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CONFINADOS. HISTORIAS DE UNA PANDEMIA QUE PARALIZÓ EL MUNDO de Jordi Évole

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Editorial:  Planeta
Fecha publicación: Septiembre, 2020
Precio: 17,90 €
Género:  Actualidad
Nº Páginas: 288
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788408232445
Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]


Autor

Jordi Évole (Cornellà de Llobregat, 1974) es periodista y actual director del programa Lo de Évole (La Sexta), de Producciones del Barrio. Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona. Pasó por los informativos de la Cadena SER y Viladecans Televisió. En el año 2000 entró como guionista de La cosa nostra (TV3) y en los años siguientes desarrolló su carrera en Una altra cosa (TV3) y Buenafuente (Antena 3), donde se dio a conocer popularmente con el personaje del Follonero. En 2008 estrenó su propio programa, que desde un estilo gamberro e irreverente evolucionó hacia un formato más serio e informativo. El resultado es Salvados (La Sexta), un programa de reportajes de actualidad con contenidos de crítica social que adquirió gran trascendencia y que ha dirigido durante once años. Ha obtenido cuatro premios Onda de Televisión, el último en 2019 por sus entrevistas exclusivas a Nicolás Maduro y al papa Francisco.

Sinopsis

Sacudidos por la pandemia, encerrados en casa, asustados, Évole y los suyos encontraron en marzo la forma de seguir adelante. ¿Por qué no hacer entrevistas desde el confinamiento? A través de una webcam y desde la cocina de Évole, vimos a gente de toda condición hablar no solo del confinamiento, sino también de política, del miedo, de valores, de la enfermedad, de sus sueños… En definitiva, de la vida.

Este es el libro de ese programa, pero también de todo lo que el espectador no vio: el papa que no quiso mostrar lujo ni riqueza, Joaquín Sabina renunciando a fumar, la sabiduría del socarrón presidente Pepe Mújica, el sentir de Rosalía, el pesar de Rosa María Sardá, el recuerdo de Emilio Aragón a su padre, la nostalgia de Ricardo Darín, la angustia de Baltazar Garzón... Y la intensa emoción de los sanitarios, que no olvidarán lo ocurrido jamás. Ana, la cuidadora de ancianos; Belén, la doctora del Gregorio Marañón; Jorge, el ginecólogo valenciano; Paula, la residente novata en la trinchera sanitaria de Santander... Y Oti, la camionera, y Seydou, el senegalés. Todos tratados con dignidad. Todos importantes.

Confinados no es un libro entrevistas, es un viaje al interior de la pandemia, un acercamiento al corazón de una sociedad herida, conmocionada y, a pesar de todo, esperanzada. Con un simple ordenador, en una sencilla cocina, sin miedo al compromiso, sin temor a las preguntas peliagudas. A la manera de Lo de Évole.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Nos acercamos cada vez más a los valores de marzo y abril. A ese escenario dantesco, donde las cifras nos golpeaban cada día con la contundencia de un buen mazazo. Y todavía hoy, a 30 de octubre, me sigo encontrando a personas irresponsables por la calle, que sacan lo peor de mí. A esa señora enfundada en ropa de deporte, que camina deprisa pero con la mascarilla en la mano, cruzándose con otros viandantes. Parece que aún no se enteró que los deportistas también están obligados a usar mascarilla cuando hay gente a su alrededor.  O a ese otro caballero, que desafiando a la vida y a la muerte, camina con parsimonia como si viviera en otro planeta. Lo contemplo de arriba a abajo. Ni rastro de su mascarilla. ¿No íbamos a convertirnos en mejores personas? Me obligo a morderme la lengua, a no hacerme más sangre, porque no se puede vivir con esta rabia y este miedo, que tengo dentro todo el día. 

Lo  que estamos viviendo no lo olvidaremos jamás, así pasen cien años. Me hace daño ver noticias, asomarme a los informativos y contemplar como los datos siguen siendo espeluznantes. Nos hemos acostumbrado a vivir con los malos infortunios, con los negros presagios. ¿Nos estamos también deshumanizando? Pero a pesar del dolor, sigo interesada en todo lo que acontece entorno a mí, en las muestras de apoyo, en la fortaleza que demuestran algunos, en los testimonios que valen oro. Por eso, cuando supe de este libro, quise leerlo.

El  periodista Jordi Évole recopila enConfinados. Historias de una pandemia que paralizó el mundo buena parte de los testimonios que vieron la luz durante seis programas especiales, emitidos en La Sexta, dentro de su programa Lo de Évole. Confieso que no vi aquellos especiales. En realidad no vi ni veo nada, pues apenas consumo televisión. La lectura y la necesidad de acostarme temprano para madrugar al día siguiente, me alejan de una programación televisiva de la que salvo un porcentaje muy pequeño. No obstante, siempre me han llamado la atención los espacios de Jordi Évole. No sé, me parece un periodista que no se traiciona. 

Confinados narra cómo, a partir de la declaración del Estado de Alarma, Évole y su gente idearon un formato televisivo diferente. A través de la recreación de mensajes en el grupo de Whatsapp del equipo conoceremos de qué manera se forjaron los seis especiales que fueron emitidos desde el 22 de marzo al 26 de abril. Cuenta el periodista que su chip cambió el día 12 de marzo. A mí me pasó igual. Recuerdo que aquel día el ilustrador francés Benjamin Lacombe visitaba Sevilla, para una firma de libros. La cita era en una librería del centro. Llegué al lugar una hora antes de que comenzara la firma y ya había más de cincuenta personas haciendo cola. No sé por qué me asusté. Pensé que éramos muchos los allí congregados, unos detrás de otro. Por entonces nadie guardaba distanciamiento social ni llevaba mascarilla. Lo medité durante unos segundos y me marché de allí, siendo consciente, por primera vez, de que mi cuerpo y mi mente me alertaba. Tenía que irme. 

Desde el hogar del periodista, y pertrechados con las tecnologías necesarias, Évole mantuvo durante semanas encuentros digitales con diversas personas, conocidas y anónimas. Habló con Luis Enjuanes, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, un hombre que ya vaticinó en 2015 que podría ocurrir algo así, y quien lanzó un mensaje esperanzador: «...creo que el virus que circule dentro de tres meses será mucho más benigno que el que está circulando ahora». Sería bueno preguntarle hoy si sigue pensando lo mismo. También conversó con Juan José Millás, que acertó en la tecla al afirmar que, hasta ahora, no hemos sido conscientes de que la normalidad es un invento portentoso. O con Pepe Mújica, ex presidente de Uruguay, que llegó a decir que por primera vez, los pueblos del mundo se unían. Incluso consiguió entrevistar por segunda vez al Papa. Me divirtió leer cómo se orquestó la primera entrevista que Évole le hizo al pontífice, y también me resultó curioso el cambio de género que sufrió la película Contagio, en la web IMDB. Una anécdota que compartió Juan Antonio Bayona.

Pero, admito que he disfrutado mucho más de las conexiones con personas anónimas, porque las he sentido más cerca de mí. Aunque la palabra disfrutar debería de escribirla entre comillas. Hay capítulos y pasajes que me han dejado hecha polvo. Por ejemplo, esa conversación con un cura, relatando cómo eran los entierros y de qué manera reaccionaban las familias. Sentí que me desgarraba por dentro. O la charla con una camionera, que no podía hacer una parada para tomarse un café porque todo estaba cerrado, mientras trataba de llevar mercancía a los establecimientos y evitar así que el país quedara desabastecido. O también la conversación con ese profesor que nos acercó a las dificultades de las familias y a un sistema educativo que no estaba preparado para impartir clases a distancia. Aún así, tanto la camionera como el profesor, y como otros tantísimos profesionales, consiguieron unos logros increíbles. Esta pandemia ha desvelado tantas cosas. Ha dejado de manifiesto las profesiones más vulnerables y las más necesarias, las precarias condiciones laborales de algunos sectores y la debilidad de los salarios. De todo esto se habla en este libro.  Incluso el propio Évole comparte con los lectores un momento especial y delicado, el fallecimiento de su tía Celia. «La paradoja es que ella, que nos juntaba a todos, se ha ido sola» (La Vanguardia, 10 de abril de 2020).

He sentido que algunos testimonios me ponían un nudo en la garganta pero ¡qué coño!, merecen ser leídos.  Para mí, la entrevista más bonita fue la de Consol Noguera, una mujer de sesenta y tres años, ingresada en el hospital Sagrat Cor de Barcelona. Lo había pasado realmente mal y ahora, celebraba con júbilo la simpleza de poder levantarse de la cama para ir al baño. O la charla que el periodista mantuvo con Ana, una chica que trabajaba en una residencia de ancianos. Y también se habló de esas mujeres que se veían obligadas a vivir confinadas con sus maltratadores.¿Alguien pensó en ellas mientras estuvimos encerrados en casa? Porque, sinceramente, a mí ni me pasó por la cabeza hasta que no he leído este libro. Y, ¡ay, esa abuela de 95 años! Toda una vida limpiando casas, sola como la una, para vivir un horror como este a su edad. Y sin embargo, que lucidez de pensamiento, qué bella forma de ser. Gente anónima, gente como tú y como yo, que pueden ser nuestros abuelos, padres, hijos, vecinos o amigos. Ellos son los que más me han impactado en este libro. Eso sí, a Joaquín Sabina le tengo que aplaudir estas palabras: 

«A mí me duele mucho la incertidumbre de la gente más desasistida, a los que ni siquiera la familia puede enterrar con un cierto rito de amor. Me para que los sanitarios lo están haciendo increíblemente bien y, aparte del aplauso de las ocho de la tarde, que lo hago cuando puedo, no sabe uno cómo agradecerles tanto. Y me duele muchísimo que la parte que peor lo está pasando sean las personas mayores, los ancianos de los centros geriátricos, porque esos fueron los que salvaron a muchísimas familias de la crisis económica anterior, cuidando de los niños o dándoles la pensión para que comieran, y ahora esta cabrona crisis se está cebando con ellos de una manera insoportable». [pág. 219]

Lo interesante de este libro no son solo los testimonios de los entrevistados. A esa información puedes acceder a través de la web de la cadena y visionar los programas que están subidos. Después de leer este libro, he visto cuatro de los seis especiales y, aunque me gustaron, prefiero el libro. Porque además de los testimonios, el libro nos permite acceder a las reflexiones del periodista, a lo que él pensaba cuando escuchaba a tal o a cual entrevistado decir esto o aquello. No sé, creo que el libro ofrece algo más que los programas de televisión. Eso sí, hubiera estado bien que el volumen se vendiera con un Dvd, conteniendo los seis programas. En cualquier caso, puedes hacer como yo, verlos antes o después de la lectura. Incluso, mientras tanto.

Con un apéndice final en el que se recogen todas las películas y canciones que se mencionaron o sonaron en los programas, Confinados. Historias de una pandemia que paralizó el mundo me parece un libro precioso y necesario. Siempre digo que para ser verdaderamente consciente de quién eres, de lo que eres, de lo que tienes,... debes escuchar a los demás. Nos miramos demasiado el ombligo y no nos paramos a pensar en el resto de la humanidad. Así somos de egoístas. Este libro es un barómetro, una vara de medir, que nos muestra cómo vivieron algunas personas, durante aquellos meses, cómo se enfrentaron a estas circunstancias insólitas. Este libro me ha emocionado, me ha hecho pensar y, alguna vez, hasta sonreír, pues cuenta con algunos pasajes que tienen su punto de humor. Tan solo hay una cosa con la que no estoy nada de acuerdo, con la idea de que la nueva normalidad es la vieja normalidad pero con mascarilla. No. La nueva normalidad se parece muy poco a la vieja normalidad. Cada vez menos. 

Decía al principio de esta reseña que nos estamos acercando cada vez más a los valores de marzo y abril. Ojalá Jordi Évole no tenga que preparar seis especiales más.

Como cierre, os dejo estas bonitas palabras de Juan José Millás: 

«Suelo leer entre tres o cuatro horas diarias. Y muchas veces, a mitad de la lectura, me paro y digo: si yo no fuera lector, ¿qué estaría haciendo? Siempre digo que ser un lector es un chollo y una ventaja respecto a quien no lo es. No solamente por el tiempo que ocupas, sino por los mundos a los que viajas. Ser lector te ofrece una ventaja de un calibre brutal, porque te ayuda a poner distancia y a observar la vida con perspectiva». [pág. 242 - 243]


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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