Nacionalidad: España
Director: David Ilundain
Reparto: David Verdaguer, Patricia López Arnaiz, Clara Segura, Ana Labordeta, Betsy Túrnez, Jorge Pobes, Valèria Endrino
Género: Drama
Sinopsis: Un profesor interino asume la tarea de ser tutor de una clase de sexto de primaria en un pueblo completamente desconocido para él. Cuando descubre que tiene que reintegrar a un alumno enfermo en el aula, se encuentra con un problema inesperado: casi ninguno de sus compañeros quiere que vuelva a clase.
Vuelvo a fijarme en una película de las nominadas para los Goya de este año. Uno para todos, del director David Ilundain, recibió diecisiete candidaturas aunque, al final, solo opta a la categoría de Mejor Protagonista Masculino, por el trabajo de David Verdaguer (Hogar, Lo dejo cuando quiera, o Verano 1993).
Aleix (David Verdaguer) es un joven profesor interino de primaria, al que han destinado a un pequeño pueblo de Zaragoza para realizar una sustitución. El joven llega con la ilusión de hacer un buen trabajo, y ganarse a los chicos. Pero pronto descubre que su alumnado oculta ciertos problemas. Al pasar lista advierte que falta un chaval. Carlos Esteban está enfermo. Durante el curso anterior se le detectó un linfoma y, durante todo el tratamiento, ha estado recibiendo clases a través de Ana, la profesora domiciliaria. Por lo que Aleix averigua, Carlos no es un compañero querido por su alumnado. El único que muestra algo de interés por el chico, y se preocupa por él, es Víctor, pero al resto le importa muy poco que Carlos se cure o no, y prefieren que siga en su casa y no acuda al colegio.¿Por qué? ¿Qué les ocurre con él? Aleix terminará averiguando qué clase de persona es Carlos y qué razones se esconden ante la actitud de sus alumnos. Como docente, su misión será esclarecer los hechos, resolver los conflictos y conseguir que los alumnos resuelvan sus dificultades, con el objeto de que las aguas vuelvan a su cauce. Para ello, buscará un nexo común, algo que acerque posturas, y cierre heridas.
La trama de Uno para todos ahonda en dos cuestiones fundamentales. Por un lado la enfermedad vista desde el ángulo de los pre-adolescentes. ¿Cómo se enfrenta un chaval a su enfermedad? ¿Cómo gestiona su entorno la tensión que produce una situación de gravedad? Por otro, el bullying, esa lacra social que ha existido desde siempre, pero a la que ahora le ponemos nombre.
Pero Carlos no será el único foco de atención sobre el que se centra el guion. Su problemática va a ocupar una primera mitad de la película, y en ella, tanto Aleix como los espectadores descubrirán qué tipo de chaval es este joven, qué era antes de su enfermedad y qué es ahora. Una vez que Aleix consigue encauzar y resolver este conflicto, la atención se traslada hacia Selua, una alumna marroquí, bastante introvertida. No parece tener problemas con el resto de sus compañeros. Tampoco se ahonda mucho en los encontronazos que haya podido tener con Carlos. Sin embargo, hay algo que la atormenta, algo que no la deja vivir, y en ello también tendrá que sumergirse Aleix, para sacar a su alumna del pozo en el que se encuentra. En realidad, no se puede hablar de dos hilos diferenciados porque ambos están conectados entre sí, pero el dilema moral al que se enfrenta Selua será otro de las cuestiones a las que Aleix tendrá que poner remedio. Y aquí, debo admitir que la parte de Carlos me ha parecido mucho más interesante que la de Selua. En cualquier caso, tanto un hilo como otro, se solucionará a base de diálogo, y de inculcar a los niños una de las lecciones más importantes que podemos recibir a cualquier edad, el respeto hacia los demás.
En cuanto a los personajes, Aleix es ese profesor joven, con vocación e interés en los chavales. No es ese docente que llega a clase, suelta la chapa y se desentiende de todo. Creo que esa imagen está mucho más ligada a antiguas generaciones de profesores. Ahora se apuesta mucho más por el diálogo, por la implicación, por la relación profesor-alumno. Aleix se interesa por lo que le ocurre a sus alumnos, trata de conectar con ellos, los ayuda a gestionar sus problemas, a analizarlos, a auto-analizarse. Para mí, esa es la parte más interesante de esta historia, ese afán del profesor por plantar en sus alumnos la semilla de los valores, por ayudarlos a desarrollar el trabajo en equipo, la cooperación y, como dije antes, el respeto.
Pero Aleix también tiene problemas personales sin resolver. Llegó a aquel colegio de Zaragoza con un lastre a rastras. Algo ocurrió en su familia que lo ha alejado completamente de los suyos. La incursión en la problemática de sus alumnos, le ayudará a ver su propio problema desde otra perspectiva.
En cuanto a Carlos, es el típico chico bravucón y que se puede encontrar en cualquier colegio. Antes de la aparición de la enfermedad, se sentía seguro e inmune, pero el mal hizo acto de presencia y perdió toda su posición de poder. Ahora, con las secuelas de la quimioterapia a la vista, se siente débil y vulnerable. Abandonado por su padre, y con una madre que tiene mucho más miedo que el hijo, Carlos regresará a un aula donde sabe que no le van a recibir con los brazos abiertos. Así que le tocará replegar velas, asumir sus errores y enfrentarse a las consecuencias de sus actos.
La relación entre Aleix y Carlos es de honestidad. El hecho de que el alumno tan solo tenga once años y esté enfermo, no supone ningún obstáculo para Aleix a la hora de colocarle la verdad ante los ojos. Esa actitud del profesor es digna de alabar. Al joven no hay que tratarlo con lisonjas, ni ocultarle el daño que ha hecho. Solo con la verdad, la dura verdad, logrará comprender qué tipo de persona era antes. Las evidencias están ahí y el chaval entenderá que lo que uno siembra, lo recogerá más tarde. Esa es la única forma de aprender.
Con respecto a las interpretaciones, David Verdager, en el papel de Aleix, no me ha dicho gran cosa. En cualquier caso, a mi juicio se mantiene a un nivel aceptable la mayor parte del metraje hasta que, en la escena final, asistiremos a un derrumbe que me ha resultado del todo inverosímil. Otra cosa muy distinta son los chicos, que me han parecido todos fabulosos. Actúan como lo que son, jóvenes de once años que construyen un mundo dentro del centro escolar, con sus luces y sombras. Me gusta mucho el papel de Verónica, interpretado por Andrea Andrés. Es una chica fuerte, actual, algo guerrera, que dice lo que piensa y que las da, donde las toman.
Del argumento de Uno para todos me quedan asuntos por resolver. Por un lado, no se explota la problemática personal de Aleix con su familia. Algo ocurrió cuando el padre del profesor murió, pero no se ahonda en esa cuestión. ¿Por qué motivo Aleix no se habla con su madre ni con sus hermanos? ¿Qué relación tiene la muerte del padre con todo eso? Del mismo modo, entre el joven y Ana, la profesora domiciliaria, se forja una relación de amistad con visos a algo más. Ella es una madre divorciada con tres hijos y, desde el primer momento, se intuye que hay química entre ellos. Creo que es una relación que podía haber dado más de sí.
Para ir finalizando y, como dato curioso, os diré que la acción se inicia en septiembre de 2019 y avanzará hasta junio de 2020. En Uno para todos, el coronavirus no tiene cabida, y los alumnos acuden a clase, ajenos al azote de la realidad al otro lado de la pantalla. ¿Quién le iba a decir al director, guionista y reparto que íbamos a estar esos meses encerrados en casa?
En definitiva, con un tono dramático, Uno para todos me ha parecido una película tierna, entrañable y dulce. Aborda unos temas interesantes, bien llevados, y ofrece una imagen de la docencia muy a tener en cuenta, con esa figura del profesor que ocupa un lugar importante en la educación y desarrollo de un niño, no ya como alumno, sino como persona. Aun así, para mí no ha sido de esas películas que deja un recuerdo perdurable en mi memoria, y tampoco me ha despertado profundas emociones. Se deja ver. Poco más.