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XACOBE PATO: 'La felicidad debe ser como un faro'

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Xacobe Pato es de Santiago de Compostela y trabaja en la librería Cronopios. Ya tenemos dos motivos para envidiarlo. Por un lado, por vivir en una ciudad tan bonita como Santiago. Por otro, por trabajar en una librería, esos lugares a los que a muchos nos gusta ir, sin tener ninguna prisa por salir de ellos. [Nota mental: Visitar la librería Cronopios la próxima vez que suba al norte, que ya va siendo hora]

Este joven librero lleva unos años compartiendo sus reflexiones y anécdotas vía Instagram. Lo que empezó como algo sin mayor pretensión, fue ganando fuerza, y muchos de sus seguidores comenzaron a esperar ese diario que Xacobe publicaba (y publica) cada domingo. Un conjunto de palabras que resumen con gracia lo que le ha ido ocurriendo durante la semana. Gracias a Belén Bermejo, la editora de Espasa que falleció recientemente, este librero ha conseguido ver buena parte de sus escritos agrupados en un libro, Mañana seré feliz. De su primera publicación hablamos hace unos días con su autor. 




Marisa G.- Xacobe trabajando en una librería y habiendo sido testigo de tantas presentaciones de libros, incluso de autores noveles, con sus nervios e inseguridades, imagino que ahora que publicas tu primer libro, te sientes identificados con ellos, ¿no?

Xacobe P.- Sí, sí. He visto muchísimas presentaciones de todo tipo y muchas de escritores noveles que, además, hacían su primera presentación en Cronopios. La primera presentación de un autor es un momento muy emocionante, especialmente si lo haces en un ámbito local, y asisten familia y amigos. Pero actualmente, no sé si se van a poder hacer muchas presentaciones, por la situación en la que estamos.

M.G.- ¿Y por qué agrupar todas tus reflexiones de Instagram en un libro?

X.P.- Tenía la fantasía de reunir todas esas publicaciones de mi perfil en un libro pero, en realidad, fue una propuesta de la editorial. Belén Bermejo fue mi primera editora. Aunque no pudimos trabajar demasiado tiempo juntos, por lo que le pasó, fue una figura clave en mi vida. Ella me dio la oportunidad de publicar en su editorial, me leía en Instagram, y sus comentarios siempre me ayudaron mucho.

M.G.- Y si buscamos en tu perfil las publicaciones de un periodo concreto, ¿coinciden exactamente con lo que leemos en el libro o hay variaciones?

X.P.- Hay variaciones. Cambié cosas porque hay textos muy antiguos, del 2018 o así, y los modifiqué un poco, para adaptarlos a mi estilo de ahora. En cualquier caso, sí he dejado algunos textos con los que ahora no estoy de acuerdo, reflexiones que, después de dos años o de haber vivido ciertas cosas, no las veo igual. Por otra parte, también he incluido textos que no estaban publicados en Instagram. Todo ello tratando de seguir un orden cronológico.

M.G.- Laura Ferrero te hace el prólogo. Ella dice una cosa muy bonita, que en este libro subyace el deseo de postergar la felicidad. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

X.P.- Pues sí. Para mí la felicidad es un concepto muy grande. Debemos tenerla vigilada, a una distancia prudencial, como a cinco o seis metros. La felicidad debe ser como un faro, como un lugar al que de te debes dirigir, pero sin obsesionarte demasiado. Debes ir caminando en su búsqueda pero, mientras la alcanzas o no, hay que ir disfrutando de los placeres más inmediatos.

M.G.- ¿Con este libro qué pretendes transmitir al lector?

X.P.- Aunque escribo mucho para mí mismo, con este libro quiero reflejar mi vida, pero de una forma que conecte con el lector. No me interesa escribir sobre mí, sobre lo que leo o lo que me pasa, sin que le llegue a nadie. Por eso, intento siempre emplear un tono divertido, adornar un poco las cosas, contarlas con un poco de gracia, incluso si me pasa algo malo o regular. Creo que era Woody Allen el que decía que la comedia era igual a la tragedia más tiempo, pues algo así. Y siempre, conectando con el lector, para sacarle una sonrisa o una risa, si se puede. Intentar que los demás lo pasen bien.

M.G.- Con muchas de tus reflexiones, el lector se puede sentir identificado. A mí me ha ocurrido bastantes veces. Pero me he tenido que reír con uno de tus textos en el que dices: "La gente que escucha sus propios audios después de enviarlos, ¿qué tipo de trastorno tiene?" Te confieso que yo soy de esas también. ¿Qué nos pasa?

X.P.- Ese es uno de los textos más cortos pero el más compartido. Y no sé lo que nos pasa pero hay mucha gente que  hace eso. Yo mando audios de diez segundos pero los que los mandan de diez minutos que parecen podcasts,... El tiempo que tardan entre que lo envían y lo vuelven a escuchar me resulta incomprensible.

M.G.- Yo peco de audios largos, pero es que siempre voy con prisas. Tardo menos en decir lo que sea con un audio que escribiendo. De todos modos, entiendo que el que recibe mis audios debe acabar muy harto de mí. 

X.P.- (Risas) Algunos duran tanto porque están llenos de dudas y reflexiones. En vez de pensar antes lo que queremos decir, nos llevamos diez minutos proponiendo cosas de las que dudamos, luego cambiamos de opinión, o dejamos frases en el aire. Y la otra persona se lleva diez minutos escuchando dudas y propuestas que al final no se hacen.

M.G.- Es verdad, tienes razón. 

Xacobe el libro está plagado de referencias literarias, mencionas títulos de series y películas. Si tus textos te definen, todas estas referencias también. ¿No te parece?

X.P.- Sí, totalmente. Creo que cada uno es como es por las canciones que ha escuchado, los libros que ha leído o las películas y series que ha visto. Incluso, también nos definen las personas que nos rodean. Todo nos define. Hay libros que nos hacen cambiar la percepción sobre algo y nos permiten actuar de otra manera. Así que sí, creo que todas esas referencias me definen o me definían en el momento de escribir el libro.

M.G.- Y algunas de esas referencias sorprenden porque dices que no soportas a Murakami, pero confiesas haber leído las memorias de Coto Matamoros y del libro de Chenoa. Eres muy valiente con estas afirmaciones.

X.P.- (Risas). Bueno también busco generar algún tipo de reacción en el lector. Sé que me paso un poco con el pobre Murakami. Pero esa es la típica frase que te comentaba antes, una de las que no he querido cambiar. La escribí muy poco después de leer el libro y estaba muy enfadado. Aunque le he querido dar un toque humorístico.

En cuanto a las memorias de Coto Matamoros me decepcionaron un montón. Es que, al trabajar en una librería, te llegan las cajas con los libros, empiezas a echar un ojito y, cuando te quieres dar cuenta, te has leído el libro entero.

M.G.- Y algo que me gusta mucho en tu libro es que, de ciertas referencias literarias haces casi una crítica, siempre muy interesante. Y otra cosa más que me gusta es que te mojas y entras a debatir sobre lo que es literatura y lo que no. 

X.P.- Me da rabia que critiquemos a los críticos por hacer diferencia entre la alta y baja literatura, dando por hecho que esos dos conceptos existen. Pero es que, los que comentamos libros por Internet, también caemos en eso. Terminamos pensando que nuestro criterio prevalece sobre el del resto, pero nuestra opinión no deja ser una más. Cada libro puede tener su público. Y cada uno debe decir lo que lee sin que eso suponga ponerle una etiqueta.

M.G.- El libro está plagado de anécdotas, de cosas que te ocurren en el día a día, en la librería. ¿Son todas reales o hay ficción?

X.P.- Todas son reales, aunque de algunas ya no me acuerde y me tenga que fiar de mí mismo. Pero es cierto que algunas situaciones tiendo a exagerarlas o a disparatarlas, para adornarlas y que resulten más divertidas. Si estoy contando alguna anécdota, y mientras la escribo se me ocurre algún giro que le de alguna gracia, me gusta incluirlo. De todos modos, creo que el lector entiende cuándo estoy bromeando y cuándo no. 

M.G.- Eres escritor de diario desde que tenías ocho años. Yo he visto alguno de esos diarios de tu infancia. Me gustaría saber qué sientes cuando lees lo que escribías de pequeño.

X.P.- Siento bastante sorpresa. Si hay cosas que escribí en 2018 que me dejan muy sorprendido, imagínate cuando leo las cosas que escribí de pequeño, en 1994 o 1995. Pero me gusta mucho leer esos diarios porque además me reconozco en esos textos. En las fotos no me suelo reconocer, pero en los diarios, sí. 

M.G.- Hay una frase final en el libro donde dices: "A mí lo del diario me está afectando en el día a día, lo confieso, me empieza a pesar". ¿Esto es así?

X.P.- Bueno, esa es una de las cosas en las que exagero un poco. No es que me pese realmente, o que lo pase mal escribiéndolo, pero a veces se me complica. Escribo el diario siguiendo un mecanismo un poco extraño. Voy cogiendo notas a lo largo de la semana sobre cosas que me pasan, que se me ocurren, que leo. Y luego, el sábado, el domingo o el lunes escribo algo utilizando todo ese material. Pero claro, hay semanas que llega el jueves y no tengo ni una sola nota tomada. Así que empiezo a fijarme en todo lo que me rodea, buscando algo que me pueda servir para el diario. Si mis amigos me cuentan una historia interesante, me pongo tenso, tratando de captar toda la información.

M.G.- Oye, ¿y te estás planteando escribir una novela?

X.P.- Como plan a largo plazo, sí. Pero para escribir una novela necesito obsesionarme con algún tema, un tema en el que me apetezca quedarme un tiempo. 

M.G.- Para cerrar, hay un momento en el libro en el que te preguntas en qué lugar de la biblioteca de los lectores terminará colocado tu libro. En mi caso, Mañana seré feliz va a estar entre Boris Pasternak y James Patterson. No sé si te parece un buen sitio.

X.P.- Pues no está nada mal. Es la primera vez que me dicen esto y me hace mucha ilusión. Me gusta, me gusta. Mis libros están ordenados por colores, lo que me ha traído mucho disgusto en las redes sociales, pero antes los tenía colocados por orden alfabético. Lo que pasa es que yo diferenciaba entre literatura traducida, y literatura en castellano y gallego. Pero si me colocas entre autores internacionales me parece genial.

M.G.- Pues nada, ahí te coloco para que te sientas bien arropado junto a Doctor Zhivago.

X.P.- A ver si me pega algo (Risas).

M.G.- (Risas) Xacobe no te robo más tiempo. Muchas gracias por atenderme y mucha suerte con tu primer libro.

X.P.- Muchas gracias a ti. Me ha gustado hablar contigo.


Sinopsis: Se cree que los diarios son algo muy íntimo que uno escribe para entenderse mejor, para desahogarse o quizá para capturar un reflejo del mundo que habitamos. Xacobe Pato lleva escribiendo sus diarios desde que tenía siete años. En el verano de 2018 decidió empezar a publicar algunos fragmentos en Instagram aun sin saber muy bien si habría alguien al otro lado. La respuesta de los lectores fue tan inesperada como extraordinaria.

Seré feliz mañana es ese diario o, al menos, tiene la forma de un diario, pero en realidad es un conjunto de destellos, un delicado homenaje a las pequeñas cosas. Una oda a la cotidianidad que entraña el íntimo deseo de retener lo que se marcha, la voluntad de encontrar la alegría, la ironía y la belleza en lo común. Es, en fin, un recordatorio de que la felicidad no hay que dejarla para otro día, que la felicidad es aquí y ahora.

«Escribir un diario tiene sus cosas. Hay personas que se enfadan si no las saco. Alguien pasa un rato conmigo durante la semana y el domingo viene al diario solo para ver si sale lo suyo. Y entonces me pide cuentas, como si fueran actores que yo hubiera contratado para un día de rodaje y al ver la película descubrieran que he suprimido su escena. Escribir un diario tiene algo de rodar, editar y montar tu propia vida y hasta los extras van de estrellitas.»


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