[Fuente: Pasaporte 92] |
Los lunes nos querráncuenta la historia de unas jóvenes musulmanas residentes es un barrio periférico de Barcelona. La vida de estas chicas está llena de normas e imposiciones, sometidas a una estrecha vigilancia, cuando lo único que desean es ser ellas mismas. Ser libres.
Hablamos con Najat El Hachmi.
Marisa G.- Un placer conocerte, Najat. Empecemos esta charla hablando del Premio Nadal. A pesar de que has recibido diversos galardones, imagino que este nuevo premio habrá supuesto una alegría inmensa.
Najat H.- Por supuesto, supone formar parte de un premio que tiene un recorrido muy largo y una historia detrás que, personalmente, siempre me ha interpelado, incluso desde aquella primera edición en la que ganó Carmen Laforet. Fue casi un acto revolucionario en aquella época, con esa novela, y en esos tiempos tan grises.
M.G.- Después de varias novelas y ensayos, llegas con Los lunes nos querrán. En ella nos hablas de la mujer musulmana. Al revisar el resto de tus escritos, observo que la mujer es epicentro. Parece que existe un fuerte compromiso con respecto a la mujer.
N.H.- Escribo sobre lo que no puedo entender, lo que no puedo digerir, lo que me provoca un gran malestar, primero como mujer, pero también como hija de la inmigración. La necesidad de escribir nace de esas circunstancias. Siempre ando inmersa en esos paisajes, en los que sitúo mis historias, con la idea de tratar de entender. Porque es difícil de comprender, incluso habiendo nacido en ese contexto. Se necesita mucha reflexión. La escritura es un proceso de reflexión que a mí me ha resultado muy útil.
M.G.- Cuentas cosas terribles en esta novela. Tengo que admitirte que es la primera vez que una lectura me provoca al mismo tiempo tanta rabia, tristeza y desolación. ¿Eran esas las emociones que pretendías despertar en el lector?
N.H.- Lo que quería era transmitir lo que supone estar en la situación de las dos mujeres protagonistas de esta novela. Ambas afrontan una lucha titánica para poder conquistar parcelas de libertad que, para otras personas, están ya conquistadísimas. Mi ambición literaria es intentar transmitir esa sensación, qué es lo que supone vivir ahí, qué es lo que supone vivir dentro de ese cuerpo, la angustia existencial que comporta vivir en esas condiciones.
M.G.- Naíma es la narradora de esta historia. Es curioso que únicamente vamos a saber su nombre cuando llegamos a las páginas finales del libro.
N.H.- Sí, y se pronuncia una sola vez.
M.G.- Exacto. ¿Quizá en un intento de eliminar la individualidad, y erigirla como la representante de todas esas mujeres que están en su misma situación?
N.H.- Es algo que se repite en varias de mis novelas. Por un lado, es una forma de mantener la complicidad directa con el lector. Por otro, es también una forma de mantener la sensación de protección, como si la narradora estuviera contando esta historia de forma secreta. Como si de algún modo estuviera diciéndole a la hoja en blanco lo que no puede decir en voz alta. Del mismo modo que me pasó a mí, cuando era muy jovencita y empezaba a escribir. Siempre intento volver a reproducir esa sensación de intimidad a través de la escritura.
M.G.- Esta chica es muy aficionada a la lectura. Los libros son un refugio para ella. La literatura sirve para denunciar y colocar ante los ojos del mundo situaciones injustas. Pero, ¿consciencia a la población? ¿Surte efecto?
N.H.- Eso es muy difícil de medir. De todos modos, sí sé que lo que no se escribe es como si no existiera. Qué menos que escribir y, al menos, intentar concienciar, ¿no? De todos modos, y te hablo como lectora, creo que la literatura tiene un enorme poder de transformación, porque cambia nuestra visión del mundo, cambia nuestro imaginario, nuestra perspectiva sobre cosas que tenemos muy normalizadas, o que damos por sentada, sobre las que no hay nada que hacer. En cualquier caso, para que la literatura te transforme también tienes que estar dispuesto a ello. A veces encontramos mucha resistencia a los cambios. Yo quiero mostrar esa parte de la realidad que tanto se echa en falta, sobre la que no se publica o se escribe a día de hoy. Estas historias no figuran en ningún lado, y tienen tanta razón de ser como cualquier otra.
N.H.- Naíma es una mujer muy perfeccionista y parte de una idea que, más tarde, veremos que es totalmente errónea. Ella cree que, si no está siendo tratada como le gustaría, si no está siendo querida o aceptada, es porque algo está mal en ella. Ella asume que el problema está en su interior, que es ella la que tiene que adaptarse, la que tiene que asumir. En esas circunstancias, en las que está siendo discriminada como mujer dentro de su familia, o como hija de inmigrante dentro de la sociedad, terminas por construir una especie de mecanismo de auto-defensa, con el que darte el derecho a existir. Acabas por interiorizar todas esas normas, pero también te conviertes en tu propia dictadora, que se va a auto-imponiendo las suyas propias.
En realidad, esto nos ha pasado a todas las mujeres. Siempre hemos tenido que demostrar mucho más que los hombres y todo nos ha costado mucho más esfuerzo que a los hombres. Sabemos que tenemos que hacer mucho más de lo que se nos pide. Si hay que estar delgada, pues más delgada todavía. Si hay que ser organizada, pues más organizada todavía. Ese redoble de tambores lo llevamos incorporado muchísimas mujeres, independientemente del contexto cultura o religioso del que venimos. Somos muy conscientes de que si fallamos, nos van a decir que es porque somos mujeres, o en el caso de las protagonistas porque son mujeres inmigrantes. A día de hoy, todavía se nos cuestiona mucho, y tenemos que demostrar más que el hombre.
M.G.- Es inevitable leer la novela, en mi caso, con los ojos de una mujer europea, española. Hay situaciones que me han parecido totalmente el mundo al revés. Es decir, una niña musulmana tiene mucha más libertad que una mujer musulmana. El paso de la niñez a la edad adulta es muy contraproducente para ellas.
N.H.- Sí. Y debería ser al revés, claro. Pero es que, el hecho de convertirse en mujeres a nivel biológico las transforma en personas peligrosas. Ellas, como mujeres, pueden conseguir atraer a los hombres y lograr que se comporten de una forma determinada. A nosotras se nos hace responsables del comportamiento de los hombres. A su vez está toda la cuestión del honor. El deber de preservar el honor de la familia recae siempre en el cuerpo de la mujer, y jamás en el del hombre. Ellas deben llegar vírgenes al matrimonio. Todo esto se produce cuando tus características físicas cambian y te haces mujer. Algo que, ya de por sí, es traumático porque, aunque biológicamente pasas a otra etapa, una niña de doce o trece años, por muy desarrollada que esté, sigue siendo una niña.
M.G.- Es verdad, así es. Y luego, la acción de la novela se sitúa a finales de los noventa, en un barrio muy periférico de Barcelona. Ese barrio es casi como una cárcel, hay un ambiente muy claustrofóbico, entre las normas de la comunidad, esos vecinos que actúan como policías, los rumores que corren,... Asfixia vivir en ese lugar.
N.H.- Son barrios que están apartados de todo y que, en sí mismos, suponen una estructura de racismo y clasismo. El hecho de que, a lo largo de nuestra geografía, existan unos barrios en los que las condiciones son peores que en otros, es una discriminación por razón de clase. En el caso que nos ocupa también existe racismo porque todos los que viven en ese barrio tienen la misma procedencia. Todo eso termina por convertirse en una estructura que atenaza las vidas de las mujeres. En esos espacios, se vuelven a producir los mismos mecanismos de control social que regían en sus sociedades de origen. En un ambiente así es muy difícil crecer y desarrollarte libremente porque, aunque haya familias con una visión más abierta, el contexto social determina muchísimo.
M.G.- Si a finales de los noventa la vida era así, como vemos en la novela, ¿sigue siendo igual? ¿Han avanzado algo?
N.H.- Hay mucha diversidad de situaciones. Si en la novela lo he articulado de este modo era porque quería que se viera lo que significa vivir dentro de un barrio como ese. Sin embargo, te puedes encontrar de todo. Lo que sí sabemos es que esa segregación va en contra de la libertad de las mujeres.
M.G.- Najat dejaste Marruecos muy pequeña y te mudaste a Barcelona. Es inevitable preguntarte si la historia tiene trazas autobiográficas.
N.H.- Utilizo el material que tengo a mi alcance. Y si hay algo con lo que me siento totalmente identificada es como la lucha por la libertad que emprenden las protagonistas. Eso sí lo comparto con ellas, como también lo comparto con otras miles de mujeres que me han contado historias similares a las que se narran en la novela.
M.G.- Y por último, ¿qué ejercicio interior tiene que hacer una persona que ha tenido una infancia y una adolescencia como la narradora para convertirse en una mujer adulta y libre?
N.H.- Tiene que trabajarse mucho y deseducarse de todas esas cargas patriarcales. Debe quitarse de encima muchas ideas que le han ido inculcando desde pequeña, para poder ser lo que es sin tener que recortarse, modificarse, o adaptarse. Pero es un proceso muy largo. Y si tuviéramos más apoyo a nivel de salud mental, sería mucho más fácil. Sin embargo, a falta de ese apoyo terapéutico, hay que buscar lecturas en las que veamos a otras mujeres pasar por ese proceso, saber cómo lo han vivido. Eso también resulta muy útil.
M.G.- Gracias Najat por esta conversación. Gracias por esta novela que tan impactada me ha dejado.
N.H.- Gracias a ti.
Vive en un entorno opresivo del que no le será fácil salir sin tener que pagar un precio demasiado alto.
Todo empieza el día en que conoce a una chica cuyos padres viven su condición cultural sin las ataduras del resto de su comunidad, y que encarna lo que ella ansía. Su nueva amiga afronta los primeros retos que como mujer le presenta la vida con una vitalidad, ilusión y empeño que la fascinarán y la impulsarán a seguir sus pasos.
Una historia emocionante y reveladora sobre la importancia de que las mujeres sean protagonistas de sus propias vidas aunque tengan que enfrentarse a condicionantes de género, clase social y origen. Este es el relato del arduo camino hacia la libertad.