Editorial: Cátedra.
Fecha publicación: septiembre, 2006.
Precio: 11,15 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 416
Encuadernación: Tapa blanda.
ISBN: 978-84-376-2024-4
Autor
Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla. Hijo de un afamado pintor del que heredó su sensibilidad artística, Gustavo Adolfo aprendió y ejerció la pintura junto a su hermano Valeriano. Pero fue el arte literario el que desempeñó con mayor rigor. Huérfano desde muy joven, tuvo que buscarse la vida y comenzó a colaborar en algunos periódicos hasta llegar a convertirse en director del diario La Ilustración de Madrid. Lamentablemente, Bécquer murió muy joven, a la edad de 34 años. Falleció en Madrid, ciudad a la que llegó con tan solo 18 años. Con una vida sesgada tan pronto, su producción literaria es escasa y aun así se ganó un importante espacio en la literatura española.
Poco después de su fallecimiento, muchos de sus manuscritos inéditos, sus rimas, sus leyendas y cartas fueron reunidos para publicarse en dos volúmenes. Parece que fue entonces cuando la crítica lo tomó más en serio.
[Información tomada de Internet]
Sinopsis
Bécquer, prosista o poeta, poeta o prosista, siempre se manifiesta como artista completo e intemporal. La aparición de sus «Leyendas», cuyos valores literarios son notablemente superiores a los de las leyendas predecesoras y coetáneas, supone la culminación, superación y aniquilamiento de un género. La materia prima literaria es elaborada por Bécquer de acuerdo con sus propios parámetros estéticos, imprimiendo el sello de su microcosmos personal y la impronta identificadora de su lenguaje poético. Esta nueva edición, actualizada y corregida, pretende acercarse a la versión original del texto que se publicó en revistas y en el «El contemporáneo», además de recoger las últimas precisiones lexicográficas, las más recientes sugerencias sobre las fuentes y las últimas aportaciones críticas. De esta forma, bajo el título de «Leyendas» se han incluido aquellas narraciones aceptadas por la crítica como inequívocas leyendas. Se han excluido, así, los relatos «Tres fechas» y «La creación», y los textos «La voz del silencio» y «La fe salva», una vez demostrada la no autoría becqueriana.
[Información tomada directamente del ejemplar]
La semana pasada hablaba de Federico García Lorca y de su Doña Rosita la soltera. Comentaba entonces que hay autores clásicos, de gran renombre y con una extensa producción literaria, estudiada y analizada hasta la saciedad, autores conocidos por todos los lectores, con títulos que a todos nos suenan porque, en buena parte, han sido llevadas al teatro o al cine. Sin embargo, son autores a los que nos acercamos poco y creo que deben tener un lugar privilegiado en nuestras estanterías. Así que, hoy vengo con otra propuesta, con otro intento de rescatar plumas leídas en época estudiantil. Hoy vengo con mi paisano Gustavo Adolfo Bécquer.
Recordaba vagamente las famosas leyendas de Bécquer. Tengo en la memoria un día de colegio, gris y lluvioso. El profesor de Lengua y Literatura nos hablaba de este autor sevillano. Señaló algunas de sus rimas e hicimos una lectura de una de sus leyendas más conocidas, Maese Pérez el organista. Es probable que la elección se debiera a que la acción transcurre en Sevilla. Desde pequeña me ha acompañado una sensación de terror y estupor relacionado con ese texto, ese miedo inquieto que te produce una lectura pero que, a la vez, genera un ligero cosquilleo de satisfacción. Es una mezcla de emociones extrañas que generalmente experimentamos los amantes de un género lleno de fantasmas, espíritus y elementos diabólicos. Sin embargo, debo confesar que la relectura ha roto el hechizo. Si bien recordaba una historia fantasmagórica que me mantuvo alerta durante toda la lectura, en esta ocasión me ha parecido bastante naïve. Me ha dado una rabia tremenda notar cómo aquellas sensaciones de infancia se volatizaban pero es algo harto común. Las relecturas son peligrosas, especialmente si median muchos años de por medio. Algunas se vuelven descafeinadas y otras, no obstante, ganan en esplendor.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, de todas las leyendas que Gustavo Adolfo Bécquer escribió, me he centrado en un total de trece pero no de todas ellas os hablaré en este post. He seleccionado tan solo cinco, de las que os comentaré su argumento para, posteriormente, hacer un análisis en común.¿Empezamos?
Maese Pérez el organista
Maese Pérez era el organista del convento de Santa Inés en Sevilla. Era un portento de músico, un virtuoso del órgano. Ciego de nacimiento era capaz de sacar las más bellas melodías del viejo instrumento. Tanto era así, que toda la ciudad acudía a escucharlo cada Nochebuena, y no era de extrañar que arrancara lágrimas de emoción a los asistentes. Pero quiso el destino que el organista falleciera durante la Misa del Gallo. Al año siguiente, la madre superiora del convento de Santa Inés propone a la hija del difunto organista, una joven que se había metido a monja tras el fallecimiento del padre y que había heredado sus dotes musicales, tocar el órgano durante la misa pero ella se opondrá en rotundo. Otro organista se hará cargo de ocupar el lugar de maese Pérez. Lo que ocurre a partir de este punto de la historia lo dejo en el aire.
Los ojos verdes
Durante un montería Fernando de Argensola hiere a un ciervo. Intenta perseguirlo para darle caza pero Iñigo, el montero mayor, trata de impedir que su señor lleve a cabo su propósito pues tendría que adentrarse en el bosque y acercarse demasiado a una fuente de la que no cuentan nada bueno. Sin embargo, Fernando no hará caso a las advertencias de Iñigo y parte tras el ciervo. A su regreso se le notará cambiado. En un momento dado confiesa al montero mayor que, al llegar a la fuente encontró a una mujer con unos extraordinarios ojos verdes. Cautivado y hechizado para siempre, Fernando no podrá evitar lo que el destino le tiene deparado.
La ajorca de oro
María Antúnez y Pedro Alfonso de Orellana forman una pareja de enamorados. Ella está profundamente triste y llora desconsoladamente. Asustado por la actitud de la joven, Pedro intenta averiguar qué le ocurre a su amada. Será entonces cuando María le cuente que se ha encaprichado de una joya que porta la patrona de la ciudad y que, por mucho que lo ha intentado, no puede evitar querer tenerla a toda costa. A Pedro, el deseo de su amada le parece un despropósito pero el amor pone pruebas a las que el joven no puede resistirse. Así que, acude a la Iglesia para arrebatarle a la Virgen la joya. Y ahí lo dejo.
El beso
Las tropas francesas ocupan el territorio español, concretamente Toledo. Reubicados en las casas de los toledanos, algunos soldados tienen que pasar la noche en edificios públicos e iglesias, como es el caso del joven capitán protagonista de esta leyenda. En la iglesia figuran dos estatuas de mármol, una dama y un caballero. El soldado queda prendando de la belleza de la mujer y durante una noche de vino y risas, intentará dar un beso a la escultura lo que acarreará tremendas consecuencias.
El Monte de las ánimas
Beatriz y Alonso son primos que acuden a una cacería juntos. Durante la cabalgada, Alonso contará a su prima una extraña historia de noche de difuntos. Ella sabe que Alonso está enamorado de ella y pide a su primo una compleja prueba de su amor, acudir al Monte de las ánimas justo la noche en la que, según se cuenta, se levantan los cadáveres de los templarios. Lo que Beatriz encuentra en su habitación a la mañana siguiente le helará la sangre.
Bueno pues hasta aquí un escueto resumen de las cinco leyendas que he seleccionado. He dejado fuera otras que resultan también muy interesantes pero no quiero alargar demasiado esta entrada. Como decía al principio, algunos títulos de escritores clásicos han sido llevados al teatro, al cine o la televisión. A poco que hagamos una rápida búsqueda en Internet vamos a encontrar pequeñas piezas audiovisuales que representan algunas de las leyendas de Bécquer, por ejemplo, la de Maese Pérez el organista.
Las leyendas de Bécquer son reflejo del gusto romántico que tanta aceptación tenía en la época. Nos hablan de épocas remotas y muestra evidencias del folclore popular para abordar temas como el amor imposible, la idealización de la belleza, la naturaleza indómita o el carácter rebelde de sus personajes. Por regla general, las leyendas siguen la misma disposición. Suelen estar divididas en capítulos que, en la mayoría de los casos, corresponde a la estructura clásica de introducción, nudo y desenlace. No es raro encontrar una breve introducción que sirve de antesala a la auténtica historia. Son pequeños fragmentos en los que se presentan a los personajes o la situación inicial de la que estos parten. Suele ser frecuente también que, en estas primeras líneas, el narrador nos cuente de qué modo llegó a tener noticias de la historia que está a punto de contar, como si de un cronista se tratara. No obstante, en otros casos como en Los ojos verdes, será el propio narrador el que nos adelante que se trata de una historia que nace de su imaginación.
Una vez pasado ese umbral, nos toparemos con historias en las que realidad y fantasía se mezclan. A la hora de mostrar el lado más oscuro de estos relatos, Bécquer es muy minucioso cuando se trata de crear ambiente. Los sucesos suelen suceder en iglesias oscuras y lúgubres, bosques frondosos en los que habitan extrañas figuras o donde la luz de la luna juega con nuestra imaginación, cuevas o parajes inhóspitos y solitarios - reflejo del espíritu romántico que impera en sus escritos - donde tuvieron lugar muertes muy dramáticas. Todo ello contribuye a poner al lector en situación, a colocarlo en tensión, esperando el momento de gracia en el que todo se precipite.
Entre la realidad y la fantasía siempre hay un límite que no se puede traspasar, una línea imaginaria que a veces viene representada por un punto concreto en medio de la naturaleza. Habrá quién advierta al protagonista principal de que esa frontera es infranqueable pero si no hay arrojo no hay historia. Además, los personajes de estas leyendas suelen ser de carácter épico, hombres que no temen a la muerte, que no creen en el más allá y que no piensan frenar sus impulsos más viriles. Como es lógico, el atrevido que osa dar un paso y 'molestar' a los habitantes del lado oscuro recibirá un tremendo castigo que, como os podéis imaginar, seguramente pasará por una muerte cruenta, siendo la locura la otra alternativa.
Pero ahora que he hablado de los personajes, tendríamos que comentar el papel que juegan las mujeres en esta historia. Más allá de ser damas nobles, me he topado con una imagen que me ha hecho mucha gracia. Tanto en La ajorca de oro como en El Monte de las ánimas, son las mujeres las que incitan al hombre a traspasar ese límite que he comentado. María y Beatriz son caprichosas. Una quiere una joya de la Virgen. La otra desea recuperar una banda que servirá como prenda de amor pero claro, para una cosa y otra, el hombre tiene que, o robar a una imagen religiosa o adentrarse en terreno fantasmagórico. Ellos son valientes y lo harán pero...¡ay, lo que les depara! Así que estas mujeres de Bécquer son casi una reencarnación del demonio. Muy bellas y muy elegantes pero origen de las desdichas de los hombres. Sin embargo, no todas son así, encontraremos también mujeres piadosas, fieles amantes, y bellas damas, incluso alguna de mármol que levantará pasiones, una belleza de índole sobrenatural.
Y atención también a la descripción que se hace de los judíos -personas rencorosas, vengativas, usureras y engañosos comerciantes (La rosa de pasión)- o la visión que se nos da de los franceses -depravados y vándalos- (El beso), leyenda que además aporta una pequeña lección de Historia.
En cuanto a los narradores, si bien es cierto que los protagonistas principales son de la clase alta, los narradores ocupan escalafones más inferiorese irán variando de la primera a la tercera persona indistintamente. Tengo que advertir que en estas leyendas es habitual encontrar una historia dentro de otra y que, por ende, los narradores pueden cambiar de un personaje a otro en la misma leyenda. A mí, particularmente me ha encantado esta estructura de matrioskas. He sentido que el relato de una historia me adentraba en otro y este en otro más, como si estuviera adentrándome en las profundidades de un bosque en el que la luz iba desapareciendo progresivamente.
En cuanto a los escenarios, me ha sorprendido comprobar que tan solo Maese Pérez el organista transcurre en Sevilla. El resto de las historias se ubican en Castilla, en ciudades como Soria o Toledo, esta última principalmente, o alrededores. Imagino que esto se debe a que Bécquer pasó la mitad de su vida en Madrid y que también estuvo un tiempo en el Monasterio de Moncayo.
[Imagen tomada de la Guía de Lectura sobre las leyendas de Bécquer;
Oxford University Press]
Y en cuanto al tiempo, prácticamente todas las leyendas nos trasladan a la Edad Media. Aunque no hay referencias explicitas en cuanto al año, la descripción de los edificios o los usos y costumbre nos pueden ayudar a forjarnos una idea. De todos modos, y dentro del periodo concreto elegido por el autor, hay que destacar que los hechos también transcurren en momentos muy puntuales del año, como la Navidad, la noche de Todos los Santos o la Semana Santa y más aún, dentro del día, los sucesos ocurren o bien por la noche o bien al amanecer, según la naturaleza del hecho a punto de suceder.
Con alusiones directas al lector, las leyendas de Bécquer recuerdan mucho a los cuentos de tradición oral tanto en temática como en estilo, historias de carácter popular, que congregaba a un grupo de personas al calor de la lumbre pero el empleo del lenguaje no corresponde al vulgo. Bécquer hace uso de un lenguaje poético -muchos hablan de la famosa prosa poética en lo que no todos los críticos se ponen de acuerdo- y recurre frecuentemente al uso de figuras literarias, siendo la metáfora la más predominante. No obstante, y dada la época, su léxico obliga a recurrir al diccionario pues muchos términos hacen referencia a prendas de vestir como 'justillo' o 'fieltro', a profesiones como 'longista' o a cargos públicos como 'ministriles' o los caballeros veinticuatro'.
En definitiva, si bien es verdad que la idea que tenía de las leyendas de Bécquer se ha transformado por completo con esta relectura, no me arrepiento en absoluto. Como dije en la entrada de Lorca, se hace necesario asomarnos a aquellas lecturas del pasado, aunque simplemente sea por comprobar qué efecto producen en nosotros una vez que somos más mayores y, por consiguiente, también más maduros. El resultado será muy distinto pero también muy sorprendente.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
En definitiva, si bien es verdad que la idea que tenía de las leyendas de Bécquer se ha transformado por completo con esta relectura, no me arrepiento en absoluto. Como dije en la entrada de Lorca, se hace necesario asomarnos a aquellas lecturas del pasado, aunque simplemente sea por comprobar qué efecto producen en nosotros una vez que somos más mayores y, por consiguiente, también más maduros. El resultado será muy distinto pero también muy sorprendente.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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