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MARIA TENA: 'Esta novela es una especie de memoria de lo que no existió'

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María Tena es la última ganadora del Premio Tusquets Editores de Novela por Nada que no sepas, una novela que a mí me llegó en un momento complicado y terrible y que zarandeó los cimientos de mi existencia. De la mano de la autora viajé al Uruguay de los años 60 y descubrí allí una sociedad muy distinta a la española de la época, con unos personajes cercanos que necesitaban recuperar su pasado, y ahondar en las relaciones entre padres e hijos. Decir que he disfrutado de la lectura de esta novela es decir poco, pero será dentro de unos días cuando os cuente con detalle mis impresiones más personales. Mientras tanto, y aprovechando que María visitó Sevilla la semana pasada y pude conversar con ella, os dejo con una entrevista. 

Marisa G.- María, Premio Tusquets Editores de Novela. ¿Qué supone recibir este premio en tu trayectoria literaria?

María T.- Una alegría enorme. Estoy muy nerviosa porque, aunque he publicado bastantes novelas y no me ha ido mal, este premio es algo especial. Además, supone volver a una editorial literaria con mucho prestigio. Fue muy divertido porque, cuando me llamó Juan Cerezo para decirme que había ganado el premio, yo entendí que no me lo daban y no hacía más que decirle que no pasaba nada, que ya buscaría otra editorial donde publicar la novela.  Y de repente me soltó 'Que no, que no, que lo has ganado'. Entonces me puse a llorar. Me emocioné muchísimo. 

M.G.- De todos modos, no es el primer premio que recibes. También has sido finalista en el Herralde. Todo esto supondrá un empujón para seguir escribiendo.

M.T.- Sí, claro. Pero en este caso, tengo la sensación de haber hecho algo distinto. Probablemente sea que he elegido un tema muy mío, especialmente mío. Me he metido en una historia familiar, que tiene que ver con unas circunstancias familiares que yo viví. Aunque la historia no tiene nada que ver conmigo ni con mis padres, el entorno sí es muy parecido.

Creo que es muy importante elegir bien un tema. A veces los escritores comenzamos una historia simplemente porque nos hace gracia. Por ejemplo, en 'El novio chino' narré la historia de un amigo mío gay, que viajó conmigo a Shanghai y vivió un romance. Fue una historia que me ayudó a hablar de China, un país que me fascina pero claro, no es un tema puramente mío. No ocurre así con esta novela. Aquí tenemos una historia muy mía y saber escribir eso, con emoción, no es tan fácil. Y por eso digo que, creo que esta vez he conseguido algo que no había conseguido antes aunque no sepa decirte muy bien qué es. Podría ser que hay mucha verdad literaria en esta novela.

M.G.- En realidad, en esta novela narras el regreso de una mujer al Uruguay donde vivió su infancia y donde murió su madre sin que ella sepa muy bien lo que ocurrió. ¿Se podría decir que los temas centrales de la novela son la familia, el pasado y la memoria?

M.T.- Sí, totalmente. Siempre he pensado que no tengo mucha imaginación para escribir pero esta novela es una especie de memoria de lo que no existió. Es una memoria inventada con lo cual se parece bastante a la imaginación. La memoria y la imaginación están hechas de imágenes, usan el mismo material, con lo cual puedes coger cosas del armario de la imaginación o del armario de la memoria. En el fondo estás escribiendo algo que es ficción, no es la verdad pura. 

'Nada que no sepas' tiene muchos elementos que son reales. Es verdad que vivimos en Uruguay, que mis padres vivían allí entre fiestas, pero lo más importante de la novela no ocurrió. Sin embargo, podía haber sucedido porque todo es tan verosímil que a veces me pregunto si realmente sucedió y yo no me enteré. Tengo muchos recuerdos lejanos que se mezclan con miles de cosas que nunca sucedieron, o quizás sí, de tal manera que tanto realidad como ficción es muy creíble. 

Con esta novela he querido darles otra vida a mis padres porque cuando mueren nos quedamos sin referencias y nos surgen miles de preguntas. ¿Qué hubiera hecho mi padre en tal situación? Con esta novela he querido seguir conociéndolos y pensar que podían haber vivido de otra manera.

M.G.- Me interesa mucho el tema de la familia porque da mucho juego literario. Las novelas que tratan sobre familias funcionan muy bien. Todos tenemos una familia y en todas hay sus más y sus menos. Este es un tema que tú ya has tocado anteriormente, ¿verdad?

M.T.- Sí, en 'La fragilidad de las panteras'. Fue una novela que tuvo mucho éxito y que narra la historia de una madre y unas hijas. En mi familia somos muchos hermanos, pero solo tres mujeres. Tuvimos también una madre con mucho carácter con la de la novela pero nada en ella es real, solo el entorno, que conocía muy bien. 

M.G.- Prácticamente toda la novela transcurre en Uruguay. Hay una clara diferencia entre el Uruguay de la primera parte de la novela, en la que todo era glamour y fiestas y el de la segunda parte, cuando la vida se vuelve gris. Sorprende mucho cómo era la vida en Uruguay en los años 60 cuando en España estábamos como estábamos.

M.T.- En pleno franquismo. La primera imagen que me inspiró la novela fue la de mis padres que venían de la España de Franco, del hambre, de la posguerra, de la carencia de todo y llegaron a aquel Uruguay de esplendor. Mi padre, encorbatado, y mi madre, casi con el aspecto de una monja. Y al llegar, vieron aquella playa en la que las mujeres iban con la espalda al aire, con esos vestidos de punto que se adaptaban a sus curvas. Aquellas mujeres se vestían en París o tenían una modista que copiaba los modelos. Era todo muy cosmopolita. Y hasta allí llegaron mis padres, intelectuales porque habían estudiado, pero con una actitud mucho más austera. 

M.G.- Leyendo la novela, es inevitable sentirse identificado. Me he visto reflejada en esos niños que son testigos de conversaciones de adultos, que parece que no se enteran de nada pero todo queda grabado en su disco duro. Y es cuando son mayores, cuando comienzan a unir cabos y a vislumbrar lo que ocurría cuando eran pequeños. Esto no has ha pasado a todos.

M.T.- Sí, claro que nos pasa a todos. A eso se le une que yo regresé a Uruguay cuarenta años después mi partida y me reencontré con amigos de mis padres que seguían vivos y me contaron unas cosas terribles, pero no solamente de mis padres, de todo el mundo. Es verdad que reconstruyes la vida de tus padres cuando eres adulto pero te queda la duda de si todo es verdad o procede de tu imaginación. Cuando eres niño se oyen cosas, te fijas en detalles pero a veces ocurre que de una pequeñez construyes un todo. Es algo muy literario. 

M.G.- María, ¿te has planteado alguna vez qué pensaría tu madre de esa vida que le has construido en la novela?

M.T.- Uf, era bastante puritana, especialmente conmigo. No sé cómo se lo hubiera tomado. Pero a la vez de puritana era romántica. Creo, o quiero creer, que le hubiera gustado. 

M.G.- Y dice el jurado que te ha otorgado el premio que tu novela es una 'reflexión sobre la experiencia de la libertad, el sexo y el paso del tiempo de una mujer que vivió como adolescente'. ¿Estás de acuerdo con estas palabras? 

M.T.- Estoy de acuerdo. Me contaron que a Almudena Grandes, presidenta del jurado, lo que más le gustó de la novela son los pasajes de la playa. Parece que dijo que hacía muchos años que no había leído nada tan bien descrito.

M.G.- ¿Tan visual?

M.T.- Sí, algo así. Son escenas con magia. De todos modos, lo que más me gusta a mí de la novela es el final. Dudé muchísimo en ese punto. No tenía muy claro cómo debía reaccionar la protagonista en ese momento de la historia. Algunos amigos, de cuyo criterio me fío mucho, me decían que la novela tenía que acabar como acaba y así se quedó.

M.G.- Porque si hubieras cambiado el final, ¿hubiera perdido verosimilitud?

M.T.- Eso decían esos amigos, sí.

M.G.- ¿Y en qué momento surge la idea de escribir esta historia? ¿Cuál es el germen?

M.T.- Pues como te dije antes, representar ese choque entre la España sumida en el franquismo y la libertad de Uruguay. De todos modos, influyó mucho mi regreso a ese país cuarenta años después. 

Tenía un hermano mayor que siempre me estaba animando a regresar. Mi hermano formaba parte del equipo de rugby que murió en los Andes en 1972.


M.G.- Si, era algo que te quería preguntar.

M.T.- Pues formaba parte, eran sus compañeros de clase los que murieron en aquel accidente lo que pasa es que nosotros ya no vivíamos allí. Él siempre tuvo el deseo de volver a Uruguay, de dejarnos de topicazos, y volver a nuestra infancia pero con los ojos de adultos. A mí realmente no me apetecía nada pero cuando murió me decidí. Y seis o siete meses después cogí un avión y me fui a Uruguay. Fue alucinante. Después de cuarenta años, me hicieron una fiesta. Cuarenta y cinco personas me recibieron en el Club Carrasco, un lugar tan importante en la novela. Acudieron algunos amigos de mis padres, los que vivían todavía, sus hijos que eran mis amigos, y los hijos de estos. Fue una cosa alucinante. Me pasé una semana entera llorando. Muy emocionante. Incluso varios amigos dejaron sus trabajos solo por estar conmigo. Y de hecho lo siguen haciendo porque desde entonces he vuelto en más ocasiones. 

Ellos me han contado muchas cosas de aquellos años. Son gente encantadora, nada trepa, nada ambiciosa pero muy intensos y muy intelectuales. Es una parte de mi vida que no puedo abandonar. Y en uno de esos viajes, entendí que tenía entre las manos un temazo que no podía dejar escapar. 

M.G.- Bueno, sabemos que aunque viviste en Montevideo la historia no es verdad pero has mencionado algo muy importante, la verdad literaria. Esta novela me parece verdaderamente honesta y es por ello por lo que creo que el lector conecta tanto con la historia.

M.T.- Es una novela muy seria para mí. Un mundo ficticio que he creado a partir de una situación de mi infancia. Ha sido muy emocionante meterme en la vida de mis padres, averiguar cómo eran, qué hacían, cómo vivían y seguir construyendo sus vidas en mi imaginación. Para mí ha sido como tocar verdad, tocar muchas emociones. Es brutal.

M.G.- Me llama la atención el capítulo 0 con el que se inicia el libro, en el que hablas de en el que se habla de idas y venidas. Imagino que este capítulo viene a raíz de la profesión de tu padre. Era diplomático.

M.T.- Sí. Es que yo siempre he sentido que estaba en lo transitorio. Nunca podía estar en un sitio fijo.

M.G.- No tenías estabilidad.

M.T.- Eso es. Estaba deseando regresar a Madrid, ir al mismo panadero todos los días, a la misma mercería. Tenía la sensación de estar siempre en continuo movimiento y eso que yo solamente estuve en Dublín y en Montevideo. De hecho, creo que me casé tan joven precisamente por esto, por regresar a Madrid, vivir allí, tener allí mi trabajo,...

De todos modos no he querido explotar el mundo diplomático porque prefería que los personajes fueran gente normal, aunque hicieran cosas algo anormales (Risas).

M.G.- (Risas) ¿Y sigues siendo profesora de escritura?

M.T.- Últimamente doy unos cursos a distancia. Ahora quiero escribir un libro sobre la escritura, muy sencillo, para gente que empieza a escribir. Es que creo que la gente no sabe que para escribir bien solo tienes que tener en cuenta tres cosas. 

M.G.- Lo primero, el talento ¿no?

M.T.- Y sin talento también podrías escribir una novela bastante potable, aunque no sea genial.

M.G.- Ah, pues a ver si lo publicas pronto que yo lo leo inmediatamente.

M.T- ¿Tú escribes?

M.G.- No, porque no creo que tenga cualidades pero ya me gustaría. 

M.T.- Es que no es tan difícil. Pero vamos, ya veremos. Tengo unos temas que les doy a los alumnos, a lo mejor los mejoro un poco y hago un librito. Hace mucho tiempo que tengo esta idea en mente y me apetece mucho.

M.G.-  Seguramente habrá mucha gente interesada.

Algo muy curioso María, no hay entrevista que concedas que no menciones a Luis Landero.

M.T.- Es que lo adoro. Para mí, ha sido muy importante. Mi madre era poeta y a mí aquello me pesaba mucho. Desde niña he escrito. Debo tener como unos treinta diarios de infancia y juventud pero siempre pensé que lo mío no servía de nada. De todos modos, yo seguía escribiendo cuentos, novelas cortas. Y fíjate lo que digo, tuve la suerte de ponerme enferma. Me escayolaron la pierna de arriba abajo y por aquella época vi que Luis Landero daba un curso. Por entonces, había leído 'Juegos de la edad tardía' y me encantó. Inmediatamente pensé en acudir a aquel curso, escayolada y todo. Nos reuníamos un día a la semana y fue apasionante. Al final del curso, Luis me dijo que tenía que escribir, que tenía la mayor vocación literaria que él había visto en su vida y que era necesario que me lo tomara en serio. No me dijo si escribía bien o mal, no se lo dijo a nadie. Sin embargo, escuchar a alguien que admiras lo que me dijo a mí fue un empujón muy importante. Aquella misma noche comencé a escribir 'Tenemos que vernos', una novela que luego publicó Anagrama.

Luis es un ser maravilloso. En aquellos talleres nos contaba cómo vivía la literatura y nos contagiaba a todos con su entusiasmo.

M.G.- Me lo puedo imaginar. Es un gran escritor, además de ser una persona muy cercana y agradable. 

María no te quiero robar más tiempo. Me gustaría decirte que tu novela me ha gustado muchísimo, la he leído con mucha intensidad y me ha parecido fabulosa.

M.T.- No sabes cómo me alegra oírte decir eso. 

M.G.- Muchas gracias por este encuentro.

M.T.- Gracias a ti. 

Nada que no sepas es una de las mejores lecturas de este año 2018 y en breve os contaré por qué.





Ficha novela

Editorial: Tusquets.
XIV Premio Tusquets Editores de Novela.
Encuadernación: Rústica con solapas.
Nº Páginas: 240
Publicación: Noviembre, 2018
Precio: 18,00€
ISBN; 978-84-9066-614-2
Disponible en e-Book
Ficha completa aquí 
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