No hay duda de que José Mª Pérez, más conocido como Peridis, es un hombre de grandes inquietudes. Licenciado en Arquitectura en 1969, no ha dejado de estar vinculado, de un modo u otro, al mundo del románico. Nacido en un pequeño pueblo cántabro, publicó la Enciclopedia del Románico en la Península Ibérica y dirigió, entre otros edificios, la rehabilitación del Monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo. Además, también ha hecho televisión. Por ejemplo, dirigió y presentó el programa titulado Las claves del Románico, para Televisión Española, una serie documental muy recomendada y que llegó a alcanzar tres temporadas. Pero a Peridis se le conoce también por su labor de humorista y dibujante. Hace más de cuatro décadas comenzó a publicar una tira cómica en El País, y lo ha hecho incluso en momentos delicados. El último, hace muy poco tiempo, cuando comenzaba a ganarle la batalla al coronavirus, desde la cama de un hospital.
En los últimos años, su inquietud lo ha conducido también al mundo de la literatura. Con Esperando al rey ganó el Premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica 2014, (Espasa), y recientemente acaba de publicar una preciosa novela a la que ha puesto por título El corazón con el que vivo, publicada bajo el mismo sello de Espasa. Herido por varios zarpazos que la vida le ha dado, al hablar con Peridis me he encontrado a un hombre de gran entereza y humanidad, una conversación que, para mí, ha sido todo un regalo.
Peridis.- (Risas) Sí, salió a mi encuentro y me dio de lleno.
M.G.- Pero está usted recuperado, ¿verdad?
P.- Bueno, dentro de lo que cabe sí, aunque ahora están diciendo que deja secuelas. Espero que se porte bien conmigo.
M.G.- Confío en que así sea, seguro que sí. Peridis, vamos a hablar un poquito de esta novela tan bonita que ha escrito usted y que a mí, me ha gustado tanto. Con El corazón con que vivo ha ganado el Premio Primavera. ¿Qué supone para usted este premio?
P.- Pues un alegría. Me ha servido para salir del encasillamiento. Hasta ahora me había ejercitado escribiendo de lo que sé, del Medievo, y con esta novela he cambiado de época.
M.G.- Sí, porque del Medievo se traslada usted a los tiempos de la guerra civil española. Pero esta novela no es una novela de la guerra civil. La guerra va ser solo un trasfondo, ¿verdad?
P.- Efectivamente. El tema principal de esta novela es lo que le pasa a la gente durante la guerra civil o en los tiempos de posguerra, con la declaración de la Ley de Responsabilidad Políticas, de Franco. La trama ocurre en un pueblo, como otros tantos que hay por España, donde hay gente de derechas y gente de izquierda. Concretamente, está la familia de don Honorio, que es médico, y que tiene tres hijas, todas falangistas. Y luego está la familia de otro médico, Arcadio, que tiene tres hijos, todos republicanos.
La novela empieza el día 16 de julio de 1936, en la romería de la Virgen del Carmen. En ese momento, nadie sabe lo que se avecina y están todos disfrutando de la romería, bailando, cantando,... Dos días después hay un golpe de Estado. A casa de don Honorio llega un republicano para avisarle que vienen a por ellos, y que tienen que huir. El ayuntamiento es tomado por los nacionales. Los republicanos se encierran en el edificio para defenderlo, pero todo sale mal. Así que, en el pueblo, todos los que eran amigos, vecinos, compañeros del equipo de fútbol,... se convierten de un día a otro en enemigos. Una situación que no se le desea a nadie porque claro, tenías al enemigo en la casa de al lado, o en tu propia familia. Así que, todas las relaciones personales se trastocan, todo se reduce a afectos o desafectos, es decir, o son de los tuyos o son del bando contrario. Por resumir un poco, la novela trata del impacto que causa en las relaciones personales, las circunstancias tan extremas que se vivieron durante la guerra civil y la posguerra. Había que convivir con dignidad y con honradez, y si difícil y complicado fue durante la guerra, en la posguerra fue mucho más porque hubo mucha hambre, mucha enfermedad, mucha delación.
M.G.- Hay que aclarar que esta historia tiene un trasfondo real. Cuenta usted en el prólogo que la novela surge de un encuentro en un tren. ¿Todo lo que narra en esta introducción es real?
P.- Bueno, ocurrió así en gran parte. La novela se basa en hechos reales, sí. Y el encuentro en el tren fue providencial. Estaba sentado en un vagón cuando un viajero me reconoció por la serie del Románico. Se me sentó a mi lado, me dijo de dónde era, que venía de familia de médicos, y al final supe de quién se trataba. Empezó a contarme cosas de los miembros de su familia, me facilitó direcciones de compañeros de colegio a los que yo había perdido de vista, pero que me podían contar muchas más cosas, y me mostró unos gemelos de oro y brillantes que acababan de aparecer. Me dijo: "En estos gemelos está la historia de mi familia y una parte de la historia de España". A mí todo eso me hizo entender que tenía entre manos una novela. Ese acercamiento de dos familias tan distintas ideológicamente, que terminaron por reconciliarse, me pareció algo que había que contar. Pero, una novela de este tipo, en tu pueblo, con gente que conoces, me daba pudor escribirla, porque los descendientes de los protagonistas viven. Sin embargo, me aferré a ella. Yo estaba pasando por entonces por unas circunstancias personales terribles, y la novela fue mi salvación. Me ayudó a convivir con la pena y el dolor.
M.G.- Entiendo que haya sido complicada escribirla, por lo personal y por la historia en sí. La novela es un reflejo de lo que vivieron muchos españoles de la época.
P.- En todas las familias hay dramas parecidos y en todos los pueblos, también. Fíjate qué casualidad, uno de los protagonistas es el abuelo de Pablo Casado, que fue compañero de promoción e íntimo amigo del protagonista de esta historia. Fue una persona de una calidad humana extraordinaria y profesionalmente, un médico muy valioso.
M.G.- ¿Y ese compañero de viaje ha leído la novela?
P.- La están leyendo todos los familiares, como también la está leyendo Pablo Casado, su madre y su tía. Todos tienen mucho interés por ver cómo he retratado a sus familiares, especialmente los nietos, porque así pueden conocer mejor a sus abuelos. Les resulta muy interesante, porque trato una parte de la vida que ellos no conocieron, como la primera juventud de sus familiares, y la época de la guerra. Así que, la están leyendo con verdadera avidez y un cierto agradecimiento, por haber rescatado del olvido a sus abuelos y el tiempo de sus abuelos.
M.G.- En la novela hay encuentros y desencuentros porque los personajes tienen diferentes ideologías, pero el amor juega un papel muy importante. El amor no entiende de política, ni nunca ha entendido de raza, edad o religión. El amor es el pegamento entre los personajes.
P.- Exacto, tú lo has dicho. En esta novela hay personajes que están enamorados de otros del bando contrario. El amor, la amistad, la dignidad, la lealtad, son los valores fundamentales de esta historia. Son valores necesarios que hay que mantener, incluso en momentos tan dramáticos como una guerra civil.
M.G.- La humanidad también es un rasgo importante. Algunos personajes son médicos, trabajan en hospitales, y hasta allí llegan heridos a los que hay que atender, sin importar si son de un bando u otro.
P.- Efectivamente. O ves también a médicos que, aun siendo republicanos, sirven a los nacionales como profesional sanitario, para impedir que su familia sea objeto de más represalias. Lo mismo hizo el abuelo de Pablo Casado. Era republicano, médico, y tuvo que operar en la cárcel en las peores circunstancias. Allí hizo una labor de profilaxis muy importante. Para evitar contagios por tuberculosis, insistía en que los presos se cortaran las uñas y mantuvieran la máxima higiene. Y luego, también se entrevistó con los familiares, y habló con los presos, animándolos porque muchos estaban a horas de que los fusilaran. Fue un héroe como lo están siendo los médicos ahora.
M.G.- Fíjese qué curioso porque esta novela tiene nexos de conexión con la actualidad. Me refiero al papel que juegan los médicos, a la expansión de la tuberculosis, que era la pandemia del momento.
P.- Casualmente el coronavirus la ha puesto de actualidad. Se han extremado las posiciones políticas, y, sin embargo, la sociedad está respondiendo con una solidaridad y con una responsabilidad enorme. Hay gente que tiene un fondo muy bueno y que, en estos momentos, sube a la superficie. En la guerra, también hay gente con una gran dignidad y muy humanos.
[Presentación virtual de la novela]
M.G.- Peridis, ¿y cómo ha sido el proceso de construir estos personajes
P.- Poniéndome en su pellejo. Con algunos no me ha costado nada porque los conocía. Con otros, sus familiares me han facilitado la labor, ensenándome fotos o contándome frases que utilizaban, cosas que decían. Pero no he tenido más que meterme en su pellejo y ver cómo se sentiría ese personaje en una situación concreta.
M.G.- Me gustan mucho todos los personajes principales. Destacan por su humanidad, dejando de lado las ideas políticas y ayudando a todo el que podían. Pero de todos, la que más me ha gustado ha sido Esperanza, la hija de don Honorio. Creo que es el personaje que mejor se adapta a las circunstancias y la que abre más los ojos.
P.- Sí, así es. La llegué a conocer, cuando iba a su casa, a ver a mi médico. Una de las veces que yo andaba por el pueblo, me dijeron que acababa de morir y acudí a su velatorio y entierro. Es algo en lo que he caído ahora con las entrevistas y cuando me preguntáis por ella. Me parece tremendo haber estado en su entierro y ahora hacerla protagonista de una novela. Fue una persona de una gran dulzura y un gran carácter. Sabía lo que quería. Durante la guerra y la posguerra conocía el sufrimiento de sus vecinos y, en la medida de sus posibilidades, trataba de mitigar sus padecimientos. Y llegó a tener su recompensa.
M.G.- Después de mucho tiempo.
P.- Sí, tuvo que esperar muchos años para cumplir su sueño. Y luego se llevó toda la vida con una situación familiar compleja. La relación con su marido era difícil de entender para parte de su familia, o no la admitían. La memoria, el resentimiento, las afrentas,... seguían estando ahí. Y más tarde llegaron los hijos, y cada uno era de su padre o de su madre,...
M.G.- O de las dos Españas, como se solía decir.
P.- Sí, sí,... Fíjate. Esos son los que están leyendo ahora la novela y se las quitan de las manos, porque ahora se están enterando de cosas de sus padres y de sus abuelos que nunca les habían contado.
M.G.- Es bonito. Por cierto que, la novela incluye letras de canciones, coplillas, boleros, poemas, algunos de García Lorca, pero otros son de un personaje.
P.- Sí. La familia me dejó un cuadernillo donde ese personaje había mecanografiado sus versos, sus poemillas, hasta el año 36. He aprovechado para meter algunos de esos poemas, junto con los demás, y también las coplillas que se cantaban en los bailes. Todo esto contribuye a ambientar el espacio físico, geográfico y humano, porque son escenarios que tienen mucha personalidad.
La villa de Paredes Rubias es monumento histórico-artístico, tiene monumentos importantes, está junto al Pisuerga, un río caudaloso, tiene un castillo en ruinas y está en el vértice entre Palencia y Santander, donde empiezan los trigales pero todavía es una zona verde. Había fábricas y casi todos eran agricultores. Allí ganó el Frente Popular y la República fue muy celebrada, lo que les costó, lo que les costó carísimo.
Y luego está el otro pueblo, Piedras Negras, que era un pueblo minero
M.G.- Eran pueblos pequeños en los que todo el mundo se conoce y donde había que fingir muchísimo.
P.- Sí, sí. Después de la guerra fue terrible. Franco hizo una ley con la que se castigaba a todos los dirigentes del bando contrario, los candidatos, los sindicalistas y, además, con carácter retroactivo. Al acabar la guerra civil, todavía hubo muchas mujeres que se quedaron viudas y muchos hijos, huérfanos. Algunos fueron compañeros míos del colegio. Conocí a familias que sufrieron algún fusilamiento, incluso cinco o seis años después de acabar la guerra. Había chivatazos. Se hablaba de los rojos. Mi madre me hablaba de los rusos, de Stalin,.... Yo pensaba que Rusia había invadido España... Claro ya estábamos en la Segunda Guerra Mundial pero había mucha confusión. Los rusos no llegaron al pueblo pero los alemanes sí. En Burgos estaba la Legión Cóndor. Y mi madre siempre decía que le querían quitar a Dios. Yo intentaba coger tres ideucas, pero se hablaba muy bajito. Era todo muy siniestro.
M.G.- Me ha contado usted que para construir los personajes ha tenido que hablar con descendientes. ¿Le ha costado trabajo recopilar material?
P.- No. El espacio físico lo conocía. Como te digo, conocía a algunos personajes y de otros, me han hablado mucho. Además, los personajes se ayudan a construirse unos a otros. La situación, interior y exterior, en la que se encontraban, la conocía. Así que, los pones a dialogar de lo que sea, y ellos enseguida interactúan. He tenido la suerte de que los personajes han cobrado vida nada más ponerles nombre y colocarlos en situación. Y si tenía que meter a algún personaje de ficción, pues simplemente me lo imaginaba. La novela te va dando salidas. Se te van ocurriendo ideas...
M.G.- Y Peridis, antes lo ha comentado, que esta historia la ha escrito en un momento delicado. Dice que la novela ha sido su salvación. La literatura es un bálsamo, ¿verdad?
P.- A mí me ha curado. Perdí a una hija hace un tiempo. Ahora he perdido a un hijo. Cuando escucho a esa actriz que ha perdido a su hijo hace nada, decir que está muerta, no me extraña en absoluto. La primera sensación que se tiene es que te tenías que haber muerto tú, por la edad, porque ya te toca, ¿pero a tu hijo? ¿Y qué haces? ¿Dejarte llevar por la corriente y echarlo todo en lágrimas, culpa y lamentaciones? Pues no, o sí, porque todo es humano y respetable. Pero yo me dije que tenía una familia, que tenía que vivir, que tenía una novela a la que me podía agarrar, con la que distraerme, entretenerme. La ocupación es la mejor terapia y esta novela me ha salvado. Me puse a escribir como loco, empecé a llamar a los familiares, me metí en harina y en seis meses acabé la novela. Me ha ayudado mucho centrarme en construir esta historia porque lo otro es avasallador. Se te viene a la mente sin poder evitarlo, llena por completo tu espacio, y te ves en el momento de la despedida,... Es terrible pero se sobrelleva si estás entretenido. Tienes que asumir lo que ha pasado, no te tienes que culpabilizar, aunque cuesta mucho. Pero tienes que seguir viviendo lo mejor que puedas, lo más entretenido que puedas, y mejor aún si es en algo creativo. Lo creativo da alegría y no debes avergonzarte por estar alegre.
M.G.- Yo le voy a felicitar, porque la novela es muy bonita, los personajes son muy humanos y ha sido una delicia leerla. Y también le voy a pedir que se cuide mucho, y que siga escribiendo.
P.- Tengo ganas de meterme con la siguiente, pero me voy a dar algo de tranquilidad. Te agradezco lo que me dices porque me das moral. Ahora dentro de un rato, me voy a poner con la tira. Esta vez creo que la voy a hacer de Trump. Pero las tiras son fogonazos. Sin embargo, una novela tiene muchísimo trabajo y no hay que desfallecer. Si un día no te sale nada, pues insistes al siguiente. He tenido la suerte de que esta novela ha venido a buscarme en el momento en el que más lo necesitaba. La he escrito con todo el cariño del mundo porque conocí a muchos personajes y eran grandes profesionales y muy buenas personas. Les pilló la guerra y los fulminó. Y estoy contento con el resultado. Además, he hecho mucha amistad con los hijos y los nietos. No puedo pedir más.
M.G.- Claro que no. Peridis, muchas gracias por haberme atendido. Y espero verle pronto.
P.- Iré a donde me pidan que vaya. Gracias a ti.
Sinopsis: En la romería del día del Carmen en el pueblo de Paredes Rubias, Esperanza se encuentra con Lucas, recién licenciado en medicina y con ganas de hacerse un lugar en el mundo. Tienen toda la vida por delante y el convencimiento de que están llamados a ser los dueños de su destino.
Y sin embargo...
Dos días más tarde de aquel baile, la guerra irrumpe violentamente en el pueblo, sembrando la destrucción y el odio entre sus gentes. Las familias de los dos jóvenes están en bandos enfrentados y Gabriel, el hermano de Lucas, es hecho prisionero y condenado a muerte. En medio de esa desgracia, un gesto tan valiente como inesperado tendrá un valor trascendental.
Partiendo de los relatos que le contaron en su comarca, en el límite entre Palencia y Cantabria, José María Pérez, Peridis, nos conmueve con una novela apasionante sobre el poder de los afectos, la fuerza de la dignidad y la necesidad de la reconciliación sincera.
Una historia que nos recuerda que, por encima de las ideologías, están siempre las personas y que, en los momentos decisivos, podemos ser capaces de lo mejor.
Sinopsis: En la romería del día del Carmen en el pueblo de Paredes Rubias, Esperanza se encuentra con Lucas, recién licenciado en medicina y con ganas de hacerse un lugar en el mundo. Tienen toda la vida por delante y el convencimiento de que están llamados a ser los dueños de su destino.
Y sin embargo...
Dos días más tarde de aquel baile, la guerra irrumpe violentamente en el pueblo, sembrando la destrucción y el odio entre sus gentes. Las familias de los dos jóvenes están en bandos enfrentados y Gabriel, el hermano de Lucas, es hecho prisionero y condenado a muerte. En medio de esa desgracia, un gesto tan valiente como inesperado tendrá un valor trascendental.
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Una historia que nos recuerda que, por encima de las ideologías, están siempre las personas y que, en los momentos decisivos, podemos ser capaces de lo mejor.