve a demostrar su gran pulso narrativo y su habilidad para la creación de atmósferas en este fascinante best seller literario, poblado de personajes inolvidables y envuelto en un aliento inquietante.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Hay lectores que tienen sus autores predilectos o de cabecera. Cuando alguien me cuenta que no se pierde ni una sola publicación de tal o cual autor, siempre me pregunto lo mismo: ¿Cuál es el tuyo, Marisa? La respuesta siempre es la misma: Más que autores preferidos tengo novelas preferidas. Nunca he podido decir que me he llegado a leer hasta la lista de la compra de un escritor u otro. En mis manos han ido cayendo libros de manera aleatoria, algunos con mayor o menor fortuna, sin pararme a pensar en la autoría, sin elevar a las alturas a unos o condenar al ostracismo a otros. Pero de un tiempo a esta parte, esa respuesta ha dejado de convencerme.
Como me gusta analizarme o psicoanalizarme constantemente, me he dado cuenta que en los últimos años he seguido de cerca los pasos de más de un autor. De algunos que a día de hoy llevan cuatro, cinco o seis novelas publicadas he podido comprobar su evolución, sus experimentos, su trayectoria y conseguir hacerme una idea muy precisa sobre nuestra afinidad. Y por eso, creo que Toni Hill se ha convertido en uno de esos autores que, hasta la fecha -y crucemos los dedos; Toni por lo que tú más quieras- no me ha defraudado. Disfruté muchísimo con la trilogía de Héctor Salgado, ese inspector de policía con un lastre personal a rastras al que, según palabras del autor en la entrevista que le hicimos (puedes leerla aquí), volveremos a ver en el futuro. No obstante, considero que el autor se ha superado con creces pues su última publicación,Los ángeles de hielo, me ha parecido una novela muy, muy completa, en la que ha cambiado de registro y se ha zambullido en el siglo pasado, saliendo de este reto con mucha solvencia.
Antes de empezar a escribir esta reseña he tenido que hacerme un esquema porque Los ángeles de hielo tiene muchísimo que ofrecer al lector. A saber, dos líneas argumentales, diferencias referencias temporales, tres voces narrativas, un prólogo, una introducción y un montón de sucesos que nos van a tener anclados a la silla y con los dedos agarrotados al libro. Imposible aburrirse con esta novela, eso os lo garantizo. Pero vayamos por parte.
En la Barcelona de 1916, Frederic Mayol regresa herido de las trincheras tras combatir en el frente junto al ejército austro-húngaro durante la Primera Guerra Mundial. Deja a su madre Claudine, una mujer con mucha personalidad en Viena, donde residía, para trasladarse con su padre a Barcelona, pues sus padres viven separados desde hace años. Frederic necesita recuperarse de sus lesiones. Una herida en uno de sus brazos le produce terribles dolores que tiene que combatir con morfina.
Su intención es escribir una novela sobre la guerra y entrar a trabajar en la clínica psiquiátrica dirigida por Sebastián Freixas. Frederic se moverá por diversos círculos no siempre del agrado de su padre. Entablará amistad con los hermanos Raventós -Blanca y Gerard -, algo peculiares y Frederic acabará enamorándose de ella. Pero en esta trama habrá otros tantos personajes a los que tendremos que seguir la pista muy de cerca, por un lado, un cura ingresado en el psiquiátrico por tener delirios obsesivos y alucinaciones. Por otro, un pintor que parece tener doble personalidad. A todo ello hay que unir algunos hechos luctuosos, algún asesinato y otros bastante intrigantes como la aparición y desaparición de una caja de música que contiene extraños dibujos o la presencia de una dama de negro en los momentos de mayor tensión.
La otra línea argumental nos lleva a 1908, al Colegio de los Ángeles, cuya directora, Águeda Sanmartín, va dejando constancia en su diario de todos los hechos que suceden en el centro, como por ejemplo la llegada de una nueva alumna, la alumna número 13, Griselda. Se trata de una joven inquietante que enseguida despertará la curiosidad del lector pues a su alrededor empezarán a ocurrir una serie de cosas extrañas que nos hacen sospechar lo peor.
¿Pero cuál es el punto de unión entre ambas tramas? Pues un edificio singular que cuenta con unas vistosas gárgolas, hermosos ángeles de piedra que coronan la fachada. Un edificio que en 1908 estuvo ocupado por doce jovencitas y sus profesores y que, tras un incendio, se tornó en hospital psiquiátrico en 1916. Pero además, el lector advertirá que algunos de los personajes de la trama más antigua volverán a aparecer en la más moderna, conoceremos su antes y su después, y eso generará muchísimo suspense.
Prácticamente ambas tramas se irán alternando con lo que podremos ver casi en paralelo lo que ocurre en una época y en otra, lo que acontece con las estudiantes y con los enfermos psiquiátricos hasta que una de las líneas desaparece dando todo el protagonismo a la otra. En Los ángeles de hielo se explota la idea de que el pasado termina pasando factura y eso es lo que precisamente ocurre en la novela, sucesos que aparentemente quedaron atrás y olvidados tendrán su reflejo en el futuro.
Sin querer desvelar demasiado, estos son algunos de los hechos más señalados dentro de una trama llena de misterio y suspense con un toque muy gótico que recuerda a aquellas otras novelas clásicas, en las que lo que no se muestra resulta todavía más inquietante que lo que se coloca frente a los ojos del lector. Sin duda la ambientación es magnífica y se respira un aire opresivo desde las primeras líneas.
Toni Hillha desarrollado un argumento con múltiples personajes, todos ellos bien perfilados y en los que se observa una importante carga psicológica. Ya pertenezcan a una trama u otra, como lectores podemos adentrarnos en sus cabezas y caminar por sus laberintos neuronales. A Frederic Mayol se le ve muy afectado por lo sufrido en la guerra. Águeda se sentirá aturdida con los hechos que se producen en el internado. Blanca Raventós y su hermano son un exponente de una juventud distinta. A Griselda es fácil imaginársela, imagen que nos pondrá los pelos de punta. Y algunos internos del sanatorio, más allá de la supuesta enfermedad que padecen, tienen sus sombras lo que elevará la incertidumbre. En fin, que todos estos actores y actrices suponen un pilar perfecto para una novela con un argumento rotundo que nos conducirá a un desenlace totalmente imprevisible.
Y mientras vamos componiendo el puzle que el autor nos propone, nos abre también una ventana para enseñarnos una época. Así pasearán por las páginas de la novela alguna sufragista, sentiremos los ya incipientes deseos de independentismo catalán, el avance en los sistemas educativos, las primeras revueltas obreras, la represión sexual o la homosexualidad, entre otros temas. Hábilmente, el autor va ensartando hechos que dibujan un tiempo pasado con otros hechos muy relacionados con la trama, como una extraña visita a un cementerio, unas cartas anónimas o la recepción de otras enviadas por Anna Freud, la hija del eminente psicoanalista que serán el vehículo para conocer las técnicas psiquiátricas empleadas en aquellos años como la regresión hipnótica, así como la vida dentro de las casas de reposo o los frenopáticos. Y por si todo esto fuera poco, un supuesto fantasma asomará de tanto en tanto sin que ello incomode a los lectores más sensibles. No deja de ser una figura que alentará vuestra curiosidad y os deparará alguna que otra sorpresa.
Insisto, Los ángeles de hielo es una novela muy completa y también compleja. Prueba de ello es el número de voces narrativas que podemos percibir. Es frecuente que el lector se tope con diversos narradores a lo largo de una novela. Lo más común es encontrarnos con un narrador omnisciente que todo lo ve y lo oye, o bien con un narrador en primera persona que nos permite tener una visión sesgada de la trama, o ya puestos con una combinación de ambos. Sin embargo, no es tan usual contar con tres voces narrativas como ocurre en esta nueva novela de Toni Hill. Por un lado, todo lo relativo a Frederic Mayol se narrará en tercera persona, mientras que los hechos ocurridos en el colegio se contarán en primera pues todo queda reflejado en el diario de Águeda. Ahora bien, hay un tercer narrador que aparece al principio y al final, a modo de introducción y epílogo. Sebastián Freixas abrirá y cerrará la novela pero no contento con ello, también se cuela en los intermedios, dirigiéndose al lector para darnos su versión de los hechos o acotar acontecimientos.
Y seguimos rizando el rizo. Para más inri la novela tiene un inicio muy singular. Si por regla general estamos acostumbrados a que un prólogo o una introducción pongan en marcha el argumento, en Los ángeles de hielo tenemos ambas cosas, prólogo e introducción y conste que ninguna de las dos secciones sobra. El prólogo nos va a situar en el año 1914 cuando en Barcelona el joven Mario Guerrero está a punto de ser ejecutado por la muerte de su novia Clarisa Miravés, cuyo cadáver fue hallado en la habitación de una pensión con un pájaro muerto introducido en la boca. La forma en la que esta muerte se produce genera los primeros momentos de intriga y curiosidad. ¿Qué conexión tiene este hecho con lo que se narra más adelante? Todo queda debidamente explicado.
Y en cuanto a la introducción, situada cronológicamente en 1931, será el propio Sebastián Freixas el que nos comunique que se dispone a contarnos una historia, la que le contó Frederic Mayolen un estado de delirio, el testimonio de una historia dramática que no es más que el cuerpo de la novela.
Estructuralmente Los ángeles de hielo cuenta con cuatro partessiendo el final de la segunda un momento clave en el desarrollo de todo el argumento. Con un total de veintiocho capítulos culminados con un epílogo, llegaremos a entender la magnitud de la historia construida por Toni Hill en las páginas finales. Solo entonces, y echado la vista atrás, apreciarás el armazón de la novela, todo un mundo imaginario que revela
Y a pesar de que ocurren mil cosas, que saltamos de una trama a otra, de un personaje a otro, de un tiempo a otro, no se puede decir que la novela cuente con un ritmo frenético. Más bien los acontecimientos van discurriendo con sosiego pero sin que en ningún momento decaiga la atención, la intriga o la curiosidad del lector. Pero eso sí, hay un giro argumental que nos va a dejar colgando boca abajo.
Para no extenderme más y en resumidas cuentas, solo os puedo decir que he disfrutado muchísimo con Los ángeles de hielo, una de esas novelas que empiezas a leer sin echar el freno. Creo que su argumento y su elenco de personajes es lo suficientemente atractivo como para enganchar a esos lectores que disfrutan de los misterios y el suspense. Si además le añadimos alguna que otra referencia literaria, que haberlas haylas, la lectura de esta novela se vuelve un placer absoluto. Desde aquí, os animo a leerla.
[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]
Retos:
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