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VIVIR DE ALQUILER de Markel Hernández Pérez

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Editorial: Algaida
LV Premios Literarios Kutxa
Ciudad de San Sebastián
Fecha publicación: noviembre, 2020
Precio: 12,00 €
Género: Teatro
Nº Páginas: 72
Encuadernación: Tapa blanda y sobre cubierta
ISBN: 9788491893851


Autor

Markel Hernández Pérez nació en Arrigorriaga, Bizkaia (1997) y es graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y máster de Estudios Literarios y Teatrales por la Universidad de Granada. Ha colaborado con diversos grupos de teatro en Bilbao, Salamanca y Granada, y en las tres ciudades ha podido estrenar varios de sus textos dramáticos de pequeño formato: La noche de los sueños imposibles dentro del montaje colectivo Sur un fil sur elle (ESM Teatro, 2015), Las voces pervertidas (Salamanca, 2019) y Como si fuera una obra de teatro (Granada, 2020). Entre sus obras destacan los relatos El barco de la vida (3º premio en el II Concurso Búcaro de poesía y cuento, 2013), El poeta y su pluma (mención de honor en el Certamen Jóvenes Creadores de la Ciudad de Salamanca, 2015) y la pieza dramática Tabú: las cosas que nunca dijimos (III Premio de Microteatro de La Malhablada, 2017). Ha participado en las antologías de poesía O Sol é secreto, poetas celebram Eugénio de Andrade (Casa da poesía Eugénio de Andrade, 2018), la de joven poesía vasca Izotzetan islatuak (Liberoamerika Euskal Herria, 2020) y en las antologías online Poesía Gen Z (Playground Books), Así creció mi templo: selección de textos LGBTI+ (Liberoamérica) y en la revista Caligrama (2020). Escribe, desde su fundación, para la revista Apostasía.

Sinopsis

SERGIO: ¿Estás bien, mamá? Saldremos de esta. Dentro de poco me pagarán. ¿Mamá? JUANI: He pasado la mayor parte de mi vida en esta casa y ahora quieren echarme de ella, quieren dejarla vacía como si nunca la hubiera habitado. SERGIO: No tardarán en llegar a nuestra puerta. JUANI: En esta casa he hecho el amor con mi marido, he visto crecer a mi hijo y a mi hija, hacerse grandes, he visto a mi nieta dando sus primeros pasos por estos pasillos. En esta casa he llorado todas las veces que me he sentido triste, he reído, he sido la persona más feliz del mundo y la más desgraciada. Van a vaciarme de ella y dejarla como una cáscara de nuez. LV PREMIOS LITERARIOS KUTXA CIUDAD DE SAN SEBASTIÁN (MODALIDAD TEATRO EN CASTELLANO)

[Información tomada directamente del ejemplar]



La Fundación Kutxa, en su labor de promoción de la cultura, y más concretamente de la literatura, lleva organizando los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián (modalidades: cuento y teatro) desde 1966, aunque los dedicados al teatro empezaron a otorgarse en 1990. En su última edición, la que hace la número 55, el jurado acordó conceder los siguientes premios: 

Teatro en euskera. Herri hura de Maialen Díaz Urriza

- Teatro en castellano. Vivir de alquiler. Markel Hernández Pérez

- Cuento en castellano. Quince llamadas perdidas de Rubén Fernández Abella

- Cuento en euskara. Zoriontsuak izatea aukeratu genuen de Mikel Ayllon Corral

Las obras en castellano han sido editadas por Algaida.Quince llamadas perdidas de Rubén Fernández Abella cuenta con una sinopsis peculiar, y será una de mis próximas lecturas. Pero ayer mismo releí Vivir de alquiler de Markel Hernández Pérez. Y digo releí porque mi primera aproximación a esta obra breve (no llega ni a setenta páginas) fue a principios de enero. La lectura me llevó menos de una tarde, pero me dejó algo desubicada. No estamos ante una obra de teatro al uso. Al menos, yo no la veo así. Pocos personajes, una trama que abarca muchas cuestiones y una estructura en capítulos-actos, que entremezcla la realidad con las ensoñaciones. Admito que algunos pasajes me dejaron desconcertada, como si no fuera capaz de extraer el significado de lo que allí se contaba. A veces me ocurre. Generalmente con los relatos. Y cuando algo así me sucede, acostumbro a dejar reposar la obra tras una primera lectura, para volver a ella tiempo después. La perspectiva cambia por completo, y el segundo acercamiento ha resultado mucho más productivo.

Vivir de alquiler cuenta la historia de Juani, una mujer de cincuenta y siete años. Es ama de casa y están a punto de desahuciarla. Las primeras líneas sirven como presentación. Nos habla de cómo llegó a Badajoz, cuando tenía solo doce años; de aquel novio al que conoció siendo tan joven y con el que después se casó; de la luna de miel en Canarias; de la adquisición de una vivienda en un barrio obrero; del sueño de los hijos, con la llegada de Sergio, primero, y de Sara, después; del primogénito que se casa, tiene una hija y luego se divorcia; del marido que pierde el empleo; de la ruina; de las deudas; del banco.

A Sergio también se lo come la ruina. Sin trabajo, o con ocupaciones muy precarias y mal pagadas, se ve obligado a regresar a casa de los padres. Pero allí el ambiente está enrarecido. Hay tensión y, sobre todo, mucho silencio. Los ánimos se crispan, los desahogos solo funcionan a base de gritos o golpes, que terminan por conducir a la violencia


Juani es un personaje sencillo, una mujer con una vida que se reduce a la mínima expresión: hogar-familia, familia-hogar. Es una mujer de su casa, sin apenas experiencia más allá de la que le ha proporcionado las muchas horas metida en la cocina. Se casó siendo muy joven. ¿Enamorada? Ella nos lo contará en su momento. Y desde entonces, lo único que ha hecho es rezar por los demás y velar porque su casa fuera adelante. Nunca ha pensado en sí misma. Así que, su vida, gris y anodina, transita entre los límites de lo doméstico, con la cocina como territorio propio, y la televisión como única fuente de entretenimiento.

El otro personaje con voz en la obra será su hijo Sergio. Treinta y tres años; padre de un niña pequeña; sin apenas estudio; sin trabajo estable; sin futuro, se ve obligado a regresar a casa de sus padres. Él es esa otra boca a la que alimentar, como cuando era pequeño, solo que ahora es un hombre adulto y familiar sustento familiar depende de una irrisoria pensión de jubilación. Sergio comenzó una vida, pero también se truncó. Parece como si él también estuviera marcado por el estigma de los padres.«Cuando la ruina entra por la puerta, el amor sale por la ventana». ¿No dicen eso? Hubo un divorcio, y una hija que iba y venía de una casa a otra. Dejó de creer en el amor. Y solo encuentra refugio en el regazo de su madre, porque está asustado. No sabe qué va a ser de él, tiene miedo, y solo su madre puede consolarlo. ¿No es eso lo que hacen las madres? Para mí ha sido la escena más tierna y emotiva de la obra.

Como personajes satélites: Jesús, el marido; Sara, la hija discapacitada que no es biológica; y gente que quiere entrar en la casa, golpean la puerta, dan voces y gritos. 

Para ser una obra tan breve, son muchos los temas que se tocan. Hago un repaso:

- el poco valor que se le da a la labor de las amas de casa

- el deterioro de las relaciones conyugales

- el quebranto de las familias vapuleadas por la miseria

- las relaciones padre-hijo

- las pensiones como sustento familiar

- el regreso de los hijos a la casa de la infancia

- la especial relación entre madres e hijos; ese cordón umbilical que jamás se rompe

- la precariedad laboral, que entronca con la crisis económica y el desempleo

- el mercadeo del amor

- y el SILENCIO. Lo pongo en mayúsculas porque ese silencio es la metáfora de todo lo que acontece en la obra. Es esa piedra atada al tobillo que nos hunde hacia el fondo del mar. Es esa sustancia nociva que desdibuja los bordes y diluye los colores.



De forma colateral, la obra también pasea por dos noticias relativamente recientes: el traslado del cuerpo de Franco desde el Valle de los Caídos y el procés. De esto modo, entendemos que la acción se sitúa en 2019. No obstante, asomarse a esta obra es hacerlo a la realidad del día a día, a la que llega hasta este 2021, agravada especialmente por situación sanitaria que vivimos. Pérdida de puestos de empleo, desastre económicos, deudas y miseria. 

Estructurada en doce partes, cada una de ellas precedida por la cita de algún poeta, dramaturgo o guionista, Vivir de alquiler se mueve entre el monólogo y el diálogo. Al principio, cuando conocemos a Juani, tenemos la sensación de que el personaje está hablando a un auditorio. No es descabellado. Esto es teatro. Sin embargo, poco después mi impresión varía. ¿Se trata de un diario? Lo mismo ocurre con Sergio, que protagoniza el segundo capítulo-acto, hasta que los dos personajes coinciden en el mismo espacio, interactúan, conversan, y regresan al pasado, a modo de flashback. Porque la acción se inicia cuando están a punto de desahuciar a la familia pero, ¿cómo han llegado a ese punto?

Hernández Pérez recurre a los elementos que le proporcionan los propios personajes.¿Qué hace Juani cuando no está cocinando croquetas? A Juani le gusta ver la tele: los programas del corazón, ese otro en el que puedes encontrar al amor de tu vida, y esas películas en las que hay una investigación criminal. Ese es el mundo al que Juani huye cuando la realidad no le gusta, por eso hay mucho de esos programas en sus ensoñaciones. Vivir de alquiler tiene un punto onírico en el que Juani (o Sergio) se enfrenta a la verdad, donde no hay lugar al engaño. Son pasajes complicados, donde el personaje sufre porque verse reflejado en un espejo no resulta fácil.

Por otro lado, el ritmo es muy importante en la obra, fluctúa y se amolda perfectamente a las exigencias de cada situación. Si en la mayoría de las conversaciones entre madre e hijo, todo discurre con relativo sosiego, la acción cobra brío y se acelera en los momentos de más tensión. La ansiedad que invade a los personajes se transmite con facilidad al espectador, que siente que la amenaza es inminente y el peligro está a punto de hacer acto de presencia. 

Con las acotaciones propias de un texto teatral, que indican lo que acontece alrededor de los personajes, la obra hay que leerla cerrando los ojos. ¿No me entendéis? Si en novela acostumbramos a recurrir a nuestra imaginación como si se tratara de la pantalla de un cine, en teatro es algo que se vuelve imperativo. Sé que leer teatro es una práctica a la que no muchos lectores son aficionados. Admito que me gusta más acudir a una representación, donde ya me dan hecho todo el trabajo imaginativo, pero leer una pieza teatral me conecta con mi yo estudiante, con aquellos años en los que tenía como lectura obligatoria títulos como Romeo y Julieta de Shakespeare o La Celestina de Fernando de Rojas, obras de las que extraíamos alguna escena para representar en el aula, o de la que hacíamos alguna extrapolación. Recuerdo esos años con nostalgia.

Poco más os puedo aportar de Vivir de alquiler, una obra brevísima pero llena de un dramatismo enorme y doloroso. No es difícil que el lector conozca en su entorno a una Juani, o un Sergio. Quién sabe si el mismo lector es uno u otro.

Para concluir, os dejo con el vídeo de la entrega de los premios.


[Idioma: Euskera - Castellano]

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

 



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