Nacionalidad: Polaca.
Director: Pawel Pawlikowski.
Reparto: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski, Artur Janusiak, Halina Skoczynska, Mariusz Jakus.
Género: Drama.
Sinopsis: Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se remonta a la terrible época de la ocupación nazi.
[Fuente: Filmaffinity]
El estreno de la película Ida en 2014 trajo consigo una lluvia de nominaciones y premios. Por nombrar algunos, este largometraje se llevó el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa, galardón que se repitió también en nuestros Goya. Tantas distinciones consiguieron despertar mi curiosidad por esta monja polaca que se movía con sigilo entre paisajes nevados en blanco y negro. Mucho he tardado en ponerme delante de ella y aunque ha recibido tantos y tantos laureles, Ida no ha producido en mí el efecto esperado, principalmente porque me ha parecido especialmente lenta.
Anna es una novicia católica a punto de tomar los votos. Su vida transcurre dentro de los muros de un convento en el que lleva viviendo desde pequeña y todo su mundo se reduce a trabajar y rezar, manteniendo el orden y el silencio. Antes de tomar los votos, la madre superiora mantiene una conversación con ella. Le desvela que no está sola en el mundo sino que tiene una tía viva, Wanda, la hermana de su madre, a la que debe ir a ver antes de pasar de novicia a monja. Aunque la tía conocía de su existencia y prefirió desentenderse de ella, Anna emprende camino hacia la ciudad para visitar a su tía. El reencuentro será en sus inicios bastante frío y lleno de sorpresas. Wanda le revela que realmente se llama Ida Lebenstein y es de familia judía, que sus padres fueron asesinados durante la ocupación nazi y se desconoce dónde están enterrados. Juntas iniciarán un viaje hacia el pasado, en busca de sus orígenes, hacia el pueblo en el que vivió la familia para localizar el lugar donde los Lebenstein fueron enterrados. En el viaje, que acarreará otro tipo de descubrimientos y hechos, conocerán a un atractivo saxofonista.
El argumento de la película es bastante sencillo. Ida nos narra la historia de una búsqueda en un intento de reconciliarse con el pasado y cerrar las heridas. Sin embargo, hay miserias que pesan demasiado. El viaje que emprenden las dos protagonistas parece ser la última oportunidad de Wanda para salir del agujero en el que está inmersa y una ocasión para Ida de mirar el mundo cara a cara antes de condenar su vida a un encierro voluntario dentro de los muros del convento. Hacia el final, los hechos se precipitan tornándose en un punto de inflexión para Ida. Bajo mi punto de vista, la joven colocará en una balanza la vida exterior, teniendo como ejemplo a su tía, y la vida conventual. Si una opción u otra termina por convencerla, lo dejo en el aire para aquellos que veáis la película. Lo que sí os puedo decir es que hay ciertas secuencias que me han parecido algo ilógicas.
En Ida no todo se explica. Por ejemplo, desconocemos cuánto tiempo lleva la joven en el convento, si primero estuvo en otro lugar, o cómo llegó, o si alguna vez preguntó por su familia. Hay muchas incógnitas que realmente no son esenciales para el posterior desarrollo y que el lector puede ir rellenando y cosiendo al hilo principal.
En cuanto a las interpretaciones, creo que tanto Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska desempeñan un papel bastante acorde con el tono de la película. Trzebuchowska debutaba en esta película y su rostro sereno contribuye a esa atmósfera de resignación y pesadumbre que se respira a lo largo de todo el filme.
En cuanto a Kulesza en el papel de Wanda, me ha sorprendido que sea jueza de profesión, en esa época y en ese contexto. Es una mujer atormentada que trata de lamer sus heridas con la bebida, el tabaco y los hombres. Me ha gustado mucho más este personaje que el de Ida, tiene más enjundia, más luces y sombras frente a la neutralidad monocorde de la joven. Wanda arrastra lastres, condensa secretos y no puede respirar. Es un personaje mucho más interesante.
En cuanto a las interpretaciones, creo que tanto Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska desempeñan un papel bastante acorde con el tono de la película. Trzebuchowska debutaba en esta película y su rostro sereno contribuye a esa atmósfera de resignación y pesadumbre que se respira a lo largo de todo el filme.
En cuanto a Kulesza en el papel de Wanda, me ha sorprendido que sea jueza de profesión, en esa época y en ese contexto. Es una mujer atormentada que trata de lamer sus heridas con la bebida, el tabaco y los hombres. Me ha gustado mucho más este personaje que el de Ida, tiene más enjundia, más luces y sombras frente a la neutralidad monocorde de la joven. Wanda arrastra lastres, condensa secretos y no puede respirar. Es un personaje mucho más interesante.
Los ochenta minutos de duración son suficientes para contar esta historia que transcurre con mucha calma, tranquilidad y sosiego, algo que queda reflejado también en los escenarios, en esos paisajes nevados, carreteras poco transitadas y pueblos casi desiertos. Y a pesar de tener una duración aceptable a mí se me ha hecho larga. Hay demasiados silencios.
Sin duda, uno de los puntos fuertes de este largometraje es la fotografía en blanco y negro. La dualidad cromática siempre ha generado en mí una atracción irrefrenable e Ida es una película que nos muestra hermosas escenas de contrastes que perfectamente podrían ser de exposición. Una escena cenital en la que se ve a las monjas portando la imagen de un Sagrado Corazón con un manto de nieve de fondo, u otra en la que las novicias rezan tiradas a lo largo en el suelo, con los brazos en cruz me han impactado sobremanera.
La ambientación también es muy buena, ese retrato de la Polonia de los años 60 que queda reflejado en las calles de las ciudades y pueblos, construyendo una atmósfera melancólica que lo envuelve todo.
Filmada como un documental, sorprende la dirección con unos planos en los que los protagonistas quedan descuadrados como si se quisiera dar espacio al entorno o a los objetos que rodean a los personajes.
Austera, sobria y elegante, Ida es una película que me ha dejado una sensación agridulce. Hay aspectos del largometraje que me han gustado mucho y otros en los que creo que se ha recorrido un camino equivocado. Advierto que cuenta con fabulosas opiniones de crítica y público pero a mí, sinceramente, se me hizo espesa. Contrarresta esta sensación la ambientación, la fotografía y la interpretación de Agata Kulesza.
La ambientación también es muy buena, ese retrato de la Polonia de los años 60 que queda reflejado en las calles de las ciudades y pueblos, construyendo una atmósfera melancólica que lo envuelve todo.
Filmada como un documental, sorprende la dirección con unos planos en los que los protagonistas quedan descuadrados como si se quisiera dar espacio al entorno o a los objetos que rodean a los personajes.
Austera, sobria y elegante, Ida es una película que me ha dejado una sensación agridulce. Hay aspectos del largometraje que me han gustado mucho y otros en los que creo que se ha recorrido un camino equivocado. Advierto que cuenta con fabulosas opiniones de crítica y público pero a mí, sinceramente, se me hizo espesa. Contrarresta esta sensación la ambientación, la fotografía y la interpretación de Agata Kulesza.
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