He leído novelas de Lorenzo Silva pero hasta ahora no me había enfrentado a ninguna aventura de Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro. El mal de Corcira ha sido mi estreno con este tándem de guardias civiles, que ya han conquistado a más de dos millones de lectores. Y ahora tengo un tremendo problema, porque resulta que esta novela me ha gustado. Muchísimo. Pero estamos ante la entrega número doce de la saga y, aunque sé que se pueden leer de forma independiente, soy demasiado cuadriculada como para no empezar por el principio. Así que, me tengo que leer once novelas, antes de que Silva vuelva a poner a Vila y a Chamorro al frente de otra investigación. Veremos a ver cómo me las apaño.
En El mal de Corcira, Lorenzo Silva desarrolla un nuevo caso. Esta vez, la víctima es un ex etarra que ha sido asesinado en Formentera. Las pesquisas y los avances de la investigación llevarán a Vila a recordar sus años en el País Vasco, cuando aún no había cumplido los treinta, y se integró en el equipo de lucha antiterrorista. Con Silva, que visitó Sevilla hace unas semanas, estuvimos hablando de esta nueva novela que, repito, me ha gustado un montón.
[Lorenzo Silva en la Fundación Tres Culturas. Sevilla Fuente: Fundación José Manuel Lara] |
Marisa G.- Lorenzo, tengo que confesarte que es la primera vez que me enfrento a una historia de Vila y Chamorro.
Lorenzo S.- Eso está bien. Así tienes la mirada limpia.
M.G.- He escuchado decir a los que sí han seguido la serie desde el principio, que esta novela es la más accesible para aquellos que, como yo, no habíamos leído ninguna de las entregas. ¿Esto es así? Y en tal caso, ¿por qué?
L.S.- Bueno, todas las novelas son autónomas y se pueden leer de forma independiente. Además, yo intento siempre situar al lector por si no conoce la saga. Sin embargo, en esta novela, contamos con la ventaja de ver al personaje protagonista más joven que nunca. En la primera entrega, El lejano país de los estanques, Bevilacqua tiene treinta y tantos años y, sin embargo, en esta novela lo vamos a ver con veintiséis. Es decir, son los primeros años de vida del personaje, unos años que él recuerda desde la madurez, con lo cual, el lector tiene al mismo personaje en dos etapas distintas. Eso puede ser una ventaja para conocerlo mejor, para entender sus antecedentes y para comprender quién es.
M.G.- En esta novela, Vila se tiene que enfrentar a la muerte de un ex etarra en la isla de Formentera. Por diversos motivos que confluyen en el caso, la investigación es bastante peculiar.
L.S.- En las novelas de Bevilacqua, el protagonista siempre es la víctima. Últimamente veo que, en la literatura negra, suele haber mucha más fascinación por el criminal. A veces, también prevalece mucho el investigador, con su carácter y su carisma. No obstante, creo que el que articula la historia es la víctima. Y en este caso, he intentado que la víctima tenga una cantidad suficiente de connotaciones interesantes. Para empezar, la víctima tiene un pasado turbio, porque formó parte de la organización terrorista ETA, así que, el investigador lo va a mirar con cierto recelo. Precisamente, por esa militancia en la organización terrorista, la víctima ha estado recluida en la cárcel durante muchos años. Naturalmente, el hecho de que Bevilacqua se haya pasado tres años de su vida en la lucha antiterrorista, le da a la investigación un cariz especial. Es una investigación que, por muchas razones, tiene connotaciones intensas para el investigador.
Además, resulta que la víctima es homosexual. Él ha reprimido y ocultado su condición sexual durante mucho tiempo. No le fue posible mostrarse de forma natural ni ante su familia, ni mucho menos dentro de la propia organización. Así que, se podría decir que esta víctima ha vivido una doble clandestinidad, la de formar parte de ETA y la de ser homosexual. Cuando la víctima viaja a Ibiza y Formentera, algo que hace con regularidad, en realidad está huyendo de su pasado y de su entorno.
M.G.- ¿Y por qué contar ahora ese pasado de Vila?
L.S.- Porque estaba esperando el momento de poder hacerlo bien. Quería acercarme al pasado de Vila en la lucha antiterrorista porque es un gran historia de formación como ser humano y como investigador, y porque es algo que comparten muchos guardias civiles. Muchos de ellos han tenido su escuela en la lucha antiterrorista y se han convertido en los mejores investigadores criminales que tiene este país. Ahora, todos ellos están en la lucha contra el narcotráfico, contra la trata de personas o contra delitos violentos.
ETA tenía una raíz ideológica, mitad nacionalista, mitad revolucionaria, o más revolucionaria que nacionalista. Tenía una dinámica terrorista, ya que imponía su ideario a través del terror. La lucha contra ETA fue la lucha contra una organización criminal muy sofisticada. Así que tenía que contar toda esta historia en algún momento. Y, aunque contaba con información suficiente sobre lo que representaba, en términos generales, esa experiencia para un guardia civil, necesitaba muchos más detalles para poder escribir una novela de quinientas cincuenta páginas. He tardado veinte años en conocer todos los matices, pormenores y recovecos de ETA, para poder narrar el pasado de Bevilacqua en la lucha antiterrorista. Además, no es una historia a la que se acceda con facilidad. Conozco a muchas personas que han estado implicadas en esta lucha, y con algunas tengo bastante confianza desde hace años. Sin embargo, hasta hace cuatro o cinco años no he podido alcanzar la profundidad necesaria en mis conversaciones con ellos, para poder escribir esta novela.
M.G.- Vila tiene muy claro cuál es su trabajo. Está claro que él tiene que investigar la muerte de cualquier persona, independientemente de quién sea la víctima. Pero claro, no deja de ser paradójico que un guardia civil investigue el asesinato de un etarra o ex etarra.
L.S.- Sí, sí,... Además le genera situaciones conflictivas. La víctima tiene una madre y claro le tocará hablar con ella. Por regla general, los policías de homicidios suelen tratar a la familia de la víctima con mucha deferencia pero, en este caso, la madre de la víctima tratará a Vila a patadas. Ella lo considera un esbirro, un ser absolutamente despreciable. A él le tocará lidiar con ese maltrato y sobreponerse porque, además la mujer no se corta un pelo. Le hace ver muy claramente que lo desprecia. Vila lo dejará correr. Tiene que trabajar para hacer justicia y esclarecer los hechos, sea quien sea la víctima.
M.G.- Lorenzo, has comentado que has hablado con mucha gente para profundizar en este tema. Se sabía mucho sobre la infraestructura de ETA pero, te confieso que, en esta novela, he aprendido mucho más sobre la jerarquía. Desconocía los diferentes estamentos que existían: los liberados, los legales, los languntzailes,...
L.S.- Te voy a decir una cosa que a lo mejor te va a sorprender. Como te digo, he hablado con guardias civiles, pero también con gente que ha estado en ETA y en su entorno. Bueno pues, creo que hay guardias civiles que saben mucho más de la organización, que algunos miembros de ETA. Ten en cuenta que ETA era una organización clandestina, que necesitaba tomar medidas de seguridad. Una de ellas era hacer compartimentos estancos. Cada uno sabe lo que tiene que saber. Pero ningún militante conoce mucho del conjunto de la organización porque si cae él, caerá todo lo que él conoce. Incluso el que ha estado en la dirección de ETA, conoce la organización en el momento en el que ha estado ocupando ese cargo, pero no tiene claro qué pasaba antes, o qué ha pasado después. Sin embargo, hay guardias civiles que han estado en labores de información durante veinticinco años, y han terminado por conocer todos los detalles, incluso los más sórdidos, mezquinos o cutres. Porque en ETA, también había rencillas y peleas por dinero, o infidelidades de pareja. Si hablas con los que han estado en el entorno de ETA, te das cuenta de que ellos no saben casi nada de eso, porque no forma parte de la arenga y el discurso. Pero un guardia civil que ha estado veinte años investigando a la organización, lo sabe todo.
M.G.- Me gusta especialmente el retrato que haces de la vida de los guardias civiles en el País Vasco. No solo tenían que luchar contra los terroristas sino también contra el pueblo que, ya sea por militancia o por miedo, creaba un ambiente muy hostil.
L.S.- Hay guardias civiles que te dicen que no llegaron a sentir miedo, porque eran jóvenes o unos inconscientes. Pero sí afirman que tenían una sensación de hostilidad muy fuerte, especialmente en algunas zonas. Y también sentían muchísima soledad. Ellos sabían que una parte de la población los odiaba y otra parte, mostraba una indiferencia total por lo que les pasara. Pero también había gente que simpatizaba con ellos aunque, por miedo, no se atrevían a decirlo.
M.G.- La novela es negra como el carbón, pero tengo que admitir que hay algunas escenas un tanto cómicas, como cuando pones a Vila de incógnito en algunos locales nocturnos de Ibiza. Me he reído al imaginarme la situación.
L.S.- Sí. Aunque alguna cosa está ficcionada, te garantizo que me han contado ciertas situaciones, en las que se han visto involucrados, totalmente inauditas. El trasfondo es muy trágico, pero para llevar a cabo alguna investigación, han tenido que vivir situaciones muy cómicas. Por ejemplo, hablé con un guardia civil que me contó que jamás había pisado un prostíbulo a nivel personal. Pero, por razones de trabajo, había tenido que entrar en ellos un montón de veces y hacerse pasar por clientes. En situaciones así, te puede pasar de todo.
M.G.- Esa escena, y alguna otra que retratas en el libro, son muy hilarantes. Divertidísimas. Pero voy a centrarme en el personaje. Como te digo, yo no lo conocía. Imagino que habrá ido madurando a lo largo de la saga. ¿En qué ha ido evolucionando?
L.S.- Vila ha pasado por varias etapas. Al principio, Vila era más gamberro. Tenía una cierta visión irreverente de la vida, que todavía hoy conserva. Pero se ha ido haciendo más sereno.
Hace cuatro o cinco novelas, lo metí en una crisis muy grande. En cierto modo, dejó de creer en el sistema judicial. Ahora, en su madurez, sabe bastante de qué va la vida y hasta dónde podemos llegar cada uno. Vila sabe que él no va a cambiar la historia, ni va a socorrer a todos los desvalidos, porque los entuertos seguirán estando ahí. Lo único que puede hacer es tratar de hacer dignamente su trabajo, ayudar a la gente con la que se cruza, y aliviar un poco el dolor de su alrededor. Vila ha asumido que su misión es modesta pero tiene una utilidad. También asume que a veces ha metido la pata. Por ejemplo, en este novela comete un error. Sabe que su trabajo es muy incierto y por eso es fácil equivocarse. Además, entiende que nadie es perfecto. Creo que por eso ha aprendido a estar en paz.
M.G.- Dejas a Chamorro, su compañera de siempre, un poco en segundo plano. Por lo menos, en la primera mitad de la novela.
L.S.- Bueno, en esta novela, Chamorro está presente de varias maneras. En esa primera mitad, Vila acude a ella telefónicamente. Lo hace no solo para saber cómo está sino también para comentar los avances de la investigación. Por otra parte, aunque Vila hace un ejercicio confesional sobre su pasado, a quién realmente le confiesa su vida no es al lector, sino a Chamorro. Ella es la destinataria de esa confesión. Por último, en la resolución del caso, ella tendrá un papel absolutamente protagonista. Es decir, que la presencia de Chamorro en esta novela es diferente. En cualquier caso, no podemos entender a Bevilacqua sin Chamorro.
M.G.- Pues, desde esa mirada virgen que comentabas al principio, los he percibido como dos almas solitarias que se apoyan y se arropan mutuamente.
L.S.- Y que se entienden como no los entiende nadie más. Han compartido veinte años en un trabajo que tiene pocas satisfacciones y muchos momentos duros. Es un trabajo en el que estás levantando siempre las miserias de los demás. Y no solo de los criminales sino también de las víctimas. Probablemente, no hay otra persona en el mundo con el que, ni ella ni él, puedan mantener una comunicación como la que existe entre ellos.
M.G.- Los escenarios no son meros telones de fondo. Haces casi una labor de guía, llevando al lector por diferentes lugares emblemáticos de Formentera, Ibiza,...
L.S.- Creo mucho en el valor de los lugares como personajes. Puede parecer raro que Formentera sea el escenario del asesinato de un etarra guipuzcoano. Sé que hay un contraste abrupto, pero hay que entender que tanto Formentera como Guipúzcoa tienen mar y playas. Los escenarios no están elegidos al azar. La víctima cuando va a Formentera, está buscando una contra geografía de su Guipúzcoa natal. En cierto modo, viajar a esa contra geografía también le sirve a Bevilacqua para hacer un ejercicio de memoria, en unas condiciones de aislamiento y de distancia geográfica, lo que consigue que ese ejercicio de memoria adquiera más intensidad.
Eso, por no hablar de esos personajes que se pasearon por Ibiza, como Walter Benjamin.
M.G.- O Freddy Mercury.
L.S.- Exacto, o Freddy Mercury. También eran fugitivos. Ibiza y Formentera son lugares a los que mucha gente llega huyendo, pero en realidad huyen de sí mismos, lo que se convierte en algo muy impracticable.
M.G.- Sin referencias explícitas, sabemos que la trama ronda los años 2017, 2018,...
L.S.- La acción empieza en el otoño de 2017 y acaba en la primavera de 2018, justamente cuando ETA se disuelve.
M.G.- La música juega un papel importante. No sé si es una característica de toda la saga.
L.S.- Sí. En casi todas las novelas hay música. La música forma parte de la vida de las personas. Normalmente, las canciones que escuchamos y elegimos tienen un sentido. En este caso, aparecen muchas canciones de los Pet Shop Boys, cuyas letras tienen mucha miga, como Rent. Parecen canciones ligeras y frívolas pero cuando uno rasca por debajo de la superficie, encuentra mucho más.
M.G.- Vila tiene 54 años. Ya va camino de la jubilación.
L.S.- Pero todavía le queda un poquito. En principio, puede seguir en activo hasta los 60, así que aún puede dar algo de guerra. Tengo varias novelas más en la cabeza para que él las protagonice. Y luego, cuando le llegue la edad de la jubilación, ya veremos qué pasa con él.
M.G.- Ya veremos, sí. Lorenzo, no sabes cómo te agradezco que te hayas desplazado a Sevilla para presentar esta novela. Especialmente, con todo lo que tenemos encima.
L.S.- Bueno, no he dejado de moverme. Con mucha precaución, eso sí. Mientras pueda, y se permita, acudo a donde me llaman.
M.G.- Pues te lo agradezco mucho. Gracias por concederme este tiempo.
L.S.- Gracias a ti.
Sinopsis: Un varón de mediana edad aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera. Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá que no es un caso más.
Para tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno, Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi treinta años atrás en la lucha antiterrorista.
Allí deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en Corcira —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?
Sinopsis: Un varón de mediana edad aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera. Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá que no es un caso más.
Para tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno, Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi treinta años atrás en la lucha antiterrorista.
Allí deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en Corcira —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?