Año: 2020
Nacionalidad: España
Director: Albert Pintó
Reparto: Begoña Vargas, Iván Marcos, Bea Segura, Sergio Castellanos, José Luis de Madariaga, Iván Renedo, Javier Botet, María Ballesteros, Rosa Álvarez, Concha Velasco, Almudena Salort, Hugo Fuertes Marciel, Álex Fuertes, Antonio Del Olmo, Eduardo Antuña, Ricardo Reguera
Género: Terror
Sinopsis: Manolo y Candela se instalan en el madrileño barrio de Malasaña, junto a sus tres hijos y el abuelo Fermín. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital de un país que se encuentra en plena transición política. Pero hay algo que la familia Olmedo no sabe: en la casa que han comprado, no están solos...
Qué complicado es encontrar una buena película de terror. No sé si es que escasea la calidad y la originalidad en el género, o es que yo estoy ya curada de espanto. La cuestión es que, la mayoría de las películas de terror, nacionales o extranjeras, terminan por aburrirme.
A Malasaña 32 le tenía muchísimas ganas. Me gustaba el título, haciendo referencia a ese barrio madrileño por el que tanto me gusta perderme -también por Chueca-, cuando piso la villa. Había visto el tráiler y, aunque inmediatamente comprendí que se trataba de la típica película de casa encantada con trágico suceso, le quise dar una oportunidad. El resultado ha sido una absoluta indiferencia.
La película comienza con un flashback que nos lleva al año 1972. La cámara nos sitúa frente a un edificio de aspecto avejentado, con una fachada que no inspira buen rollo. Nos adentraremos en el inmueble para encontrar un interior en penumbra, con rellanos de escalera siniestros, donde las luces parpadean continuamente. De la cuarta planta bajan jugando dos hermanos. A uno se le escapa una canica que se cuela por debajo de la puerta del Tercero B. La puerta se abre. El niño entra en una vivienda lúgubre, en estado de semi abandono, muy oscura, con muebles y viejas fotografías. El pequeño tiene miedo, pero las ganas de recuperar su canica se anteponen. En el salón, encuentra a una anciana. No añado más.
Cuatro años después, a la casa se mudan los Olmedo, una familia procedente del ámbito rural. Manolo y Candela han dejado el pueblo y se instalan en Madrid, en busca de nuevas oportunidades. Les acompañan sus tres hijos, -Amparo, Pepe y Rafita-, y el abuelo, que sufre demencia senil. Ninguno de los hijos quería abandonar el pueblo, pues cada uno deja algo atrás.
Nada más cruzar el umbral de la vivienda, el abuelo empieza a presentir algo, pero nadie le presta atención. Aun así, comienzan a suceder cosas extrañas que alertan un tanto a la familia, hasta que un suceso de gran magnitud da pie al desarrollo de toda la historia. Necesitan ayuda. Amparo indaga en los anteriores inquilinos de la casa, mientras que Candela recurre a una desconocida, y madre de una discapacitada, que conducirá a la familia al desenlace.
La película está llena de clichés. Por mencionar algunos, puertas que se abren y se cierran solas, objetos que desaparecen de su lugar, niños que dibujan cosas raras, aparatos de televisión que se encienden solos, teléfonos que suenan cuando resultan que la línea no está dada de alta, sombras tras cortinas,... etc. Lo malo de Malasaña 32 no es que cuenta con clichés, sino que cuenta con todos los que existen, y uno se va sucediendo tras otro. Es un popurrí de elementos típicos, frecuentes y archiconocidos en las películas del género. Así que, no aporta nada nuevo. Ver esta película es como ver otras tantas que ya se han estrenado.
Por otra parte, hay aspectos de la trama que no se aclaran. La familia parece estar huyendo de algo que ocurrió en el pueblo. Amparo comenta algo de su padre que nos escama, Candela le pregunta a su marido si en la ciudad serán felices por fin, y el abuelo pretende regresar a su finca. Algo ocurrió en el pueblo pero ¿qué? Pues no lo sé, porque cuando llega el momento de desvelar esa cuestión, se pasa sobre ella muy por encima, sin que se nos aclare mucho del drama interno de la familia.
Y para rizar más el rizo, el desenlace no puede ser más absurdo. Toda salvación pasa por un sacrificio personal pero en Malasaña 32, además de eso, los personajes tienen muchísíma suerte y se salvan milagrosamente de una muerte segura. La incoherencia es total. A todo ello, el final casi que deja intuir la posibilidad de una segunda parte porque el mal ha elegido a la familia Olmedo.
Sobre las interpretaciones, hay poco que rascar. La mayor parte del reparto hace un trabajo aceptable pero sin mucho lucimiento. Tan solo hay una escena algo más memorable en la que Rafita, interpretado por Iván Renedo, recuerda mucho a Dani en el Hotel Overlook, cuando el miedo se ha apoderado completamente del pequeño, y está en estado de shock.
Con respecto al reparto, comentar que la veterana Concha Velasco interpreta a la desconocida que ayudará a la familia. Su papel es breve, hacia el final, pero a esta mujer se le nota que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.
Con respecto al reparto, comentar que la veterana Concha Velasco interpreta a la desconocida que ayudará a la familia. Su papel es breve, hacia el final, pero a esta mujer se le nota que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.
Y en esto de las películas de miedo, siempre hay elementos que se repiten y no me refiero a los clichés. Hablo de los personajes que se suelen emplear en películas del género como vectores de terror, los niños y los ancianos. Los primeros, porque nos cuesta trabajo entender que pueda existir la maldad en su interior. Y los segundos, porque están muy vinculados a la decrepitud y a la muerte. Suele ser habitual encontrar a mujeres ancianas, esqueléticas y con una larguísima cabellera blanca, que proceden de ultratumba.
En cuanto al resto de factores, añadir algún pequeño efecto especial pero de fácil abordaje, una banda sonora llena de temas a base de susurros que, en este caso, están además mezclados con boleros y melodías de Julio Iglesias. Sí, Julio Iglesias, a mí también me parece raro. Pero lo mejor de la película es la estética. Los años 70 están muy bien rememorados, no solo en lo que se refiere a vestuario y la peluquería, sino también la decoración de las viviendas.
En definitiva, Malasaña 32 se me que ha quedado excesivamente corta. No me ha aportado nada novedoso en cuanto a trama, no encuentro interpretaciones sobresalientes, no me transmite ni terror, ni miedo. Así que, en lo que a mí respecta, es un producto mediocre que no me ha convencido nada.
En definitiva, Malasaña 32 se me que ha quedado excesivamente corta. No me ha aportado nada novedoso en cuanto a trama, no encuentro interpretaciones sobresalientes, no me transmite ni terror, ni miedo. Así que, en lo que a mí respecta, es un producto mediocre que no me ha convencido nada.
Tráiler:
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