No es la primera vez que Fernando de Artacho pasa por este espacio. Hemos tenido la suerte de conversar con él en dos ocasiones anteriores, con la publicación de El almirante Mediohombre (puedes leer la entrevista aquí) y con Campanas de duelo (puedes leer la entrevista aquí). Y en ambas, conté con la colaboración de un amante de la novela histórica, que vuelve a repetir de nuevo, y a cederme su trabajo.
Fernando de Artacho publica Donde navega el olvido, una novela que nos traslada al principio del siglo XX, para hacernos viajar entre Sevilla y Salamanca. Hace unos días conversamos telefónicamente con el autor. Esto es lo que nos contó.
Fernando A.- Siempre tengo abiertas varias novelas a la vez. Empiezo con una y si me canso, me voy a la otra. La idea de Donde navega el olvido surge porque quería escribir algo sobre el mundo estudiantil y sobre el estilo de vida «señoritil», y no lo digo en sentido despectivo. Me apetecía escribir sobre los señoritos aristócratas de los años 20 de Sevilla, aquellos que supusieron el fin de una raza, o de una clase, por decirlo de algún modo. Así que, en esta novela, he combinado el mundo estudiantil de Salamanca y el mundo de los aristócratas de Sevilla en aquellos años, que ya sabemos todos cómo era, gente que se dedicaba a vivir la buena vida, de juergas nocturnas, saraos, y tablaos. Los padres no hacían carrera de ellos, así que los mandaban a Salamanca, como castigo. En esta novela mezclo personajes castellano-leoneses con los alegres sevillanos.
J.S.- Efectivamente, no solo vamos a ver cómo era la vida en Sevilla y Salamanca, sino que también vamos a comprobar en su novela cómo era la personalidad de unos y otros. Tenemos a un personaje muy austero, como es Justo de Salcedo...
F.A.- ¡Y sin duro! Justo de Salcedo es el hidalgo pobre, castellano-leonés, el eterno estudiante...
J.S.- Exacto, frente a los señoritos andaluces, como Pablo y Gonzalo. ¿Mostrar esta dualidad de personajes ha sido algo intencionado?
F.A.- Sí. Cuando me pongo a escribir no sé por dónde voy a salir. Jamás hago un croquis, sino que me dejo llevar por cómo vaya surgiendo la historia. Soy un enamorado de Salamanca y un día estando allí de viaje, me acordé de Sevilla. Fue entonces cuando me planteé una historia con dos personajes muy distintos, un estudiante, y dos calaveras sevillanos. Y así surgió esta novela. Pero nunca planteo demasiado la trama, ni los personajes. De hecho, ahora estoy escribiendo la segunda parte de Hija de la iglesia y no sé cómo va a acabar.
J.S.- Donde navega el olvido es una novela que quiere resaltar valores, como el esfuerzo.
F.A.- Sí, sí... Hay un mensaje de superación, en los dos ambientes, en el salmantino y en el sevillano. En la novela, hay un momento en el que esas vidas deben cambiar y se pretende resaltar esos valores que mencionas. Hoy en día vienen muy bien. Estamos viviendo una época de crisis a todos los niveles -política, social, económica,...-, e incluso sufrimos crisis en enseñanza porque, si entramos a analizar algunas universidades y el profesorado que hay, es para salir corriendo.
J.S.- Además, la novela nos descubre las costumbres sociales de la época, con aquellos duelos por honor. No hace tanto tiempo del último.
F.A.- Pies no. El último duelo conocido en Sevilla fue entre el capitán García de Paredes y el marqués de Pickman, a principios del siglo XX. Bueno, Pickman era su mujer porque él era marqués consorte. Los duelos estaban prohibidos.
J.S.- La iglesia los castigaba con la excomunión. Excomulgaban, no solo a los participantes, sino también a los testigos y a los padrinos.
F.A.- Pero eso no solo ocurrió en los tiempos de la novela, sino que han estado castigados con la excomunión desde tiempos inmemoriales. Es lógico porque, o mueres en pecado mortal o matas a la otra persona.
J.S.- Fernando, es indudable que sus libros reflejan su formación académica. Me gustaría conocer como ha sido la documentación para esta novela.
F.A.- Buena parte de la documentación ha sido todo de cabeza. Tengo y conozco muchas vivencias de mi propia familia, o de amigos. Para un historiador, la época en la que se desarrolla la novela es relativamente cercana. Yo mismo he conocido a mi bisabuela, nacida en 1880 y fallecida en 1975. Por entonces tenía cerca de quince años. Mi bisabuela me llegó a contar cómo los mamelucos franceses le hicieron a su abuelo un corte en el brazo. Me contó un hecho de 1808, estando en 1974. Y mi abuela murió con noventa años, hace diez o catorce años, y también me contó muchas cosas. Para todo esto de escribir es muy importante la memoria histórica, pero igual de importante es la memoria familiar.
J.S.- Pues conectado a esa memoria familiar, quisiera saber si, en la trama de Donde navega el olvido, hay algún episodio autobiográfico.
F.A.- En cierto sentido, sí. No voy a concretarte exactamente qué es autobiográfico o no. De todos modos, por regla general, suelo poner algún detalle autobiográfico en todas las novelas. En este caso, hay algún episodio de ese tipo, tanto en la parte castellana como en la andaluza. Yo tengo sangre andaluza pero mi abuelo Miguel, militar de profesión, era castellano. Lo que pasa es que llegó a Sevilla y se hizo más sevillano que nadie. El pobre murió el mismo día de su cuarto aniversario de bodas, en el frente de Brunete.
Yo también soy capitán del ejército. Cuando se creó la reserva voluntaria en España, me presenté a la primera promoción, y aprobé. Me he retirado después de dieciséis o diecisiete años. He llegado a capitán, que es a lo máximo que se puede llegar siendo reservista, en honor a mi abuelo y a mis antepasados.
J.S.- Cuerpo militar que también está presente en la novela.
F.A.- Sí, sí, así es. He ido metiendo un poco de todo en esta novela. No se puede escribir sin vivencias personales y sin leer. Además, tienes que saber hasta dónde contar y, sobre todo, ser modesto,... He leído novelas «históricas», por llamarlas de alguna manera, de autores muy famosos, y que venden miles y miles de ejemplares, donde te narran la construcción de una catedral gótica y, a la vez, te ponen a los obreros comiendo papas hervidas. Eso no puede ser. Si las papas las trajo Colón muchos siglos después. De todos modos, con esto no quiero decir que yo no cometa errores. También los cometo y, seguramente, en mis novelas se pueden encontrar fallos pero, al menos, yo lo admito y reconozco que, si me he equivocado, pues he me equivocado. Desde luego, lo que está claro es que para escribir hay que tener mucho cuidado y no poner lo primero que se nos ocurre.
J.S.- Claro. Y, Fernando, ¿con qué impresión le gustaría que el lector se quedara después de leer Donde navega el olvido?
F.A.- Me gustaría que se quedara con una sensación de felicidad. Tengo dos amigos que me han dicho lo más grande. Uno ya falleció por cáncer, y el otro está también pasando un duro trance. Los dos me han llegado a decir en su momento que, lo más les calmaba era leer algunas de mis novelas. Para mí, eso es muy grande. Si con mi esfuerzo puedo hacer feliz a una sola persona, aislarlo de este canallesco ambiente, y no lo digo solo por la pandemia, me doy por satisfecho. Es que estamos en una sociedad decadente de la que, a veces, es mejor aislarse. Sinceramente, no sé cómo vamos a acabar.
J.S.- No diré que no tiene usted razón. Pero volvamos a la literatura. Me ha dicho usted antes que tiene abiertas muchas novelas. ¿Qué nos puede adelantar?
F.A.- En género histórico, tengo tres libros terminados, a falta de redactar el índice. Soy muy malo con los ordenadores, y tengo que buscarme a alguien que me haga el índice y lo inserte en el texto.
Por otro lado, y como te dije antes, tengo empezada la segunda parte de Hija de la iglesia; otra novela más que transcurre en el año 74, protagonizada por el hijo de un republicano que vuelve a España para buscar sus raíces; y después otra más que empecé a escribir sobre la pandemia, algo fantástico. Pero no te cuento más. Además de eso, estoy acabando un doctorado y otra carrera más. Lo bueno es que duermo poco y, soy constante. En esta vida, más que ser inteligente es mucho más importante ser constante.
J.S.- Es verdad. Pues le diré que Donde navega el olvido me ha parecido una novela muy enriquecedora, que atrapa desde el principio, y se lee muy rápido.
F.A.- Un libro que no te engancha en las primeras quince o veinte páginas es muy difícil que atrape después al lector.
J.S.- Cierto. Pues Fernando, un placer hablar con usted de nuevo, y un placer leerle nuevamente.
F.A.- Muchas gracias a ti.
Así transcurrió esta conversación. Doy las gracias de nuevo a mi colaborador, a través de cuyas palabras hemos conocido un poco más en profundidad Donde navega el olvido, la última novela de Fernando de Artacho.