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LA FAMILIA BERLÍN de Fede Durán

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Resultado de imagen de la familia berlin
Editorial: Reservoir Books.
Fecha publicación: febrero, 2019. 
Precio: 20,90 € 
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 288 
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta. 
ISBN: 9788417511234 
[Disponible en eBook; 
puedes empezar a leer aquí



Autor

Fede Durán (Cádiz 1977) es escritor y periodista. Ha trabajado, entre otros medios, en El País, El Mundo y Expansión. Es autor del libro de relatos Guantes negros (2009) y de la novela La mirada de Mónica Vitti (2012). Recientemente ha sido incluido, junto a otros autores en lengua española de todo el planeta, en la antología generacional Uno más ocho (2016), editada por Reservoir Books. La familia Berlín es su novela más reciente.

Sinopsis

A orillas del Atlántico, parapetado entre acantilados y playas turquesas, se levanta un pequeño pueblo donde la vida se va en contar sardinas, melones y botellas de aguardiente. De entre todos los habitantes del lugar, uno destaca por su ambición. Es Sansón Berlín, el hijo de una modista alegra y un contable triste, que desde su más tierna infancia anuncia al mundo su intención de brillar. La flecha del destino lo arrastrará por medio planeta, de las redacciones de periódico a los escaños del Parlamento, pasando por pegajosos clubs de Las Vegas y las montañas prístinas de Canadá. Sin embargo, clavada en su corazón siempre estará la imagen de una infancia mágica y austera. Y de la dolorosa historia familiar que le hizo huir para no regresar.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Han pasado un par de meses desde que me encontré con Fede Durán para conversar sobre La familia Berlín (puedes leer la entrevista aquí). Por entonces, no había terminado de leer la novela pero sentía que aquella historia tenía algo que la hacía diferente. Sin saber muy bien hacia dónde me conducía aquel argumento, conocí a los Berlín, a Ángel y a su esposa Elsa, a sus hijos Sansón y David, y a todo un pueblo de pescadores que me tenía en constante duda, intrigada por las referencias que me resultaban conocidas y por aquellas otras que me descolocaban. Luego una entrevista se sucedió a otra con sus respectivas novelas, y los Berlín quedaron un poco sepultados entre tanto argumento. Sin embargo, yo quería saber qué futuro le deparaba a aquella familia, qué sería del matrimonio entre Ángel y Elsa, qué le había ocurrido a Sansón Berlín en esta historia que me mecía entre un pasado cercano y sencillo y un presente prometedor, qué sucedería con su hermano David y con tantos y tantos personajes que asoman a la singular novela de Fede Durán. Así que he aprovechado estas vacaciones de Semana Santa para releer lo ya leído y para continuar el camino hacia el desenlace de esta trama que no solo cuenta una historia familiar.

La familia Berlín se podría considerar casi una saga familiar en el sentido más amplio del término. Realmente narra la vida de los diversos miembros de esta familia, siendo el epicentro el joven Sansón Berlín, que ya desde pequeño mostró un agudizado sentido de la selección. Nacido de Ángel, un contable introspectivo y mustio pero especialmente hábil con los números, y de Elsa, una joven modista alegre y luminosa con ideas modernistas que atraían variada clientela a su taller, Sansón fue siempre un niño curioso con ganas de aprender y empaparse de todo lo que le rodeaba, hasta el punto de que algún que otro lugareño consideró al niño un maldito iluminado. Lo tenía claro desde pequeño. Él, que quería ser presidente de la nación, parecía estar marcado por las estrellas. Y mientras su destino va tomando forma, pasará su niñez compartiendo horas de juegos en un huerto cercano con su troupe, con Joselito Caimán, Valentín Bidasoa, Juanito Mohamed y Casimiro Wolfe, cada uno con sus peculiaridades, a quienes Sansón lideraba con carisma. Sus amigos, su madre, su hermano David y su tío paterno Abraham Berlín, un tipo aventurero que marcará su infancia y toda su vida, son los puntales en la existencia Sansón, a los que hay que unir la presencia de Fátima, la prostituta del lugar, figura clave en este entramado.


La familia Berlín permite al lector asomarse al Sansón niño pero, con capítulos alternos e importantes saltos en el tiempo, también podremos ir conociendo su edad adulta, cuando ya ejerce como periodista y publica sus primeros artículos como cronista deportivo hasta que un gran reportaje lo lleva a la cumbre del periodismo político donde tendrá que esquivar ciertos arietes. Cuidado, porque periodismo y política es un matrimonio de reglas estrictas pero Sansón parece un tipo íntegro. Entre artículo y artículo, también escribirá alguna novela. Billy Zoom, la historia de un jugador de dardos ciego, lo colocará en el ejercicio de un cargo importante hasta el momento de su desaparición. 

Efectivamente en La familia Berlín hay desapariciones, muertes, intentos de suicidios, amores, desamores, engaños, decepciones, manipulaciones,... pero no es una novela de suspense, ni un thriller, ni plantea al lector un enigma a resolver. Estamos ante una novela de exploración personal, de volver a las raíces, de búsqueda aunque para ello haya que perderse antes, de recuperar el contacto con la tierra, con lo que fuimos y lo que somos, de ajustar cuentas más con uno mismo que con el mundo. Hay mucho de indagación personal en La familia Berlín que a la vez se mezcla con otras cuestiones de actualidad como la corrupción en el periodismo o el complejo entramado del universo de la política en el que, aquellos que deciden por nosotros quedan más bien arrinconados frente a un enjambre de asesores, ayudantes y consultores que dirigen los pasos y las palabras del cargo público. Y anexo a esto último, la novela también indaga en la pérdida de identidad personal, de intimidad, y de vida.

A lo largo de las casi trescientas páginas que contiene el libro, estructuradas en cuatro grandes bloques, deambularán un amplio elenco de personajes. Como comenté anteriormente, sobresale de todos ellos el propio Sansón Berlín. Será un personaje neurálgico, hilo conductor de una novela con tintes corales, pero se podrían destacar otros que, por un motivo u otro, me han llamado la atención. Nombraría a  Ángel Berlín, ese padre con el que Sansón no parece conectar mucho tras un descubrimiento que escocería a cualquier hijo y que con el lector también tendrá sus más y sus menos. Bajo mi punto de vista Ángel es un hombre perdido. Intenta aferrarse a lo que tiene pero termina perdiéndolo, intenta reconstruir lo que ha destruido y no lo consigue. Serán las únicas cuentas que no le salgan en su vida.

Por otra parte, tendremos a Fátima, una prostituta cuya hermosura marea más que el viento de levante. Ella será el ejemplo del paso del tiempo, de la destrucción, de lo efímero de la belleza pero también será institutriz para Sansón en las cosas de la vida. Fátima es vértice, es ángulo, es hipotenusa. 

Luego está David Berlín, tan distinto a su hermano, tan previsor, responsable y sagaz,... Y la propia Elsa, una madre cuyas decisiones no siempre entenderá Sansón. Y otros personajes,... Y sus secretos. 

Y más allá de todo esto, no cabe duda que una de las bazas fuertes de la novela son los escenarios. Luna Creciente es un pueblo pesquero a orillas del Atlántico, de donde Sansón es oriundo y donde transcurre su infancia. Gracias a las ilustraciones que se incluyen en la novela, el lector podrá hacerse una idea de qué punto geográfico de nuestro mapa ocupa esta localidad ficticia. Hablamos de la provincia de Cádiz, y el por qué de utilizar nombres inventados responde a la necesidad de Fede Durán de desviar la historia de España, de cambiar el devenir de los acontecimientos y crear un relato en el que judíos, cristianos y musulmanes pueden convivir en armonía sin que las distintas creencias de cada uno supongan un grave problema. La familia Berlín es judía, un homenaje a la propia familia del autor con orígenes sefardíes, pero no deja de ser curioso que Sansón, criado por un padre de más o menos estricta observancia judaica, tenga ciertas inclinaciones al cristianismo.



En cuanto a los escenarios, cabría añadir que ocurre lo mismo con otras dos localidades cercanas a Luna Creciente. Tanto Chillida como San Rufián son espacios que, si bien pueden guardan alguna similitud con municipios gaditanos conocidos, son lugares ficticios que, junto al lugar de nacimiento de Sansón, componen un triángulo geográfico en el que caben las consabidas rencillas y rivalidades locales. Pero Luna Creciente permite también al autor hacer una crítica al urbanismo costero, al deterioro de esos pueblos junto al mar, masificados en verano y pisoteados por una cantidad ingente de turistas. Luna Creciente era virgen cuando Sansón corría de niño por sus playas pero no pasarán muchos años antes de que, junto a la orilla, se erijan enormes edificios que rascan el cielo. Algunas reflexiones en esta línea conseguían frenar mi lectura y preguntarme si vamos en la dirección correcta.

No obstante, la novela nos hace viajar también a otros lugares del planeta. Cruzaremos el charco hacia Las Vegas, y visitaremos las montañas de Calgary en Canadá, espacios que mantienen sus nombres intactos y donde tendrán lugar ciertos acontecimientos que no quiero desvelar. Ahora bien, si os hablo de espacios también tengo que hablaros de tiempos. Como he dicho antes, la acción se debate entre el pasado y el presente. Alguna referencia temporal situará al lector dentro de la trama. Habrá sucesos que transcurran en los años 80 y sin embargo, a lo largo de toda la lectura me ha acompañado la sensación de estar leyendo algo ubicado muchas décadas atrás. ¿Qué extraño artificio incluye el texto para hacerme creer algo así? No sabría deciros. Quizá sea la vida en Luna Creciente, quizá sea sus gentes, ese ambigú en el que el pueblo se reúne a debatir mientras toman una copa de aguardiente de Rute o un ligaíllo. Desconozco por qué he tenido esa sensación en todo momento, pero para mí ha sido una novela que en ocasiones me ha hecho volver a mi infancia porqueLa familia Berlín no es solo la historia de una familia, es también una novela que aborda temas de actualidad, que deja espacio a la fantasía, que a veces puede tener su punto surrealista y que, como digo, a ratos me ha hecho regresar a mis aventuras de niña, a las mañanas de verano, y mis días en la playa oliendo una brisa fresca impregnada de salitre.

Decía Fede Durán en aquella entrevista de febrero, que esta novela es independiente, pero forma parte de un proyecto con dos títulos más de los que aún no sabe si verán la luz. Me gustaría pensar que sí, que tras el Sansón de Luna Creciente, el lector se encontrará con algún personaje de San Rufián y más tarde con otro más de Chillida. Esperemos que sea así. Esperemos encontrarnos de nuevo con Fede Durán.







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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