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LETICIA SIERRA: ❝Esta novela es una reflexión sobre los límites de la moral❞

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Cada vez me sorprende más encontrar a escritores debutantes que son tan veteranos. Me explico. Enfrentarse a una novela, sea del género que sea, no es fácil. Hasta ahí todos de acuerdo. Pero el thriller, el género policíaco y la novela negra conlleva la dificultad de hilar tan fino que, un pequeño tropiezo, puede dar al traste con toda una buena trama y, lo que es más, un montón de meses o años de trabajo. No es lo que ocurre con Animal, una novela que me ha parecido sin fisuras, limpia, sin mácula. Desconozco si Leticia Sierra, periodista asturiana que firma esta historia, es lectora habitual del género. Si no es así, sorprende mucho más que sea tan habilidosa a la hora de manejar las herramientas y los recursos de un género que obliga a tener siete ojos, para no caer en los errores más comunes. Y sorprende también su motivación frente a esta novela. 

Hablamos con la autora hace unos días. No pierdas detalle.

© Ekron fotógrafos_BN
Marisa G.- Leticia, primera novela. ¿Cuándo nacen estas ganas de ponerte a escribir?

Leticia S.- He escrito desde pequeña y luego, pues todos esos años que he ejercido de periodista. 

Pero Animal ha visto la luz porque me sucedió algo que me indignó tanto, que sentí unas irrefrenables ganas de matar a una persona. Era algo que no podía controlar. Pero claro, he referido volcar esa rabia y esas ganas de matar en el papel. La idea llevaba rondándome hace años, pero no hacía más que poner pegas, que si el tiempo, que si no tenía ordenador,... Un día vino mi marido con un ordenador, un notebook, y me dijo que ya no tenía excusa posible, que me sentara a escribir. Y así lo hice.

M.G.- Y con el deseo que sentías de matar a alguien no te podía salir otra cosa que un thriller.

L.S.- Sí, tenía que desahogar toda esa rabia que tenía dentro y volcarla sobre una historia que reflejara el animal que yo llevaba dentro. Ese animal tenía que salir por algún sitio.

M.G.- En esta novela, el lector va a encontrarse con una serie de asesinatos muy específicos. Para los que no hayan leído la novela, ¿qué dirías que vamos a encontrar en estas páginas?

L.S.- Tomando como punto de partida el asesinato de un vecino, aparentemente respetable, en una localidad asturiana muy tranquila y pequeña, el lector se va a encontrar con una historia en la que dos personas -Castro, un inspector de policía y Olivia, una periodista de un diario regional- inician dos líneas de investigación paralelas y muy diferentes. La línea que protagoniza el policía es muy rígida, muy encorsetada por el procedimiento policial. Mientras que la línea que lleva la periodista es mucho más libre. Ella hace lo que quiere, cuándo y dónde quiere. Actuará independientemente de lo que diga la directiva de su periódico, o de las amenazas por parte de la juez de instrucción. Estas dos líneas de investigación confluyen en un momento de la novela, y es lo que ayuda a la resolución del caso. 

Durante todo el desarrollo de la novela, el lector va a aprender dónde están los límites de la moral, esa línea divisoria que separa al ser humano de convertirse en una bestia. Esta novela es una reflexión sobre los límites de la moral, hasta dónde podemos llegar y qué fácil es traspasar esa línea tan frágil, tras la cual dejamos de ser personas para convertirnos en animales. 

M.G.- De ahí el título. Todos guardamos un animal dentro.

L.S.- Exactamente. Todos llevamos un animal dentro y, dependiendo de las circunstancias de cada uno, es muy fácil que ese animal se despierte y domine a la parte humana.

M.G.- Leticia, la novela ahonda en temas bastante dolorosos, como la prostitución, el abuso a menores, la pornografía infantil,... Haces un repaso por lo más terrible del ser humano.

L.S.- Sí, pero también son situaciones que se dan en el día a día. Los delitos financieros se producen con frecuencia, al igual que los delitos de pornografía infantil o pederastia. En algunas escenas temía miedo de pasarme, de plantear situaciones demasiado duras pero, el subinspector que me ayudó a documentar la novela, me llegó a decir que la realidad supera la ficción. Me insistía en que eran situaciones que se daban a diario y muchísimo más bestias.

Ahondo en aspectos muy negros y muy animales de la condición humana, con personajes que disfrutan con ciertos comportamientos, lo que resulta mucho peor.

M.G.- La protagonista es Olivia Marassa, una periodista como tú. Imagino que al personaje le habrás prestado mucho de ti, de tu manera de encarar el periodismo. Habrás tirado de tu experiencia.

L.S.- Sí, hay bastante de mí en el personaje de Olivia. De hecho, para crearlo me apoyé en mi experiencia como reportera de municipios, lo que aquí en Asturias llamamos periodista de caleya, periodista de calleja, la que trabaja fuera de una redacción central, que se pasa el día en la calle, buscando la noticia, y que lo mismo habla de una asociación de vecinos, que escribe sobre un pleno municipal. Ese tipo de periodismo. Así que sí, pongo mi experiencia de años al servicio del personaje Olivia Marassa.







M.G.- Has comentado las dos líneas de investigación, la que lleva a cabo la policía y la de Olivia. He percibido que la investigación que desarrolla Olivia avanza mucho más rápido que la de la policía. ¿Esto suele ser habitual?

L.S.- No. Lo normal es que la policía llegue antes. El periodista suele ir a rebufo, además no cuenta con los medios de los que dispone la policía, como es una unidad científica. Pero, a veces, hay periodistas aguilillas que publican novedades que no están confirmadas, aunque claro también tienen sus fuentes y, en el caso de Olivia, su fuente es otro policía.

M.G.- La relación policía-prensa suele ser de amor y odio. No se soportan pero, al mismo tiempo, se necesitan.

L.S.- A ver, el periodismo es un gremio que no suele gustar mucho en el ámbito policial, porque obstaculizan más que ayudan. Pero también hay casos en los que la policía utiliza a la prensa para desarrollar la investigación con más libertad. Por ejemplo, cuando ocurrió lo de Gabriel Ruiz en Almería, la Guardia Civil utilizó a los periodistas, sin que estos fueran conscientes de que estaban siendo utilizados, para desviar la atención de la presunta asesina del niño. Comprobaron que los periodistas ejercían tanta presión sobre ella que no había manera de pillarla en un renuncio. Ella se sentía siempre muy vigilada, y con los periodistas en el cogote. Así que, a veces hay una relación simbiótica pero, por lo general, el periodista está bastante denostado dentro de los cuerpos de seguridad. No sé por qué... (Risas)

M.G.- Pues yo tampoco sé (Risas). Agustín Castro es el inspector de Homicidos de tu novela. Es muy hombre muy solitario, muy entregado a su trabajo, y con muy poca vida social, aunque sí que hay por ahí una incipiente relación sentimental. Háblame un poco más de él.

L.S.- Sí, Castro es una persona muy solitaria, muy introvertida. Le cuesta abrirse a los demás, incluso con Jorge Gutiérrez, un compañero de años, al que considera más que un amigo. Aunque es una persona a la que todo el mundo puede contar sus problemas, Castro no cuenta nada de él a los demás. Se cierra, máxime ante una persona del sexo contrario, que le gusta. Tiene miedo a sufrir, a que esa persona le haga daño, así que lo fácil es cerrarse como una concha porque así, no hay posibilidad de pasarlo mal. Por eso es tan solitario.

M.G.- Hay muchos más personajes en la novela, algunos son muy oscuros, muy negros. ¿Te ha costado trabajo perfilar esos personajes tan animales, haciendo alusión al título de la novela?

L.S.- No. Fíjate me resultó mucho más difícil perfilar personajes blancos. Los que llevan un animal dentro, los que son más negros, y más despreciables o amorales, no me ha costado nada. Me resulta mucho más difícil dibujar un personaje bueno y honesto. 

M.G.- Leticia, lo complicado en los thrillers es que el lector no descubra al asesino demasiado pronto. ¿Cómo has trabajado esa parte?

L.S.- Con las mismas herramientas que Olivia usa para descubrir al asesino. Me ayudé de una cartulina blanca y post-it. Quise que el lector tuviera todas las pistas, que tuviera tanta información como la escritora. Pero hacer eso es complicado y peligroso. Tienes que andar con una escaleta muy bien diseñada, milimétricamente diseñada, porque puedes meter la pata. Puedes duplicar pistas, dejar flecos sueltos o huecos vacíos. Al final de la novela, me costó mucho controlarlo todo, cuando los datos confluyen, cuando el lector comienza a atar cabos. Hay que hilar muy fino y me ayudé de una estructura para no perderme. E incluso así, con todo bien atado, se me escapó una pista que dejé en el aire. Fue un error que no vi hasta la tercera revisión, y sabía que un lector habitual de novela negra, lo iba a detectar enseguida. Arreglar aquel fallo me obligó a cambiar sustancialmente un par de capítulos.

M.G.- Lo dices en Agradecimientos. Has tenido que recurrir a mucha gente para que te echara una mano en diversas materias como farmacología, delitos financieros, concursos de acreedores, protocolo policial,...

L.S.- Me han ayudado mucho. Por suerte, tengo alrededor amigos y conocidos que me han echado una mano. Tengo amigos en el  Cuerpo Nacional de Policía, en Seguridad Ciudadana y Delitos Tecnológicos. También tengo una hermana médico que me ha ayudado con las cuestiones forenses. Así como, para otro proyecto en el que estoy inmersa, he tenido que picar puertas de fuera de mi entorno, aquí he tenido la suerte de contar con mucha gente que ha colaborado y me ha orientado

M.G.- Naciste en Pola de Siero y resides en Noreña, que son los escenarios en los que se ubica la novela. ¿Las descripciones que haces de esos entornos son reales?

L.S.- Sí, totalmente. El puticlub ya no existe pero existió. Se llamaba El Olivo, aunque en la novela le he puesto el nombre de La Parada. Todo lo demás existe tal y como lo describo, como la urbanización en la que vive uno de los protagonistas, el polígono industrial La Barrera, el parque de la Pola, con su fuente o los bares donde desayunan Olivia con el fotógrafo de prensa.

M.G.- Has comentado que estás con otro trabajo. Olivia Marassa es un personaje que podría dar pie a convertirse en saga. No sé si lo has pensado.

L.S.- Hay que darle recorrido a Animal. Mi intención, y ojalá pueda ser así, es sacar una segunda parte con Olivia y Castro, embarcados en un caso diferente. La idea es que puedas leer el segundo, sin necesidad de tener que leer el primero.

M.G.- Pues yo estaré esperando esa segunda parte, porque he disfrutado muchísimo de Animal. Me ha gustado mucho esta novela.

L.S.- Me alegro mucho. Muchas gracias.

M.G.- Espero poder hablar contigo dentro de muy poco.

L.S.- Ya se verá. Gracias.

Sinopsis: Hay un animal salvaje dormido en nuestro interior. ¿Qué ocurre cuando despierta?

El hallazgo de un cadáver conmociona a los habitantes de una tranquila región rural en Asturias. Se trata de un hombre asesinado con una crueldad extrema, encontrado a pocos metros del prostíbulo local. Aunque era un vecino conocido y respetado, todo parece apuntar a una venganza.

Olivia Marassa es una joven y ambiciosa reportera que trabaja para el periódico de la región y ve en este caso la oportunidad de conseguir una gran exclusiva. Todas las televisiones y los grandes diarios quieren dar cobertura al crimen, pero ella juega con una ventaja: conoce el terreno mejor que nadie.


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