Año: 2013.
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Tom Elkins.
Reparto: Abigail Spencer, Chad Michael Murray, Morgana Shaw, Emily Alyn, Katee Sackhoff,...
Género: Terror. Hechos reales.
Sinopsis: Poco después de instalarse en su nueva casa de Georgia, una pareja descubre que su hija mantiene misteriosos encuentros con personas que sólo ella parece ver. La situación se complica cuando también los padres son testigos de extraños fenómenos alrededor de la casa, que sugieren un escalofriante misterio que se ha mantenido en secreto durante generaciones.
Titular esta película como Exorcismo en Georgia es ir demasiado lejos. Partimos de la base de que el título original es The haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia (Aparición en Connecticut 2: Fantasmas de Georgia) con lo que, parece ser, que en España quisimos darle un toque efectista. Ocurre también que el exorcismo brilla por su ausencia. Aquí no tenemos vómitos verdes ni niña cuya cabeza gira 360 grados o se suben por las paredes con convulsiones. En esta cinta llaman exorcismo a unos cuantos fotogramas que muestran a un cura lanzando plegarias al aire y echando unas cuantas gotas de agua bendita sobre la frente de una niña ante la atenta mirada de sus padres pero la cosa es puro teatro.
Exorcismo en Georgia está basada en hechos reales. Recoge las vivencias de la familia Wyrick que entre junio y julio de 1993, tras mudarse a una casa en Pine Mountain, Georgia, comienzan a sufrir extraños fenómenos. La casa en la que se instalan está en medio de la nada. En ella viven el matrimonio (Andy y Lisa) y la hija pequeña (Heidi). Justo al lado de la casa hay una roulette medio desvencijada a la que se muda la tía Joyce, hermana de Lisa. Las tres mujeres de la familia, junto con la fallecida madre y abuela, tienen el don de percibir lo que el ojo humano no suele apreciar. Ellas son capaces de experimentar visiones a modo de fogonazos en blanco y negro en las que consiguen ver fantasmas del pasado y oír voces.
Los terrenos en los que se asienta la casa de la familia Wyrick guardan mucha historia. Los habitantes de alrededor cuentan que en aquellas tierras vivió un buen hombre al que denominaban el jefe de estación. Era un taxidermista viejo y solitario que se dedicaba a mediados del siglo XIX a ayudar a los esclavos fugitivos a cruzar hasta otras tierras donde pudieran llegar a ser libres, por lo que muchos descendientes de aquellos esclavos sienten admiración por aquel hombre y su labor. Sin embargo, y con la aparición de un hombre al que la pequeña llama Señor Gordy y que sólo ella ve, las visiones que experimentan las mujeres dejará entrever que la historia del jefe de estación va mucho más allá.
La película, como cabe esperar en los largometrajes de este género, está cargada de clichés: sombras que se cruzan, reflejos en los cristales, luces que se apagan y se encienden, puertas que se abren solas,... Aún así, confieso que algún que otro sustillo me cogió distraída, consiguiendo que me llevara el consabido sobresalto, quizás al ser consciente de que estamos ante unos hechos reales que, aunque cinematografiados, no dejan de tener un velo de verdad, pero ¿hasta qué punto? Lo veremos más tarde.
Teniendo en cuenta mis últimas experiencias con el cine de terror, tengo que decir que, al menos, el argumento de esta película tiene cierta coherencia, más allá de que esté mejor o peor rodada, con algunas escenas que parecen filmadas en el pasaje del terror y con unas interpretaciones que quedan en el inframundo. No ofrece grandes efectos ópticos pero se deja ver aunque en el final se podía haber esmerado un poquito más.