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MEN MARÍAS: ❝La última paloma es un thriller de personajes❞

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Desde que La última paloma vio la luz hace tan solo unas semanas, publicada por Planeta, no se ha dejado de hablar de Men Marías entre los lectores. Dicen los que ya la han leído que es un thriller absolutamente adictivo y brutal, que viene pisando con tanta fuerza, que horada el terreno por el que pisa.

La acción nos lleva al pueblo gaditano de Rota, enclave en el que se asienta desde medios de los años 50 del pasado siglo, una de las cuatro bases americanas con presencia en España. La joven Diana Buffet aparece un día muerta, horriblemente mutilada y con dos alas cosidas a la espalda. Se encargará de la investigación del sargento de la guardia civil Patria Santiago, junto con su compañero Sacha Santos. Lo que parece un crimen independiente, se tornará en un comportamiento en serie. Además, la investigación sacará a la luz que este crimen está vinculado con otros sucesos terribles que ocurrieron hace sesenta años, cuando los americanos llegaron al pueblo.

Hablamos con Men Marías.  


Marisa G.- Men Marías es un seudónimo. Cuando los autores de este siglo utilizáis seudónimos no puedo evitar sentir mucha curiosidad. Algunos lo hacen por mantener el anonimato, que no es tu caso. 

Men M.- No, no es mi caso no es. Bueno, era algo que me gustaba. Al igual que nos cambiamos de ropa, ¿por qué no cambiarse de nombre? Lo de Men Marías viene de mi propio nombre. Men por Carmen y Marías, pues de María. Me dio por hacerlo así. Me pareció que quedaba bien.

M.G.-  La última paloma no es lo primero que publicas. De 2018 tenemos Pukata, pescados y mariscos, con la que cosechaste algún premio. Sin embargo, creo que sí es lo primero en género negro. ¿Puede ser?

M.M.- Efectivamente, aunque te puedo decir que, en cualquier género siempre hay algo de negra, porque es lo que se presta a la acción, a esa intriga. Pero sí, lo que en el género negro, en exclusiva, esta es la primera novela que escribo.

M.G.- Y en ella nos presentas un crimen espeluznante, que se produce en Rota, muy cerca de la base naval americana. ¿Cómo nace en tu cabeza esta historia? Me refiero a enclavarla en Rota, ese pueblo de Cádiz, famoso por la base, pero no deja de ser un pueblo.

M.M.- Tenía muy claro que quería escribir una novela negra y ubicarla en Andalucía. Estos dos puntos los tenía clarísimos. Porque Andalucía es como los buenos asesinos. ¿Quién iba a sospechar de ella con tanta luz? Pero pensé que sería interesante construir una trama negra detrás de la gente de Andalucía, tan alegre, como somos, de esta claridad que nos rodea. Me apetecía sacar lo turbio y concretamente, la llegada de los americanos a Rota.

Como tú dices, el tema de las bases navales en España está en el imaginario común pero, cuando me adentré en la historia de la base naval de Rota, no daba crédito. Es algo tan especial y tan seductor, un choque cultural tan grande que, lo primero que hice fue buscar quien había escrito el libro que yo ya tenía en mente. Estaba segura que, ficcionado o no ficcionado, alguien tenía que haber escrito algo así. Pero no encontré nada, absolutamente nada. Así que me fui a Rota, a hablar con la gente. El noventa por ciento de las anécdotas y de las historias que se cuentan en la novela son reales. Los vecinos me contaron muchas cosas. De hecho, hablando con una señora, le conté lo que quería escribir, por saber si le parecía muy descabellado. La señora me respondió que no sabía si eso había ocurrido allí alguna vez pero que, perfectamente, podía haber pasado. Y esos mismos vecinos comentaban que los americanos, a su llegaba, iban diciendo que más que un viaje al sur de Andalucía habían hecho un viaje a la edad de piedra. Imagínate, en el año 53, llegó a Rota los Rolling Stones, la Coca-cola, Mickey Mouse, la libertad, cuando resulta que en el pueblo, que eran cuatro calles sumergidas en la España franquista, ni había agua corriente en las casas, ni alumbrado público, ni nada. Hubo un choque cultural brutal. 

Los americanos llegaron a aquel pueblo después de seis meses bajo el mar. Rota era baratísima para ellos y el dinero les quemaba en el bolsillo. Todo eran juergas, diversión, aquello se llenó de bares y prostitutas, incluso apareció en la revista Interviú como paraíso del vicio nacional. Lo que allí ocurrió es una historia muy desconocida, pero muy seductora.

M.G.- Pero tú, vinculación previa con Rota no tenías, ¿no?

M.M.- Nada. Solo a partir de que me planteo la novela. He ido muchas veces y he hablado con mucha gente. Además es que son gente muy maja, que te lo dan todo. En otras ubicaciones, para hablar con sus habitantes casi que le tienes que robar las palabras pero Rota y su gente es muy generosa.

M.G.- El inicio de la novela no puede ser más espeluznante. Hay una puesta en escena muy truculenta, en la que el lector se va a encontrar con una chica joven asesinada, y que muestra unos signos de violencia muy singulares.

M.M.- Sí, Diana aparece salvajísimamente mutilada y con unas enormes alas cosidas a la espalda, cerca de la base naval de Rota y frente a la casa de Mongoli, un enclave alrededor del cual giran varias leyendas. Es una finca abandonada, que perteneció a León de Carranza, antiguo alcalde de Cádiz. Del cuidado de la finca se encargaba un guardia al que llamaban el Mongoli pero ese hombre desapareció un día y nunca más se volvió a saber de él. A partir de ese momento, se empezó a hablar de cosas extrañas que ocurrían en la casa, como gente que decía haber visto a una mujer ahorcada en el torreón. También habla de ruidos y de pasos.

La responsable de la investigación será la sargento de la Guardia Civil, Patria Santiago. Ella es criminóloga y aprecia ciertos indicios en el crimen, que le indican que el asesino va a volver a matar.

M.G.- Pero este asesino, tal y como mutila a la mujer, parece que sufre de misoginia porque a la víctima le arrebata todo eso que la hace femenina.

M.M.- Así es. Y en cierto modo, puede ser que padezca de algo de eso. A la mujer la desfeminiza. Puede ser algo en lo que el asesino pone el foco pero eso se irá viendo con el avance de la trama. No desvelamos más.

M.G.- Lo dejamos, así. De todos modos, Men, la novela no empieza con el crimen sino que hay unas páginas previas que nos hablan de un niño, un hombre barbudo y un paisaje nevado. Obviamente, esto tendrá que ver con la historia pero a priori, la nieve y Rota no casan.

M.M.- Es un adelanto. Esa escena guarda toda relación con la trama principal pero hay que esperar un poco para saber quién es ese niño, y qué tiene que ver con todo lo que se cuenta en la novela.

M.G.- La galería de personajes es muy importante. Si leemos sus biografías, se podría decir que son personajes atormentados, que arrastran un trauma. Todos tienen algo.

M.M.- Eso era algo importante para mí. Cuando me refiero a los personajes de esta novela siempre digo que, en el fondo, todos ellos son niños detenidos en algún momento de la infancia. Creo que eso es lo que los convierte en personas porque a todos nos pasa algo así. Evidentemente, hay personas que viven sucesos mucho más traumáticos a lo largo de su vida pero, en realidad, todos nosotros, de algún modo u otro, hemos vivido situaciones complicadas cuando somos pequeños, ya sea en nuestras casas, o en el colegio. Creo que resaltar las carencias emocionales de una persona y especificar que vienen de la infancia, que se les está obligando hoy día a vivir una vida de adulto, con las herramientas emocionales de un niño, nos lleva a vivir vidas que no nos corresponde, y a vivir con miedo y con angustia.

Siempre digo que La última paloma es un thriller de personajes. Creo que la buena novela negra tiene que centrarse en el quién y en el cómo pero no puede olvidarse del porqué. La inmensa mayoría de las veces el porqué viene de la infancia.


 Recuadro-citas 

 

M.G.- Me llama mucho la atención los nombres de los personajes. Patria y Sacha son los guardias civiles, Olimpia es la alcaldesa de Rota,... Son muy curiosos.

M.M.- Para mí, el más importante es Patria. No sabía que ese nombre existía hasta que una conocida, de ochenta años, me enseñó su orla de la universidad con mucho orgullo. Era raro que una mujer fuera a la universidad en aquellos años. Mirando la orla, vi a una compañera de esta señora que se llamaba Patria. Me impactó el nombre e inmediatamente supe que tenía que usarlo para la novela. Es un nombre muy especial por su sonoridad y también por lo que tiene de metafórico. La novela está dedicada a todos los apátridas. Patria es un sustantivo que refleja el lugar al que perteneces, pero en este caso, usado como un nombre propio para una persona que se siente totalmente desarraigada. Hay un contraste curioso y siento que ese nombre me estaba buscando. Patria ya se llamaba Patria, antes de que yo lo supiera.

M.G.- Patria, que es de Rota, tiene un perfil peculiar para ser miembro de la Guardia Civil. La llaman la Escalera. 

M.M.- Reconozco que era un personaje del que tenía miedo. Es una antigua boxeadora, reconvertida en guardia civil y, como dices, es nacida y criada en Rota. Su compañero Sacha comenta que, los que la veían corriendo desnuda por la playa, ahora la están viendo en uniforme, vestida de guardia civil. En un lugar tan pequeño, en el que todo se presta a las habladurías, no es fácil encajar algo así, y menos aún, en una persona como ella que arrastra el pasado que arrastra. Patria es un personaje cambiante, con muchas luces y sombras. Se comenta en la novela que todo el mundo la vio haciendo lo que hacía en los cementerios o la han visto en veladas de boxeo privadas, sin guantes y ofreciéndose al oponente. Patria no es de fiar, a pesar de que es lo que se espera de un miembro de las fuerzas de seguridad. Por eso, cuando se tiene que encargar de investigar este crimen, la gente desconfía, como es de esperar.

M.G.-  En esta novela, el amor está camuflado. 

M.M.- El amor es una parte inevitable de la novela negra. Al menos, yo lo veo así. El amor tiene un componente de noir absoluto y por eso, en esta historia, viene representado por el breve romance que protagonizaron Patria y Sacha hace unos años, y que no está todo lo resuelto que les gustaría. A ver cómo lo solucionan ahora porque, en esta investigación, tendrán que trabajar juntos.

M.G.- Me comentas que te has documentado hablando con la gente de Rota pero imagino que también habrás tenido que indagar cómo era la vida dentro de la base en aquellos años 50.

M.M.- Sí. En la base solo he conseguido entrar una vez. Es algo muy complicado. Como anécdota te puedo contar que el otro día estuvimos grabando en la puerta y nos retuvo la policía naval. Pero más allá de esa visita, lo más importante ha sido lo que la gente me ha contado. La presencia americana hoy día es muchísimo menor que la de aquellos años. Por entonces, me comentaban que se podía pasar de Cádiz a Estados Unidos a través de una verja metálica. La base era un pueblo americano, lleno de jardines, de oficinas, con el housing en el que vivían los militares con sus familias, tenían sus cines, tiendas y centros comerciales. La base era un pueblo americano dentro de Rota.

M.G.- Y mucho trapicheo, ¿no, Men? 

M.M.- Sí, sí. Con los americanos llegaron un montón de productos que no se conocían en España, como los donuts, el kétchup, la salsa rancher,... La ropa empezó también a circular y las mujeres estaban obsesionadas con los electrodomésticos y les pedían a sus maridos, a los que trabajaban dentro de la base, que les consiguieran esos artículos. Había un contrabando brutal. Era una mafia que tenían totalmente normalizada. Imagino que se le daría una comisión al guardia que estaba en la entrada, y que sería el más rico de todos, para que mirara hacia otro lado.

M.G.- La estructura de la novela te permite emplear varios narradores. Has jugado con las diferentes voces.

M.M.- Sí, es una novela coral. Creo que es lo que más puede enriquecer una historia. Me guio mucho por lo que siento como lectora y he procurado volcar en esta novela los recursos y las técnicas que a mí me llenan, me gustan o me emocionan cuando leo. Utilizar varios puntos de vista enriquece mucho. Las primeras personas permiten al lector ir de la mano del personaje y ver lo que este siente, lo que piensa, lo que reflexiona y se calla. Y luego, la tercera persona te permite una visión muchísimo más amplia. Me siento más cómoda con la primera persona porque la tercera me cuesta más.

M.G.- Lo que me resulta novedoso es que dos de los narradores sean dos miembros de la guardia civil. Generalmente, en un thriller contamos con la visión de un investigador y una tercera persona, o de un investigador y otra voz más en primera, pero ajena a la fuerzas de seguridad. Aquí no, aquí hay dos voces dentro del mismo bando, por decirlo de algún modo.

M.M.-  Patria y Sacha, los dos guardias civiles, tienen una visión totalmente opuesta de la realidad. Se complementan muy bien pero son muy diferentes. Me pareció interesante plantearlo así. Hay tantas formas de ver las cosas que ofrecerle al lector solo una, me parece casi egoísta. Es lo que te decía, que es  una forma de enriquecer y acercar la historia. 

M.G.- Men, leo en agradecimientos que le das las gracias a la persona que te empujó a escribir esta novela. Los lectores también le tenemos que dar las gracias a esta persona.

M.M.- (Risas) Como esa persona sabe quién es, se va a alegrar mucho.

M.G.- Pues tú ya le das las gracias de nuestra parte. Muchas gracias por este momento y felicidades por la novela. 

M.M.- Gracias a ti.


cats Sinopsis: Sólo quien conoce el dolor puede enfrentarse a un crimen tan macabro

Frente a la base naval de Rota, tras el cordón policial que acordona la brutal escena, un grupo de vecinos clama que se haga justicia: el cuerpo de la joven Diana Buffet yace salvajemente mutilado y con unas enormes alas cosidas a su espalda.

Ni las cámaras ni el helicóptero de vigilancia de la base han captado una sola imagen que pueda servir a la investigación; algo incomprensible.

La sargento Patria Santiago sabe que el asesino va a volver a matar, pero nadie la cree, ni siquiera el cabo Sacha Santos -a quien le gustaría ser algo más que su compañero-, porque al igual que piensa el resto de Rota, Patria ha convivido con el dolor demasiado tiempo como para ser de fiar.

Una sola pista, la investigación que Diana estaba haciendo sobre la base, y su relación con la desaparición de una joven hace sesenta años, cuando los americanos llegaron a Rota, parecen ser los únicos hilos de los que tirar.

Sólo quien conoce el dolor puede enfrentarse a un crimen tan macabro 



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