Sinopsis
Carmelo Durán necesita pocas cosas en la vida: un ordenador con internet, un supermercado online donde comprar comida en cantidad y unos cuantos interlocutores cibernéticos con los que discutir. Pero todo cambia cuando un error en un pedido le pone en contacto con Mari Carmen, la encargada de atención al cliente del súper.
La tienda de la felicidad es una novela epistolar, escrita en forma de mensajes de correo, con un protagonista inolvidable, mezcla quijotesca del Ignatius de La conjura de los necios y la Helene de 84, Charing Cross Road. Una historia de personas reales, con sus peripecias diarias, que se ganará un hueco en el corazón de los lectores.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Todos los que leímos 84, Charing Cross Road quedamos prendados de una historia que se desarrolla a través del intercambio de cartas manuscritas. El género epistolar gana cada vez más adeptos y es que, sin saber explicar qué, tiene algo que atrapa. Quizá sea porque son los propios protagonistas los que van contando su historia. Quizá sea por el componente romántico que siempre ha tenido ese viaje que emprenden las cartas, desde el punto de origen al de destino. O quizá se deba a que el ritmo de lectura se torna ágil y dinámico. La cuestión es que soy incapaz de resistirme a una novela epistolar, y por eso entré sin dudar en esta tienda de la felicidad.
La nueva novela de Rodrigo Muñoz Avia no es únicamente una novela epistolar. Diría que va un paso más allá. Con 2019 como contexto temporal, la carta convencional, con su sobre y su sello, hubiera resultado algo obsoleta. Por eso, el autor apuesta por construir una historia que se sustenta en el intercambio de más de seiscientos correos electrónicos.
A través de La tienda de la felicidad, el lector se convierte en un voyeur, en un hacker, con acceso a la bandeja de entrada y salida de un singular personaje. Carmelo Durán es un nombre de mediana edad. Vive solo y apenas sale de casa. Le basta con su ordenador y su conexión a Internet para saber qué es lo que pasa más allá de las cuatro paredes de su vivienda. Lleva en paro desde 1993 y actualmente no parece que tenga oficio ni beneficio aunque, en su favor, habría que decir que ha intentando ganarse el pan como novelista, misión en la que ha fracasado estrepitosamente. De carácter antisocial, Carmelo se comunica con su entorno, únicamente a través del correo electrónico. De este modo, mantiene dificultosas conversaciones con su madre, Aurora Reyes, una mujer entrada en años que se queja de los hijos que le ha tocado en suerte. A pesar de pedirlo en reiteradas ocasiones, la pobre señora ni siquiera tiene el número de teléfono de su hijo, así que no le queda otra vía de comunicación más que su cuenta de gmail.
Igualmente, y a través de esta vía, se comunicará con su hermano Elisendo, un afamado dramaturgo del que Carmelo siente alguna envidia, y con Jacobo, su sobrino. Y así mismo, cada día su bandeja de entrada aparece repleta de mensajes spam, tan singulares como el propio protagonista.
Pero la historia comienza con un correo electrónico en particular. Cuando Carmelo recibe un e-mail desde el Servicio de Atención al Cliente de Carrefour, notificando la modificación de un pedido que él ha realizado, su ira se desata. Esa contrariedad hace saltar todas las alarmas y, con una ironía y un sarcasmo maravilloso, Durán responderá al establecimiento. Se inicia así una relación telemática más, entre el protagonista y Mari Carmen, la encargada de la atención al cliente de Carrefour. Ella es una mujer casada, pero que ha perdido toda la ilusión. Del pedido online y de las quejas de Carmelo se pasará a cuestiones más íntimas y personales. Digamos que, poco a poco, se irán conociendo, y entre ellos surgirá una amistad que irá derivando en otros derroteros, hasta llegar a situaciones que rozan lo absurdo.
Más allá de su familia, y de Mari Carmen, el protagonista también mantendrá contacto con la presidenta de la comunidad de propietarios, a la que ni siquiera abre la puerta, para darle las quejas de sus convecinos por los continuos ruidos nocturnos, el volumen elevado de la televisión, o la acumulación de basura que presenta su terraza. Esta parte es divertidísima.
Como dije antes, Carmelo es un individuo bastante antisocial. Entre sus cualidades no destacan precisamente ni la paciencia, ni la comprensión. Es más bien huraño, déspota, provocador y extravagante. No le gusta el teléfono ni el whatsapp y, aunque en estas dos cuestiones lo entiendo perfectamente, admito que, en algún momento, llega a crispar los nervios. No he podido evitar que me saque de mis casillas en varias ocasiones, tal y como hace con todos aquellos que lo rodean. Su propio hermano lo tilda de perturbado y trata de impedir que tenga relación con su hijo, porque no lo considera buena influencia. Es más, hasta el propio Carmelo sabe que, a veces, cae mal.
Con las únicas personas con las que parece mostrarse más amable es con su sobrino Jacobo y con Mari Carmen. No obstante, un suceso triste y descorazonador que ocurre en su vida, y del que el lector tendrá noticias gracias a las alertas de Google, sacará su lado más humano. Es a partir de ese momento, cuando he notado un cambio en el protagonista. Ese hecho le hace darse cuenta de una importante lección de vida y sus reflexiones quedarán plasmadas en algunos de sus correos, los que para mí son lo más hermosos. Creo que en ellos es donde emerge la verdadera personalidad de Carmelo, mientras que el resto es solo una pose, una manera de protegerse tras una coraza. En realidad, no es mal tipo. Lo veremos echar un cable a alguna persona que necesita ayuda. Lo que ocurre es que muchas cosas le salen mal y no puedes evitar reírte. Pero, quizá, lo que le pasa es que está asqueado de esta sociedad políticamente correcta, llena de falsedad, que queda parapetada tras supuestas buenas intenciones. Carmelo no quiere formar parte de eso, por eso dice las cosas tal y como las piensa.
Rodrigo Avia tira de experiencia personal para construir esta historia. Tal y como nos contó en la entrevista (que puedes leer aquí), el autor tuvo sus más y sus menos con el supermercado donde hacía la compra online. Nunca le llegaban unas gambas congeladas que pedía pero que sí le cobraban. Así que, justo en el papel de Carmelo, cruzó con el Servicio de Atención al Cliente algún otro correo electrónico lleno de ironía y sarcasmo. Partiendo de esta anécdota, Avia construye esta historia que cuenta con pasajes sumamente divertidos. Por comentar brevemente algo, el protagonista descubre un día algo que altera significativamente su anatomía. En vez de acudir al médico, opta por hacer una consulta a estos supuestos médicos que resuelven dudas a través de Internet. Esa escena, como otras tantas, nos arrancará una carcajada. Así que, y a pesar de lo desquiciante que pueda ser Carmelo, la novela tiene una importante dosis de humor. Ahora bien, no basta con quedarnos en la superficie. Si rascamos un poco más, terminaremos descubriendo que la actitud de Carmelo es fruto de su soledad. Es decir, el humor es el vehículo para ahondar en temas más serios.
Con un total de trescientas páginas, la historia abarca una horquilla temporal que va desde el miércoles 13 de marzo al 20 de mayo de 2019. Dedicada a sus padres, los pintores Lucio Muñoz y Amalia Avia, la novela se lee con suma velocidad. Como te sientes a leer, ya no puedes parar y, en un par de sentadas, la consigues terminar. La tienda de la felicidad me parece una lectura fresca, contemporánea, original, con una importante carga irónica y sarcástica. Me he reído muchísimo con todo lo que le ocurre a Carmelo con sus vecinos, ese microcosmos donde uno puede ver de todo, y mucho de todo eso lo veremos reflejado en la novela. Pero, por otra parte, también me hubiera gustado darle dos collejas a por cómo se comporta con Mari Carmen, un personaje con el que me he alineado y que me ha parecido entrañable.
En cualquier caso, La tienda de la felicidad ofrece precisamente eso, felicidad, diversión, humor y buen rato de lectura. Justo lo que más nos conviene en estos momentos. No te la pierdas.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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