El pasado de 25 de febrero, recibimos la visita de Almudena Grandes, en plena gira de promoción de su última novela, La madre de Frankenstein, quinta entrega de los Episodios Nacionales de una Guerra Interminable. El acto tuvo lugar en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, y fue la directora de este centro, Anabel Fernández, la que se encargó de iniciar el encuentro, presentado por la periodista y directora del Centro Andaluz de las Letras, Eva Díaz Pérez.
Anabel Fernández comentó que La madre de Frankenstein acerca al lector a la figura de Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer singular que vivió en una "época donde estar en libertad no era lo mismo que ser libre, donde el miedo se respiraba en el ambiente, y donde la moral era una fábula, especialmente para las mujeres". Destacó también que esta novela es una historia de amor y de resistencia, pero también de buenas personas.
Almudena Grandes agradeció las palabras de la directora y también la presencia de todos los asistentes al acto, especialmente de todas esas personas que estaban de pie. Confesó que se siente un tanto melancólica porque la serie llega a su fin pero, a la vez, está satisfecha por haber llegado hasta aquí."Cuando empecé, esto era una extravagancia. Incluso la editorial trató de quitarme la idea, alegando que me iba a aburrir", declaró. Pero ella siempre ha concebido la obra como la serie completa y no como libros individuales. Sin duda, no se puede negar que se trata de un "proyecto literario monumental", como lo definió Díaz Pérez.
La periodista y conductora del acto hizo un breve resumen de todos los títulos que componen la saga, que empezó con Inés y la alegría, publicada por Tusquets, como el resto de la serie, en 2012. De La madre de Frankenstein se dijo que es una novela que muestra "lo que llega cuando ya se ha acabado la esperanza". "Los años 40 fueron años más terribles, mucho más sangrientos, con muchísima más represión física y económica, muchos más fusilamientos, y mucha más gente encarcelada, pero los demócratas españoles se consolaban pensando que esto no iba a durar siempre", señaló la autora. Con la Segunda Guerra Mundial se pensó que los aliados iban a terminar con el gobierno de entonces pero eso nunca ocurrió. Así que llegaron los años 50, contexto temporal de esta nueva novela, que"son un túnel donde no se ve la luz, un hoyo que recogía el terror de la década previa. La gente vivía con el miedo interiorizado. Hasta que no llegaron los años 60, aunque la dictadura continuaba, no se empezó a ver la luz", explicó la escritora, haciendo referencia a esa salida que encontraron los españoles, a la emigración. Por entonces, se fundó CCOO y el comunismo promovió todo tipo de asociacionismo. "De repente, en España surgieron asociaciones de todo tipo, de vecinos, de amas de casa, de bibliotecarios,...; era una manera de que la gente conectara, de compartir", añadió.
La madre de Frankenstein se desarrolla en una época en la que todo era considerado un pecado y, por lo tanto, un delito. La situación era muchísimo más complicada para las mujeres que para los hombres, y en cada acto o palabra se vislumbraba el peligro. "Las mujeres no podían llevar manga corta en verano, ni salir sin medias cuando hacía calor, y si andaban por la calle con un hombre que no fuera su padre o su hermano, eran tachadas de frescas". El puritanismo de los años 50 cuajó en la figura de la mujer, que tenía muchas posibilidades de caer en desgracia."Bastaba con enamorarse", aclaró Grandes porque,"si te enamorabas de un hombre que no te había buscado tu familia, te convertías en una mujer marcada". Esa sensación de asfixia es la que la autora ha pretendido plasmar en el libro.
Y uno de los escenarios de la novela es el manicomio de Ciempozuelos, donde residió un personaje real, Aurora Rodríguez Carballeira,"una mujer extraordinaria sin que con ello se entienda una alabanza". Sobre esta mujer, Almudena Grandes nos habla en el siguiente vídeo.
Aurora mató a su hija Hildegart el 9 de junio de 1933 y acto seguido, se dirigió a un amigo abogado y le comunicó que había asesinado a su hija. "Actuó como un escultor que modela una estatua y como le gustó cómo le salió, la rompe a martillazos para empezar otra vez", declaró.
Uno de los protagonistas de la novela es Germán, un psiquiatra que conoce a Aurora el día que ella confiesa el crimen de su hija. Pero él, y de paso el lector, no volverá a encontrarse con ella hasta el año 54, tres años antes de su muerte. Para entonces, Aurora estaba prácticamente ciega y casi abandonada, porque nadie le prestaba atención. Una de las cosas que más impresionó a Almudena Grandes es que, en los años 40, le dio por coser muñecos de trapo, muy grandes, de más de dos metros de altura, con un pene muy grande y muy marcado para que se viera bien que eran hombres. "Durante meses, se dedicó a mirarlos fijamente para intentar transmitirles vida", apuntó Grandes. De ahí viene precisamente el título de esta novela.
La autora nos explicó que muchas de las piezas de la novela se construyen sobre las obsesiones de Aurora, ideas recurrentes que figuran en su historial clínico. "Llevo treinta años con Aurora metida en la cabeza", confesó. Nos contó que, el año que se publicó Las edades de Lulú, acudía mucho a las librerías, y en una de sus visitas dio con un libro que ha sido fundamental para la construcción de esta novela. "Era un volumen escrito por el psiquiatra Guillermo Rendueles Olmedo, que hizo la residencia en Ciempozuelos. En ese libro se publicaba y analizaba la historia clínica de Aurora", que Almudena ha vuelto a releer. Comentó que aquella lectura le hizo cambiar de parecer, que había dejado de ver a Rodríguez Carballeira como una asesina, para convertirse en una enferma mental.
Para el proceso de documentación no solamente ha recurrido a este libro de Rendueles Olmedo, también ha tenido que informarse mucho sobre la locura, la paranoia y la esquizofrenia, y para ello ha acudido a varias fuentes. Entre ellas, figura el libro A mí no me doblega nadie de la autora gallega Rosa Cal, "un título magnífico porque eso es lo que resume completamente a Aurora Rodríguez". Pero también ha tenido que releer las memorias de Carlos Castilla del Pino, psiquiatra y escritor español, fallecido en 2009. "Tuve la suerte de conocerlo y fuimos bastante amigos. Me leí sus memorias como si fuera una novela", comentó Almudena Grandes. Castilla del Pino nació en 1922, es coetáneo de Germán, su protagonista, "y él hace un retrato terrorífico de la situación de la psiquiatría en la España de su época". En sus memorias cuenta cómo acudió al doctor López Ibor, con quien pretendía hacer la residencia tras acabar la carrera. El eminente psiquiatra le preguntó por sus lecturas y él respondió que se había leído todo lo de Freud. "López Ibor le respondió que se olvidara de Freud y con esa respuesta quedó retratado todo un país", dijo la autora entre risas.
Pero confesó que aún le había impresionado más la crónica en la que se recoge todo lo que hicieron para impedir que él alcanzara un puesto en la universidad. "Le pusieron todo tipo de trampas y zancadillas. Usando un símil futbolístico, López Ibor y Antonio Vallejo Nágera eran como el Barça y el Madrid. Se odiaban pero estaban abrazados en la cúspide para dar patadas e impedir que los de abajo llegaran arriba". Dijo de Castilla del Pino que retrata muy bien en sus memorias toda esa mezquindad intelectual y que, gracias a él, ella supo cómo se desarrolló la clopromazina en los años 50, una sustancia que tiene su protagonismo en la novela. Y también conoció más detalles del Sanatorio Esquerdo, al que iban los homosexuales para escapar de los tribunales de orden público. "Se ingresaban allí voluntariamente y no les hacían nada, porque los psiquiatras que trataban allí a los pacientes, sabían que la homosexualidad no era una enfermedad", explicó.
Las memorias de Castilla del Pino le han servido a Almudena Grandes para construir el personaje de Germán, especialmente el retrato que el psiquiatra hace de su paso por un dispensario de beneficencia en Córdoba."El cuenta que le cambió para siempre ver a esas familias de los pueblos, que venían andando, que dormían en los bancos de la calle; gente absolutamente resignada y humillada, que le miraban preguntando qué puede usted hacer por nosotros para liberarnos de esta tortura". Comentó que se emocionaba tanto con la resignación de aquella gente y se estremecía tanto ante semejante pobreza, que si se acercó al PCE, no fue por sus amigos comunistas sino precisamente por aquella pobre gente. "Decidió militar en serio por la ternura que le provocaban esas familias, hasta el punto poner unos sofás en el dispensario y abrirlo por la tarde, para que todo el que pudiera durmiera en aquellos sofás, o en el suelo pero, al menos, bajo techos Ese testimonio ha sido fundamental para mí", señaló.
De La madre de Frankenstein, una novela de la que Díaz Pérez dijo que se leía con suma agilidad, a pesar de su longitud, Almudena Grandes apuntó que, lo que más le preocupaba eran las voces de los personajes. "Quería que cada uno tuviera su propia voz porque hay novelas en las que todos los personajes suenan igual". Además, se trata de una novela en la que se pueden encontrar diversos homenajes, entre ellos el que la autora hace a la periodista y escritora Luisa Carnés, más conocida como Clarita Montes. "El caso de Luisa Carnés demuestra que el exilio de un escritor es peligroso. Fue una escritora que tuvo mucho éxito en la España republicana, que tuvo mucho prestigio como periodista. Se fue al exilio y desapareció, como otros, pero ella más que otros". Una de sus grandes novelas es Tea Rooms. Mujeres obreras publicada en 1934, en la que se cuenta la vida cotidiana de las dependientas del Viena Capellanes, de la calle de la Montera, en Madrid."Esa novela tiene una fuerza narrativa, un talento y una modernidad que es apabullante".
Pero la presentación iba llegando a su fin. No hubo ocasión de formular ninguna pregunta a la autora por falta de tiempo, ya que le esperaba una multitud de lectores para la firma de ejemplares.
Almudena Grandes ha visitado Sevilla en la promoción de cada una de las entregas de esta serie, un proyecto que se acerca a su fin y, como dijo la autora, "ahora solo estoy pensando en la próxima y última entrega. Cuando acabe esa ya veré lo que hago". Esperemos que nos vuelva a visitar con Mariano en el Bidasoa, novela de la que nos adelantó algunas pinceladas pero, de eso hablaremos a su debido tiempo.
Sinopsis: En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.
Las memorias de Castilla del Pino le han servido a Almudena Grandes para construir el personaje de Germán, especialmente el retrato que el psiquiatra hace de su paso por un dispensario de beneficencia en Córdoba."El cuenta que le cambió para siempre ver a esas familias de los pueblos, que venían andando, que dormían en los bancos de la calle; gente absolutamente resignada y humillada, que le miraban preguntando qué puede usted hacer por nosotros para liberarnos de esta tortura". Comentó que se emocionaba tanto con la resignación de aquella gente y se estremecía tanto ante semejante pobreza, que si se acercó al PCE, no fue por sus amigos comunistas sino precisamente por aquella pobre gente. "Decidió militar en serio por la ternura que le provocaban esas familias, hasta el punto poner unos sofás en el dispensario y abrirlo por la tarde, para que todo el que pudiera durmiera en aquellos sofás, o en el suelo pero, al menos, bajo techos Ese testimonio ha sido fundamental para mí", señaló.
De La madre de Frankenstein, una novela de la que Díaz Pérez dijo que se leía con suma agilidad, a pesar de su longitud, Almudena Grandes apuntó que, lo que más le preocupaba eran las voces de los personajes. "Quería que cada uno tuviera su propia voz porque hay novelas en las que todos los personajes suenan igual". Además, se trata de una novela en la que se pueden encontrar diversos homenajes, entre ellos el que la autora hace a la periodista y escritora Luisa Carnés, más conocida como Clarita Montes. "El caso de Luisa Carnés demuestra que el exilio de un escritor es peligroso. Fue una escritora que tuvo mucho éxito en la España republicana, que tuvo mucho prestigio como periodista. Se fue al exilio y desapareció, como otros, pero ella más que otros". Una de sus grandes novelas es Tea Rooms. Mujeres obreras publicada en 1934, en la que se cuenta la vida cotidiana de las dependientas del Viena Capellanes, de la calle de la Montera, en Madrid."Esa novela tiene una fuerza narrativa, un talento y una modernidad que es apabullante".
Pero la presentación iba llegando a su fin. No hubo ocasión de formular ninguna pregunta a la autora por falta de tiempo, ya que le esperaba una multitud de lectores para la firma de ejemplares.
Almudena Grandes ha visitado Sevilla en la promoción de cada una de las entregas de esta serie, un proyecto que se acerca a su fin y, como dijo la autora, "ahora solo estoy pensando en la próxima y última entrega. Cuando acabe esa ya veré lo que hago". Esperemos que nos vuelva a visitar con Mariano en el Bidasoa, novela de la que nos adelantó algunas pinceladas pero, de eso hablaremos a su debido tiempo.
Sinopsis: En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.
Novelas y películas mencionadas en esta presentación:
- A mí no me doblega nadiede Rosa Cal (Edicios do Castro)
- El manuscrito encontrado de Ciempozuelosde Guillermo Rendueles (Ediciones Morata)
- Tea Rooms. Mujeres obrerasde Luisa Carnés (Editorial Hoja de Lata)
- La insólita y gloriosa hazaña de el Cipote de Archidonade Camilo José Cela (Ed. Planeta) [No recogido en la crónica]
- Mi hija Hildegart, película dirigida por Fernando Fernán Gómez (1977). [No recogida en la crónica pero reseñada en este espacio
- La insólita y gloriosa hazaña de el Cipote de Archidonade Camilo José Cela (Ed. Planeta) [No recogido en la crónica]
- Mi hija Hildegart, película dirigida por Fernando Fernán Gómez (1977). [No recogida en la crónica pero reseñada en este espacio