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RETABLO de Marta Sanz y Fernando Vicente

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Editorial: Páginas de Espuma.
Fecha publicación: mayo, 2019.
Precio: 17,00 €
Género: Cuentos ilustrados.

Nº Páginas: 96 
Encuadernación: Tapa blanda con sobrecubierta.
ISBN: 9788401019975
[Disponible en eBook; 
puedes empezar a leer aquí]

Autora

Marta Sanz (Madrid, 1967) es doctora en Filología Hispánica e imparte clases en la Escuela de escritores. Colabora con El País y Babelia. Ha participado con relatos en volúmenes colectivos y obtenido el premio Vargas Llosa-NH. Ha publicado las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico en 2001), Animales domésticos, Susana y los viejos (finalista del premio Nadal en 2006), La lección de anatomía, Black, black, black, Un buen detective no se casa jamás, Daniela Astor y la caja negra, novela galardonada con los premios Tigre Juan, Cálamo-Otra mirada y Estado Crítico, Amor Fou... En 2016 ganó el premio Herralde con Farándula, elegida mejor novela española del año por Babelia y El Cultural. Sus poemarios son Perra mentirosa, Hardcore, Vintage (Premio de la Crítica de Madrid), y Cíngulo  estrella. Ha escrito ensayos No tan incendiario y Éramos mujeres jóvenes. En 2017 regresó a los géneros autobiográficos con Clavícula. Su última obra es el ensayo Monstruas y centauras, publicado en 2019.

Fernando Vicente (Madrid, 1963) es un pintor e ilustrador español. Sus primeros trabajos como ilustrador fueron publicados en los ochenta en la revista Madriz. Premio Laus de oro de ilustración 1991. Desde 1999 hasta la actualidad publica asiduamente en Babelia, el suplemento cultural del diario El País. Gracias a este trabajo ha ganado tres premios Award of Excellence de la Society for News Desing. En cuando a su trabajo como pintor, destacan las series Atlas, Anatomías, Vanitas y Venus. 

Sinopsis

Dos cuentos en un libro. Dos mundos enfrentados. Habitantes de dos universos que están obligados a ocupar las mismas calles. Aquellos que siempre pasearon por ellas y aquellos que transitan de nuevas. La atmósfera castiza, tradicional, las personas de toda la vida frente a la fauna vintage, hípster, la gente de moda. La pequeña frutería o mercería frente a la barbería en la que sirven champán o la galería de arte de objetos imposibles. Las ciudades y los ciudadanos de los países evolucionan bajo las condiciones de los fenómenos de gentrificación, de turismo desbordante o de outlet masivo comercial. Un tono satírico, esperpéntico, crítico cubre esta realidad en manos de Marta Sanz, una de las escritoras indispensables de la actual literatura española.


[Información tomada directamente del ejemplar]


 


Caminaba por una de las calles céntricas de Sevilla, una de esas peatonales por las que transitan más paisanos que extranjeros, donde siempre había encontrado comercios textiles, tiendas de moda con olor a barrio, alguna panadería, el atelier de una modista flamenca muy conocida en esta ciudad, una academia para oposiciones... negocios de toda la vida que, desde un tiempo a esta parte, compartían espacio y clientela con otros emergentes y de reciente implantación. Perdida en mis cavilaciones y repasando las preguntas que, en menos de una hora, le formularía a Marta Sanz, me topé con un escaparate que llamó mi atención. Tras una vidriera impoluta se apreciaba un mobiliario blanco y aséptico, tras el cual advertí la presencia de un joven. ¿Qué se vendía allí? Miré hacia arriba en busca del rótulo del establecimiento y leí Gocho. Neocharcutería. ¿Gocho era el nombre de aquel joven que lucía una frondosa pero cuidada barba? Y lo de 'Neo-', ¿a qué venía? Desde detrás del escaparate me pareció ver carne y embutidos y aunque estuve tentada de cruzar el umbral, me pareció de mal gusto entrar a fisgonear. En cualquier caso, me prometí indagar al respecto sobre aquel hallazgo que me había dejado atónita y seguí mi camino pensando en la razón que tenían Matilde y Ana Mari, o Blas, Paco y Azucena, personajes de Retablo, el libro ilustrado del que quiero hablaros hoy en profundidad, como complemento a aquella entrevista que en su día le hice a Marta Sanz y que puedes leer aquí.

Retablo es una joya bellamente ilustrada. Se compone de dos cuentos breves, Extraños en un tren (versión amarilla) y Jaboncillos Dos de Mayo, aunque este último no es inédito, sino que ya apareció en una antología previa. En el primero de ellos, cuyo título rinde homenaje a Patricia Highsmith, conoceremos a Matilde Sebastián Prieto y Ana María Pardo Martín, dos ancianitas encantadoras, viudas las dos que vivirían apaciblemente si no fuera por Rocío, la farmacéutica del barrio y por Rubén, el hijo de Ana Mari. Las dos señoras están cansadas, tienen sus motivos, y creen que las cosas no deberían ser como son, así que, en una tarde de cafés, pergeñan un disparatado plan, muy 'holywoodense'.


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De este cuento cabría destacar varias cosas. Para empezar la presentación tan original que se hace de las ancianas, quedando descritas a través del contenido de sus botiquines, una retahíla de medicamentos que corresponden a las enfermedades que padece cada una, así como los alimentos que contienen sus frigoríficos o los flyers que figuran en sus buzones. Por otra parte, lo que comienza siendo una historia sencilla sobre dos viejecitas va adquiriendo poco a poco algún que otro chispazo de novela negra, pasando por crónica de sucesos. De un modo u otro, lo que no le falta a esta pieza breve de casi una veintena de páginas, es mucho humor y simpatía. El lector se posicionará inmediatamente junto a las ancianas, entenderá sus motivaciones y acompañará a estas señoras en una aventura insólita para lo que tendremos que dejar volar nuestra imaginación, hasta llegar a una  moraleja muy divertida. 

Con respecto a Jaboncillos Dos de Mayo, es la pieza en la que más se percibe esa transformación urbanística que comentaba al principio, la desaparición de comercios tradicionales en favor de otros más modernos, o lo que se viene a llamar gentrificación. En este cuento competirán las mercerías con las barberías donde se sirve champán a los clientes, las fruterías con los talleres de bicicletas en tonos pastel y las tiendas de antigüedades con la de jabones artesanales. En Jaboncillos Dos de Mayo se librará una batalla en la que se enfrentan lo castizo y lo vintage, una lucha compuesta por dos equipos. De un lado, el anticuario Blas, el tabernero Paco y la frutera Azucena. Del otro, un jovenzuelo con pintas de moderno que elabora y vende jabones cuyos aromas empalagan las calles del barrio. Y es que lo  hípster lo invade todo, son una amenaza incluso para las tiendas de chinos y hay que acabar con ellos pero, ¿cómo se las van a apañar Blas, Paco y Azucena? ¿Con qué armas cuentan? Eso lo veremos a media que nos sumerjamos en la lectura, a la que no le va a faltar su toque de suspense, que mantendrá al lector navegando entre la intriga y la diversión.

Será también en este cuento, con este texto lleno de contrastes, donde mejor apreciaremos el tono satírico y crítico que posee todo el libro. En cualquier caso, ambas piezas son muy sensoriales, la narración se impregna casi de los cinco sentidos, pues los sonidos de las calles y de las viviendas llegan hasta nuestros oídos y los aromas vuelven loca nuestra pituitaria. Todo ello por no hablar de lo visual, enfatizado por las ilustraciones de Fernando Vicente que hace un trabajo extraordinario, gracias al cual podemos poder rostro a los personajes. Además, y en paralelo al título y a la trama del primer cuento, sus ilustraciones se asemejan a la estética que usaba Hitchcock en sus películas, con planos dobles.


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Por añadir algún dato curioso más, ambas historias -la primera narrada en tercera persona y la segunda, en primera- transcurren en un céntrico barrio de Madrid del que no se da detalles pero que bien podría tratarse de cualquier otro barrio de una gran ciudad que se ve, con el paso del tiempo, sometido a un proceso de gentrificación, así que los dos cuentos tienen un enfoque muy universal.

Llegados a este punto, creo que es mucho mejor dejar de hablar de este volumen, con una edición preciosa y cuidada al detalle, e invitaros a descubrirlo. Se lee muy rápido, se disfruta muchísimo y te invita a reflexionar pues, tanto una historia como otra tienen su trasfondo y nos deja una sonrisa simpática en los labios.

A todo esto, Gocho. Neocharcutería es una tienda donde venden bocadillos de jamón. Ahí es nada.








[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:



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